LA ILUSIÓN DEL JUEGO (o EL JUEGO DE LA ILUSIÓN)

Hay juegos muy claros, cuyas reglas están explicitadas previamente, donde los jugadores saben perfectamente qué cosas deben hacer para salir vencedores del mismo.
Si no lo hacen (por falta de habilidad o por mera mala suerte) resultarán perdedores.
En muchos de los juegos, existe además la posibilidad de salir empatado (ni vencedor ni perdedor).
Pero hay un juego que es pura ilusión.
Se juega (aparentemente) el último domingo de octubre cada cinco años. Si el trofeo no lo logra nadie en una primera instancia, hay una nueva etapa del juego un mes después.
Allí compiten varios equipos llamados “partidos”, y el juego se define (aparentemente) por votos. En el juego participan (creen participar) todos los ciudadanos mayores de 18 años que estén en el país ese día, y que son quienes emiten el voto por tal o cual partido.
En trazos gruesos, digamos que aquel partido que obtenga la mitad más uno de los votos es el vencedor, y obtiene el gobierno, y luego se reparten en forma más o menos proporcional los escaños en el parlamento entre todos los participantes.
Los ciudadanos que (aparentemente) resultaron ganadores festejan como si realmente hubiesen ganado el juego, mientras que los que resultaron perdedores (no obtuvieron el gobierno) rumian su derrota hasta dentro de cinco años.
LA ILUSIÓN
¿Cuál es el engaño o ilusión?
No es visible a simple vista, y por eso es una ilusión.
El engaño es que el juego, más que finalizar, recién empieza a partir del 1º de marzo siguiente, y que lo que sucedió en octubre fue simplemente la elección de los jugadores.
Los ciudadanos creen (y lo creen con mucho fervor, tienen la ilusión) que están jugando el juego, cuando en realidad solo eligen a los jugadores, y solo sabrán quienes son los ganadores y perdedores en el correr de los cinco años siguientes, luego de lo cual los llamarán nuevamente a elegir jugadores.
Por tanto, los ganadores y perdedores solo se conocen en el transcurso de los cinco años siguientes.
Y la ilusión del juego es tan pero tan grande, que en general la gente no se da cuenta que los ganadores suelen ser siempre los mismos, sin importar los jugadores que elijan.
José Luis Perera

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