SE ACABÓ EL RECREO (por Jorge Zabalza)
País de los amortiguadores,
de instituciones políticas para atemperar las consecuencias sociales
del capitalismo. ¡Qué lindo este Uruguay del republicanismo y la
democracia representativa! De la ficción electoral donde los pobres
se creen iguales a los ricos porque votan en la misma urna y elijen a
quien se encargará de hacerles pagar la Deuda. Las elecciones son,
de verdad, un acto de prestidigitación.
La concordia entre liberales
alcanza su punto culminante en la rambla, entre Punta Carretas y
Malvín, en el país de las banderas frenteamplistas que se abrazan
sin pudor con las de la coalición multi reaccionaria. Un coro de
estómagos rebosantes que entonan el himno nacional.
Sin embargo, pocas cuadras al
norte hay otro país, el de las panzas vacías, el del millón con
ingresos menores a veinte mil pesos, los que no pueden dejar de
pensar en el pesito nuestro de cada día, los que voten a quien voten
seguirán con su vida de anestesiados, alimento de lobos y lobas,
carne de cañón de las cárceles, víctimas del sistema por haber
nacido lejos de la vidriera para turistas.
Tampoco está en la rambla el
tendal que dejó la política económica del astorismo: 160.000
desempleadas y desempleados, otro tanto cuyos empleos bajaron de
calidad, los dueños de pequeños comercios en concordato, los
pequeños productores que debieron abandonar el agro. Esas capas
medias que, mientras financian vía IRPF el asistencialismo social,
ven que las grandes multinacionales no dejan nada para el país.
No hay índice de Gini ni
línea de pobreza que puedan disimular las consecuencias de haber
subordinado la economía a los intereses financieros internacionales.
Sin embargo, como las y los sacrificados en el altar del grado
inversor son mayoría, los partidos compiten para obtener su
consentimiento. Entre todos, los arrean hacia el matadero, testuz
inclinada y chiflando bajito. Es el modo de dominar pacíficamente.
Empero, en esta ocasión, más
de 50.000 electores del área metropolitana, que habían votado al
Frente Amplio en 2014, cambiaron de arriero y fugaron hacia otros
partidos. El electorado uruguayo navega a contracorriente de los
pueblos que, para librarse de la dependencia del capital financiero,
tomaron el control de las calles, avenidas y plazas de América
Latina. Mientras ellos enfrentan balas de goma, tortura, violaciones
y gases lacrimógenos, el pueblo del Uruguay parece haber elevado al
gobierno la representación más vinculada al agronegocio, al capital
financiero y la mano dura.
¿La victoria de la coalición
multi reaccionaria se debe a la mala comunicación o a que la gente
se cansó de versos? Si, señores, dejaron de votarlos porque
disienten con ustedes. No fue la forma en que se comunicó, sino el
contenido de la comunicación.
Véase por ejemplo lo que
ocurrió con los derechos humanos. Aunque de manera diferente que los
gobiernos anteriores, los progresistas también cumplieron con el
pacto del Club Naval. Este es un país donde el político de
izquierda más avezado es quien mejor sabe transar, en secreto y sin
escrúpulos, con los propios criminales, la impunidad de los delitos
de lesa humanidad. Con mucha prudencia y sin ofender a nadie, las
marchas del 20 de mayo expresaron masivamente su disidencia con el
Olvido y Perdón que se adivina en las actitudes y los gestos con que
los gobernantes respaldan la impunidad.
¿Qué habría ocurrido si
Tabaré, Mujica y Astori se hubieran puesto al hombro la lucha por
Verdad y Justicia? ¿Si no hubieran tenido tantas contemplaciones con
el centro militar y los comandantes en jefe del ejército? ¿Si
hubieran dejado de pagar las jubilaciones a los oficiales procesados
y los recluyeran en cárceles comunes? Serían gestos entendibles,
actitudes educadoras para la lucha por Verdad y Justicia y no sus
incomprensibles mensajes que convocan a aguantar pacientemente al
militarismo.
Seguramente las consignas de
las marchas habrían cambiado la desconformidad por los aplausos y la
fuga de votantes habría sido muchísimo menor. ¿Quién dijo que el
gobierno desgasta necesariamente la fuerza política? La gente no
piensa sólo con el bolsillo, necesita creer, tener esperanzas.
Solamente se precisaba desterrar el Olvido y el Perdón.
La derrota comenzó cuando los
apóstatas se convirtieron en operadores de su versión de
neoliberalismo suavizado con asistencia social. ¿Qué hubiera pasado
si, en cambio, hubieran gobernado a lo Salvador Allende? ¿Si no
hubieran cambiado los paradigmas del gobierno? Si hubieran rescatado
del olvido el imaginario transformador, el del Congreso del Pueblo,
el que dio origen a la CNT y al propio Frente Amplio.
Los actuales partidos
políticos progresistas han dejado de expresar y representar la lucha
contra el poder, contra la clase dominante y los centros del
capitalismo mundial. Están integrados al sistema institucionalizado
de dominación. ¡¡En Chile, Bachelet llegó al colmo de mantener el
mismo modelo de producción y distribución que Pinochet!!
Hay una crisis de
representatividad, dicen los politólogos, valoración que, en el
fondo, significa que ellos mismos no creen que el resultado de las
elecciones represente realmente la voluntad del pueblo.
Lo más probable es que el
progresismo continúe colaborando con el neoliberalismo sin
lubricante que ahora accedió al gobierno nacional. Hace rato que
eligieron jugar de “oposición responsable” y acordar aquello que
en la campaña descalificaron como antipopular. Gobierne quien
gobierne, lo esencial continuará por los mismos carriles, unos en la
rambla de Pocitos y otros sobreviviendo como pueden en el Pantanoso.
Hasta que el pueblo, por sí y ante sí, diga basta y arranque a
caminar.
Tal vez, aunque es poco
probable, el retorno al viejo horizonte transformador pueda venir
desde abajo, desde las bases frenteamplistas.
Pese a la sistemática
política de desvalorizar y desarticular el Frente-movimiento, se
produjo la avalancha militante entre octubre y noviembre del 2019. La
dirigencia progresista quiere atribuirse la convocatoria, pero, en
realidad, ella fue organizada desde los comités de base. Su
irrupción significó la derrota de la estrategia de reducir la vida
política al círculo central de los caudillismos y abre las puertas
a la integración del “pueblo frenteamplista” a los movimientos
que lucharán a muerte contra el neoliberalismo puro y duro.
Es que la conducción del
progresismo ha demostrado su incapacidad para tomar la iniciativa en
la lucha por la liberación de la mujer o por la defensa del aire, el
agua y la tierra. No pueden hacerse cargo de la agenda de derechos
porque quieren medrar en el espacio que les permite la clase
dominante, sin salirse de los políticamente correcto. No quieren
transformar la sociedad, revolucionarla. Nunca van a llamar a
conquistar en la calle lo que se perdió en las urnas.
Ya pasó en Ecuador y Chile,
en Bolivia y Colombia. Sus pueblos mestizos debieron asumir, por sí
y ante sí, la conducción de la lucha con el capitalismo.
Movimientos sociales multiétnicos, capaces de poner de relieve los
aspectos más soterrados por la ideología dominante, el
patriarcalismo, la violencia doméstica, el racismo, la destrucción
de los recursos naturales, del agua, la tierra y el aire. Que han
logrado comprender que mientras haya capitalismo habrá
patriarcalismo y violencia contra las mujeres. Que mientras se
cabalgue tras la tasa de ganancia la depredación será el modo de
producir. Movimiento s sociales que han sido capaces de reunirse y
organizar la batalla, de constituir organismos políticos de base
popular, dejando a un lado los progresismos que concilian con el
poder económico y militar. El recreo terminó, la lucha espera.
Jorge Zabalza
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