UNA SOCIEDAD VIGILANTE
Cuando se discutió en el Parlamento la propuesta de Bordaberry sobre corrupción, la senadora frenteamplista Daisy Tourné dijo que “todos coincidimos en que Uruguay no tiene problemas serios de corrupción en este momento, ni siquiera sospechas. Por más que existan problemas en la región no son de impacto directo y que involucren al país".
Bueno...todos
no...somos muchos quienes no coincidimos con esa visión idílica del
Estado uruguayo, y tenemos serias sospechas de que existe corrupción
en este país, y que la caja de Pandora que se abrió en la región
tarde o temprano salpicará por estas tierras. El caso ANCAP es
sospechoso por donde se lo mire, por ejemplo.
Que
no existiera ese
flagelo
en nuestro país sería un verdadero milagro. La
corrupción no es algo exclusivo de nuestra época, ha existido desde
la noche de los tiempos. Por ejemplo, la purificación del templo que
mencionan los cuatro evangelistas, destapa un caso de corrupción por
parte de las autoridades religiosas en connivencia con los
mercaderes. Los hebreos piadosos realizaban en el templo de Jerusalén
ofrendas y sacrificios de animales con el fin de alabar a Dios. Como
la Ley determinaba que los animales destinados al sacrificio no
podían tener defectos físicos, los sacerdotes inspeccionaban
meticulosamente aquellos animales que los oferentes traían. Con
demasiada frecuencia, encontraban pequeñas imperfecciones que les
servían de excusa para rechazar los corderos, terneros, bueyes o
palomas que los fieles trasportaban desde sus alejadas aldeas. Para
“solucionar” tales inconvenientes, ofrecían la posibilidad de
volver a adquirir, en el mismo templo, otros animales con garantías
de perfección pero, claro, a un precio bastante más elevado. Las
ganancias proporcionadas por este negocio de los animales sin
defectos se repartían entre vendedores y sacerdotes.
La
corrupción se ha dado tanto en las dictaduras como en las
democracias, en el sistema feudal y en el absolutismo, en el
capitalismo como en el socialismo, en países ricos y en países
pobres. En nuestro país existió corrupción -por hablar de las
últimas cinco décadas- en dictadura, en los gobiernos rosados y
también en los progresistas (no es necesario recordar los procesados
y presos de todo pelaje).
Sin
embargo, para Tourné habríamos llegado, con los gobiernos del FA,
no solo al fin de la historia sino al “fin de la corrupción”.
La
mala noticia es que la corrupción ha existido siempre, existe y
seguirá existiendo mientras exista la sociedad tal como la
conocemos, y lo que hay que buscar es la forma de castigar a los
corruptos, de la misma manera que se castiga a los punguistas, a los
violadores o delincuentes de cualquier monta. La impunidad de los
casos de corrupción hiere a la sensibilidad colectiva y facilita la
aparición de un imaginario social en donde "todo está
permitido", ya que si los que roban millones de dólares no son
inculpados, ¿Por qué razón yo no me puedo llevar unas hojas de
papel de la oficina a mi casa para que las usen mis hijos?
Y el
castigo debe ser ejemplar, porque el corrupto -si entendemos la
corrupción como la práctica que consiste en hacer abuso de poder,
de funciones o de medios para sacar un provecho económico o de otra
índole, y la corrupción política como el mal uso
del poder público para obtener una ventaja ilegítima- en el 99,9/%
de los casos es el pueblo quien termina pagàndola. Quien crea que
las coimas las pagan los empresarios, vive en el limbo. El dinero
para las coimas se obtiene de los sobreprecios que se pagan en los
contratos con el Estado, lo que es lo mismo que decir que los
corruptos se llenan los bolsillos con dinero de la gente.
Y el
daño no es solo económico, porque la corrupción produce una
desconfianza generalizada frente a las instituciones estatales, y esa
pérdida de credibilidad social es uno de los costos más graves,
porque afecta la relación entre el ciudadano y el Estado, y
privatiza la vida pública.
Pero
las posibilidades de avanzar en el castigo de la corrupción son
bastante escasas si nos atenemos a los antecedentes. Basta tener en
cuenta que practicamente la única ley que ha permitido procesar y
encarcelar a un puñado de corruptos es la que castiga el delito de
“abuso innominado de funciones” (desde 2001 hasta el año 2012 la
Justicia uruguaya procesó a 106 jerarcas públicos por ese delito.
Casi nueve procesados por año; de ellos, fueron a prisión 56,
mientras que los 50 restantes lograron evitar la cárcel). Siendo
esta la única ley, todos los partidos han intentado derogarla.
De
todas
maneras,
cualquier estrategia anticorrupción debería enfocarse
hacia la prevención del delito. Y en ese sentido, la estrategia ha
de contener un elemento
fundamental: la participación activa de la sociedad civil en
el control. Si la corrupción
proviene del ámbito estatal, la lucha contra ella no puede descansar
justamente en el Estado. Muchos de los integrantes de la sociedad
civil tienen un interés especial en lograr un Estado no corrupto,
incluyendo el sector privado, los medios de comunicación,
profesionales y, sobre todo, el ciudadano común que sufre las
consecuencias de la corrupción. Por ello, no cabe duda de que la
sociedad civil constituye un elemento fundamental en una estrategia
contra la corrupción.
Comentarios
El Uruguay miserable
Gentileza: Udelar.
Columna de Leonardo Haberkorn
El ministro de Economía, Danilo Astori, habló con calma, casi con alegría.
Un extranjero que desconociera el fondo de la cuestión y que solo escuchara sus tonos y sus gestos hubiera creído que estaba transmitiéndole a la gente buenas noticias.
Lo más triste de todo fue que el ministro manejó en ese tono orgulloso y de satisfacción el dato de que el 60% de la población no se verá afectado por el aumento impositivo ya que no paga IRPF.
Leonardo Haberkorn
El IRPF comienza a cobrarse a partir de 23.380 pesos brutos.
La mayor parte de ese universo al que se refiere el ministro no gana 23.380 pesos, sino menos.
El más privilegiado de esa gran masa mayoritaria de trabajadores uruguayos, el que gana 23.380 brutos, no recibe esa cifra en su mano. Una vez efectuados los aportes correspondientes a la seguridad social, cobra 18.792 pesos.
Quiere decir que el ministro anunció, sin ningún gesto de pudor ni de pesar, que el 60% de los asalariados uruguayos reciben por mes un sueldo en la mano inferior a 588 dólares.
Astori no le dijo a esta gente: estamos trabajando para que ustedes tengan un futuro más alentador, para que sus hijos puedan tener una enseñanza digna y ganarse mejor la vida, para que salgan del liceo sabiendo escribir en español y hablar en inglés, dos utopías por el momento.
No. Les dijo: ustedes tienen suerte.
El dato, triste y demoledor, fue replicado con igual orgullo por integrantes del gobierno y voceros oficialistas de todo tipo.
Además, se comunicó con el mismo tono de satisfacción que otro 10%, tampoco se verá afectado porque si bien pagan IRPF, en esta oportunidad no se les subirá el impuesto.
Ese 10% que también tiene suerte gana hasta 33.400 pesos brutos. En esta categoría los descuentos que sufre el salario pueden variar, según el trabajador tenga o no hijos a su cargo. Pero, peso más peso menos, el dinero que recibe en mano el que cobra 33.400 brutos, el más privilegiado de este sector, ronda los 26.500 pesos.
Es decir que el 60% de los trabajadores uruguayos gana menos de 588 dólares mensuales y el 70% menos de 828.
Y a los que ganan un peso más, 33.401 pesos, 828,05 dólares, a esos sí se les aumentan los impuestos porque ya forman parte del sector “más pudiente” de la sociedad.
¿Puede haber datos más tristes?
¿Puede haber un mejor retrato de un país miserable?
La insólita complacencia con la que fueron presentados estos datos demoledores recuerda la celebración a la que asistimos varias veces por año, cuando se anuncia una nueva caída en los indicadores de pobreza.
Los medios publican los porcentajes de población bajo la línea de pobreza, pero muy pocas veces, casi nunca, aclaran el contexto de la noticia. En general, ni siquiera lo hacen los medios acusados de opositores y hasta de desestabilizadores.
Las últimas estadísticas hablan de que un 9,7% de la población es pobre.
Quiere decir que el 9,7% gana menos que el monto de una “canasta básica” que varía según se viva en Montevideo, el interior urbano y el interior rural.
¿Cuánto es esa cifra encima de la cual uno ya no es considerado pobre en Uruguay?
En Montevideo: 11.473,08 pesos.
En el interior urbano: 7.559,66 pesos
En el interior rural: 5.096,32 pesos.
Las mismas cifras llevadas a dólares:
En Montevideo: 359 dólares.
En el interior urbano: 237 dólares.
En el interior rural: 159 dólares.
Son cifras tan duras y brutales que eximen de más comentarios.
¿Alguien piensa de verdad que quien gana esas miserias ya no es pobre?
¿O será que a esto estamos acostumbrados?
Luego de los anuncios del ministro Astori, las redes sociales se llenaron de mensajes donde muchos señalaban a los que ganan 33.401 pesos brutos, menos de 830 dólares reales, como grandes afortunados y desagradecidos por quejarse. Y a los que ganan 50.000 pesos brutos se lo sepultaba en una andanada de desprecio y resentimiento.
No es casual que las tres primeras franjas del IRPF ideado por el ministro Astori vayan aumentando su cifra tope en forma lenta y progresiva, pero que la cuarta franja reúna en la misma bolsa a todos los que ganan desde 50.101 hasta el monto, mucho más holgado, de 167.000 pesos. Van todos juntos en la misma bolsa, como si todos ellos integraran el mismo universo salarial, social y económico. Arriba de 50.100 pesos brutos, en el Uruguay miserable, sos Rico Mac Pato.
Pasando raya: el 60% de los uruguayos tiene suerte porque no paga IRPF, el 70% también es afortunado ya que no pagará más impuestos; solo el 9,7% es pobre; los que ganan 50.101 pesos brutos son ricos.
Como el Uruguay no hay.
Teoría del caos
Universidad reclamará fondos en el Parlamento el gobierno “prioriza mal”
SE VIENEN LAS ELECCIONES PARA LA PRESIDENCIADEL F.A
EL SOBRE VACIO ES UNA OPORTUNIDAD
La democracia es una de las tantas formas de relacionarse entre los humanos. Como el amor, como la amistad, hay cosas que las fortalecen y otras que las debilitan.Qué cosas la debilitan?La democracia se debilita cuando los ciudadanos no participan, cuando se sienten ajenos al sistema democrático. En general la gente participa cuando siente que vale la pena hacerlo, que sus opiniones serán tenidas en cuenta, que quienes gobiernan son sensibles a sus reclamos y que valoran la opinión de los demás. Los partidos políticos en general suelen fomentar la participación ciudadana cuando están en la oposición, pero cuando llegan al gobierno la desalientan, quieren que los dejen gobernar en paz.
Por eso Tabaré Vázquez en su discurso en 2013 (aniversario del FA) les pide a los frenteamplistas, no que militen, no que se movilicen, les pide confianza, que “tengan fe”: "Confianza como una actitud permanente de creer, de saber, que podemos tener fe en el proyecto político y también en los compañeros en los cargos de gobierno para llevar a cabo ese proyecto” .
La mala gestión de los gobernantes también en alguna medida debilita la democracia. Sobre todo cuando la gestión es mala a ojos vistas pero los gobernantes quieren que la ciudadanía la considere buena. Cuando por ejemplo en la gestión de una empresa pública se pierden cientos de millones de dólares (millones que pone el pueblo) y el gobierno y el partido político que gobierna quiere hacernos creer que por el contrario, eso es signo de lo bien que se gestiona. Eso debilita la democracia porque a la gente no le gusta ser tratada como si fuera estúpida (como suelen pensar los gobiernos), se siente maltratada, y eso hastía y hace que la gente se desentienda de la política y de los asuntos públicos, debilitando terriblemente la democracia.
La economía y su marcha es una cuestión que puede fortalecer o debilitar la democracia, sin duda. Cuando en las épocas de bonanza los que ganan son los que más tienen y cuando viene la crisis los que pagan son los que menos tienen, la democracia se debilita, puesto que no es vista como un sistema que garantice la equidad y la justicia social.
La falta de información o el ocultamiento de la misma también son elementos que debilitan la democracia y la degradan. Cuando la gente quiere y necesita estar informada y esa información se retacea o hay que reclamarla por vías legales, la ciudadanía presiente que por algo se le oculta, y descree en la democracia. Sucede eso con las mega inversiones en minería, con las fumigaciones y sus nefastas consecuencias, con el estado del agua, etc.Los tránsfugas debilitan la democracia. Los que llegan a cargos de gobierno por ser amigotes de los gobernantes o porque arriman algún votito. La ciudadanía se da cuenta que la política es algo muy poco limpio, y comienza a descreer en la democracia.La intolerancia política y el doble discurso. El sostener cuando se es oposición que las comisiones investigadoras son buenas y sostener que son un circo cuando se está en el gobierno. El decir que pasar los resultados de una investigadora a la justicia es una mala cosa que le hace mal a las instituciones democráticas, olvidando que cuando se estaba en la oposición se hizo exactamente lo mismo. La gente no es estúpida -lo reitero por si alguno lo sigue creyendo-, y como no lo es, comienza a ver que todos son iguales y se debilita la confianza en el sistema democrático.La politiquería debilita las instituciones democráticas. No es lo mismo la Política (la que resuelve eficazmente los problemas de la sociedad, o intenta hacerlo), que la politiquería, que los agrava y multiplica. La primera fortalece la democracia y la confianza ciudadana en su gobierno, la segunda provoca recelos y alejamiento ciudadano de la vida política, y en algunos lugares también enormes protestas y movilizaciones (los ocupy Wall Street o los Indignados, por ejemplo).
http://elmuertoquehabla.blogspot.com.uy/
1) GALLINAS.
Todos los días, después del almuerzo, mi abuela ponía los restos de sopa y de guiso en una olla vieja, en la que ya había cáscaras de queso y pedazos de pan del desayuno, y salía hacia el fondo, donde estaba el gallinero. Recuerdo las corridas, el revuelo de plumas y el cloqueo excitado de las gallinas apenas la veían aparecer. Se peleaban por quedar junto al tejido de alambre, sobre la parte en que estaba el comedero, donde caía la pasteta húmeda que picoteaban con fervor. Supongo que, para las gallinas, mi abuela sería algo así como la Providencia, aunque, de cuando en cuando, sobre todo en víspera de feriados, entraba al gallinero sin hacer caso de las corridas ni del revuelo de plumas, atrapaba a una gallina y se la llevaba.
Las gallinas parecían no recordar que la elegida nunca volvía.
Seguían celebrando cada aparición de mi abuela como la de una benefactora.
2) CELULOSA
El Presidente anunció alborozado que UPM instalará una segunda planta de celulosa en la cuenca del Río Negro. Producirá casi el doble de la celulosa que produce la controversial planta del Río Uruguay. Se supone que la empresa invertirá unos cuatro mil millones de dólares para instalar la planta.
Pero el Estado deberá invertir mil millones de dólares para proporcionarle la infraestructura logística necesaria en la zona que la empresa elija.
La inversión contará también con exoneraciones tributarias y con zona franca, o sea que pagará pocos impuestos.
Generará muchos empleos mientras se construye la planta y muchos menos cuando esa etapa termine.
Consumirá mucha agua, afectará más tierras y volcará al Río Negro enorme cantidad de residuos contaminantes.
Sólo producirá celulosa, porque la pasta de papel y el papel se fabricarán en otros países. Los partidos de oposición también han celebrado la noticia.
3) TAPÓN
No nacimos como una república, sino como un tapón. Nadie, ni mucho menos Artigas, pensaba en la Banda Oriental como un Estado independiente.
Según las malas lenguas, la Cruzada Libertadora, que dirigió Lavalleja, se planeó en un saladero del sobrino de Lord Ponsomby. Fuimos la estrategia de Inglaterra para terciar y debilitar a Argentina y a Brasil. Una estrategia exitosa.
4) REPÚBLICA
Sin embargo, fuimos una república. Al menos en la primera mitad del Siglo XX lo fuimos. Quizá porque el mundo estaba demasiado ocupado en sus guerras como para ocuparse de nosotros. Lo cierto es que una generación de figuras cultas y audaces, masones, cristianos, anarcos, espiritualistas, racionalistas, batllistas, nacionalistas, etc., tuvo el valor de pensarse y pensarnos como República.
La reforma escolar vareliana se propuso formar ciudadanos. Se terminaron las guerras civiles y se creó un Estado.
Con sufragio libre y ferrocarriles, con liceos departamentales y libertad de cultos, con sindicatos y pluralidad de partidos, con empresas públicas y libertad de expresión, con seguridad social y universitarios hijos de inmigrantes, con seguros estatizados e igualdad de derechos civiles de la mujer, con monopolio del juego y legislación obrera.
Fuimos una de las sociedades más igualitarias de América.
A algunos podría no convencerles el modelo y a muchos podrá no gustarnos en qué derivó, pero había un proyecto de país.
Un proyecto que no era designio de Estados extranjeros ni de organismos o empresas multinacionales.
ANCAP, UTE, AFE, el Banco de Seguros, el Hipotecario, el BPS, las jubilaciones, las asignaciones familiares y la universalización de la escuela pública no nos fueron “aconsejados” por el FMI, ni por el Banco Mundial, ni por la ONU, ni por la OCDE.
Fueron instrumentos estratégicos de una sociedad republicana, que se regía por sí misma.
En la segunda mitad del Siglo XX, terminadas las guerras “calientes” y empezada la “guerra fría”, empezaron a pasarnos cosas raras.
Aparecieron las “cartas de intención”, la deuda externa, las exigencias de “modernizarnos”, “abrirnos al mundo” y adaptarnos al “libre comercio del mundo libre”.
En 1973 se nos aplicó la receta continental: golpe militar para Chile, Argentina y Uruguay, que se sumaron al ya “golpeado” Brasil y a otras sempiternas dictaduras de la región.
Terminada la dictadura, siguieron pasándonos cosas raras. Por ejemplo, en 1987 (primer gobierno de Sanguinetti), se aprobó repentinamente una ley que promovía la forestación.
No hubo explicación ni debate.
Nadie explicó por qué había que forestar. Y nadie preguntó. Tampoco se explicó por qué el Banco Mundial subsidiaba la forestación.
Después, en el gobierno de Lacalle, se permitió forestar más tierras y se intensificó la plantación de árboles.
Durante veinte años se siguió plantando sin tener muy claro qué se haría con tanta madera. Entonces, sorprendentemente, aterrizaron en el Uruguay las empresas dedicadas a la celulosa. ¿Casualidad?
6) MÁS RAREZAS
Desde entonces siguieron pasando cosas “raras”.
Hace un par de años,SE VOTO LA LEY DE BANCARIZACION Sin que nadie lo pidiera, sin que hubiera ningún reclamo popular de servicios bancarios o de crédito, DE PRONTO EL GOBIERNO DECIDIO PROMOVER LA LEY DEI NCLUCION FINAANCIERA”, NOMBRE EUFEMISTICO DE UNA LEY QUE IMPONE QUE TODAS LAS TRANASACCIONES MONETARIAS INCLUSO EL PAGO DE LOS SUELDOS Y JUBILACIONES ,SE HAGAN A TRAVES DE INSTITUCIONES FINANCIERAS
La reforma trae dos efectos: el completo control de las operaciones por el sistema tributario, y, sobre todo, enormes ganancias para los bancos. Ganancias que, por supuesto, costean hasta los más modestos usuarios obligados de los “servicios” bancarios.
¿Nadie recordó que, en 2008, el capital financiero descontrolado hundió a los EEUU y a Europa?
¿Alguien duda quién le “sugirió” al gobierno promover esa ley?
Y conste que en el resto de América se votaron al mismo tiempo leyes de bancarización muy parecidas.
Otro ejemplo: la ley que despenaliza y autoriza la producción de marihuana contó con el apoyo político y financiero del millonario George Soros, quien, curiosamente, ha estado vinculado a empresas de la agroindustria.
7) SIGNO DE LOS TIEMPOS
Dentro de algún tiempo, cuando los historiadores estudien esta época, probablemente señalen, como hecho político más significativo, el vaciamiento de poder de los viejos Estados, y, como hecho cultural, la desaparición de la ilusión democrática.
Señalarán que las decisiones importantes dejaron de tomarlas los Estados y pasaron a manos de corporaciones financieras y extractivas globales que fueron controlando a los Estados y a los organismos internacionales. Constatarán que las leyes nacionales y los tres poderes estatales fueron perdiendo importancia y que el mundo pasó a regirse por tratados, protocolos de buenas prácticas, recomendaciones de organismos técnicos y fallos de tribunales arbitrales supranacionales.
Quizá señalen que las personas, controladas por cámaras, satélites y sistemas informáticos, siguieron teniendo cierto campo de decisión: podían elegir entre una amplia oferta de presidentes, marcas de ropa y celulares, orientaciones sexuales, dioses a que rezarles y bancos a los que pagarles intereses.
8) CABEZAS
Desde luego, el advenimiento de ese mundo (que ya está llegando) sería imposible sin un relato ideológico que lo habilite. No es casualidad que la enseñanza, la cultura y la producción académica decaigan. Por un lado, se han convertido en nuevas mercaderías, y, si estuvieran al alcance de todos, no habría negocio. Por otro lado, si muchas personas insistiéramos en pensar con nuestros propios cerebros, en percibir la realidad detrás del mundo fantástico y atroz que nos presentan la publicidad y las cadenas periodísticas, si porfiáramos en defender nuestras opiniones y nuestros verdaderos intereses en contra de lo que se nos dice que es “moderno”, “actual”, o que “marca tendencia”, la instalación del nuevo mundo no sería tan fácil. Pero, claro, la libertad no es un relajado goce de derechos y placeres. Cuesta esfuerzo. Requiere estudio, trabajo, coraje, sacrificio y reflexión.
La única valla que nos separa de ese mundo huxleyriano u orwelliano es la vieja noción republicana de ciudadanía. La tradición por la que cada persona tiene el derecho -y quizá la obligación- de conocer, tomar posición e intervenir en las decisiones de la sociedad que integra. Puede parecer una obviedad. Pero observen qué transmite el discurso ideológico y publicitario dominante: la impotencia, el deseo de derechos, diversión, seguridad y placer, el desgano de aprender y de pensar, la manipulación de la emoción y de la pasión, la construcción de falsos enemigos (la otra raza, la otra religión, el otro sexo, el otro partido político, el otro cuadro de fútbol). Todo aquello que no roce siquiera las bases del nuevo poder que está imponiéndose en el mundo.
10) REVOLUCIÓN
No sé si estamos a tiempo todavía, pero es claro que la única actitud de verdadera rebeldía, diría que la única realmente revolucionaria, es, paradójicamente, recrear una noción de ciudadanía acorde a la nueva realidad. Comienza por adquirir –y transmitir-, sin prejuicios, los elementos para entender esa realidad. Una tarea que es social pero también individual, de autoeducación. Quizá por eso valga la pena, incluso más allá de sus resultados prácticos.
Al menos para no celebrar cada vez que alguien parece tirarnos comida.
7) SIGNO DE LOS TIEMPOS
Dentro de algún tiempo, cuando los historiadores estudien esta época, probablemente señalen, como hecho político más significativo, el vaciamiento de poder de los viejos Estados, y, como hecho cultural, la desaparición de la ilusión democrática. Señalarán que las decisiones importantes dejaron de tomarlas los Estados y pasaron a manos de corporaciones financieras y extractivas globales que fueron controlando a los Estados y a los organismos internacionales. Constatarán que las leyes nacionales y los tres poderes estatales fueron perdiendo importancia y que el mundo pasó a regirse por tratados, protocolos de buenas prácticas, recomendaciones de organismos técnicos y fallos de tribunales arbitrales supranacionales. Quizá señalen que las personas, controladas por cámaras, satélites y sistemas informáticos, siguieron teniendo cierto campo de decisión: podían elegir entre una amplia oferta de presidentes, marcas de ropa y celulares, orientaciones sexuales, dioses a que rezarles y bancos a los que pagarles intereses.
Desde luego, el advenimiento de ese mundo (que ya está llegando) sería imposible sin un relato ideológico que lo habilite. No es casualidad que la enseñanza, la cultura y la producción académica decaigan. Por un lado, se han convertido en nuevas mercaderías, y, si estuvieran al alcance de todos, no habría negocio. Por otro lado, si muchas personas insistiéramos en pensar con nuestros propios cerebros, en percibir la realidad detrás del mundo fantástico y atroz que nos presentan la publicidad y las cadenas periodísticas, si porfiáramos en defender nuestras opiniones y nuestros verdaderos intereses en contra de lo que se nos dice que es “moderno”, “actual”, o que “marca tendencia”, la instalación del nuevo mundo no sería tan fácil. Pero, claro, la libertad no es un relajado goce de derechos y placeres. Cuesta esfuerzo. Requiere estudio, trabajo, coraje, sacrificio y reflexión.
9) CIUDADANOS
La única valla que nos separa de ese mundo huxleyriano u orwelliano es la vieja noción republicana de ciudadanía. La tradición por la que cada persona tiene el derecho -y quizá la obligación- de conocer, tomar posición e intervenir en las decisiones de la sociedad que integra. Puede parecer una obviedad. Pero observen qué transmite el discurso ideológico y publicitario dominante: la impotencia, el deseo de derechos, diversión, seguridad y placer, el desgano de aprender y de pensar, la manipulación de la emoción y de la pasión, la construcción de falsos enemigos (la otra raza, la otra religión, el otro sexo, el otro partido político, el otro cuadro de fútbol). Todo aquello que no roce siquiera las bases del nuevo poder que está imponiéndose en el mundo.
10) REVOLUCIÓN
No sé si estamos a tiempo todavía, pero es claro que la única actitud de verdadera rebeldía, diría que la única realmente revolucionaria, es, paradójicamente, recrear una noción de ciudadanía acorde a la nueva realidad. Comienza por adquirir –y transmitir-, sin prejuicios, los elementos para entender esa realidad. Una tarea que es social pero también individual, de autoeducación. Quizá por eso valga la pena, incluso más allá de sus resultados prácticos.
Al menos para no celebrar cada vez que alguien parece tirarnos comida.
Desde entonces siguieron pasando cosas “raras”.
Hace un par de años,SE VOTO LA LEY DE BANCARIZACION Sin que nadie lo pidiera, sin que hubiera ningún reclamo popular de servicios bancarios o de crédito, DE PRONTO EL GOBIERNO DECIDIO PROMOVER LA LEY DE
INCLUCION FINAANCIERA”, NOMBRE EUFEMISTICO DE UNA LEY QUE IMPONE QUE TODAS LAS TRANASACCIONES MONETARIAS INCLUSO EL PAGO DE LOS SUELDOS Y JUBILACIONES ,SE HAGAN A TRAVES DE INSTITUCIONES FINANCIERAS
La reforma trae dos efectos: el completo control de las operaciones por el sistema tributario, y, sobre todo, enormes ganancias para los bancos. Ganancias que, por supuesto, costean hasta los más modestos usuarios obligados de los “servicios” bancarios.
http://jorgenotaro.com/xtras/docs/A2.pdf
Mi estimado colega y ex compañero de trabajo en el Seminario de Economía Nacional de la Licenciatura de Economía de la FCEA de la UR dio una versión que me pareció un poco almibarada
Me hizo acordar a mi abuela cuando decía que el camino al
infierno está empedrado de buenas intenciones
Me permito cuatro observaciones.
a) La política de equipo económico del FA supone que los mercados son los que asignan mejor los recursos y fijan los precios, por lo tanto, no hay que intervenir y distorsionar este funcionamiento.
Es uno de los argumentos que se utilizan para rechazar las detracciones a las exportaciones,
Sin embargo, se interviene con firmeza para establecer máximos a las tarifas de los servicios que los bancos cobrarán a los comercios y no se permite que se regulen por la competencia, de modo que el banco más inteligente cobre más barato y aumente su cartera de clientes, obligando a los otros bancos a cobrar más barato y así sucesivamente.
Está implícita la consideración de que entre los bancos emisores de tarjetas no hay competencia, son un oligopolio que se pone acuerdo sobre cuanto cobrar por sus servicios y para bajar las tarifas el gobierno tiene que intervenir.
Por lo bajo se decía que 80.000 votos era una cifra para conformarse, pese a que en las últimas elecciones internas la votación fue de 180.000.