LA UNIDAD COMO PINCEL
En política, la unidad es un bien muy
preciado, porque es lo que permite llevar a cabo cosas en común en grupos
heterogéneos. En función de intereses comunes, los grupos políticos se unen
para actuar en conjunto y llevar a cabo determinados postulados sobre los
cuales están de acuerdo. Es decir que la unidad en sí misma no es ni buena ni
mala; o dicho de otra manera: la unidad puede servir para hacer cosas muy
buenas, muy malas o mediocres; todo depende.
Sin ir más lejos, el Partido Nacional y el
Partido Colorado han llegado a la unidad como forma de desalojar al Frente
Amplio del gobierno de la capital (ya lo habían hecho, no tan explícitamente,
en un departamento del interior). Y eso puede ser bueno, malo o regular, según
el cristal de cada quien.
LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA
Cuando las fuerzas de izquierda llegaron a la
unidad en el año 71, les permitió crecer y ser una fuerza real con la que
enfrentar electoralmente a los partidos tradicionales. Y esa unidad no surgió
por generación espontánea, sino que fue una búsqueda paciente y trabajosa de
dirigentes políticos que tenían claro que era la única forma de llegar algún
día a disputar el gobierno a blancos y colorados.
Y esa unidad estuvo sustentada en algunos
objetivos e ideas sobre los cuales estaban dispuestos a trabajar en conjunto.
Ese conjunto de elementos comunes quedó estampado en un conjunto de documentos
fundacionales, como la “Declaración Constitutiva”, el “Compromiso Político”, o
las “Primeras 30 medidas de gobierno”, y fundamentalmente las “Bases
programáticas de la unidad”.
Los documentos están al alcance de quien
quiera leerlos, pero básicamente la unidad de la izquierda estaba basada en
superar los escollos que impedían al país librarse de la dependencia del
imperialismo (objetivos antiimperialistas), y una transformación radical de la
estructura agraria basada en el latifundio (objetivos antilatifundistas y antioligárquicos).
Sin duda el PCU fue un partido clave en la
búsqueda de la unidad. Se trataba de unir, en torno a la clase obrera –la clase
revolucionaria por su condición de explotada- a todos aquellos sectores y capas
de la sociedad (capas medias de la ciudad y el campo, estudiantes,
intelectuales, pequeña burguesía emprendedora, etc…) objetivamente aliadas en
buena parte del camino a recorrer, concretamente en una primera etapa
liberadora, con objetivos claramente antiimperialistas, antioligárquicos y
antilatifundistas. Hoy diríamos, objetivos antisistema; subjetivamente
socialistas, o si se quiere democrático avanzados.
Pero la unidad era la estrategia para lograr
determinados objetivos, ¿estos objetivos se lograron? Y si no se lograron más
de medio siglo después, ¿hemos avanzado al menos algo hacia esa meta?
¿Seguiremos festejando y defendiendo a toda costa y eternamente la unidad como
si la unidad fuera el objetivo y no parte de la estrategia?
En la carta que en 1955 el PCU enviara al
Partido Socialista, haciendo un fraternal llamado a la unidad, les decía que “El
monopolio de la tierra por una pequeña minoría, agrava todos los elementos de
la crisis que se acentúa en la economía nacional”. Cincuenta y ocho años
después, y en parte gracias a un gobierno en el que están juntos, codo con
codo, comunistas y socialistas, junto a otros que empuñaron las armas con la
consigna “por la tierra”, la minoría que detenta la propiedad de la tierra es
todavía más pequeña, y además extranjera.
Cincuenta y ocho años después, comunistas y
socialistas integramos un gobierno que favorece la concentración de la tierra y
a los potentados del gran capital trasnacional que siguen acumulando formidables
ganancias, condenando a una doble explotación nacional y social, gracias a las
exenciones impositivas, zonas francas y otras medidas que los favorecen.
En 2010, la REDIU mostraba que entre 2003 y
2009 los terratenientes de este país se habían enriquecido, por concepto de
renta de la tierra y aumento del valor de sus campos en más de 30 mil millones
de dólares. Actualizado ese dato, luego del último Censo Agropecuario, da que
entre 2003 y 2013, por concepto de aumento del precio de la tierra los terratenientes
de más de 200 hectáreas se enriquecieron en 46.451 (cuarenta y seis mil
cuatrocientos cincuenta y uno) millones de dólares. Si se le agrega la renta de
la tierra, lo hicieron en 13.631 (trece mil seiscientos treinta uno) millones
de dólares. Por lo cual la suma total en la que se enriquecieron los
terratenientes en este país en los últimos 10 años es de 60.082 millones de
dólares. En buena medida gracias a los gobiernos de nuestro FA.
Para colmo, el pago de impuestos sobre la
tierra (contribución inmobiliaria, aportes patronales al BPS e impuesto al
patrimonio) entre 2003 y 2012 alcanzó a unos 665 millones de dólares. Esto
representa prácticamente el 1% del enriquecimiento en el período. Y si se
calcula la proporción del total de los impuestos pagados por el sector, (1.711
millones de dólares) es menos del 3%.
En cuanto a los objetivos antiimperialistas, es
claro que tanto el primer gobierno del FA, como el que está transcurriendo, no
solo no han siquiera intentado oponerse al imperialismo, ni a la oligarquía ni
a nada, sino que, muy por el contrario, hicieron algo que hasta ahora no se
había hecho por parte de los gobiernos burgueses y ni siquiera por parte de la
dictadura: protegerles las inversiones a los yanquis mediante un Tratado.
Y no llegamos a hacer un Tratado de Libre
Comercio, gracias a la denodada lucha del PIT-CNT, de organizaciones sociales
de variada índole, del PCU y de otros compañeros de izquierda, pero está claro
que nuestro gobierno (los máximos exponentes, Tabaré Vázquez, Astori, Lepra,
Gonzalo Fernández, etc…) trabajaron intensamente para lograrlo. Creo no
equivocarme si digo que algunas señales están indicando que el gobierno del FA
volverá a intentar los caminos de un TLC y sin duda hay declaradas intenciones
de ingresar a la Alianza del Pacífico.
LA UNIDAD NO ES UN TÓTEM
Hace unos días, en un acto de
un nuevo agrupamiento frenteamplista, Tabaré Vázquez se preguntaba en forma retórica
si la unidad estaba en peligro, y se respondía: “No puede estar en peligro
porque estamos enamorados de nuestra unidad y de nuestro proyecto político”. Las preguntas que
corresponden son: cuando Vázquez habla de “nuestro proyecto político”, ¿a qué
proyecto político se refiere? ¿es el mismo proyecto político que todos tenemos
en mente? Porque al servicio de ese proyecto estará la unidad.
Levantar banderas de unidad y símbolos
místicos está muy bien, sirve para elevar y templar el ánimo para la lucha por
los objetivos. Pero con eso solo no se llega a ninguna parte, y además lo hacen
todos, quienes van por un rumbo y quienes quieren ir por otro.
Quienes aún
mantienen vivos los objetivos democrático avanzados del 71, deberían hacer un
repaso de lo logrado, en función de aquellos objetivos. Costó demasiado
sacrificio, demasiadas vidas de compañeros y compañeras para construir la
escalera, peldaño a peldaño y llegar arriba. Hay que detenerse justamente ahora
y revisar, mirar el balde, no sea cosa que nos hayan cambiado la pintura. Más
aún, cuidado con que no nos hayan sacado la escalera y estemos colgados de un
pincel llamado “unidad”.
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