NO SE EQUIVOCÓ ANTES...SE EQUIVOCA AHORA
En Montevideo Portal, el publicista Esteban Valenti manifiesta que se equivocó y feo. Dice Valenti: “Hace dos semanas escribí que “Tenía confianza” que, finalmente, los frenteamplistas encontraríamos el camino para buscar la mejor fórmula para ganar las elecciones en octubre del 2009”. Yo creo que el publicista no se equivocó, porque efectivamente eso fue lo que sucedió: los frenteamplistas, en uso de nuestra soberanía y en un clima de unidad, iniciamos el camino para elegir la mejor fórmula (y el mejor programa) que nos permita ganar en primera vuelta las próximas elecciones. En cambio sí se equivoca ahora. Dice ahora que -luego del Congreso- “ha quedado demostrado un divorcio extremadamente peligroso entre las estructuras y la sociedad...”. No es así. En todo caso, el divorcio que quedó patente en el Congreso es el de algunos integrantes de nuestro gobierno con las estructuras del FA. Y eso por cierto que no nos alegra. Es algo que tendremos que tratar de evitar en nuestro próximo gobierno. Dice Valenti que “...ninguna de las propuestas de las “minorías” fueron tomadas en cuenta, ni en las negociaciones, ni en la plenaria...”. Y se equivoca nuevamente. Si no se hubieran aceptado las propuestas de la minoría, entre otras cosas no habría otros candidatos para competir en las internas en igualdad de condiciones, por ejemplo. Dice Valenti que “Había un derrotero trazado, acordado y negociado por tres grupos del FA y sus aparatos y no hubo nada, ni la mínima flexibilidad”. Se sigue equivocando el publicista. Hubo mucha flexibilidad, máxime si se tiene en cuenta las posiciones previas de quienes decían: “Soy yo o nada”. Pero además, parecería ser que –como siempre- la culpa la tienen los comunistas. En el pasado Congreso “Líber Seregni” se nos acusó de falta de flexibilidad para llegar a un acuerdo con el MPP y elegir a Constanza Moreira como presidenta del FA. Ahora se nos acusa de lo contrario, de haber llegado a un acuerdo con el MPP, pero parece que eso también es falta de flexibilidad. ¿Qué sería tener flexibilidad para algunos? ¿acceder a todo lo que ellos pretenden y dejar por el camino nuestras propias convicciones? ¿está mal que los grupos del FA negocien y hagan acuerdos? ¿o sólo está mal cuando esos acuerdos incluyen a los comunistas? Valenti dice también que se llegó a eso porque “se sabía perfectamente que del otro lado lo que había eran fuerzas y sentimientos auténticamente frenteamplistas y que nadie pondría en duda ni en peligro la unidad”. Ahora se equivoca aún más feo (llamémosle equivocación). El planteo de Valenti es divisionista: de un lado los auténticamente frenteamplistas y unitarios; del otro los malos (comunistas y tupamaros). En fin...patético...que se haga cargo de lo que escribe. Luego dice Valenti: “...pero lo más importante no es eso...lo más importante es que no le tienen confianza a la gente, creen que de esa manera impondrán su voluntad a los electores en junio. A puro aparato”. Se equivoca nuevamente. Tanta confianza le tenemos a la gente que no tenemos ningún problema en acceder a que otros compañeros se presenten a las internas en igualdad de condiciones. Por supuesto que no se le puede imponer nada a los electores, pero algunos (Valenti entre ellos) habrán tomado debida nota de que tampoco los grandes medios de comunicación, ni los politólogos ni las encuestas, pueden imponerle un candidato a los frenteamplistas. Luego dice Valenti: “Si aprobaron el pasaje de los cinco candidatos a las internas es porque no tenían ninguna otra posibilidad, porque no tenían potestades constitucionales para decidir otra cosa”. Se equivocó el publicista. El Congreso del FA es su máxima autoridad, y entre sus potestades está el elegir al candidato a presidente y vicepresidente. Por lo tanto, el Congreso sí podía decidir otra cosa. Quienes luego quisieran presentarse a las internas, estarían constitucionalmente facultados para hacerlo, pero sabiendo que lo harían por fuera de las instancias de la interna frenteamplista, con lo que ello implica.
Le molesta también a Valenti que se hubiera podido votar por más de un candidato (en realidad lo que le molesta es que eso haya dejado en tercer lugar a su candidato, pero no lo dice). Mi punto de vista es que eso permitió cosas positivas, como por ejemplo que los delegados pudieran votar por quien estaban mandatados a hacerlo por su Comité o grupo político, pero también por el que personalmente les resultaba más adecuado. A vía de ejemplo, en nuestro Comité fuimos con diez delegados y teníamos la decisión de votar por quién en el momento apareciera como el que tenía más votos (de esa manera colaborábamos a tomar una decisión en el Congreso). El acuerdo alcanzado por la Mesa Política, que permitía votar por más de un candidato, hizo que nuestros delegados votaran, además de por Mujica, por Astori, Carámbula y Daniel Martínez. Es decir, esa posibilidad también hubiera permitido que el candidato de Valenti obtuviera más votos (el publicista, que también es un analista político, tendrá que analizar por qué razón eso no sucedió). Dice Valenti que “...es fácil mantener la unidad y proclamarla desde las tribunas cuando no se deja ni siquiera pasar un aviso en un congreso y es absolutamente copado por la mayoría”. No se de cual Congreso habla Valenti, en el que yo estuve el único (único) sector que pudo exponer su posición sobre candidaturas ante todo el mundo fue Asamblea Uruguay. Ningún otro pudo hacerlo.
Más adelante Valenti sangra por una herida que se auto inflige: “Es posible que yo siga siendo muy ortodoxo, que siga recordando las épocas en que un solo partido tenía más del 65% de los delegados a un congreso y sacaba el 47% de los votos en las elecciones nacionales y nunca quiso imponer sus candidatos a los cargos comunes”. Se sigue equivocando. Eso no se llama ortodoxia; se llama grandeza. Pero no hay que confundir. Que se pueda tener ese tipo de actitudes, no quiere decir que necesariamente haya que tenerlas. No tiene ningún sentido que por el sólo hecho de tener la mayoría algún sector resigne cargos, para que no sea considerado una imposición. Por cierto, tampoco aceptamos la utilización de la mayoría como único argumento, pero no es este el caso.
Valenti dice que todo esto “...fue posible por el lento resecamiento de las estructuras del Frente, porque se creyó equivocadamente que con el gobierno y desde el gobierno se podía manejar la política”. Grueso error. Si algo demuestra el Congreso “Zelmar Michelini” es que las estructuras del Frente están más vivas que nunca. Numerosísimas asambleas analizando el documento -lo que dio como resultado infinidad de propuestas que lo mejoran sustancialmente y nos permiten ver el futuro gobierno con optimismo- y un clima de unidad en la toma de decisiones como hace tiempo no se veía, no es precisamente un resecamiento. Aunque le concedo razón a Valenti en la segunda parte de su afirmación. Es verdad, y esperamos que hayan tomado debida nota algunos compañeros: quien crea que desde el gobierno se puede manejar la política se equivoca. La política en el Frente Amplio se hace en los Comités de Base. Entre otras cosas, porque somos coalición y movimiento, y el movimiento no está en las estructuras de gobierno. Muchos apostaron a hacer política desde el gobierno, y ahora pagan las consecuencias. Valenti lo sabe y más adelante lo dice claramente, en la que quizá sea la única frase que comparto: “...fue posible por nuestra desidia...cuando miles y miles nos miramos el ombligo en nuestras casas. Tuvimos nuestro premio. Y si no nos despertamos a tiempo tendremos el premio mayor: una buena derrota en octubre, porque las elecciones no se ganan a publicidad y discursos, se ganan con gente movilizada, organizada y trabajando en serio. Y si no, a llorar al cuartito”. Ahí están los Comités de Base, son para eso, y allí son bienvenidos todos los frenteamplistas para trabajar por un nuevo gobierno del FA.
Le molesta también a Valenti que se hubiera podido votar por más de un candidato (en realidad lo que le molesta es que eso haya dejado en tercer lugar a su candidato, pero no lo dice). Mi punto de vista es que eso permitió cosas positivas, como por ejemplo que los delegados pudieran votar por quien estaban mandatados a hacerlo por su Comité o grupo político, pero también por el que personalmente les resultaba más adecuado. A vía de ejemplo, en nuestro Comité fuimos con diez delegados y teníamos la decisión de votar por quién en el momento apareciera como el que tenía más votos (de esa manera colaborábamos a tomar una decisión en el Congreso). El acuerdo alcanzado por la Mesa Política, que permitía votar por más de un candidato, hizo que nuestros delegados votaran, además de por Mujica, por Astori, Carámbula y Daniel Martínez. Es decir, esa posibilidad también hubiera permitido que el candidato de Valenti obtuviera más votos (el publicista, que también es un analista político, tendrá que analizar por qué razón eso no sucedió). Dice Valenti que “...es fácil mantener la unidad y proclamarla desde las tribunas cuando no se deja ni siquiera pasar un aviso en un congreso y es absolutamente copado por la mayoría”. No se de cual Congreso habla Valenti, en el que yo estuve el único (único) sector que pudo exponer su posición sobre candidaturas ante todo el mundo fue Asamblea Uruguay. Ningún otro pudo hacerlo.
Más adelante Valenti sangra por una herida que se auto inflige: “Es posible que yo siga siendo muy ortodoxo, que siga recordando las épocas en que un solo partido tenía más del 65% de los delegados a un congreso y sacaba el 47% de los votos en las elecciones nacionales y nunca quiso imponer sus candidatos a los cargos comunes”. Se sigue equivocando. Eso no se llama ortodoxia; se llama grandeza. Pero no hay que confundir. Que se pueda tener ese tipo de actitudes, no quiere decir que necesariamente haya que tenerlas. No tiene ningún sentido que por el sólo hecho de tener la mayoría algún sector resigne cargos, para que no sea considerado una imposición. Por cierto, tampoco aceptamos la utilización de la mayoría como único argumento, pero no es este el caso.
Valenti dice que todo esto “...fue posible por el lento resecamiento de las estructuras del Frente, porque se creyó equivocadamente que con el gobierno y desde el gobierno se podía manejar la política”. Grueso error. Si algo demuestra el Congreso “Zelmar Michelini” es que las estructuras del Frente están más vivas que nunca. Numerosísimas asambleas analizando el documento -lo que dio como resultado infinidad de propuestas que lo mejoran sustancialmente y nos permiten ver el futuro gobierno con optimismo- y un clima de unidad en la toma de decisiones como hace tiempo no se veía, no es precisamente un resecamiento. Aunque le concedo razón a Valenti en la segunda parte de su afirmación. Es verdad, y esperamos que hayan tomado debida nota algunos compañeros: quien crea que desde el gobierno se puede manejar la política se equivoca. La política en el Frente Amplio se hace en los Comités de Base. Entre otras cosas, porque somos coalición y movimiento, y el movimiento no está en las estructuras de gobierno. Muchos apostaron a hacer política desde el gobierno, y ahora pagan las consecuencias. Valenti lo sabe y más adelante lo dice claramente, en la que quizá sea la única frase que comparto: “...fue posible por nuestra desidia...cuando miles y miles nos miramos el ombligo en nuestras casas. Tuvimos nuestro premio. Y si no nos despertamos a tiempo tendremos el premio mayor: una buena derrota en octubre, porque las elecciones no se ganan a publicidad y discursos, se ganan con gente movilizada, organizada y trabajando en serio. Y si no, a llorar al cuartito”. Ahí están los Comités de Base, son para eso, y allí son bienvenidos todos los frenteamplistas para trabajar por un nuevo gobierno del FA.
Comentarios
Amigos, abusando de vuestra hospitalidad me citaré a mi mismo en un artículo escrito hace 2 períodos electorales, porque si hundirse en el electoralismo más patético se trata, podemos cambiar también la forma de contar el tiempo:
"Los partidos de izquierda histórica de este país se denominaron a sí mismos «partidos de ideas» diferenciándose de los partidos tradicionales que han sido en su fundación -y siguen siendo- partidos de caudillos. Hemos rechazado siempre la esencia y estilo de organizar una corriente política a partir de un liderazgo personal, reivindicando por el contrario que las corrientes políticas son primero corrientes de ideas y acciones colectivas, y los liderazgos son secundarios, incluso prescindibles. Hoy se ha hecho corriente hablar de «progresistas» sin saberse muy bien que quiere decir ese término. Pero hay cosas que son muy claras. Dentro de las tradiciones políticas y culturales ha sido siempre el pensamiento conservador y reaccionario el que ha sobredimensionado el papel de los líderes, el verticalismo, la disciplina, la unidad monolítica, el acatamiento. Y el pensamiento progresista en su acepción más amplia, es el que ha privilegiado la igualdad, los vínculos horizontales, la libertad de disenso, el respeto a las minorías, la pluralidad. Quienes en la vida política hacen pasar todo por caciques, conflicto entre caciques, elección de caciques, son los reaccionarios. Los progresistas siempre estuvimos con los indios. Nuestro perspicaz lector seguramente objetará que las cosas han venido cambiando dentro de la propia izquierda, y todo eso ya no es hoy tan así. Es cierto, pero no estamos de acuerdo en dejar que las cosas simplemente pasen y perder los elementos básicos de nuestra identidad política y cultural". (Alfaguara Nro.22/Mejores caciques eran los indios).
¿Qué se fizo el Rey Don Juan, los Infantes de Aragòn que se hicieron? preguntaba el poeta. ¿Qué fue de la izquierda de principios de este país? preguntamos nosotros. Una persona sale diciendo que Fulano está más capacitado que Mengano para candidatearse a presidente. ¿Y eso que mierda importa? preguntamos. Solo a un tonto o a un megalómano enfermo como Tabaré o los otros (no se sacan ni una cabeza de ventaja en eso estos pingos) puede pensar que la función de presidente de un gobierno pueda ser una tarea INDIVIDUAL, es un equipo o es el manicomio. ¿Desde cuándo importan los candidatos? Lo que importa es el quehacer colectivo, democrático, regido por la verdadera disciplina que va de ABAJO hacia ARRIBA y no al revés. Pero hablarles de estas cosas a esta gente es como hablarles en chino. Cuando se parte de un absoluto desprecio por la gente común, cuando la política se piensa como la técnica de llevar a gente de la nariz con cuentitos de hadas sobre "dirigentes carismàticos", "salvadores", "grandes líderes" que son grandes solamente por sus delirios de grandeza y su falta de escrúpulos al momento de olvidarse de los más elementales principios, es lógico que no se perciba otro dilema que cuál sería el cacique de turno.
Por nuestra parte tenemos otras preocupaciones, el "personaje" de la murga nos tiene sin cuidado.
(De paso y a propósito de manicomios, leo que Tabaré dijo por ahí: el mundo se parece a un manicomio dirigido por sus propios pacientes. Y pienso ¿cómo se puede ser tan ignorante? La experiencia exitosa de que los hospitales psiquiátricos dirigidos en forma autogestionaria por sus pacientes hace medio siglo que se conoce, con excelentes resultados no solamente en el aspecto terapéutico sino de administración hospitalaria misma. Solamente no se la conoce en países donde los médicos son unos retrógrados como vos, TV. Para que lo sepas, el mundo se parece a un manicomio dirigido por los médicos. Pero nosotros pacientes que hemos perdido la paciencia queremos hacernos cargo nosotros, capisci?)
Fernando Moyano, 971.632-3, moyano.fer@gmail.com