SIN TRAMPAS AL SOLITARIO


En el comienzo de una de las últimas audiciones en M24, el presidente de la República dijo que iba a tocar “un tema de enorme profundidad” que, desde su punto de vista, “parece olvidado porque tiene ribetes que para mucha gente son feos. Y como son feos hacemos que no los vemos o no los queremos ver”. Y tiene razón Mujica. Hay temas que no se pueden soslayar, y menos cuando es el propio presidente quien los instala en la agenda para que sean discutidos, así que me voy a referir a sus planteamientos.
Mujica se refirió a las FFAA y la importancia que estas tienen dentro de una sociedad. Dijo que “ningún economista del mundo” puede garantizar que no habrá una nueva crisis mundial como las que se dieron a lo largo de la historia. “Es prudente que pensemos que eso que ha pasado puede volver a pasar y nos tenemos que hacer una pregunta: ¿cual es la última garantía de una sociedad para asegurar la democracia de derecho?”, interrogó; y se respondió: “la gran garantía es que los cuerpos armados en la hora de las tensiones sociales defiendan la estabilidad institucional”.
Es verdad lo que dice Mujica acerca de las crisis mundiales. Es más, lo que se puede garantizar es que sí habrá nuevas crisis, mientras el sistema capitalista siga existiendo. Ahora bien, la respuesta que se da a su propia pregunta, de ninguna manera es compartible. La última garantía para asegurar la democracia es que esté asentada sobre bases sólidas, en las que el pueblo consciente y educado para la democracia, sea el verdadero protagonista y el más interesado en defenderla. Un par de ejemplos bien sencillos y conocidos por todos nosotros, son ilustrativos al respecto. Ejemplo 1 – Venezuela 2002: las cámaras empresariales, junto a sectores de la iglesia y con el apoyo de los EEUU, dan un golpe de estado, el que es ejecutado por los militares; quien defiende la democracia -y sale a las calles a hacerlo, desafiando a las fuerzas armadas- es el propio pueblo, que finalmente triunfa y repone a su legítimo presidente (volcando a buena parte de las fuerzas armadas a favor de la democracia). Ejemplo 2: Uruguay 1973: crisis en curso, peligra la democracia, las fuerzas armadas se inmiscuyen en la política y desaprueban el nombramiento del ministro de defensa. El presidente Bordaberry (futuro dictador) convoca al pueblo a la plaza Independencia y concurren unas 200 personas. Las fuerzas armadas dan un golpe de estado, se quedan 11 años en el poder, asesinan, torturan, roban niños, hacen desaparecer, violan los derechos humanos. Entonces, ¿de dónde saca nuestro presidente –con todo respeto lo pregunto- que los cuerpos armados son la garantía de la estabilidad institucional a la hora de las tensiones sociales?
OJALÁ LO FUERAN
No hablamos desde el “antimilitarismo vulgar”, aquel que bien criticaba Rodney Arismendi; porque sería olvidar o soslayar los nombres de militares tan queridos para nosotros, como Artigas, Líber Seregni, Oscar Baliñas, Víctor Licandro y tantos otros en nuestro país, pero también de países hermanos, como Bolívar, Sandino y muchos mas.
Tal vez lo que el compañero Mujica haya querido expresar, sea un íntimo deseo. Y en eso podemos coincidir. Sería muy bueno que las fuerzas armadas uruguayas fueran una (no la última ni la única) garantía de la estabilidad institucional. Pero para que eso sea posible no es válido cualquier camino. No es por el camino de hacer de cuenta de que aquí no pasó nada. Para empezar, es necesario limpiar a las fuerzas armadas de todos aquellos elementos que son los que han provocado que hoy el pueblo las mire con desconfianza. Y para ello, los culpables de la ignominia cometida contra el pueblo uruguayo deben ser sometidos a la justicia como los delincuentes que son (junto a los civiles que los acompañaron).

Pero además, las fuerzas armadas como cuerpo deberían tener la actitud de arrepentimiento que hasta hoy no han demostrado. Basta ver los discursos de los 14 de abril para darse cuenta que, con militares que siguen considerando –a 25 años de recuperada la democracia- que todavía están en guerra (y recordemos que la guerra fue contra el pueblo), no está garantizada ninguna estabilidad institucional sino todo lo contrario. Y no hablo solo de los discursos. Hay que entrar en la página www.ejercito.mil.uy para ver lo que piensa el ejército sobre algunos acontecimientos del pasado reciente. Allí se hace una reseña histórica del Regimiento Nº 9; y llegado al año 1972 dice lo siguiente: “El 7 de abril de 1972 (debió decir el 17 de abril). El Capitán Wilfredo J. Busconi es herido de bala durante un enfrentamiento armado que se produjo en el local de la Seccional 20ma. del Partido Comunista en la calle Agraciada y Valentín Gómez. Ocho militantes sediciosos fueron muertos en esa acción”. Es decir, es un ejército que miente descaradamente, puesto que todo el mundo sabe que allí no hubo ningún enfrentamiento armado con ningún sedicioso, sino un vil asesinato de ocho obreros comunistas desarmados. ¿Es este el ejército que nuestro presidente considera la última garantía de defensa de la estabilidad institucional? Seguramente que no. Hemos de suponer que está pensando en unas fuerzas armadas diferentes, depuradas de las rémoras fascistas y retrógradas de otras épocas.
Oscar Arias (presidente de Costa Rica), en su polémica carta a nuestro presidente, decía así: “En gran parte del mundo, y sobre todo en América Latina, las fuerzas armadas han sido la fuente de la más ingrata memoria colectiva. Fue la bota militar la que pisoteó los derechos humanos en nuestra región. Fue la voz del general la que pronunció las más cruentas órdenes de captura contra estudiantes y artistas. Fue la mano del soldado la que disparó en la espalda del pueblo inocente. En el mejor de los escenarios, los ejércitos latinoamericanos han significado un gasto prohibitivo para nuestras economías. Y en el peor, han significado una trampa permanente para nuestras democracias.” Y aunque muchos no compartan su propuesta de eliminar nuestras fuerzas armadas, seguramente serán pocos los que puedan contradecir lo que acabo de transcribir.
El presidente Mujica dice que “así como se precisan médicos y enfermeros, se precisa gente armada porque a veces el peor enemigo del hombre es el propio hombre”, y uno puede estar de acuerdo con eso. Pero los médicos y los enfermeros que se necesitan son aquellos que han sido preparados para servir a la sociedad, conscientes de la función social que deben cumplir, conscientes de que obtuvieron un título gracias al esfuerzo de toda la sociedad para brindarles una educación que luego sea revertida a esa misma sociedad. Hubo médicos que colaboraron con la dictadura, y que sus conocimientos científicos los utilizaban para decir si era posible seguir un poco más con la tortura o no, o para expedir un certificado de defunción que ocultara la muerte por torturas. No es ese tipo de médicos que necesita la sociedad. De igual manera, la gente armada que se precisa es la que cumpla con esos requisitos. Gente armada que sea consciente que las armas que la sociedad les entregó es para protegerla, y no para atacarla.
Y para eso falta aún cumplir algunas etapas: a) reconocimiento público y arrepentimiento por la agresión contra el pueblo uruguayo; b) exposición pública de la verdad sobre todo lo ocurrido, incluyendo el paradero de los uruguayos desaparecidos; c) anulación de la ley de impunidad, como actitud política previa del Uruguay entero, como sociedad ante el mundo; d) acción irrestricta de la justicia, y condenas acordes con los delitos cometidos. La responsabilidad por las dos primeras cosas corresponde a las fuerzas armadas. La tercera, es responsabilidad del gobierno y del Parlamento uruguayo, y en primer lugar del Frente Amplio porque cuenta con las mayorías para hacerlo. La historia será implacable con quienes no asuman esta responsabilidad.
Si estos pasos son dados (no importa el orden), los uruguayos estaremos en condiciones de analizar las propuestas de nuestro presidente. Hacerlo antes, es hacernos trampas al solitario; y cuando uno se hace trampas al solitario, cree que ganó, pero en realidad ya perdió antes de terminar la partida.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
<plenamente vigente al final de su mandato, Sus años de presidente sirvieron para conocer 2 Mujicas, el que habla en los organismos de Integración Latinoamericana y a la prensa internacional y el otro que habla desde M24 y que ahora ya cuenta con su página web, un incoherente , qué pastilla nos comimos.-

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