VOLVER A LAS VIEJAS UTOPIAS
Hemos leído con atención un reciente artículo del compañero Enrique Pintado, sobre la profunda reflexión que se inició en el Frente Amplio, y nos parece interesante hacer algunos comentarios al respecto.
“Es necesario propiciar el surgimiento de una nueva utopía que ilusione, convoque y nos aleje de esa tentación autodestructiva, que es el ejercicio del poder por el poder mismo”, dice Pintado. Coincidimos plenamente con la segunda parte de la frase; el ejercicio del poder por el poder mismo es una tentación que no solo destruye a quien lo practica, sino que por añadidura tira por la borda el proyecto colectivo. Porque esta fuerza política denominada Frente Amplio no nació simplemente para acceder al gobierno y desde allí administrar el país mejor de lo que lo hacían los partidos tradicionales, sino (como surge de las Bases Programáticas aprobadas en el 71): “Los objetivos de dichas bases tienen como sentido poner al pueblo uruguayo en las mejores condiciones para alcanzar la plenitud de su realización humana, levantando su nivel de vida y su formación cultural, obteniendo una completa participación en la sociedad uruguaya y en su gobierno”.
DE UTOPÍAS Y REALIDADES
Otra cosa es la primera parte de la frase, en cuanto a la necesidad de propiciar el surgimiento de una nueva utopía que ilusione y convoque. Es que la continuidad de una realidad social de desigualdades colectivas, basadas en estructuras de dominación política y económica, nos hacen dudar de que las viejas utopías de la izquierda puedan dejarse de lado así como así. Como dice Frei Betto: “El capitalismo, que está en vigor hace ya 200 años, ha fracasado para la mayoría de la población mundial. Hoy somos 6 mil millones de habitantes. Según el Banco Mundial, 2.800 millones sobreviven con menos de 2 dólares por día, y 1.200 millones con menos de un dólar por día. La globalización de la miseria no es mayor gracias al socialismo chino, que, a pesar de sus errores, asegura alimentación, salud y educación a 1.200 millones de personas”. De manera que no vemos la necesidad de una nueva utopía cuando el mundo continúa igual o peor que hace un par de siglos. Salvo que se crea que la lucha por la emancipación social ya no ilusiona ni convoca; que la militancia por una América Latina Unida y solidaria ya no ilusiona ni convoca; que la idea de justicia social es ya una reivindicación perimida y que no convoca ni ilusiona a nadie; que hacer una opción por los pobres y oprimidos es algo demodé y que no convoca ni ilusiona a absolutamente nadie. Y una anotación al margen: Una cosa es una nueva utopía y muy otra es el cinismo nihilista del cambio de banderas.
Y como la utopía nada tiene que ver con el discurso político que responde simplemente a la lógica electoral, sino que implica una propuesta de cambio radical, que imagina el futuro, que propone una mejor vida y mayor felicidad a la comunidad en su conjunto, implica también una transformación de las cabezas, un cambio cultural. Eso es lo que proponía el FA cuando fue fundado, y no hay razones para no seguir creyendo y peleando por ese futuro. El propio Pintado lo dice más adelante: “…promover un cambio cultural, político y social a largo plazo”.
UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
Creemos firmemente en la unidad en la diversidad, cimiento del Frente Amplio, y creemos que ella es producto de un trabajo permanente, constante y trabajoso, en el que hay que poner todos los días el esfuerzo de todos.
Pintado dice que “La unidad en la diversidad…colide con la existencia de un pensamiento único en la izquierda uruguaya. Aún así, tampoco es cierto que en el Frente coexistan tantas diferencias ideológicas como sectores políticos que lo integran. Respetando la identidad e historia de cada uno, pensamos que debería promoverse la existencia de agrupamientos representativas de esos matices”.
Pero la propuesta de Pintado nos suena a la conformación de “bloques”, cuestión con la que no estamos de acuerdo. Nos parecen bien las alianzas surgidas en base a una coherencia política e ideológica, pero no nos gustan las polarizaciones internas ni los escenarios artificiales de competencia interna. La única polarización válida y real debería ser entre nuestro proyecto de izquierda, democrático, nacional y popular, y el proyecto conservador de la derecha neoliberal.
La existencia de una menor cantidad de grupos en el Frente Amplio (cuestión que muchos señalan como negativa) puede ser algo deseable, pero difícilmente pueda ser inducido como en algún momento sucedió con el deporte en nuestro país. No se trata de equipos de fútbol sino de agrupamientos políticos.
ACUMULACION DE FUERZAS
Compartimos la preocupación de Pintado en cuanto a la necesidad de prestar atención a la estrategia de acumulación de fuerzas. El compañero propone: “Dinamizar la estrategia de acumulación de fuerzas a nivel nacional coordinando esfuerzos con todos los actores y clases sociales”. En principio estamos de acuerdo, en el sentido de que compartimos la estrategia de una amplia alianza de sectores de la burguesía nacional, capas medias, trabajadores rurales y urbanos, campesinos, para llevar adelante los cambios. El problema se presenta cuando después de años de acumulación llegamos al gobierno y desde allí no cumplimos con las expectativas de esos amplios sectores a los que convocamos. Porque de esa forma, en lugar de acumular, desacumulamos, y luego tenemos a FUCVAM oponiéndose a los planes de vivienda, o al PIT-CNT realizando un paro general reclamando la redistribución prometida de la riqueza. Difícilmente pueda favorecer a la acumulación a nivel social cuando desde filas frenteamplistas se proclama orgullosamente que se va a concurrir a trabajar el día del paro general, o cuando el mismo día del paro algunos ministros y legisladores frenteamplistas concurren orgullosos a una gala de ballet.
Pintado manifiesta que hay que “escuchar a la ciudadanía y repensar formas y estilos de relacionamiento con la sociedad. Coordinando esfuerzos para llegar especialmente a los jóvenes, trabajadores, capas medias…”. Y estamos de acuerdo, aunque tal vez no haya que repensar, sino volver a las formas de relacionamiento que teníamos antes de ser gobierno. Pero, de todas formas, no parece una buena forma de acercarse a esos sectores llegando a la gala del SODRE en medio de un paro general. Tampoco parece una buena forma prometer rebajas de impuestos a los productores rurales (sectores que han resultado los más enriquecidos en los últimos años) y relativizar la idea de aumentar el monto mínimo no imponible del IRPF (que afecta fundamentalmente a las capas medias).
Y ni que hablar del acercamiento a los jóvenes. Todos somos contestes en destacar que a los jóvenes puede no vérseles en un montón de circunstancias, pero que las marchas de los 20 de Mayo por verdad y justicia tienen una característica distintiva: la presencia de una enorme cantidad de jóvenes. También existe una gran coincidencia en cuanto a como afectó a los jóvenes el fracaso en el plebiscito por la anulación de la ley de impunidad. Y en este sentido, no parece ser una buena forma de relacionamiento ni un “especial esfuerzo” por llegar a los jóvenes la actitud vacilante que ha tenido nuestro Frente Amplio en este tema. La ley debió ser anulada en nuestro primer gobierno, y como muchos dentro del FA no estaban dispuestos a hacerlo, las organizaciones sociales tuvieron que salir a recolectar las firmas para que hubiera plebiscito. Tuvieron que pasar dos Congresos y tuvieron que estar las firmas prácticamente juntadas para que el FA se decidiera a un tibio apoyo. A pesar de ello, no todos se jugaron por el SI en octubre, y ahora algunos defeccionan a la hora de votar contra la ley de impunidad en el Parlamento. Esta seguramente no es una buena forma de acercarse a la vieja base social y política del FA, pero ni que hablar que es una buena forma de repeler a los jóvenes, porque como dice un sociólogo argentino: “Los jóvenes siempre han sido las aguas más claras en los ríos puros-impuros de la condición humana”
“Es necesario propiciar el surgimiento de una nueva utopía que ilusione, convoque y nos aleje de esa tentación autodestructiva, que es el ejercicio del poder por el poder mismo”, dice Pintado. Coincidimos plenamente con la segunda parte de la frase; el ejercicio del poder por el poder mismo es una tentación que no solo destruye a quien lo practica, sino que por añadidura tira por la borda el proyecto colectivo. Porque esta fuerza política denominada Frente Amplio no nació simplemente para acceder al gobierno y desde allí administrar el país mejor de lo que lo hacían los partidos tradicionales, sino (como surge de las Bases Programáticas aprobadas en el 71): “Los objetivos de dichas bases tienen como sentido poner al pueblo uruguayo en las mejores condiciones para alcanzar la plenitud de su realización humana, levantando su nivel de vida y su formación cultural, obteniendo una completa participación en la sociedad uruguaya y en su gobierno”.
DE UTOPÍAS Y REALIDADES
Otra cosa es la primera parte de la frase, en cuanto a la necesidad de propiciar el surgimiento de una nueva utopía que ilusione y convoque. Es que la continuidad de una realidad social de desigualdades colectivas, basadas en estructuras de dominación política y económica, nos hacen dudar de que las viejas utopías de la izquierda puedan dejarse de lado así como así. Como dice Frei Betto: “El capitalismo, que está en vigor hace ya 200 años, ha fracasado para la mayoría de la población mundial. Hoy somos 6 mil millones de habitantes. Según el Banco Mundial, 2.800 millones sobreviven con menos de 2 dólares por día, y 1.200 millones con menos de un dólar por día. La globalización de la miseria no es mayor gracias al socialismo chino, que, a pesar de sus errores, asegura alimentación, salud y educación a 1.200 millones de personas”. De manera que no vemos la necesidad de una nueva utopía cuando el mundo continúa igual o peor que hace un par de siglos. Salvo que se crea que la lucha por la emancipación social ya no ilusiona ni convoca; que la militancia por una América Latina Unida y solidaria ya no ilusiona ni convoca; que la idea de justicia social es ya una reivindicación perimida y que no convoca ni ilusiona a nadie; que hacer una opción por los pobres y oprimidos es algo demodé y que no convoca ni ilusiona a absolutamente nadie. Y una anotación al margen: Una cosa es una nueva utopía y muy otra es el cinismo nihilista del cambio de banderas.
Y como la utopía nada tiene que ver con el discurso político que responde simplemente a la lógica electoral, sino que implica una propuesta de cambio radical, que imagina el futuro, que propone una mejor vida y mayor felicidad a la comunidad en su conjunto, implica también una transformación de las cabezas, un cambio cultural. Eso es lo que proponía el FA cuando fue fundado, y no hay razones para no seguir creyendo y peleando por ese futuro. El propio Pintado lo dice más adelante: “…promover un cambio cultural, político y social a largo plazo”.
UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
Creemos firmemente en la unidad en la diversidad, cimiento del Frente Amplio, y creemos que ella es producto de un trabajo permanente, constante y trabajoso, en el que hay que poner todos los días el esfuerzo de todos.
Pintado dice que “La unidad en la diversidad…colide con la existencia de un pensamiento único en la izquierda uruguaya. Aún así, tampoco es cierto que en el Frente coexistan tantas diferencias ideológicas como sectores políticos que lo integran. Respetando la identidad e historia de cada uno, pensamos que debería promoverse la existencia de agrupamientos representativas de esos matices”.
Pero la propuesta de Pintado nos suena a la conformación de “bloques”, cuestión con la que no estamos de acuerdo. Nos parecen bien las alianzas surgidas en base a una coherencia política e ideológica, pero no nos gustan las polarizaciones internas ni los escenarios artificiales de competencia interna. La única polarización válida y real debería ser entre nuestro proyecto de izquierda, democrático, nacional y popular, y el proyecto conservador de la derecha neoliberal.
La existencia de una menor cantidad de grupos en el Frente Amplio (cuestión que muchos señalan como negativa) puede ser algo deseable, pero difícilmente pueda ser inducido como en algún momento sucedió con el deporte en nuestro país. No se trata de equipos de fútbol sino de agrupamientos políticos.
ACUMULACION DE FUERZAS
Compartimos la preocupación de Pintado en cuanto a la necesidad de prestar atención a la estrategia de acumulación de fuerzas. El compañero propone: “Dinamizar la estrategia de acumulación de fuerzas a nivel nacional coordinando esfuerzos con todos los actores y clases sociales”. En principio estamos de acuerdo, en el sentido de que compartimos la estrategia de una amplia alianza de sectores de la burguesía nacional, capas medias, trabajadores rurales y urbanos, campesinos, para llevar adelante los cambios. El problema se presenta cuando después de años de acumulación llegamos al gobierno y desde allí no cumplimos con las expectativas de esos amplios sectores a los que convocamos. Porque de esa forma, en lugar de acumular, desacumulamos, y luego tenemos a FUCVAM oponiéndose a los planes de vivienda, o al PIT-CNT realizando un paro general reclamando la redistribución prometida de la riqueza. Difícilmente pueda favorecer a la acumulación a nivel social cuando desde filas frenteamplistas se proclama orgullosamente que se va a concurrir a trabajar el día del paro general, o cuando el mismo día del paro algunos ministros y legisladores frenteamplistas concurren orgullosos a una gala de ballet.
Pintado manifiesta que hay que “escuchar a la ciudadanía y repensar formas y estilos de relacionamiento con la sociedad. Coordinando esfuerzos para llegar especialmente a los jóvenes, trabajadores, capas medias…”. Y estamos de acuerdo, aunque tal vez no haya que repensar, sino volver a las formas de relacionamiento que teníamos antes de ser gobierno. Pero, de todas formas, no parece una buena forma de acercarse a esos sectores llegando a la gala del SODRE en medio de un paro general. Tampoco parece una buena forma prometer rebajas de impuestos a los productores rurales (sectores que han resultado los más enriquecidos en los últimos años) y relativizar la idea de aumentar el monto mínimo no imponible del IRPF (que afecta fundamentalmente a las capas medias).
Y ni que hablar del acercamiento a los jóvenes. Todos somos contestes en destacar que a los jóvenes puede no vérseles en un montón de circunstancias, pero que las marchas de los 20 de Mayo por verdad y justicia tienen una característica distintiva: la presencia de una enorme cantidad de jóvenes. También existe una gran coincidencia en cuanto a como afectó a los jóvenes el fracaso en el plebiscito por la anulación de la ley de impunidad. Y en este sentido, no parece ser una buena forma de relacionamiento ni un “especial esfuerzo” por llegar a los jóvenes la actitud vacilante que ha tenido nuestro Frente Amplio en este tema. La ley debió ser anulada en nuestro primer gobierno, y como muchos dentro del FA no estaban dispuestos a hacerlo, las organizaciones sociales tuvieron que salir a recolectar las firmas para que hubiera plebiscito. Tuvieron que pasar dos Congresos y tuvieron que estar las firmas prácticamente juntadas para que el FA se decidiera a un tibio apoyo. A pesar de ello, no todos se jugaron por el SI en octubre, y ahora algunos defeccionan a la hora de votar contra la ley de impunidad en el Parlamento. Esta seguramente no es una buena forma de acercarse a la vieja base social y política del FA, pero ni que hablar que es una buena forma de repeler a los jóvenes, porque como dice un sociólogo argentino: “Los jóvenes siempre han sido las aguas más claras en los ríos puros-impuros de la condición humana”
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