COMO CENICERO DE MOTO (Mi artículo de esta semana en SEMANARIO VOCES)

En 2011, Tabaré Vázquez  contó ante unos alumnos de un colegio del Opus Dei, que se había planteado la hipótesis (absurda por cierto) de un conflicto bélico con Argentina. “Yo me planteé todos los escenarios, desde que no pasara nada, y al otro día nos levantáramos y estuviera solucionado el problema, hasta que hubiera un conflicto bélico" -dijo- "Me reuní con los tres comandantes en jefe y les planteé el escenario, y me dijeron: 'Bueno... podemos hacer una lucha de guerrilla'... El comandante en jefe de la Fuerza Aérea me dijo: 'Tenemos cinco aviones y combustible para 24 horas; si salen nuestros cinco aviones no vuelve ninguno'".

No sabemos si esta conversación realmente se dio entre el presidente y los comandantes –Vázquez era un mitómano contumaz-, pero es lo que todos sabemos que pasaría en caso de un conflicto con cualquiera de nuestros vecinos.

Si las Fuerzas Armadas son una organización militar del Estado que tienen como misión fundamental defender la soberanía y la integridad territorial ante enemigos externos, es evidente que las nuestras son inútiles por dos razones: 1) no hay enemigos externos a la vista ni los ha habido desde nuestra independencia,  y 2) si los hubiera, no servirían para nada.

Hay quienes sostienen que son necesarias para el mantenimiento del orden interno (que traducido al español significa: reprimir al pueblo cuando sea necesario). Tesis sostenida ni más ni menos que por el ex presidente Mujica en uno de sus programas radiales. Se refirió a las FFAA y la importancia que estas tienen dentro de una sociedad. Dijo que “ningún economista del mundo” puede garantizar que no habrá una nueva crisis mundial como las que se dieron a lo largo de la historia. “Es prudente que pensemos que eso que ha pasado puede volver a pasar y nos tenemos que hacer una pregunta: ¿cuál es la última garantía de una sociedad para asegurar la democracia de derecho?”, interrogó; y se respondió: “la gran garantía es que los cuerpos armados en la hora de las tensiones sociales defiendan la estabilidad institucional”.

Inaudito. La última garantía para asegurar la democracia es que esté asentada sobre bases sólidas, en las que el pueblo consciente, sea el verdadero protagonista y el más interesado en defenderla. Un par de ejemplos: 1) Venezuela 2002: las cámaras empresariales, junto a sectores de la iglesia y con el apoyo de los EEUU, dan un golpe de estado, el que es ejecutado por los militares; quien defiende la democracia -y sale a las calles a hacerlo, desafiando a las fuerzas armadas- es el propio pueblo, que triunfa y repone a su legítimo presidente; 2) Uruguay 1973: crisis en curso, peligra la democracia, las fuerzas armadas se inmiscuyen en la política. El presidente Bordaberry convoca al pueblo a la plaza Independencia y concurren unas 200 personas. Las fuerzas armadas dan un golpe de estado, se quedan 11 años en el poder, asesinan, torturan, roban niños, hacen desaparecer, violan los derechos humanos. Entonces, ¿de dónde saca Mujica que los cuerpos armados son la garantía de la estabilidad institucional a la hora de las tensiones sociales?

En el año 2010, Oscar Arias (presidente de Costa Rica), envió una carta al entonces presidente Mujica, en la que decía así: “En gran parte del mundo, y sobre todo en América Latina, las fuerzas armadas han sido la fuente de la más ingrata memoria colectiva. Fue la bota militar la que pisoteó los derechos humanos en nuestra región. Fue la voz del general la que pronunció las más cruentas órdenes de captura contra estudiantes y artistas. Fue la mano del soldado la que disparó en la espalda del pueblo inocente. En el mejor de los escenarios, los ejércitos latinoamericanos han significado un gasto prohibitivo para nuestras economías. Y en el peor, han significado una trampa permanente para nuestras democracias.”

Nada que agregar.

José Luis Perera

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