EL PROBLEMA DE LA UNIDAD EN UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA (Análisis de la estrategia del Partido Comunista Uruguayo a la luz de los resultados)
- SÉPTIMA PARTE -
¿QUÉ HACER?
Lo primero es analizar estas
cuestiones, ver lo que que se ha avanzado –si es que se ha avanzado-, y si no se
avanzó, por qué, qué es lo que hay que modificar de la estrategia y la táctica.
Si hace más de medio siglo, se planteó como estrategia la unidad de la clase
obrera y de las fuerzas de izquierda, para lograr determinados objetivos
básicamente anticapitalistas, antilafundistas, antioligárquicos y
antiimperialistas, y habiendo logrado la unidad hoy estamos parados en el mismo
punto que hace medio siglo atrás (siendo generosos), algo necesita ser
analizado.
Y lo que digo y propongo no es una
genialidad que se me haya ocurrido a mi, puesto que eso no es algo que suela
pasarme. Lo que digo y propongo ya lo decía Lenin hace bastante tiempo:
“Lo más seguro, cuando se trata de
un problema de ciencia social, y lo más necesario para adquirir realmente el
hábito de enfocar este problema en forma correcta, sin perdernos en un cúmulo
de detalles o en la inmensa variedad de opiniones contradictorias; lo más
importante para abordar el problema científicamente, es no olvidar el nexo
histórico fundamental, analizar cada problema desde el punto de vista de cómo
surgió en la historia el fenómeno dado y cuáles fueron las principales etapas
de su desarrollo y, desde el punto de vista de su desarrollo, examinar en qué
se ha convertido hoy”.
(V. I. Lenin. "SOBRE EL ESTADO".
Conferencia pronunciada en la Universidad Sverdlov el 11 de julio de 1919).
Si elaboramos una línea política
cuya estrategia central era una línea de lucha antimonopolista,
antilatifundista, antiimperialista, como forma de acumulación de fuerzas para
crear la base para la política de alianzas del partido y su actividad en el
movimiento obrero y popular con el objetivo de resolver la cuestión fundamental
del poder; poder popular que crearía la base económica cuya característica
básica sería la socialización de los medios de producción concentrados y la
planificación central, y hoy estamos integrando un gobierno cuyo norte es el
libre mercado y se asusta hasta de construir un frigorífico multimodal que no
asustó al batllismo, allí hay cosas para analizar.
La realidad objetiva nos dice que no
existe un sistema socioeconómico intermedio entre el capitalismo y el
socialismo, y por lo tanto no existe un poder intermedio. El poder lo ejercen
las clases dominantes. Si bien el Partido desarrolló la teoría de “democracia
avanzada”, la misma tiene que ver con determinadas características políticas
que estamos lejos de tener. Y en este punto quisiera transcribir unas
reflexiones de María Luisa Battegazzore en lo que tiene que ver con la
categoría “democracia avanzada” en Rodney Arismendi:
DEMOCRACIA AVANZADA
“En Lenin, la revolución y América
Latina, un extenso estudio del problema de las vías, la expresión “democracia
avanzada” –por lo demás, un término de raíz leninista- reviste básicamente dos
sentidos. Primero, orientación política: así habla de “partidos y
personalidades democráticos avanzados, en general subjetivamente socialistas
...” Pero además, caracteriza un régimen político-social que, al mismo tiempo,
pueda ser camino de aproximación al socialismo, dependiendo de las condiciones
histórico-sociales, en particular, de qué clases o sectores de clases
hegemonicen el bloque histórico. Entre los conceptos de “régimen” y “ruta”,
estado y proceso, no hay relación de exclusión, sino contradictoriedad
dialéctica”.
Y más adelante:
“A nuestro parecer, en el
pensamiento de Arismendi, la posibilidad de que, dentro del marco de las
instituciones burguesas, un gobierno con mayoría de las fuerzas populares
alcance a configurar un régimen democrático avanzado, deriva de las siguientes
condiciones:
· el carácter de clase del bloque
social que lo impulsa y qué clase o sectores de clase tienen la hegemonía o la adquieren
en el curso del proceso
· el programa que efectivamente
ponga en práctica, esto es, su capacidad de tomar medidas radicales en el
sentido de la democratización de las relaciones económico-sociales y también
jurídico-institucionales, ensanchando la participación efectiva, y no sólo
formal, del pueblo en las tareas de gobierno.
· la acción de las masas populares
conscientes y movilizadas, sosteniendo e impulsando el proceso, imprimiendo su
sello y marcando rumbos
· una orientación al menos subjetivamente
socialista, es decir, la voluntad y el proyecto de trascender y superar los
marcos del capitalismo.
Esto excluye el concepto estático de
democracia avanzada como etapa cerrada. Pero sobre todo implica la preparación
consciente en esa dirección, que exige modificar no sólo las relaciones
económicas y jurídicas. Es necesaria una transformación moral: educar en nuevos
valores, crear nuevos hábitos, nuevas formas de convivencia, construir en la
vida social las formas concretas de realización de las tendencias
democratizadoras, “de cara al futuro y no al pasado”. Sería bueno recordar las
conclusiones de Lenin a partir de la experiencia del trabajo voluntario, así la
forja del “hombre nuevo” que proponía el Che. Pensamos que es en este sentido
que Arismendi habla de “los valores universales de la democracia”
En ese sentido, difícilmente podamos
hablar de democracia avanzada hoy en día, ni por las clases que conducen, ni
por el programa que se pone efectivamente en práctica, ni por la acción de las
masas sosteniendo el proceso, ni por una orientación al menos subjetivamente
socialista, ni por una voluntad de superar los marcos del capitalismo. Eso está
claro. Pero tampoco me atrevería a decir que estamos avanzando en democracia
rumbo a una democracia avanzada.
Y es bueno plantearse estas cuestiones morales cuando está en la agenda la más que probable segunda candidatura de uno de esos siniestros personajes.
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