A LA DERECHA QUE HAY LUGAR
(mi artículo de esta semana en Semanario VOCES)
José Luis Perera
Aunque
suene extraño, la fuerza más votada en las elecciones del domingo
pasado fue la gran derrotada. Y lo fué porque perdió las mayorías
parlamentarias que tuvo durante tres períodos consecutivos y porque
perdió casi 200 mil votos, lo que la dejó en situación precaria
para enfrentar la segunda vuelta de noviembre.
Hay
algo que está muy claro; el FA ha sufrido un sostenido descenso
electoral a partir del año 2004, año en el que obtiene el gobierno
en primera vuelta. A partir de ahí, no ha hecho otra cosa que perder
votos elección tras elección. Ya en mayo de 2005 (elecciones
departamentales), los votos obtenidos en todo el país -a pesar de
obtener siete nuevas intendencias que se sumaban a Montevideo- fueron
menos que los de octubre de 2004. En las internas de 2009 la votación
fue menor que en las internas anteriores, y en octubre de ese año se
obtuvo un 4% menos que en octubre de 2004.
A
pesar de ese proceso constante que culmina con la debacle del domingo
pasado, jamás esa fuerza política se hizo una mínima autocrítica
para corregir rumbos. Todo lo contrario, lo que primó fue una enorme
soberbia, que quizá esté plenamente representada en la frase de
Tabaré Vázquez: “nos vemos en las urnas”. Nos vimos en las
urnas, y los resultados están a la vista.
En
esta oportunidad, además del cúmulo de errores en la gestión de
gobierno, se sumó un pésimo candidato, muy mal orador, y que eligió
una candidata a vice totalmente desconocida y que se tuvo que ocultar
para no perder más votos. Se pretendió disimular las deficiencias con
cánticos y bailes y banderas, pero eso nunca es todo para ganar una
elección.
Al
parecer nadie está dispuesto a admitir la enorme decepción de
muchos frenteamplistas a partir de que el primer gobierno se apartó
de postulados históricos de izquierda. Eso generó la pèrdida de
miles de votantes, pero fundamentalmente de miles de militantes
comprometidos con el proyecto de izquierda. Lo cual generó, además,
el vaciamiento continuo de los Comités de Base.
Los
síntomas más notorios de esa decepción, fueron el desprendimiento
de sectores (el 26 de Marzo y parte de la CI), el alejamiento de
referentes históricos y éticos, fundadores del FA como Guillermo
Chifflet y Helios Sarthou, y el comienzo de la pèrdida de votos en
Montevideo.
Este
retroceso por izquierda, fue de alguna manera compensado por un
cambio sustancial de la composición del electorado frenteamplista,
que fue incorporando -a medida que el FA se iba corriendo hacia la
derecha- a votantes de la derecha y del centro (y no solo votantes,
hasta legisladores ex integrantes de la JUP). De hecho, el FA comenzó
a perder fuerza en Montevideo y a aumentar su electorado en el
interior, tradicional reducto conservador.
El
FA del 71 era un conglomerado de izquierda con postulados de
izquierda (antiimperialista, antilatifundista, antioligárquico).
Pero se ha ido transformando, entre otras cosas para lograr llegar
al gobierno, y el FA que llegó al gobierno no es ni la sombra de
aquel. Se ha transformado notoriamente en sus formulaciones
programáticas, se ha ido modificando en sus referencias ideológicas,
y ni que hablar en su convocatoria electoral y política (en el
sentido de los destinatarios de su mensaje).
Y
cuando un partido de izquierda se corre hacia el centro para ampliar
su apoyo electoral, y luego llega al gobierno y aplica un programa de
centro, no es tan extraño que sus votantes -que a esa altura son
mayoritariamente de centro o de derecha- puedan volcarse
eventualmente hacia otro partido que los represente mejor.
Cuando
un partido se transforma en “catch-all”, es posible que crezca
electoralmente e incluso que obtenga el gobierno (el FA es una clara
prueba de ello). Pero eso tiene sus costos. Fundamentalmente el
lavado ideológico logra sin duda la ampliación de posibles
electores, pero hacen cada vez más difícil las distinciones en
clave ideológica entre unos partidos y otros (los signos de
identidad quedan reducidos a cuestiones instrumentales, la agenda de
derechos, etc,). De esta forma, las diferencias entre derecha e
izquierda tienden a reducirse cada vez más y el concepto
predominante es el centro político. El electorado que se consigue no
es un electorado cautivo ni mucho menos.
De
manera que si el FA sigue hoy perdiendo votantes de izquierda, y
además votantes de derecha (que se van a Cabildo Abierto, entre otros), no puede
ser ninguna sorpresa para nadie.
José Luis Perera
Comentarios