FORMULAS CANTADAS (2ª Parte)
FORMULAS CANTADAS (2ª parte)
En nuestra nota de la semana pasada analizábamos un artículo del compañero Rafael Michelini acerca de lo que el considera una “fórmula cantada”, y decíamos que una afirmación del compañero –la de que el FA necesita captar los votos del centro para ganar en primera vuelta- merecía un análisis más detenido. No pretendemos agotar ese análisis en esta nota, pero si tirar sobre la mesa algunos elementos a tener en cuenta en la discusión.
Cuando se hace un programa que sea potable para los votantes del centro, y se presenta a las elecciones una fórmula que sea atractiva para los votantes del centro, irremediablemente el resultado será un gobierno de centro (en caso de ganar las elecciones con una propuesta de ese tipo, cosa por demás dudosa). El propio Michelini lo sabe, ya que gracias a cuestiones como estas hoy estamos juntando firmas (él mismo lo está haciendo) para anular la ley de impunidad. Ese tema podría haber sido resuelto de manera muy diferente si compañeros de nuestra fuerza política no hubieran propuesto en el Congreso previo a las elecciones de 2004 la necesidad de no plantear la derogación de la ley (no se hablaba en ese momento de anulación) ya que eso nos podía hacer perder las elecciones (en definitiva, captar votos del centro). Se rebajó el programa para obtener votos del centro. Un programa de izquierda hubiera sido realmente claro y transparente en ese sentido, y hubiera planteado la derogación de la ley. Pero como vemos, rebajar el programa significó dejar de lado una reivindicación histórica de las fuerzas de izquierda. Y si la izquierda llega al gobierno para no llevar a cabo sus reivindicaciones históricas entonces no queda claro para qué lo hace, y eso es también un flanco débil ante la opinión pública. Y lo mismo sucede –quiérase o no- con los candidatos. Rafael Michelini dice en su artículo que la fórmula (Astori-Mujica) “…aumenta la capacidad de penetración de la propuesta electoral frenteamplista hacia el centro, en aquellos electores tradicionalmente más esquivos y renuentes. Y para ganar en primera vuelta, resulta imprescindible inclinar el apoyo de esos ciudadanos sin afiliación ni pertenencia política, que definen su voto en cada elección según el grado de confianza que les despierta el candidato. Son los electores que se ubican al centro del espectro político, son muchas decenas de miles y definen, nos guste o no, las elecciones nacionales”. Creemos que si, que eso es indudablemente así. Pero hay que ser conscientes de lo que significa tratar de ganar por cualquier medio algunos miles de esos votantes (es obvio que no se los puede conquistar a todos). Uno puede entender que el candidato que diga que vamos a traer inversión extranjera directa porque esa es la forma de generar puestos de trabajo y mejorar el nivel de vida de la gente pueda ser más atractivo para ese sector del electorado que otro que plantee un mayor peso del Estado y un énfasis superior en el mercado interno. Pero tengamos claro que el candidato que gane llevará adelante la propuesta que dijo y no otra. Tal vez un candidato que proponga acuerdos comerciales tipo TLC con los Estados Unidos sea más atractivo para esos votantes de centro, en contraposición con el candidato que sostenga que está bien comerciar con quien sea pero sin las ataduras de un acuerdo y menos con el imperialismo. Pero con esos planteos suceden dos cosas: por un lado, que cuando se llega al gobierno luego hay que aplicar lo que se dijo, y por otro lado, que mientras se rebaja el discurso para ganar votos por el centro se van perdiendo por la izquierda. Y eso nos lleva de la mano a analizar lo que ha sucedido con nuestro gobierno.
¿POR DONDE PERDIMOS VOTOS?
El Frente Amplio ganó las elecciones con más del 50% del electorado en octubre de 2004. Hoy las encuestas (esas que tanto gustan de esgrimir algunos compañeros) indican que la oposición suma un 43% contra el 42% del FA, que del 50% de las elecciones pasadas hoy baja 8 puntos porcentuales. Por cierto, este tipo de encuestas maneja en sus cuestionarios la fórmula tan exitosa y arrolladora para algunos compañeros. Pero la pregunta que debemos hacernos es: ese 8% del electorado que perdimos por el camino, ¿es un electorado del centro? ¿lo perdimos porque hicimos un gobierno tan de izquierda que no pudo satisfacer a aquel electorado del centro que habíamos captado en el 2004? ¿no cabe la posibilidad de que sea exactamente al revés? ¿que por hacer un gobierno demasiado hacia el centro hayamos perdido los votos de izquierda? Cuando días pasados el compañero Baráibar de Asamblea Uruguay en una entrevista dice que “Hoy tendría que haber centenares de militantes que salgan a convencer a la gente en los barrios sobre la gestión del gobierno”. Y se queja de que eso no se está haciendo: “Vamos a los comités de base, a las coordinadoras, al plenario, a la mesa política, y es una larga lista de cuestionamientos, de observaciones o de desconfianza con relación a la gestión de gobierno”, ¿se está refiriendo al descontento de votantes de centro? ¿o más bien está señalando una cruda realidad: el descontento de muchos votantes de izquierda con algunos de los rumbos tomados por el gobierno, muchos de los cuales directamente abandonaron el FA y otros se fueron para sus casas? Si no analizamos correctamente estas cosas, corremos el riesgo de equivocarnos feo, y si nos equivocamos el resultado será perder las elecciones, cosa que nadie en el FA quiere.
Lo reiteramos, para nosotros lo primero es el programa. Pero fundamentalmente un programa que profundice los cambios, no un programa cuyo objetivo sea captar votos. Baráibar lo planteaba de esta manera: “Puede haber un candidato “X” que interprete muy adecuadamente determinado programa, pero que después resulta derrotado en las elecciones de 2009, y el programa que se aplica en las elecciones de 2010 a 2015 no es el programa más a la izquierda que se pretendía, sino que es el programa restaurador de la coalición blanquicolorada”. La conclusión parecería ser: rebajemos el programa para que quienes ganemos las elecciones seamos nosotros…aunque después tengamos que aplicar un programa que no es el nuestro. No hay que olvidar que el objetivo principal de una campaña política es el de determinar cómo un candidato, o un partido político, responderán mejor a las necesidades y expectativas de los potenciales votantes para lograr, primero, su adhesión; segundo, su voto el día de las elecciones y, tercero, su apoyo durante el desempeño del cargo que haya ganado mediante ellas. Es decir, no se puede hacer un planteo de centro y después hacer un gobierno de izquierda porque no se lograría el tercer objetivo. Tal vez esa pueda ser la opción para algunos compañeros frenteamplistas. No nos engañamos al respecto, y somos conscientes de que el Frente Amplio es un conglomerado de capas sociales diferentes y sectores con propuestas políticas que abarcan un espectro muy variado de objetivos. Algunas de esas propuestas sin duda que son de centro. Pero de lo que tampoco tenemos dudas es que la más amplia mayoría de nuestro Frente Amplio está decidido a girar hacia la izquierda en su propuesta de gobierno para 2010, y eso se da de bruces contra la intención de ganar votos del centro por la vía de fórmulas potables y programas light.
En nuestra nota de la semana pasada analizábamos un artículo del compañero Rafael Michelini acerca de lo que el considera una “fórmula cantada”, y decíamos que una afirmación del compañero –la de que el FA necesita captar los votos del centro para ganar en primera vuelta- merecía un análisis más detenido. No pretendemos agotar ese análisis en esta nota, pero si tirar sobre la mesa algunos elementos a tener en cuenta en la discusión.
Cuando se hace un programa que sea potable para los votantes del centro, y se presenta a las elecciones una fórmula que sea atractiva para los votantes del centro, irremediablemente el resultado será un gobierno de centro (en caso de ganar las elecciones con una propuesta de ese tipo, cosa por demás dudosa). El propio Michelini lo sabe, ya que gracias a cuestiones como estas hoy estamos juntando firmas (él mismo lo está haciendo) para anular la ley de impunidad. Ese tema podría haber sido resuelto de manera muy diferente si compañeros de nuestra fuerza política no hubieran propuesto en el Congreso previo a las elecciones de 2004 la necesidad de no plantear la derogación de la ley (no se hablaba en ese momento de anulación) ya que eso nos podía hacer perder las elecciones (en definitiva, captar votos del centro). Se rebajó el programa para obtener votos del centro. Un programa de izquierda hubiera sido realmente claro y transparente en ese sentido, y hubiera planteado la derogación de la ley. Pero como vemos, rebajar el programa significó dejar de lado una reivindicación histórica de las fuerzas de izquierda. Y si la izquierda llega al gobierno para no llevar a cabo sus reivindicaciones históricas entonces no queda claro para qué lo hace, y eso es también un flanco débil ante la opinión pública. Y lo mismo sucede –quiérase o no- con los candidatos. Rafael Michelini dice en su artículo que la fórmula (Astori-Mujica) “…aumenta la capacidad de penetración de la propuesta electoral frenteamplista hacia el centro, en aquellos electores tradicionalmente más esquivos y renuentes. Y para ganar en primera vuelta, resulta imprescindible inclinar el apoyo de esos ciudadanos sin afiliación ni pertenencia política, que definen su voto en cada elección según el grado de confianza que les despierta el candidato. Son los electores que se ubican al centro del espectro político, son muchas decenas de miles y definen, nos guste o no, las elecciones nacionales”. Creemos que si, que eso es indudablemente así. Pero hay que ser conscientes de lo que significa tratar de ganar por cualquier medio algunos miles de esos votantes (es obvio que no se los puede conquistar a todos). Uno puede entender que el candidato que diga que vamos a traer inversión extranjera directa porque esa es la forma de generar puestos de trabajo y mejorar el nivel de vida de la gente pueda ser más atractivo para ese sector del electorado que otro que plantee un mayor peso del Estado y un énfasis superior en el mercado interno. Pero tengamos claro que el candidato que gane llevará adelante la propuesta que dijo y no otra. Tal vez un candidato que proponga acuerdos comerciales tipo TLC con los Estados Unidos sea más atractivo para esos votantes de centro, en contraposición con el candidato que sostenga que está bien comerciar con quien sea pero sin las ataduras de un acuerdo y menos con el imperialismo. Pero con esos planteos suceden dos cosas: por un lado, que cuando se llega al gobierno luego hay que aplicar lo que se dijo, y por otro lado, que mientras se rebaja el discurso para ganar votos por el centro se van perdiendo por la izquierda. Y eso nos lleva de la mano a analizar lo que ha sucedido con nuestro gobierno.
¿POR DONDE PERDIMOS VOTOS?
El Frente Amplio ganó las elecciones con más del 50% del electorado en octubre de 2004. Hoy las encuestas (esas que tanto gustan de esgrimir algunos compañeros) indican que la oposición suma un 43% contra el 42% del FA, que del 50% de las elecciones pasadas hoy baja 8 puntos porcentuales. Por cierto, este tipo de encuestas maneja en sus cuestionarios la fórmula tan exitosa y arrolladora para algunos compañeros. Pero la pregunta que debemos hacernos es: ese 8% del electorado que perdimos por el camino, ¿es un electorado del centro? ¿lo perdimos porque hicimos un gobierno tan de izquierda que no pudo satisfacer a aquel electorado del centro que habíamos captado en el 2004? ¿no cabe la posibilidad de que sea exactamente al revés? ¿que por hacer un gobierno demasiado hacia el centro hayamos perdido los votos de izquierda? Cuando días pasados el compañero Baráibar de Asamblea Uruguay en una entrevista dice que “Hoy tendría que haber centenares de militantes que salgan a convencer a la gente en los barrios sobre la gestión del gobierno”. Y se queja de que eso no se está haciendo: “Vamos a los comités de base, a las coordinadoras, al plenario, a la mesa política, y es una larga lista de cuestionamientos, de observaciones o de desconfianza con relación a la gestión de gobierno”, ¿se está refiriendo al descontento de votantes de centro? ¿o más bien está señalando una cruda realidad: el descontento de muchos votantes de izquierda con algunos de los rumbos tomados por el gobierno, muchos de los cuales directamente abandonaron el FA y otros se fueron para sus casas? Si no analizamos correctamente estas cosas, corremos el riesgo de equivocarnos feo, y si nos equivocamos el resultado será perder las elecciones, cosa que nadie en el FA quiere.
Lo reiteramos, para nosotros lo primero es el programa. Pero fundamentalmente un programa que profundice los cambios, no un programa cuyo objetivo sea captar votos. Baráibar lo planteaba de esta manera: “Puede haber un candidato “X” que interprete muy adecuadamente determinado programa, pero que después resulta derrotado en las elecciones de 2009, y el programa que se aplica en las elecciones de 2010 a 2015 no es el programa más a la izquierda que se pretendía, sino que es el programa restaurador de la coalición blanquicolorada”. La conclusión parecería ser: rebajemos el programa para que quienes ganemos las elecciones seamos nosotros…aunque después tengamos que aplicar un programa que no es el nuestro. No hay que olvidar que el objetivo principal de una campaña política es el de determinar cómo un candidato, o un partido político, responderán mejor a las necesidades y expectativas de los potenciales votantes para lograr, primero, su adhesión; segundo, su voto el día de las elecciones y, tercero, su apoyo durante el desempeño del cargo que haya ganado mediante ellas. Es decir, no se puede hacer un planteo de centro y después hacer un gobierno de izquierda porque no se lograría el tercer objetivo. Tal vez esa pueda ser la opción para algunos compañeros frenteamplistas. No nos engañamos al respecto, y somos conscientes de que el Frente Amplio es un conglomerado de capas sociales diferentes y sectores con propuestas políticas que abarcan un espectro muy variado de objetivos. Algunas de esas propuestas sin duda que son de centro. Pero de lo que tampoco tenemos dudas es que la más amplia mayoría de nuestro Frente Amplio está decidido a girar hacia la izquierda en su propuesta de gobierno para 2010, y eso se da de bruces contra la intención de ganar votos del centro por la vía de fórmulas potables y programas light.
Comentarios
Además, la preocupación es que el programa se recorta, o se "derechiza", cada vez más y como bien decís, los votos que hoy se pierden son los de los propios frenteamplistas. Y uno se pregunta, en aras de captar votos de la derecha, hasta dónde estamos dispuestos a llegar con los recortes??
Sabíamos que este no iba a ser un gobierno revolucionario, pero sí era de esperar que los cambios se fueran profundizando más y más.
Estamos a las puertas de la posibilidad de ser gobierno nuevamente si no nos dormimos en los laureles y no defraudamos a nuestra propia gente, los frenteamplistas.
Se corre el riesgo, según lo veo, que por tanto afán de querer acercar a la derecha por la vía de recortar el programa, nos terminemos pareciendo a ella. E inevitablemente me viene a la memoria aquello de: "Camina como pato, se mueve como pato.........es un pato".