NEOLIBERALISMO Y DESPUÉS


El neoliberalismo buscó reducir al mínimo el Estado para de esa forma ampliar el espacio del capital. Para ello, promovió la privatización de servicios públicos, recortó derechos laborales y sociales, al tiempo que llevó a su mínima expresión las políticas sociales. Contra estos gobiernos, la actitud del movimiento popular fue de clara confrontación. El descontento popular terminó encaminándose hacia la superación del modelo que proponía la derecha política, y en base a una gran capacidad de movilización y de construcción de agenda política y promoviendo un proyecto alternativo, llevó al Frente Amplio al gobierno, iniciando una nueva etapa.
¿QUÉ HAY DE NUEVO VIEJO?
En cuanto a la política económica aplicada del 2005 a esta parte, no modificó para nada el régimen de acumulación forjado en el neoliberalismo, basado en crecer mediante la inversión extranjera directa; por el contrario, esa política se continuó y profundizó. No modificó en nada las políticas macroeconómicas ni sustituyó el andamiaje jurídico heredado del neoliberalismo, el cual fue utilizado como palanca para el crecimiento. Prácticamente no se eliminaron ninguna de las leyes del período neoliberal (ley forestal, zonas francas, arrendamiento rural, promoción y protección de inversiones, de puertos, etc), e incluso se promovieron otras que sostienen aún más el régimen de acumulación (reducción del impuesto a las ganancias empresariales, PPP, puerto de aguas profundas, minería de gran porte, etc..).
La política macroeconómica se orientó a generar un “clima de negocios” amigable para los capitales trasnacionales, contener la inflación y reducir el déficit fiscal.
Aprovechando un contexto internacional favorable que demanda materias primas en el mercado mundial (dinamizado fundamentalmente por China), y una afluencia de capitales hacia los países en desarrollo, se logró un importante crecimiento económico y un efecto derrame. Se redujo la pobreza y la indigencia, se aumentó el salario real y el mínimo, se redujo el desempleo, la informalidad y el subempleo.
El escenario favorable para la reproducción del capital, dio al mismo tiempo espacio para una mejora de los sectores más empobrecidos, lo que explica en buena medida la estabilidad social, ya que cuenta por un lado con el beneplácito del sector empresarial nacional y trasnacional, y por otro lado con un gran apoyo popular.
Aún dando garantías para la reproducción del capital en escala ampliada, moderó las aristas más agresivas del modelo: marginación social, pobreza, indigencia, desempleo, informalidad y bajos salarios.
Ahí radicaría su éxito, en posibilitar al mismo tiempo un gran dinamismo económico y una mejora de importantes sectores populares que habían padecido las consecuencias sociales más negativas de la crisis.
Mientras el neoliberalismo se caracterizó por el intento de reducir al estado a su función más elemental -la defensa de la apropiación privada de las ganancias- el modelo progresista uruguayo asumió la “compensación social” de los efectos más regresivos del modo de producción capitalista, aumentando el gasto público social.
Se incrementó el salario mínimo, se protegieron especialmente a los trabajadores más sumergidos y desprotegidos, como los rurales o las domésticas; se aprobó la Ley de Libertad Sindical, una nueva ley de negociación colectiva, se creó el MIDES, el PANES, la tarjeta alimentaria, Uruguay Trabaja, etc....
LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES
Es lógico preguntarnos entonces sí, el dinamismo señalado y la mejora en la situación económica de buena parte de las sociedad, ocurrió en el marco de una modificación de las estructuras económicas y de poder, o por el contrario, tendió a reproducirlas.
Las economías latinoamericanas son dependientes y desiguales. La dependencia es el resultado de la inserción subordinada de nuestras economías en una estructura mundial dominada por las potencias centrales, y se expresa en dos aspectos: la permanente transferencia de excedentes hacia esas economías centrales a través del intercambio desigual, el pago de intereses de deuda y la transferencia de ganancias desde las filiales locales de las empresas extranjeras, y un condicionamiento de la estructura productiva, primarizada y agroexportadora.
En cuanto a la desigualdad, es inherente al modo de producción capitalista. La necesidad del capital de expandirse y ampliarse implica la extracción creciente de plusvalía, cuya consecuencia inevitable es la reproducción de la pobreza absoluta y/o relativa.
Nuestro país no escapa a los fenómenos de la dependencia y la desigualdad, y el modelo aplicado por el progresismo no ha modificado el carácter dependiente, aún en el contexto de crecimiento económico señalado. Lejos de atenuarse, se consolidó la primarización de la economía, especializada en bienes agroindustriales de bajo valor agregado (soja, carne, arroz, trigo, derivados de la leche, pasta de celulosa), mientras las importaciones tienen un carácter de bienes industriales de media a alta tecnología (autos, teléfonos, insecticidas, máquinas automáticas).
Por otra parte, hay un claro proceso de extranjerización de la propiedad y de la producción, especialmente en el sector agroindustrial, con el consiguiente flujo de ganancias al exterior.
En cuanto a la desigualdad, la distribución del ingreso no muestra modificaciones sustanciales en los últimos años. Desde 2005, si bien se ha producido una recuperación de los niveles salariales aún se está lejos de compensar el deterioro sufrido durante el período neoliberal (más del 50% de los trabajadores ganan menos de $14.000).
Tampoco se han producido cambios significativos en la proporción del ingreso apropiado por los sectores populares, manteniéndose en el entorno del 40%.
Es decir, el modelo aplicado desde 2005 es un nuevo modo de regulación del capitalismo en Uruguay, con un marco macroeconómico y normativo tendiente a favorecer la acumulación de capital, sin modificar las características estructurales de la sociedad uruguaya. Se consolidó una economía con clara orientación agroexportadora, con procesos de concentración y extranjerización de su aparato productivo, que tiende a perpetuar su inserción dependiente en la economía mundial. No se avanzó en la reducción del espacio del mercado como regulador de las relaciones económicas ni se cuestionó en nada la propiedad privada. Muy por el contrario, aún en el contexto de mejora de la situación de amplios sectores de la población y de gran dinamismo económico, la tendencia ha sido a reproducir la desigualdad social, manteniendo casi inalterada la proporción de riqueza que es apropiada por los sectores populares, y por tanto su situación relativa con respecto al capital.
¿UNA ETAPA NECESARIA?
Existe en las filas del progresismo, la idea generalizada de que esta es una etapa necesaria en un supuesto tránsito hacia el socialismo en el cual estaríamos inmersos.
Mujica lo expresó en algún momento de esta manera: “Hemos aprendido a lo largo de muchos años (...) que el advenimiento de sociedades mejores requiere como presupuesto básico y mínimo sociedades decentes del punto de vista económico, que por lo tanto tienen que desarrollar al máximo en esta etapa las fuerzas productivas (...)Con eso solo no va a haber condiciones para una sociedad mejor, además hace falta la organización política definida de la gente, pero sin eso previamente, no se crea ninguna sociedad mejor”.
Esta noción de etapa se confunde con la idea de desarrollo de las fuerzas productivas, idea también fetichizada al identificar el desarrollo de las fuerzas productivas con desarrollo capitalista. Suele concluir (como lo hace Mujica) que si el capitalismo no agotó sus fuerzas creativas (o destructivas) no habrá nueva sociedad.
Esta noción genera la idea de que el avance del agronegocio, de la megaminería a cielo abierto y otros mega emprendimientos en manos del capital son una etapa necesaria y favorable a los intereses populares. Es propio de la consideración de las nociones de modernización y progreso como aspectos buenos en sí mismos. Esta concepción ve en el capitalismo el mejor ordenador de la economía, que llegado el momento podremos socializar, sin trastocar sus bases tecnológicas. En la etapa que transcurre hay que crecer económicamente y educar al pueblo, ya que la etapa socialista ocurrirá cuando las “fuerzas productivas maduren”.
ALGUNOS PROBLEMAS
Este modelo aplicado hasta ahora, es el que se seguirá aplicando los próximos cinco años si triunfa el candidato de la mayoría del FA en las internas (y si el FA gana las elecciones) tal como lo ha anunciado el propio candidato –Tabaré Vázquez-, quien ha dicho que no habrá “locas pasiones” y que se continuará con la política económica del contador Danilo Astori.
El problema es que este modelo y esta concepción genera algunos efectos en la militancia de izquierda. Entre otras cosas genera confusión y crisis de identidad de una parte de los militantes que se ven multiplicando la fuerza del enemigo de clase como tarea política, y que son llamados a defender acciones que históricamente rechazaron. Genera además un descreimiento en las fuerzas propias, en el poder histórico de la voluntad humana, muy cercano a la derrota que propinara el “fin de la historia”, que legitima al capital como organizador de la sociedad porque “no podemos hacerlo distinto ni mejor”. También un empobrecimiento intelectual y político en la medida que no estimula la creatividad político-organizativa frente a los desafíos de la acumulación de fuerzas en los tiempos que corren
La disyuntiva para el movimiento popular uruguayo es que si asume como tarea militante sostener este modelo, no generará condiciones para consolidar otro.
El PCU decía en su XXVI Congreso (año 2001): "El capitalismo es una formación económico social, la última basada en la explotación del hombre por el hombre...En este marco, la consolidación de la democracia, la defensa de las libertades públicas y los derechos ciudadanos, no nos conducen por sí mismas, a la transformación de la base económica, y si apenas nos conformáramos con su abstracta vigencia estaríamos en pleno en el campo del liberalismo burgués, y si nos propusiéramos medidas que dejaran intactas las bases materiales del sistema nos pondría en el campo del reformismo".


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
estimado perera lei tus dos ultimos articulo
realmente debo serte sincera votare anulado como ya hice en las elecciones pasadas no me paso desapercibido lo que sucederia.ahora la que me preocupa enormemente es toda la movida sobre la megamineria..la defense que hace el gobierno sobre la misma...y siento que si se vota en un plebicito nos tramperan como ya lo hicieron antes...y de perder este se rafirmara la ley de megamineria que parece no teneer marcha atras
Anónimo ha dicho que…
No solo tenemos la megamineria,tambien la regasificadora y el Puerto de agus profundas,es precupante como se esta vendiendo al pais a las grandes multinacionales,como el imperio cada vez penetra mas en Uruguay,era previsto es la Politica de TABARE
Anónimo ha dicho que…
EL EXTRAVISMO ES LA SEGUNDA PARTE DEL NEOLIBERALISMO Y SEGUIRAN SANGRANDO A LOS PUEBLOS,CUANTO MAS INGNORANTES los pueblos son mas manejable

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