ACHICÁ EL PÁNICO
(artículo de esta semana en VOCES)
Los humanos somos solidarios cuando estamos en peligro; ahí nos asustamos y decimos “de esta salimos todos juntos”. Una solidaridad egoísta (aunque parezca contradictorio), nos aterroriza porque la muerte nos puede llegar a nosotros. 6.3 millones de niños murieron en 2017 por causas, en su mayoría, prevenibles (un niño cada 5 segundos). Hay 155 millones de niños afectados por desnutrición infantil crónica. Claro, el hambre y la desnutrición no se contagian, estamos a salvo, y por eso no llenamos espacios hablando de ella, ni tenemos que hacer cuarentena ni vaciar los supermercados.
Los humanos somos solidarios cuando estamos en peligro; ahí nos asustamos y decimos “de esta salimos todos juntos”. Una solidaridad egoísta (aunque parezca contradictorio), nos aterroriza porque la muerte nos puede llegar a nosotros. 6.3 millones de niños murieron en 2017 por causas, en su mayoría, prevenibles (un niño cada 5 segundos). Hay 155 millones de niños afectados por desnutrición infantil crónica. Claro, el hambre y la desnutrición no se contagian, estamos a salvo, y por eso no llenamos espacios hablando de ella, ni tenemos que hacer cuarentena ni vaciar los supermercados.
Quienes
hablan de la muerte del capitalismo a lo Kill Bill solo expresan sus
deseos. Sin desmerecer la gravedad del asunto, es una crisis más
dentro del sistema, que el sistema resolverá en su favor.
En
junio de 2009, la OMS declaró que la gripe porcina era una
pandemia, la peor amenaza de salud pública de los últimos cuarenta
años. Se aisló a los contagiados, se lanzaron campañas sanitarias
multimillonarias, se aceleró la producción de antivirales y los
medios lanzaban boletines diarios con las cifras de muertes y
contagios. Los grupos de riesgo
eran aún más amplios que ahora: ancianos y
niños, y terminó afectando también a jovenes. Se cerraron
escuelas, se pidió a las personas que se mantuvieran en sus casas, y
todos nos preguntábamos cuándo caeríamos enfermos. Se
decía que una pandemia mundial tendría un impacto catastrófico
sobre la actividad económica.
Sin
embargo, el mundo siguió andando, y hoy ya nadie se acuerda de
aquello. El 30/12/2009 la OMS informó que el número total de
muertes por gripe porcina en todo el mundo había sido de 12.220.
Cifra que, según los expertos, era mínima comparada con entre 250
mil y 500 mil personas que mueren anualmente a causa de la gripe
estacional.
Desde
luego que hubieron consecuencias económicas, pero no fueron tan
catastróficas como se preveían, más teniendo en cuenta que recién
comenzaba la recuperación luego de la crisis financiera del 2008.
Como
todas las crisis del sistema, habrá ganadores y perdedores. Que
suelen ser los mismos. Tras
la crisis vendrá el ajuste, ya lo sabemos. Cuando
estalló la crisis del 2008, los expertos pronosticaron que se
apretarían las tuercas a los superricos. Más impuestos, quizás, o
en todo caso una fase de opulencia más discreta, menos ostentosa.
Sin embargo, en 2009,
se comprobó que su riqueza había crecido un 21,5% luego de la
crisis.
El
sistema capitalista prefiere las curas y no la prevención (ésta no
aumenta el valor de las acciones); cuanto más enfermos estamos, más
ganan. Hay
gente y grupos que ya están haciendo mucho dinero en medio de esta
pandemia. Los
perdedores serán los
que tienen los peores trabajos y ganan peores sueldos, los
que hacen el mango por su cuenta, músicos, artistas, y un largo
etcétera, los olvidados de siempre.
José Luis Perera
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