18 DE JULIO....HABLANDO DE CONSTITUCIÓN....
Una característica histórica del sistema de partidos
uruguayo fue su alta "sectorización" o fragmentación interna. Esto
fue consecuencia de la legislación electoral que, hasta la reforma constitucional de 1996,
habilitaba el doble voto simultáneo, con lo que en
un mismo partido podían coexistir diversos sectores o plataformas programáticas
(sublemas) que incluso podía ser antagonistas. No sólo habían distintos
sectores, sino que estos se expresaban además en varios candidatos
presidenciales simultáneos en un mismo partido; así se caracterizó este sistema
durante el sigloXX.
Este sistema electoral era el que
permitía esa especie de rastrillo, mediante el cual los partidos juntaban votos
de todo el espectro, al presentar a la ciudadanía un ala izquierda, un ala
derecha y un ala de centro, de manera que la elección de uno u otro partido
tradicional tenía más que ver con preferencias familiares o cuestiones
históricas en relación con las divisas que con cuestiones programáticas.
Así coexistían en perfecta
armonía y acumulaban para el mismo proyecto, por ejemplo, un Oscar Gestido y un
Jorge Pacheco Areco junto a un Zelmar Michelini o un Amílcar Vasconcellos en el
Partido Colorado, o un Martín Echegoyen un Alberto Gallinal y un Wilson
Ferreira Aldunate en el Partido Nacional.
Esto fue duramente cuestionado y
combatido por la izquierda, y desde la conformación del Frente Amplio en 1971,
el lema fue: “un solo programa, un solo candidato”, como forma de diferenciarse
claramente de lo que era el engaño electoral que se llevaba adelante por parte
de los partidos tradicionales.
Una vez retornada la democracia
en 1985, progresivamente se fue intensificando el debate en materia
político-electoral y se dieron pasos tendentes a darle una nueva expresión al
sistema de partidos. Así, con la reforma constitucional de 1996, se instauró un
sistema de elecciones internas
que procuraba darle
más organicidad al funcionamiento de los partidos, eliminando el doble voto
simultáneo e instaurando las elecciones internas para definir el candidato
único de cada partido y el respectivo candidato a vicepresidente.
¿CAMBIOS?
Sin embargo, la reforma
constitucional no parece haber cambiado demasiado la situación descripta. Por
más que los partidos ahora lleven un candidato único, el rastrillo sigue
funcionando.
Los partidos tradicionales siguen
presentando en sus filas un menú variado para satisfacer a su electorado, con
grupos abiertamente de derecha y otros no tanto. Y la misma situación se da
ahora, también, en lo que alguna vez fue la izquierda.
Una vez en el gobierno, algunos
de esos conceptos que habían sido antes duramente cuestionados, comenzaron a
ser relativizados por la dirigencia frenteamplista. Lo de las candidaturas
únicas y las fórmulas decididas en un Congreso dejó de ser una cuestión de
principios, dando lugar a las experiencias de múltiples candidaturas en algunas
elecciones departamentales primero (aplicando sin ningún pudor el viejo
rastrillo tradicional), y luego habilitando varias candidaturas a la
presidencia para las elecciones internas (no faltaron dirigentes que llegaron a
proponer que para las internas cada precandidato debía ir con su propio
programa).
Y si bien el programa sigue
siendo un programa único y se sigue resolviendo en la máxima instancia
partidaria, en los hechos parecería que existieran dos: uno que aprueba el
Congreso y otro que aplica el gobierno, y no siempre ambos coinciden. Esto
sucede porque muchas veces lo expresado en el programa es tan vago y amplio que
luego permite diversas y muy variadas interpretaciones. Otras veces porque las
decisiones tomadas en los Congresos se desvirtúan o directamente se tuercen por
parte de los dirigentes en el gobierno o por instancias partidarias de menor
nivel. Además de que por cierto los gobiernos del FA toman luego decisiones
sobre temas importantísimos sobre los que nunca tomó decisión alguna el
Congreso ni ninguna otra instancia partidaria (el ejemplo del TISA es muy
actual y contundente).
Hace pocos días un connotado
dirigente del FLS criticaba al grupo de los ocho, diciendo que “lo que une a
los grupos que integran el sublema es que no tienen un “planteo integral,
coherente sobre la política económica”, y la respuesta proveniente de un
diputado integrante de ese grupo de los ocho no pudo ser más acertada. Respecto
de la política económica, el diputado enfatizó que es la “de todo el FA” y no
es patrimonio del FLS. Reconoció que “existen matices en cuanto al rol del
Estado y del mercado”, pero la política económica se ha “consensuado”.
Y eso es tal cual. Porque también
el Frente Amplio, en esta era progresista, presenta a su electorado un abanico
de posibilidades, desde las más izquierdosas a las más conservadoras. De hecho,
todos los grupos integrantes de el sublema conocido como el grupo de los ocho,
apoyaba la misma candidatura a la presidencia en las internas que el FLS, al
mismo candidato que dijo que llevaría como ministro de economía a quien ha
dirigido la política económica de los gobiernos del FA desde el inicio.
Y es que a la hora de gobernar,
las diferencias no existen, y la concentración y extranjerización pasmosa de
los medios de producción llevada a cabo en estos últimos diez años –por poner
un solo ejemplo-, la política económica al servicio de los grandes capitales
extranjeros y autóctonos, es una obra conjunta de todos los grupos del FA.
Comentarios
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Cuando el escándalo creado por la filtración de tres documentos secretos sobre las negociaciones del tratado de libre comercio entre EE UU y la UE (TTIP) empezaba a olvidarse, un nuevo texto confidencial ha salido a la luz.Y el documento no habla del TTIP, sino del Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA, por sus siglas en inglés), un tratado que la UE tramita paralelamente con dos decenas de países, entre ellos EE UU, , Japón, Australia, México y Canadá. Un acuerdo “negociado en secreto para hacer un marco de liberalización de todos los servicios en el futuro El objetivo, “Asegurarse que la mayor parte posible
El negocio de los servicios
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