UN MUNDIAL DE LA VIVIENDA
(publicado esta semana en VOCES) Un país con gran poderío económico, puede darse el lujo de organizar un Mundial de fútbol, ya que no solo dará algunos dividendos económicos durante el mismo, sino que añadirá prestigio al país y tal vez hasta gloria deportiva. Otra cosa es para países no tan poderosos y para los cuales el esfuerzo económico puede ser tremendo. La organización de los mundiales cada vez requiere más inversiones, y el retorno de las mismas no es tan claro. Por otra parte, el movimiento de dinero es de tal magnitud que, como siempre, atrae la corrupción. Antes del anterior mundial, Dilma Rousseff dijo que el país no se vería afectado por el préstamo que obtuvo para las inversiones en el mismo, que solo suponía el 0.16% del PBI brasileño. También decía la aseguradora Euler Hermes que la Copa añadiría un 0,2% de crecimiento al PBI. Y la consultora internacional Ernst and Young estimó un impacto económico que multiplicaría por cinco la inversión rea