ATENDER LAS CAUSAS
(publicado esta semana en Semanario VOCES)
El problema de la
vivienda es de múltiples causas, y como tantos otros, si se atacan
los efectos y no las causas jamás llegan a solucionarse.
Uno de los factores es,
desde luego, el económico, y es tal vez el menos difícil de
superar, si se dispusiera de algo previo: voluntad política para
destinar los recursos necesarios.
Cuando uno ve las
acciones de gobierno, así como los proyectos de algunos pre
candidatos, puede deducirse perfectamente cuáles son sus prioridades
y en qué lugar está la vivienda.
Cuando un presidente
plantea como buque insignia de su gobierno la construcción de
viviendas a través del Plan Juntos, y destina una miseria en el
presupuesto para hacerlo (al Antel Arena se destinaron tres veces más
recursos que para la construcción de viviendas), promete construir 4
mil viviendas en cinco años (cuando el déficit es de más de 50
mil), pero apenas construye mil, entonces podemos evaluar en su justa
dimensión cuál es la voluntad de solucionar el problema.
Si tenemos en cuenta las
cifras que se manejan de lo que el estado uruguayo invertirá en
obras al servicio de UPM2, alcanzaría para construir unas 80 mil
viviendas (algo así como todo el déficit habitacional del país).
Pero además los
asentamientos son
consecuencia de una situación de pobreza y exclusión que afecta a
amplios sectores de la población. Exclusión que consiste en
condiciones como falta de empleo o empleo mal pago e inestable, falta
de acceso a créditos, pobreza y marginación, etc.
Los pobres urbanos han aprendido a
proveerse un hogar de la forma más a su alcance, aunque este sea
precario e insalubre, porque además tienen otras necesidades más
apremiantes y difíciles de resolver, como lograr un trabajo decente,
atención de salud, alimentación vestimenta, y todo lo demás.
Hay experiencia suficiente, no solo en
nuestro país, en el mundo entero, que muestran el fracaso de los
esfuerzos por dotar de vivienda sin que existan condiciones sociales,
de trabajo y de vínculos vecinales.
Por lo tanto, no se puede tener un
enfoque que simplemente atienda a las consecuencias (la falta de
vivienda). La causa del problema de la vivienda son la pobreza y la
exclusión. La exclusión debe ser entendida en un amplio sentido
económico, social y humano. Su principal característica puede ser
la económica, pero incluye oportunidades y capacidades para labrarse
un camino en una sociedad productiva, con empleo, educación y salud.
Cuando hablamos de esto, hablamos de derechos humanos, ni más ni
menos “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure [a ella], así como a su familia, la salud y el bienestar,
y en especial [...] la vivienda." (Artículo 25 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos).
José Luis Perera
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