ES LO QUE SOMOS (publicado esta semana en VOCES)
Me
resisto a analizar el episodio de las bicicletas en términos de
quien tuvo razón (ninguno la tiene).
Nuestra
sociedad se parece cada día más a una selva (donde reina la ley del
más fuerte). El tránsito es solo una muestra muy visible de esto.
La ley de la selva, la ley del más fuerte (o la ley del revólver,
ahora que algunos quieren volver a la ley de duelo para resolver
problemas de honor), son lo contrario a una sociedad, la que debería
estar organizada en torno a principios, valores e ideales, como
pueden ser la solidaridad, la justicia, la razón, etc.
La
forma de ser de una sociedad se va conformando en torno a una
multiplicidad de factores de la vida cotidiana: el maltrato en el
transporte, las veredas en mal estado, la despersonalización de la
atención telefónica con contestadoras y musiquitas, la explotación
laboral, la radio a todo volumen en el ómnibus, el pungueo diario en
las calles, el abuso de los precios, la prepotencia en el tránsito,
etc.
El
tránsito en nuestro país es una muestra clara de lo que es nuestra
sociedad. Allí se ve claramente la falta de respeto por las normas,
el individualismo, la falta de solidaridad, la prepotencia, la viveza
criolla, la violencia a flor de piel y hasta cierto instinto
asesino.
Las bicicletas son un vehículo más en la calle, y tienen
que circular cumpliendo normas debidamente establecidas. Sin embargo,
los ciclistas reconocen que casi ninguno las respeta, aunque
prefieren diluir su responsabilidad apuntando a la prepotencia
(indudable) de los automovilistas. Como si la cuestión se redujera a
una pelea por la supervivencia en la selva del tránsito capitalino.
Así
somos los uruguayos. Festejamos nuestra viveza y nuestra impunidad.
Nos regocijamos de evitar un gol con la mano, y nos enojamos si no
dejan impune a nuestro crack que mordió al rival. Porque nos hemos
acostumbrado a la impunidad y a la viveza. Somos ese jugador y somos
el político que se compra cosas para sí con la tarjeta corporativa.
Somos el que quiere arreglar las diferencias a los tiros, como
barrabravas en el estadio.
Y somos también el que se afana la guita
de los demás, a través de un cambio o sin él. Somos el ministro de
defensa promoviendo que la población se arme para defenderse, el
productor rural que fumiga sobre la gente, el milico que prepotea en
la comisaría, el que se saltea la cola, el que te pasa por la
derecha, el que circula por la izquierda tan campante, el que te
basurea en las redes sociales, te putea y después te elimina, los
que linchan a un niño por el robo de un celular, y todo eso junto.
El
aumento del parque automotor es una mínima parte del problema; el
problema es el aumento de la grosería, de la prepotencia, del
individualismo, del “hago la mía” y los demás que se arreglen.
No
somos lo que parecemos. Ni tan democráticos, ni tan derechos
ni tan humanos, ni tan
solidarios, ni tan igualitarios. Somos
frustrados y temorosos, egoístas y
discriminadores aunque no lo admitamos. Somos
eso que nos devuelve el espejo de la prensa a diario; lo que hacen y
dicen “los otros”.
No solo la
equidad depende en gran medida de la educación; la convivencia
civilizada también.
José Luis Perera
José Luis Perera
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