QUE CUNDA EL EJEMPLO (publicado esta semana en VOCES)


Cuando la socialista Daisy Tourné anunció que dejaba la política ("En el 2014 voy a mirar la campaña por televisión, no creo que esté en ningún lado, ya estoy veterana, voy a tener 20 años de parlamentaria, 22 de maestra. Ya está, ya fui ministra, calmate muchacha y a tomar mate", dijo Tourné al programa de radio La Lata del Partido Socialista) muy pocos le creyeron. E hicieron bien. Hoy sigue apoltronada en el Parlamento como si jamás hubiese dicho lo que dijo.
Cuando Tabaré Vázquez dijo que se retiraba de la vida política activa, luego del papelón que protagonizó con el video en el colegio del Opus Dei (“Presento mis excusas y anuncio mi retiro de la actividad política pública”, dijo), absolutamente nadie le creyó. Y todos hicieron muy bien en no creerle, puesto que volvió como si nada hubiese dicho y fue electo nuevamente presidente.
El propio Pedro Bordaberry dijo en ese entonces sobre la renuncia de Vázquez: “No le creo nada. Es la tercera vez que dice lo mismo y vuelve”.
El senador y ex presidente Luis Alberto Lacalle dijo que “hay que tomarse tiempo para analizar esta noticia”, pero que en principio la reacción de Vázquez le parecía que era más una estrategia “para que lo fueran a buscar a la casa”, cosa que efectivamente -y lamentablemente- sucedió.
El caso de Bordaberry no parece ser igual. En ese sentido, el dirigente colorado es mucho más confiable y serio que los progresistas mencionados anteriormente, y seguramente dejará la política.
La pregunta que tal vez muchos se hagan es: quién pierde con esta renuncia?
Bueno, el país seguro que no. Y no porque existiera la posibilidad de que Pedro Bordaberry, un hombre de derecha, hijo de un dictador, fuera un posible presidente de la república en un futuro inmediato. Eso ni él mismo se lo creería, y tal vez sea una de las razones que lo hayan llevado a abandonar.
Desde el punto de vista político, el panorama se clarifica. Ahora la derecha más a la derecha tiene un único candidato, Luis Lacalle Pou, y seguramente hacia allí se dirigirán la mayoría de los votantes de Pedro.
El centro y la derecha más moderada es un revoltijo de partidos y candidatos, y allí la disputa es grande, puesto que en ese sector del electorado pelean los votos el FA, el PC, el PN y el PI y ahora también el Partido de la Gente (los otros no son gente?), de manera que el gran ganador con la renuncia de Bordaberry es Lacalle Pou, y el gran perdedor -por el momento- sería el Partido Colorado, por obvias razones. Y dependerá del surgimiento de nuevos líderes que puedan capitalizar a los ex votantes colorados que abandonaron el partido hace ya años.
Del punto de vista de clase, aquí no ha pasado nada. Son movimientos internos dentro de las fábricas de chacinados, y los chanchos podrán seguir eligiendo tranquilamente quién será el encargado de faenarlos.
Queda una vía abierta para que el país sí gane con esta renuncia del líder colorado a la política: si existiera un efecto contagio y armaran sus petates unos cuantos personajes que han envilecido la política del Uruguay de los últimos años.


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