LA OEA DE ALMAGRO (publicado hoy en Semanario VOCES)
Tan solo once años atrás, Estados
Unidos era dueño y señor de la OEA. En 2004 hizo elegir al ex presidente de
Costa Rica, Miguel Ángel Rodríguez, pero al año siguiente tuvo que renunciar
acusado en su país de corrupción. Y tras lo que enseguida ocurrió, Washington
ya no pudo ignorar que en la región nada volvería a ser como antes.
En 2005, en la nueva elección,
hubo tres candidatos: el ex presidente Francisco Flores, de El Salvador, a
todas luces el preferido del Departamento de Estado; el canciller Ernesto
Derbez, del conservador gobierno mexicano, y José Miguel Insulza, canciller de
un gobierno socialista (a la chilena). Aunque Washington invirtió todos sus
recursos diplomáticos, finalmente el Departamento de Estado tuvo que aceptar a Insulza.
Estados Unidos había perdido la
facultad de gobernar la OEA a su gusto. Sin que todavía existiesen la Unasur ni
la Celac, aquel fue un punto de viraje, aunque algunos de sus protagonistas no
lo percibieran.
En el período de Insulza hubo
fuertes atentados a la democracia y momentos de tirantez entre países de la
región: golpes reaccionarios en Honduras y Paraguay e intentonas golpistas en
Venezuela y Ecuador, así como tensiones militares entre Colombia y estos dos
países; además, las ambiguas conductas norteamericanas acerca de cada uno de
esos hechos. La respuesta de la OEA a tales acontecimientos
resultó inoperante.
Ello obliga a preguntar cuál ha
de ser el papel de la OEA en una región que ya no volverá a ser la misma. Sobre
todo después de que la Unasur y la Celac ya han asumido sus propios papeles y
de que ‑gracias a la segunda‑ la exclusión de Cuba ya es historia. Esta es la
parte medular de la situación de la cual deberá hacerse cargo Luis Almagro.
Hay quienes a la OEA la dan por
muerta, y consideran que lo mejor que se puede hacer con ella es darle
cristiana sepultura. Otros, creen que es posible reformarla y mejorarla, aunque
no está claro como y para qué.
¿Qué tiene y puede aportar la OEA
que le falte a esas otras dos organizaciones? Solo la presencia de Estados
Unidos y Canadá y, en esa medida, cumplir el papel de foro de diálogo y
acuerdos entre los gobiernos del Norte y los del Sur del Continente.
Visto así, todas las demás
dependencias, atribuciones y costos de la OEA están de más. Es decir, para que
ella pueda darse una función propia reconocida y aceptada es preciso reducirla,
reorganizarla y tal vez trasladarla a una ubicación geográfica más neutral.
Lograrlo será el papel de
Almagro, si asume el cargo para desempeñarlo significativamente, como líder y
organizador de esa transformación. Pero si lo acepta para repetir el modelo de
sus antecesores será un fiasco nada útil para ese organismo continental
Los EEUU necesitan una OEA dócil
y a su servicio. Su visión de las reformas que el organismo necesita, están
establecidas por ley: “el fortalecimiento de la paz y la seguridad, la
promoción y consolidación de la democracia representativa, la resolución de
disputas regionales, la asistencia y observación electoral, el fomento del
crecimiento económico, la cooperación para el desarrollo y la facilitación del
comercio”. Además, “la reflexión sobre la migración, el combate al tráfico
ilegal de drogas y el crimen trasnacional, y el apoyo al Sistema Interamericano
de Derechos Humanos” (habría que saber si incluye el respeto de los derechos
humanos en Guantánamo, por ejemplo).
La propuesta de Almagro y su visión estratégica son
diferentes a las que establece la ley estadounidense, aunque busca conciliar
con sus propuestas administrativas y financieras. En todo caso, para América
Latina y el Caribe es inaceptable que las competencias y funciones de la OEA -e
incluso sus reglas presupuestarias‑ las decida una ley del Congreso
norteamericano. Como tampoco es admisible que cualquier reforma de ese
organismo se conciba sin tener en cuenta que buena parte de dichas funciones y
competencias ahora son mejor ejercidas por otras organizaciones regionales que
incluso gozan de mayor legitimidad, como la Celac y la Unasur.
¿Podrá Almagro cumplir un papel a la altura de las circunstancias? No dudamos de su capacidad personal, aunque sus antecedentes no anticipan un giro a la izquierda del organismo ni por asomo. No olvidemos que fue durante la gestión de Almagro como canciller que Uruguay pidió el ingreso a la Alianza del Pacífico, instrumento de los EEUU para destruir los demás organismos de integración latinoamericanos. Ni que fue durante la gestión de Almagro que Uruguay gestionó su ingreso al TISA, que tiene como objetivo “una liberalización del comercio internacional de servicios que limite al máximo la posibilidad de que existan fronteras económicas, regulaciones proteccionistas y empresas estatales que obstaculicen el funcionamiento del “libre” mercado que requieren las empresas transnacionales”.
¿Podrá Almagro cumplir un papel a la altura de las circunstancias? No dudamos de su capacidad personal, aunque sus antecedentes no anticipan un giro a la izquierda del organismo ni por asomo. No olvidemos que fue durante la gestión de Almagro como canciller que Uruguay pidió el ingreso a la Alianza del Pacífico, instrumento de los EEUU para destruir los demás organismos de integración latinoamericanos. Ni que fue durante la gestión de Almagro que Uruguay gestionó su ingreso al TISA, que tiene como objetivo “una liberalización del comercio internacional de servicios que limite al máximo la posibilidad de que existan fronteras económicas, regulaciones proteccionistas y empresas estatales que obstaculicen el funcionamiento del “libre” mercado que requieren las empresas transnacionales”.
Comentarios
.
Esta pregunta es pertinente a pesar que el gobierno ha presentado la operación como un éxito y se escucha alguna voz en la izquierda plegándose rápidamente a ese triunfalismo.
Nos estamos refiriendo en este caso, al canje de la deuda pública en moneda extranjera constituida en bonos del tesoro.
Comencemos por afirmar que la necesidad de renegociar esa deuda fue planteada por el EP-FA allá ¡por ¡diciembre del 2004 Los preparativos de la negociación se iniciaron con una primera fase exploratoria se dio en diciembre de 2004
Uruguay seguirá pagando para preservar la confianza que posibilitaba el crédito del exterior
.En esa oportunidad lamentamos que alguien importante en la izquierda compartiera abiertamente la postura del gobierno,
El gobierno se avino a renegociar y acomodar el cuerpo transformando su inconsistente argumento de sustentabilidad en otro no menos cuestionable, al afirmar que el país era solvente pero con un problema transitorio de iliquidez, lo que fue inmediatamente apoyado por nuestro AMIGO DE LA IZQUIERDA
Encara ¬ la renegociación, pero eligia³ una forma que no fue la mejor, porque descomprimía la presión sobre la otra parte, presentándose a la mesa de negociación como rico en dificultades, que solo solicitaba una espera para el pago.
Además de eso, atenta contra la imperiosa reactivación económica, que se exija un esfuerzo adicional a la gente que SUFRE HASTA HAMBRE EN ESTE PAIS para poder pagar la altísima carga de intereses que sigue corriendo e inclusive se incrementa, al meramente estirar los plazos de la deuda.
A su momento, este gobierno deberá ¡rendir cuenta del grado de responsabilidad con que utilice este instrumento que se pone en sus manos.
Sobre todo cuando este margen se obtiene con altos costos a saber:
Resulta que ahora, no se cambia una deuda por otra sino que la deuda con bonos se tira hacia adelante y la deuda con los organismos internacionales se acrecienta en buena medida.
a) Se posterga la incertidumbre respecto a que el país cuente con el nivel de liquidez internacional necesaria, ya que nuevamente habrá ¡que afrontar pesados pagos, con los organismos internacionales
c) No soluciona la desconfianza, solo la atenta dispersándola en el mayor plazo y no va a generar una nueva corriente de crédito por parte de estos inversores.
La nota que adelantan para los nuevos títulos seguirá ¡siendo baja (nivel inferior de la categoría B) aunque esto representa una suba respecto a los valores anteriores lo que implicara¡ una ventaja para los tenedores.
d) Deja intacta y hasta un poco agravada la restricción fiscal, con lo que, unido a los términos del acuerdo con el FMI, cristaliza la teoría del ajuste fiscal permanente, atando de manos también al próximo gobierno.
En particular, el último de los costos señalados, creemos que compromete el desenvolvimiento del mercado interno, efecto este determinante al momento de pensar en una verdadera reactivación.
Según carta intención del 2005 con el FMI, el resultado fiscal deberá ¡reflejar, de aquí¬ a muchos años, un súper habit de entre 3% y 4% del PBI,PARA DEDICARLO AL PAGO DE LA MITAD DE LOS INTERESES DE LA DEUDA EXTERNA
Según el mismo acuerdo, esto se lograr¬a aumentando los impuestos y las tarifas de los servicios públicos y haciendo evolucionar muy por debajo de la inflación a los salarios públicos y por lo tanto a las pasividades.
Al mismo tiempo se constriñe la inversión pública.
Especial atención merece la referencia que, respecto al manejo alcista de las tarifas de los servicios públicos, se formula en la Carta de Intensión suscrita con el FMI.
Al parecer el gobierno ha encontrado la forma de matar, no dos sino tres pájaros de un tiro.
En efecto, por un lado espera proveerse de más recursos para financiar el déficit.
Por el otro, inflaciona artificialmente la economía, requerimiento este que necesita para poder licuar el gasto público, y bajar las remuneraciones.
Finalmente, crea un manto que ambienta la privatización.
En resumidas cuentas, nadie puede estar en contra de haber, al menos, ganado tiempo para el pago de una parte importante de los compromisos de la deuda externa.Será responsabilidad del gobierno su máximo aprovechamiento en las circunstancias de severa crisis
Por lo tanto, decir que es “un error del compañero” al referirse a las asqueantes declaraciones de Nin Novoa, es ocultar deliberadamente la verdad de los hechos: la política internacional del gobierno –de su gobierno, del gobierno que él ayudó a instalar- es una política servil a los intereses del imperialismo yanqui. Esa es la cruda realidad, que ni él ni tantos otros dirigentes de lo que alguna vez fue un partido de izquierda podrán ocultar, porque la ola ya los está tapando