TRINQUETE (*)
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Desde que comenzó la pandemia, los gobiernos (de aquí, de allá y de acullá) han avanzado de una forma avasalladora sobre los derechos individuales, al filo de la legalidad o de la constitucionalidad y, donde han podido, más allá también. Se ha avanzado increíblemente sobre el control de la población, sobre la libertad de movimiento y sobre aspectos de la vida social en los que uno jamás se hubiera imaginado que podía llegar a intervenir. No solo han intervenido en el ámbito público, estableciendo el cierre de escuelas y liceos, limitando la atención del público de las formas más absurdas, sometiendo al ciudadano a una inspección cuasi policíaca antes de permitirle entrar, a los locales etc; sino también en lo que tiene que ver con el ámbito privado. Los gobiernos han decidido qué comercios pueden abrir y cuáles no, y a qué hora unos y a qué horas otros, y cuántas personas pueden ingresar a cada comercio y como deben entrar; ha decidido en qué comercios se puede estar con tapabocas y e