EL PROBLEMA DE LA UNIDAD EN UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA (Análisis de la estrategia del Partido Comunista Uruguayo a la luz de los resultados)
- SEGUNDA PARTE -
LA UNIDAD COMO ESTRATEGIA
No hay ninguna duda de que el PCU ha
desarrollado a lo largo de su historia, pero particularmente luego del XVI
Congreso, una lucha permanente y sistemática por la unidad en su dimensión
estratégica. Esto es, unidad total de la clase obrera, unidad de las fuerzas de
izquierda, democráticas y avanzadas, y unidad de todo el pueblo, en el ámbito
nacional; unidad del movimiento comunista, unidad y acción concertada de todas
las fuerzas políticas y sociales progresistas para enfrentar al imperialismo,
en el ámbito internacional.
En primer término, la unidad total
de la clase obrera, que a través de un prolongado proceso transformó un
movimiento sindical partido en tres y con fuerte impronta de amarillismo e
intromisión de la embajada de los EE.UU., en un movimiento unido y clasista,
que agrupó en una central única, la CNT (y luego el PIT-CNT), a la totalidad de
los obreros de la industria y el transporte, los gremios de docentes a todos
los niveles, las organizaciones de la cultura, de los trabajadores rurales, en
suma la totalidad de los asalariados.
En segundo término, la unidad total
de las fuerzas de izquierda, que habría de culminar el 5 de febrero de 1971 con
la conformación del Frente Amplio. A partir del golpe de estado de 1973, el
objetivo fundamental de derribar la dictadura puso el tema de la unidad en su
máxima amplitud, y a la vez en la mayor profundidad. El objetivo cardinal pasó
a ser la derrota de la dictadura a través de la más amplia unidad de todos los
sectores políticos y sociales de oposición.
Y sin duda que esa lucha por la
unidad se desarrolló en todo tiempo y lugar durante los años de la dictadura,
porque el PCU peleó por defender la continuidad del Frente Amplio en el
interior del país y en el exilio, enfrentando las diversas tendencias a
minimizar su influencia, a diluirlo, a declararlo caduco, a despreciar su lucha
por la libertad o a reemplazarlo por otras cosas.
No se trataba, está claro, de una
batalla por la unidad por la unidad en sí, cual si fuera un fetiche. El PCU
analizó las bases económicas de la sociedad, las relaciones de clase que se
generaban dentro de esas relaciones de producción, y en consecuencia,
desarrolló una teoría de la revolución uruguaya, de su carácter y de la
estrategia a desarrollar, en donde la unidad era el factor determinante.
Como lo explica Jaime Yaffé (¿LAS
URNAS DE LA REVOLUCIÓN? Democracia y estrategias revolucionarias en Uruguay
(1959-1967)) “...a partir de una caracterización de la estructura
económico-social del Uruguay como un capitalismo deformado por la dominación
imperialista y con rasgos semifeudales, y del reconocimiento de la necesidad de
recorrer por ello una primera etapa en el proceso revolucionario que, bajo
conducción obrera, tendría carácter agrario y antiimperialista, se proclamó el
carácter estratégico de la unidad de las distintas corrientes ideológicas que
constituían el sindicalismo y de la unidad política de todos los actores
políticos y sociales que compartiesen con el comunismo posturas
antiimperialistas y progresistas”.
Se trataba de unir, en torno a la
clase obrera –la clase revolucionaria por su condición de explotada, según Marx- a todos
aquellos sectores y capas de la sociedad (capas medias de la ciudad y el campo,
estudiantes, intelectuales, pequeña burguesía emprendedora, etc…) objetivamente
aliadas en buena parte del camino a recorrer, concretamente en una primera
etapa liberadora, con objetivos claramente antiimperialistas, antioligárquicos
y antilatifundistas. Hoy diríamos, objetivos antisistema; subjetivamente
socialistas.
La cuestión que hoy en día está
planteada, desde mi modesto punto de vista (y como lo señalaba en la primera
parte de este trabajo), es si las condiciones objetivas del país y el mundo
siguen siendo las mismas que engendraron nuestra estrategia, o si los cambios
ocurridos a lo largo de casi sesenta años en esa realidad objetiva, ameritan una
revisión de la misma.
Pero ver y analizar detenidamente
que es lo que NO se ha logrado y por qué. Lo que no se logró, por qué no se
logró ¿fue la estrategia errada o su aplicación inadecuada? ¿O los objetivos a
lograr con determinada estrategia? Porque nadie podrá decir que la estrategia
para lograr la unidad no dio sus frutos y que el Partido Comunista no ha sido
el artífice principal de esa unidad. Pero la unidad era la estrategia para
lograr determinados objetivos, ¿estos objetivos se lograron? Y si no se
lograron más de medio siglo después, ¿se ha avanzado al menos algo hacia esa
meta? ¿es sensato seguir festejando y defendiendo a toda costa y eternamente la
unidad como si la unidad fuera el objetivo y no parte de la estrategia?
Pero además, la unidad que expresada
hoy en el Frente Amplio, ¿es la que en principio buscaban los comunistas?
¿Realmente el FA representa hoy la unidad en torno a la clase obrera de los
sectores y capas medias de la ciudad y el campo, de los intelectuales? ¿de
cuáles intelectuales? ¿Dirige la clase obrera el proceso; o al menos: el
proceso está fuertemente influido por la ideología de la clase obrera? Cuando
la clase obrera dice “Frigorífico Nacional”, y el presidente de un gobierno del
FA dice: “ni lo sueñen, no nos vamos a meter con la rosca ganadera” ¿qué está
significando?
TEORIA Y PRAXIS
Recientemente, en una intervención
en Cuba en la Conferencia sobre el Equilibrio en el Mundo, decía el actual
secretario general del PCU, Eduardo Lorier: “Y en Martí ambas cosas se dieron
indisolubles, pues cumplió con aquello que tan acertadamente mencionaba Adolfo
Sánchez Vázquez, de “transformar, sí, y en primer lugar, pero transformar sobre
la base de la interpretación, del conocimiento, de la teoría. Interpretar,
conocer, teorizar, también, pero en relación con la práctica. De este modo, la
teoría cumple una función no de por sí, por sí sola, pues las ideas por sí
solas no cambian nada, no transforman el mundo, sino en virtud de su nexo con
la práctica. Trincheras de ideas valen tanto como trincheras de piedras, nos
dice Martí”.
Y de eso creo que se trata ahora,
desde mi punto de vista, de analizar la relación de la teoría con la práctica
concreta, porque solo con la teoría no se cambia nada, y porque si la práctica
demuestra que la teoría está errada, algo se debe hacer con eso.
Lenin decía (en Tres fuentes y tres
partes integrantes del marxismo) que “Los partidarios de reformas y mejoras
se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan
que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por
la fuerza de unas u otras clases dominantes. Y para vencer la resistencia de
esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea,
educar y organizar para la lucha a los elementos que puedan -y, por su
situación social, deban- formar la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo
nuevo”.
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