CRÓNICA DE UNA PERSECUCIÓN
A mediados de 2011, diversos hechos que tienen que ver con
los derechos humanos, desataron la indignación de muchos ciudadanos preocupados
por el tema, los que se sintieron además desconcertados y atónitos. Y no era
para menos. En primer lugar -y el hecho más notorio- el proceso que culminó en
el naufragio del proyecto interpretativo que anulaba los efectos de la ley de
impunidad. No vamos a entrar en detalles que todos ya conocemos sobre ese
proceso. El proyecto interpretativo que anulaba los efectos de la ley de
impunidad naufragó en la madrugada del viernes 20 de mayo, día de la marcha del
silencio. El proyecto interpretativo que terminaba con la impunidad formal,
había sido aprobado en la Mesa Política Nacional (integrada por los mismos
sectores que están en el Parlamento) y enviado a la Cámara de Diputados donde
fue votado por los 50 diputados, se le hicieron modificaciones por parte de los
sectores políticos en el Parlamento para que pudiera ser aprobado en el Senado,
y allí fue votado por todos los senadores, con el único voto contrario del
traidor Saravia; luego el presidente Mujica y el vice Astori concurrieron van
al Parlamento a pedir a sus legisladores
que no voten el proyecto, logrando convencer a otro traidor: Víctor
Semproni.
EL ATAQUE A LA JUEZA MOTA
Luego que el semanario Búsqueda
informara que la jueza Mariana Mota estuvo en la Marcha del Silencio,
organizada por familiares de desaparecidos el 20 de mayo, la Suprema Corte le
pidió a la jueza que en 48 horas informara si estaba en el lugar y en ese caso
qué hacía allí. Hasta donde sabemos, nuestra Constitución de la República en su
artículo 77, numeral 4º establece: “Los magistrados judiciales… deberán
abstenerse, bajo pena de destitución e inhabilitación de dos a diez años para
ocupar cualquier empleo público, de formar parte de comisiones o clubes
políticos, de suscribir manifiestos de partido, autorizar el uso de su nombre
y, en general ejecutar cualquier otro acto público o privada de carácter
político, salvo el voto”.
Es evidente que cualquier juez
que concurra a una Marcha en defensa de los derechos humanos no está formando
parte necesariamente de ninguna comisión o club político, ni está suscribiendo
ningún manifiesto (de hecho la marcha del silencio ni siquiera cuenta con una
parte oratoria, y menos un manifiesto, y menos aún partidario), ni está
ejecutando ningún acto público de carácter político. Un juez que concurra a una
marcha en defensa de los derechos humanos universales, está manifestando su
adhesión a esos principios universales, que deben estar por encima (y lo están)
de cualquier bandería política. Lo que debería suceder, y lo que enorgullecería
a la gran mayoría de los uruguayos, y lo que incluso les llevaría tranquilidad
y confianza en la Justicia, sería que todos los jueces de nuestro país
participaran de una marcha en defensa de los derechos humanos, de la verdad y
la justicia.
Además del precepto
constitucional, está también la Ley Nº Ley 15.750 (Ley Orgánica de la
Judicatura y de Organización de los Tribunales), la que establece en su
Artículo 94 que los Jueces se abstendrán:
1º) De expresar y aun insinuar su
juicio respecto de los asuntos que por ley son llamados a fallar, fuera de las
oportunidades en que la ley procesal lo admite.
2º) De dar oído a cualquier alegación que las partes o terceras personas a nombre o por influencia de ellas, intenten hacerles en forma distinta de la establecida en las leyes.
Y en este caso, menos se puede aún decir que el participar en una marcha en defensa de los derechos humanos, de la verdad y la justicia, sea expresar su juicio respecto de los asuntos en los que el juez o la jueza están llamados a fallar. Porque en el juicio, el juez se manifestará en cuanto a la culpabilidad o no del acusado, pero es de suponer que no se manifestará en cuanto a la pertinencia o no de los derechos humanos universales protegidos, y que todos los jueces tendrán en cuenta esto último.
DELITOS COMUNES2º) De dar oído a cualquier alegación que las partes o terceras personas a nombre o por influencia de ellas, intenten hacerles en forma distinta de la establecida en las leyes.
Y en este caso, menos se puede aún decir que el participar en una marcha en defensa de los derechos humanos, de la verdad y la justicia, sea expresar su juicio respecto de los asuntos en los que el juez o la jueza están llamados a fallar. Porque en el juicio, el juez se manifestará en cuanto a la culpabilidad o no del acusado, pero es de suponer que no se manifestará en cuanto a la pertinencia o no de los derechos humanos universales protegidos, y que todos los jueces tendrán en cuenta esto último.
Para completar este panorama, la
Suprema Corte de Justicia (SCJ) ratificó por mayoría que las violaciones a los
derechos humanos cometidas por la última dictadura militar son delitos comunes
y no de lesa humanidad, por lo que prescribirían el 1 de noviembre de 2011.
Si, claro, eso es lo que dice la
Corte. Que secuestrar a una persona en otro país con personal pago por el
Estado, para luego traerla a nuestro país y someter a esa persona a las más
terribles torturas en dependencias del Estado y por funcionarios del Estado,
para luego asesinarla (puede ser por ejemplo castrándola y dejando que se
desangre), y finalmente hacer desaparecer el cadáver, que un delito como ese,
no tiene nada de diferente al robo de una gallina o a una rapiña. La única
diferencia es que el ladrón de gallina y el rapiñero van a una cárcel común, a
donde van todos los delincuentes, mientras que el secuestrador, torturador y
asesino múltiple va a un lugar con todas las comodidades, especialmente
acondicionado para él.
Es comprensible entonces la
indignación, no ya de los militantes de izquierda, sino de todos aquellos
ciudadanos que comprenden cabalmente la dimensión trágica de las violaciones a
los derechos humanos cometidas durante la dictadura.
Y la indignación era
comprensible, además, porque estas cosas que describimos no sucedían –como
algún distraído podría llegar a pensar- en Honduras, por ejemplo, que vivía
bajo una dictadura, o en algún país gobernado por la derecha más reaccionaria.
No, estas cosas estaban –están- pasando en un país considerado ejemplo de
democracia en muchas partes del mundo. La confirmación de la impunidad y su
profundización en tres actos, sucedía en este Uruguay, en este país que pagó
tan alto precio por la recuperación democrática, en este país que tuvo en su
momento el record mundial de presos políticos en proporción a su población. Y
bajo un gobierno de "izquierda". Es acá donde suceden estas cosas, en
el país que –mientras esos hechos ocurrían- había sido elegido para presidir el
máximo organismo de derechos humanos de las Naciones Unidas.
LA PERSECUCIÓN CONTINÚA
No es un tema nuevo, y tampoco es
exclusivo de ningún lugar en particular. Cuando uno recorre la prensa mundial,
se da cuenta que la persecución a los jueces es una forma más de manifestación
del poder, y que se aplica en todas partes en forma más o menos desembozada.
Desde la convulsionada Colombia, pasando por los jueces de Túnez, o por
Honduras y España.
Nueve meses después, veíamos con
sorpresa (o no tanto) que desde diferentes ámbitos se volvía a presionar a la
jueza Mota, esta vez, por las declaraciones hechas en una entrevista al diario
Página 12 de Argentina, a donde la magistrada viajó invitada por el Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Centro Internacional para la Justicia
Transicional (ICTJ), para hablar sobre su experiencia como jueza penal de séptimo
turno en donde investigaba los delitos cometidos por la dictadura.
¿Y qué cosas tan graves expresó
la Dra. Mota en esa entrevista? Habló por ejemplo del delito de desaparición
forzada y de su tipificación como tal en nuestro país, habló de la dictadura uruguaya
, delos muertos, desaparecidos y presos políticos. Dijo que según un informe de
Amnistía, uno de cada cincuenta uruguayos había sido interrogado, que los
funcionarios públicos eran calificados según su vinculación con organizaciones
sociales o políticas que fueron ilegalizadas, etc. Explicó lo ocurrido luego de
la marcha del 20 de mayo de 2011: “Dijeron que había cometido delito al
manifestarme políticamente y que debían excluirme de continuar conociendo en
las causas. Antes que eso, cuando proceso a Calcagno, como no estaban de
acuerdo con la tipificación del delito, el ex presidente Batlle y el ex
vicepresidente Gonzalo Aguirre fueron a hablar a la Corte para que me
sancionaran. Señalaron ante la prensa que era una jueza hitleriana. La Corte no
me sancionó, pero dijo que había faltado a la ética judicial, cuando en
realidad la marcha es convocada por organizaciones sociales y de derechos
humanos, sin ningún tinte político”.
Luego de eso, el presidente
Mujica afirmó en la prensa que le “llamó la atención” que “ni la
Suprema Corte de Justicia ni nada parecido” se haya pronunciado sobre los
dichos de la jueza penal Mariana Mota, quien elogió al gobierno argentino por
su política de derechos humanos y cuestionó al uruguayo.
Y ¿qué fue lo que molestó al presidente y por lo cual
esperaba un pronunciamiento de la SCJ o de “algo parecido”?
El periodista argentino le preguntaba a Mariana Mota:
“¿Cómo analiza el apoyo del gobierno uruguayo al proceso de Verdad y Justicia
en su país?”, a lo cual la jueza respondía:
“No hay una promoción de los derechos
humanos para que esta situación que es nacional y nos marcó a todos
se esclarezca. Es bien diferente al gobierno argentino en esa materia. Mujica y
el ministro de Defensa fueron rehenes de la dictadura. Tal vez por eso no
puedan ver con objetividad un proceso dictatorial que los tuvo como víctimas”
Y la pregunta que hacíamos entonces –y seguimos haciendo-
es: ¿Hay alguna duda que en nuestro país no hay un interés real por parte del
gobierno de que estas cosas se esclarezcan? ¿Hay alguna duda de que la actitud
del gobierno argentino es bien diferente a la del uruguayo? Una prueba
contundente es que mientras en la Argentina por ese entonces la Secretaría de
Derechos Humanos de la Nación dictaminaba que un juez estaba “inhabilitado
éticamente” para desempañarse en el alto tribunal “por su acreditada
participación en organismos de poder” durante la última dictadura militar,
en nuestro país se intentaba inhabilitar a una jueza por su compromiso con los
derechos humanos. ¿Se puede dudar de que Mujica y Huidobro pierden objetividad
en estos temas?
Y la otra pregunta: ¿Eran estas declaraciones político
partidarias? Claro que no. Y como no lo eran, era evidente que se estaba ejerciendo una presión absolutamente
indebida e inmoral sobre la jueza Mota.
Y no eran solo Jorge Batlle,
Gonzalo Aguirre, Mujica, Huidobro, la SCJ y la prensa de derecha quienes
ejercían esa presión. En la tertulia del Espectador, un viernes por ese
entonces, estaban Carlos Maggi, Juan Grompone, Matilde Rodríguez y Mauricio
Rosencoff. Emiliano Cotelo propone como tema las declaraciones de la Jueza Mota
al diario argentino página 12, y las lee. Pregunta quien empieza, y Carlos
Maggi pide la volada para arrancar.
Y allí, este intelectual de
derecha comenzó a vomitar insultos sobre la jueza Mariana Mota, entre los
cuales destaco: "desbocada", "desequilibrada",
"prejuzga y no puede seguir ejerciendo la justicia en un campo en el cual
ella está totalmente embanderada de antemano", “no da garantías ninguna”.
"Un juez fanático es un peligro público", "sería bueno que
pasara a ejercer en el derecho civil, donde pueda hacer menos daño al honor y a
la libertad de las personas".
En un determinado momento, hace
mención a unas declaraciones anteriores en las que la jueza Mota comenta sobre
los interrogatorios a mujeres víctimas de la represión, a veces les pregunta si
fueron violadas y ellas contestan que no, pero que tiene la convicción de que
sí. Y dice Maggi: "Lo que tiene es ganas de que las hayan violado
para poder juzgar a más gente de una manera feroz".
Se podría tomar uno a uno los
comentarios de Maggi, y analizar la pertinencia o no de la acusación hacia
Mariana Mota. Se podría uno preguntar que significa para Maggi embanderarse de
antemano en el campo de los derechos humanos ¿sobre qué hay que tomar partido
en ese campo? ¿se debe elegir entre la defensa de los derechos humanos o la
impunidad para sus violadores? ¿se debe embanderar alguien con la verdad y la
justicia o debe optar por el bando de la impunidad y el silencio? Si esas son
las opciones, entonces no se trata de un insulto sino de un elogio, puesto que
al parecer la jueza Mota se habría embanderado de antemano con las banderas de
la defensa de los derechos humanos, cosa que ojalá todos los jueces de este
país sin excepción hicieran.
¿Condenar a asesinos múltiples
como Juan María Bordaberry, acusado de crímenes perpetrados durante su período al
frente de la dictadura de (entre otros) Fernando Miranda y Ubagesner Chaves
Sosa, y la “desaparición forzada” de Arpino Vega, Luis Eduardo González
González, Juan Manuel Brieba, Carlos Arévalo, Julio Correa Rodríguez, Otermin
Montes de Oca, Horacio Gelós Bonilla y Eduardo Bleier, es la razón por la que
Maggi acusa a Mota de “juez fanático y peligro público”?
Resulta que para la mente enferma
de este fantoche de ultraderecha, el fanático y peligro público no es el que
viola la Constitución, da un golpe de Estado y se convierte en asesino múltiple
de trabajadores y militantes sociales, sino que es la jueza que lo manda en
cana.
Pero no vale la pena hacer ese
análisis, porque más que acusaciones, cuando se largan todas juntas y en
cascada pasan a ser insultos, y los insultos no son tema de análisis.
MAURICIO ROSENCOFF
A continuación,
habló Mauricio Rosencoff quien dijo: "me tiene sin cuidado
los comentarios de la jueza Mota, en una justicia donde hay una característica
de sobriedad, de no hablar de los temas cuando los temas se están tratando, que
es una de las características de la justicia que tenemos en este país. Creo que
lo de ella es una especie de desacato, a algo que es una ley general. creo que
es un tema de desacato".
Este señor, ignora (¿será que lo ignora?) que la jueza no
puede hablar de los casos concretos que está tratando, pero que en las
declaraciones a Página 12 no habló de ningún caso en particular sino de los
derechos humanos en general. Pero Rosencoff igual la acusaba, y además ya le
adjudicaba hasta el nombre del delito por el cual habría que condenarla:
desacato.
Y luego Rosencoff -este señor que
supo ser de izquierda- se quejaba de que la jueza Mota comparara la situación
de los derechos humanos de Argentina y Uruguay diciendo que “...hace
comparaciones y no se por qué no las hace con Brasil o con España”,
soslayando (¿por descuido?) que Mota estaba haciendo declaraciones a un medio
argentino, en Argentina, sobre la justicia en el tema derechos humanos.
Pero luego, Rosencoff descubría la pólvora, y
agregaba: “Cuando los temas llegan a la justicia, que no sientan los
jueces o las juezas, como “la Mota”, que ellas son las que han llevado al
estrado los cuestiones punibles”. Además de hablar con desprecio de Mariana
Mota (Rosencoff dice “la Mota”) dice algo muy obvio, ya que los jueces no son
quienes llevan los casos a sus sedes, sino los fiscales, ante denuncia o de
oficio, pero nunca los jueces.
MATILDE RODRIGUEZ (de
Gutierrez Ruiz)
Matilde Rodriguez Larreta de
Gutierrez Ruiz fue quien intervino a continuación. “La jueza Mota
cometió un error, casi diría yo de incontinencia verbal, ante periodistas que
le buscan la boca sobre estos temas que están en el candelero y venden”,
dijo Matilde. Acusación en realidad hacia los periodistas, que serían quienes
preguntan sobre estos temas "porque vende" (curiosamente nada dijo
Emiliano Cotelo al respecto, siendo que él mismo estaba preguntando sobre
ello), pero que pone a la jueza en el lugar de un pelele que no se da cuenta de
por donde viene la mano.
Luego dijo : “creo que el
argumento que hace con respecto a Mujica y a Fernández Huidobro es -como dice
Carlos (por Maggi) al revés, dice que ellos por estar
involucrados son más rencorosos, y es al revés”, “me parece que ahí hay
una tergiversación que no tiene nada que ver con la lógica”.
Y obviamente la tergiversación
proviene de Matilde y no de Mariana Mota. Porque la jueza no dijo en ningún
momento que Mujica y Huidobro sean más rencorosos por estar involucrados. Lo
que dijo textualmente fue: “Mujica y el ministro de Defensa fueron
rehenes de la dictadura. Tal vez por eso no puedan ver con objetividad un
proceso dictatorial que los tuvo como víctimas”. Una cosa es decir que tal
vez no puedan ver con objetividad y muy otra decir que son rencorosos. Seguramente
Matilde Rodriguez sabe que hay una diferencia.
JUAN GROMPONE
Y hablando de tergiversaciones,
Juan Grompone aportó lo suyo en su intervención “Decir que la línea
argentina sobre los derechos humanos es fantástica y maravillosa, y no es como
en el Uruguay que es mala es un error de apreciación”.
Que obviamente no fue lo que dijo
Mariana Mota, sino textualmente: “No hay una promoción de los derechos
humanos para que esta situación, que es nacional y nos marcó a todos, se
esclarezca. Es bien diferente al gobierno argentino en esa materia”.
Dejo para el final unas palabras de Maggi dichas luego de
las intervenciones de Rosencoff y Matilde, porque dicen mucho respecto de los
contertulios. Cotelo le va a dar la palabra a Juan, pero Maggi pide para decir
algo, y dice lo siguiente:
“Yo en este tema esperaba la palabra de Mauricio y la
palabra de Matilde, y he quedado prendado de lo que dijeron, y muy orgulloso de
estar en la misma mesa que ellos”.
Nada que agregar.
EL TRASLADO
Mariana Mota dirigía también la
investigación judicial sobre el accidente en junio de 2012 del avión de la
empresa Air Class que se estrelló en el río de la Plata. En este siniestro
murieron los pilotos Walter Rigo y Martín Riva. Tras una primera búsqueda y
rescate de los restos del avión, Mota ordenó al Ministerio de Defensa continuar
la búsqueda de más restos, pero el ministro Fernández Huidobro desobedeció el
mandato judicial.
La magistrada cuestionó al ministro en el programa Santo y
Seña de canal 4, y dijo que Fernández Huidobro podía incurrir en desacato al
desconocer su orden de continuar con la búsqueda de los restos del avión
accidentado el 6 de junio de 2012.
Tras meses sin cumplir la orden
judicial, a fines de enero de 2013, el ministro decidió retomar la búsqueda y
por orden de la jueza Mota convocó nuevamente al buzo y rescatista Héctor Bado,
pero faltando pocos días para retomar la búsqueda, el 13 de febrero, la Corte
decidió remover a Mota del juzgado penal que ejercía y la trasladó a un juzgado
civil.
El presidente de la Corte, Jorge
Ruibal, aseguró que el traslado no tenía nada que ver con las diferencias que
tuvo Mota con el gobierno de Mujica y con el ministro de Defensa.
NO SE ACABA EL MUNDO
La senadora Lucía Topolansky
afirmó en esos momentos a Montevideo Portal que “el mundo no se acaba
por el traslado de un juez”, y agregó: “Me preocupa mucho más la
resolución sobre el impuesto a la tierra”. También dijo que “…quienes
están movilizados en contra del traslado se olvidan de que en el Uruguay los
poderes son independientes".
No se hubiera acabado tampoco si
la dictadura duraba 40 o 50 años, ni el mundo hubiera implosionado si el pueblo
uruguayo hubiera ignorado los sufrimientos de quienes estaban presos en las
mazmorras de la dictadura. Pero fuimos muchos los que, a pesar de que no era el
fin del mundo, dimos una dura lucha por acabar con la dictadura y por lograr la
liberación de los presos políticos (incluida la señora Lucía Topolanski). Así
como luego dimos y seguimos dando (somos porfiados) una dura batalla por la
vigencia y el pleno respeto de los derechos humanos, por la investigación de
los sucedido, por la aparición de los desaparecidos.
Sin embargo, era evidente que con
el traslado de una jueza como Mariana Mota, podían suceder muchísimas cosas,
que aunque menos graves que el fin del mundo, eran gravísimas para el sistema
democrático en su conjunto, y afectaban a cientos de personas que desde hace
muchísimos años luchan por lograr esos dos elementos que van unidos y que son
insoslayables: verdad y justicia. Cosas que afectan al sistema democrático
porque ponen en duda la independencia tan mentada del Poder encargado de
administrar la justicia, porque tienden a mantener la impunidad de los crímenes
más aberrantes cometidos en este país a lo largo de su historia, y porque esa
impunidad en definitiva es funcional a las clases en el poder.
Porque además le daban un golpe
bajo a la esperanza. Afectaban al sistema democrático porque además, no se
trataba simplemente del “traslado de una jueza”, sino de la jueza que tenía a
su cargo más de 50 casos de violaciones de los derechos humanos, la que había
puesto tras las rejas a asesinos múltiples como Juan María Bordaberry, el
dictador, y la que había demostrado y sostenido un criterio acorde al derecho
internacional de los derechos humanos.
De conformidad al art. 99 de la
ley 15.750 Ley Orgánica de la Judicatura: "Los Jueces Letrados con
efectividad en el cargo, durarán en sus funciones todo el tiempo de su buen
comportamiento hasta el límite establecido en el artículo 250 de la Constitución.
No obstante, por razones de buen servicio, la Suprema Corte de Justicia
podrá trasladarlos en cualquier tiempo de cargo o de lugar...".
Y uno tiende a pensar que tal vez
habían sí razones de "buen servicio"....que llevaron a la SCJ
a trasladar a la Jueza Mota de lo penal a lo civil….si lo que se pretendía era
prestar un buen servicio a la impunidad de los violadores de los
derechos humanos
Topolansky nos advertía a quienes
nos movilizamos en defensa de la jueza Mota, pero también en defensa de los
derechos humanos y contra la impunidad, que la Justicia es independiente.
Independencia que, desde luego, no está en cuestión cuando un presidente
(representante del Poder Ejecutivo) insinúa públicamente que la SCJ debe hacer
algo con una jueza que se atreve a criticar al gobierno por su nula
colaboración con la justicia en el tema de los derechos humanos.
Independencia que, desde luego,
no es avasallada por un ministro de Defensa que impide que esa jueza pueda
tomar fotografías en un cuartel como pruebas para una causa sobre violación de
los derechos humanos.
El parlamento pidió a la SCJ que concurriera a explicar las razones del traslado y la Corte se negó a hacerlo. Luego se hicieron pedidos de informe que la SCJ contestó por escrito, reiterando las razones de "buen servicio"
El parlamento pidió a la SCJ que concurriera a explicar las razones del traslado y la Corte se negó a hacerlo. Luego se hicieron pedidos de informe que la SCJ contestó por escrito, reiterando las razones de "buen servicio"
El 15 de febrero, día que se
efectivizaba el traslado de Mariana Mota con un acto en la sede de la SCJ,
diversas organizaciones sociales convocaron a concentrarse para brindarle el
apoyo.
Como es sabido, hubieron
forcejeos y desalojo por parte de la policía a quienes ingresaron al recinto a
dar el apoyo a la jueza.
Un artículo de La Diaria del 19 de
febrero decía lo siguiente: “…ayer se lanzó una campaña para que
quienes estuvieron el viernes en la sede de la SCJ lo asuman públicamente y
justifiquen los motivos”.
Como estuve allí, escribí un
artículo que decía lo siguiente:
LA INDIGNACIÓN
La primera razón por la que
concurrí ese día, es seguramente la indignación. Indignación que es producto de
lo arbitrario y hasta prepotente del traslado de la jueza Mota; aún admitiendo
su legalidad. Creo que en principio esa es la reacción natural y lógica de un montón
de gente, que siente, ante arbitrariedades como esa, indignación, dolor y
decepción. Y por cierto, me consta que el viernes 15 no estaba allí toda la
gente indignada por ese hecho.
Y la indignación, en este caso,
no es producto de un hecho sorpresivo. Es producto de un conocimiento de lo que
está en juego, y de la participación y el seguimiento a lo largo de muchos años
de lo que es la lucha por los derechos humanos y el reclamo de justicia por los
crímenes cometidos por la sangrienta dictadura que asoló nuestro país.
No es una indignación sorpresiva,
si uno se decepcionó hasta el llanto cuando se votó la ley de impunidad, cuando
uno trabajó denodadamente para recolectar las firmas para que hubiera
referéndum contra esa ley, cuando militó activamente por el voto verde y se
volvió a decepcionar, cuando trabajó nuevamente para que hubiera un plebiscito
para anular la ley en 2009 y luego por la papeleta rosada y sufrió una nueva
decepción. Cuando se decepcionó y se indignó nuevamente al ver que una ley de
anulación fracasaba por la traición de un diputado, pero traición conseguida
por el presidente y el vicepresidente que concurrieron al Parlamento a pedirles
a los legisladores de su partido que no la votaran.
Lo que quiero decir, es que uno
puede indignarse aún cuando en el hecho no haya sorpresa. Seguramente me
indignaré nuevamente cuando, en muy poco tiempo, la Corte declare
inconstitucional la ley interpretativa de la ley de impunidad. Y si hay una
manifestación ante la SCJ allí estaré, indignado (*).
LA ARBITRARIEDAD
Porque la indignación viene de la
arbitrariedad del hecho. No es que la SCJ haga algo ilegal; no. Lo que indigna,
es que la Corte haga algo “simplemente porque puede hacerlo”, aún cuando todos
sus miembros seguramente son conscientes del daño que están produciendo. Es eso
lo que indigna.
La Corte sin duda puede hacer
traslados de jueces por “razones de mejor servicio”. Pero la Corte sabe, como
sabemos todos, que no se mejora el servicio sacando a un juez que tiene en sus
manos asuntos importantísimos relacionados con la violación de los derechos
humanos y colocando en su lugar a alguien que tendrá que pasar meses o años
volviendo a leer todos esos expedientes.
Y esa arbitrariedad es la que
indigna, porque las razones "de mejor servicio" están más que claras;
el traslado de la jueza Mariana Mota es el “mejor servicio” que se le puede
prestar a los violadores de los derechos humanos y a la impunidad
Porque el traslado está
justificado en una reestructuración de los juzgados, como si esa fuera la
cuestión más importante que la SCJ y el país tienen en sus manos. Digámoslo
así: la SCJ tiene dos problemas a resolver: 1) la reestructuración de los
juzgados; 2) Uruguay ha sido condenado por la CIDH (caso Gelman) y tiene la
obligación de facilitar un proceso de justicia ágil y eficiente, con el objeto
de esclarecer los hechos ocurridos durante la dictadura y de investigar, juzgar
y sancionar a los responsables.
La SCJ, entre esos dos problemas,
opta por solucionar el primero. Porque retirar a una jueza que conoce muy bien
el tema de los derechos humanos, que se ha especializado en ello, y que tiene
más de cincuenta casos en su despacho, no parece destinado a solucionar el
segundo problema. Antes bien, parece todo lo contrario, parece destinado a
evitar que los hechos sean esclarecidos y que los responsables sean juzgados. Y
también parece –aunque esto se niegue- una sanción por haber aplicado el
derecho internacional de los derechos humanos en sus decisiones judiciales.
De manera que haber estado allí
el viernes 15, es también una manera de brindarle solidaridad y apoyo a
la jueza Mariana Mota por un traslado arbitrario que ella no pidió. Es también
un reconocimiento a su dignísima actuación desde que está a cargo de los casos,
pero también a su coraje y dignidad al participar en la marcha del 20 de mayo,
y a su coraje y dignidad por sus declaraciones en Buenos Aires, esas que tanto
molestaron al presidente al punto de reclamar que la Corte hiciera algo con la
jueza.
PORQUE TENEMOS DERECHO
Y también estuve allí, el viernes
15, porque tenemos derecho a estar, porque el derecho a disentir es lo propio
de las sociedades democráticas. Y la protesta es el ejercicio activo de la
libertad de expresión, forma parte de la vida en democracia y constituye una
forma de participación política.
Está claro que desde el punto de
vista de los gobiernos no todas las protestas son iguales. Algunas son bien
vistas, son “progres”, y no quedaría bien repudiarlas abiertamente, pero hay
otras que son sin duda problemáticas o incómodas, y también las hay
intolerables, las que desestabilizan la comodidad del sistema. Pero la
protesta, en general, no debería ser considerada como un atentado contra la
democracia sino más bien un indicador de la calidad de esa democracia.
El pataleo, muchas veces es la
única vía que algunos sectores tienen para expresar su voz frente a canales
institucionales cerrados y con serias dificultades para acceder a los medios de
comunicación. Muchas veces es la única forma de decir que no se está de
acuerdo, que así no, que eso no se tolera.
Dice Frank La Rue, relator
Especial de las Naciones Unidas sobre Libertad de Opinión y Expresión: “En
ningún caso puede un gobierno o autoridad de Estado limitar la movilización o
protesta social para silenciar la crítica a su gestión o a hechos o acciones
que afecten los derechos de la población. Cabe mencionar, que en muchos países
del mundo la movilización o protesta no tiene requisitos previos, más que
informar oportunamente de su recorrido por razones de organización del tránsito”.
En nuestra Constitución, el
derecho está consagrado en el artículo 38: “Queda garantido el derecho de
reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no podrá ser
desconocido por ninguna autoridad de la República sino en virtud de una ley, y
solamente en cuanto se oponga a la salud, la seguridad y el orden públicos”.
Pero se ha puesto de moda la
criminalización de la protesta, que consiste en “…una estrategia del
Estado, aplicado por gobiernos o la fuerza pública, que implicaría la modificación
y el uso de las leyes para detener y condenar con altas penas a los llamados
activistas sociales, manifiestándose también en otras medidas que —fuera de la
ley y gradualmente— consistirían en señalar, hostigar, perseguir, encarcelar, y
hasta torturar y asesinar a quienes actúan motivados por opciones de vida
políticas, comparándolos con delincuentes y/o terroristas. Desde este punto de
vista, la detención de activistas pretendería inhibir la protesta social; en
sus manifestaciones más extremas constituirían una forma de terrorismo de
Estado. Quienes estarían a cargo de inducir a la deslegitimación de los
activistas y movimientos sociales serían políticos, jueces, policías y medios
de comunicación” (Criminalización de la protesta - Wikipedia).
Y DESPUÉS
Luego, sucedió lo previsto, la
Suprema Corte declaró inconstitucional algunos artículos de la ley
interpretativa de la ley de impunidad, y poco después, la jueza Merialdo
persiguió y procesó a algunos militantes sociales que estuvieron presentes ese
día en apoyo a la jueza Mariana Mota. Los procesados, por el delito de
“asonada”, fueron Jorge Zabalza, Irma Leites, Aníbal Varela, Patricia Borda,
Alvaro Jaume y sus hijos Diego y Eduardo.
A punto de cumplirse un año del
traslado de Mariana Mota, y cuando el nuevo comandante en Jefe del Ejército designado por el poder ejecutivo, Juan Villagrán, en su primer aparición pública declara que sobre los desaparecidos “no hay mucho más que decir”, es bueno recordar.
(*) Cosa que efectivamente
sucedió
Comentarios
PERO ANDO BUSCANDO ALGO QUE ESCRIBISTE SOBRE HUIDOBRO QUE VOTO POR DICIPLINA PAARTIDARIA RENUNCIO COMO SENADOR Y LUEGO FUE NOMBRADO MINISTRO DE DEFENSA POR MUJICA
YA NO ME CABEN EN LA CARPETA PERERA TANTOS ART TUYOS
SALUDOS ARLETTE
El Estocolmo de Mujica
Mujica cumple
Mujica no quería viejitos presos .
https://www.youtube.com/watch?v=LMe7k6-_H6A
Los ministros de la Suprema Corte deberán remitir el pedido a los jueces de las causas para que estos determinen en qué medida se puede tomar aunque, según publica el semanario, puede haber problemas para concretarlo ya que la ley de medidas alternativas establece que no pueden beneficiarse de prisión domiciliaria los procesados por violaciones a los derechos humanos.
No se habían terminado de contar los votos pero sabiendo ya de la mayoría parlamentaria y que de hecho el FA iba a ganar el balotaje, Mujica cumplió su tan anunciada promesa ya estampada sobre el electorado apenas fué confirmado como Presidente y confirmada también la derrota de la rosada gracias -entre otros factores SABOTAJE PEMEDITADO DE CIERTOS SECTORES DEL F.A de que iba a liberar a los "viejitos" ( es decir a los criminales de lesa humanidad condenados y presos por atroces crímenes) antes de que terminara su mandato. Así lo dijo entonces.
Su mandato termina pronto y antes de su fin aquí está el vengativo Mujica aplicando friamente su siniestro plan. Plan porque esta liberación de los criminales es un arreglo gestionado de largo tiempo atrás con los representantes de los verdugos, plan porque encubierto (como ahora) en razones absurdas, se procesa a cambio de algo que no se dice abiertamente pero que todos sospechan: es un trato, es un PACTO ,SE HACE A CAMBIO DE ALGO Más aún, no se dice tampoco quienes han presionado para soltar a "los viejitos" como de manera asqueante Mujica definió a gente que en otros lados (Israel y Alemania por ejemplo, que son "referentes" y "sociedades ideales y democráticas" para Mujica y su gobierno) ha sido o bien colgada o bien ha muerto en prisión en consideración a la magnitud de sus crímenes. Dos ejemplos: Eichman (Israel) y Rudolf Hess (Alemania).
Jamás nunca podrá Mujica convencer a nadie que razone de que aquí no hay un PACTO De contenido desconocido por ahora. Que han habido presiones sea de fuerzas nacionales como internacionales (por ejemplo el conocido asesino serial Obama).
Uruguay seguirá siendo un paria en materia de DD.HH. a nivel internacional con un crédito rozando el mínimo y ahora ya bajo el mínimo posible..Muchos se preguntan si lo de los presos de Guantánamo no está vinculado a esta "movida" post-electoral y de pedidos que van y vienen desde el imperio y se interrogan si acaso no estamos en presencia de favores mutuos.Mujica lo pone en práctica, con descaro total y como una afrenta sin parangón a los familiares de las víctimas así como a la legalidad internacional.Mujica lo hace después de saberse el resultado electoral de manera de no haber arriegado el perder muchos votos por la izquierda, y lo hace también de cara a la segunda vuelta con el fin de congraciarse con votantes colorados En el contexto está también el quizás aún vivo interés de Mujica de volver a intentar ser Premio Nobel de la Paz.
http://contratapapopular.blogspot.com/2013/02/hitorias-de-luchas-traiciones-agachadas_27.html