ESTE ASUNTO DE LAS ALCALDIAS


adentro muchachos, metiendo y metiendo.
Al túnel muchachos, no hay más pa' perder,
que el viento está soplando y nos viene bien
pa' romper la red.
Jorge Lazaroff

ES UN COMIENZO
Si miramos el globo terráqueo, probablemente contemos con los dedos de la mano los países en el mundo que no tienen alguna forma de gobierno, con autoridades propias, en sus ciudades y pueblos. En América, somos el único, y seremos el último país en instalar este tercer nivel de gobierno. En todas partes se entiende, como algo fuera de toda duda, que cualquier centro poblado con una población más o menos numerosa tenga sus propias autoridades municipales. De manera que el hecho de que nuestra fuerza política, una vez llegada al gobierno, pusiera en blanco sobre negro un marco normativo para que los gobiernos locales se hicieran realidad, no es poca cosa.
Pero la importancia del hecho no radica en que a partir de ahora nos igualamos al resto del continente y el mundo. Lo verdaderamente importante es que la administración municipal, vinculada a la participación real de los vecinos, tiene que ver con el ejercicio real de los principios democráticos. Y esto es así porque cuanto más reducido es el grupo, los asuntos en cuestión afectan más directamente a cada uno de los integrantes del mismo. Aquel vecino que siente que sus opiniones rara vez son tenidas en cuenta -cuando se trata de asuntos nacionales o departamentales- puede lograr que en el ámbito de su municipio sus ideas se plasmen en realidades concretas. Esto transforma a los municipios en escuelas de democracia, y por sí solo este hecho ya es positivo.
ES UN PROCESO
Claro que cuando se trata de descentralización, tenemos que asumir desde el vamos (la experiencia montevideana es aleccionante) que la tarea no es sencilla, que no alcanza con leyes y decretos y resoluciones, que hay que combatir siglos de costumbres que van en sentido opuesto al que nos estamos planteando, que hay que formar y capacitar funcionarios para una nueva forma de entender la administración de los asuntos públicos, pero que también hay que capacitar a los vecinos para que vean a la administración de otra manera, la hagan suya, dejando de lado prejuicios anteriores. Este es un proceso que ni empieza (venimos trabajando por la participación popular desde el fondo de los tiempos) ni termina con la Ley votada en el Parlamento, pero que menos aún termina con la elección de las autoridades municipales el domingo 9 de mayo. Ese será un paso sin duda muy importante en el proceso descentralizador, pero no el único. Si una vez electos los alcaldes (o alcaldesas) y concejales, los frenteamplistas nos vamos para nuestras casas con la satisfacción del deber cumplido, entonces será el comienzo, sí, pero de un nuevo fracaso.

Porque uno de los aspectos fundamentales de la Ley de Descentralización Política, es su apellido: “y Participación Ciudadana”. El título de la ley es correcto. No es posible la descentralización política sin la participación ciudadana, y ésta no es posible sin una verdadera descentralización. Participación y descentralización se retroalimentan, porque la participación ciudadana es un componente básico e ineludible para dar contenido democrático a la descentralización, y la descentralización es el camino para instrumentar esa participación.
LO QUE NO ESTÁ
Es verdad que la ley no es muy precisa en algunos aspectos. O más bien, que no es una ley taxativa, una norma que imponga prescripciones obligatorias que deben cumplirse incondicionalmente para que haya consecuencias jurídicas. Allí se habla en general de “posibilidades”. Es cierto que muchas de las potestades de los municipios son “…sin perjuicio de las atribuciones de las autoridades nacionales y departamentales en la materia”. También que los recursos financieros de los Municipios serán "los fondos que les destinen los Gobiernos Departamentales", y lo que reciban del Estado a través de un fondo que todavía no existe. Todo eso –y mucho más- es cierto. Pero no es menos cierto que la ley establece 4 o 5 principios que desde nuestro punto de vista son esenciales, y que relativizan todo lo que falta. Estos principios están contenidos en el art.3º, e importa destacar al menos tres: 1) la electividad de las autoridades, 2) la gradualidad de la transferencia de atribuciones, poderes jurídicos y recursos hacia los Municipios, y 3) la participación de la ciudadanía.
LA PARTICIPACIÓN, PRINCIPIO ESENCIAL
La participación de los vecinos comienza desde la elección misma de quienes serán los gobernantes a nivel local, y esto no es menor. No es lo mismo los vecinos concurriendo a reclamar a una oficina frente a un funcionario que responde a órdenes del Intendente, que hacerlo frente a quien ha sido electo por esos mismos vecinos. Pero es importante tener en cuenta el segundo principio que señalábamos, porque allí se expresa claramente que la transferencia de atribuciones, poderes jurídicos y recursos –desde los gobiernos departamentales y el gobierno nacional- se hará en forma gradual. Esto significa que el proceso lo harán todos juntos, vecinos y autoridades, en un intercambio creativo que permita ir ajustando las formas y los procedimientos para autogobernarse, en los cuales todos somos aún aprendices. De manera que la descentralización no es un corsé, sino que suministra un marco, dentro del cual gobierno local y vecinos generan ámbitos de decisiones. Los vecinos opinan, elaboran, y definen las necesidades de su entorno, pero colectivizando y discutiendo la realidad de su zona y la de otras, lo que les permitirá ubicarse como protagonistas tanto en lo particular como en lo general.
Pero además, el artículo 5º establece que: “Los Municipios instrumentarán la participación activa de la sociedad en las cuestiones del Gobierno local. Cada Municipio creará los ámbitos necesarios y los mecanismos adecuados, dependiendo de la temática y de los niveles organizativos de la sociedad, para que la población participe de la información, consulta, iniciativa y control de los asuntos de su competencia.” Esto significa que, una vez instalado, el Municipio puede darse los instrumentos que entienda necesarios para hacer efectiva la participación ciudadana en las cuestiones del gobierno local. Y está bien que así sea, porque avanzar en la democracia requiere reconocer y legitimar las redes de participación que existen naturalmente en la vida cotidiana vecinal y fortalecer los procesos de desarrollo local y departamental que necesariamente son diferentes en todo el país, pero también al interior de algunos departamentos. Pero además, cada Departamento puede -a través de la reglamentación pertinente- establecer los mecanismos que entienda adecuados a su realidad. El Proyecto de Reglamento que se está elaborando a nivel departamental en Canelones, por ejemplo, prevé al menos dos ámbitos de interacción entre el gobierno local y los vecinos: las audiencias públicas y los consejos consultivos, lo que no excluye, por supuesto la posibilidad de que en cada Municipio se creen ámbitos propios a la realidad de cada lugar.
CONCLUSION
Lo que parece ser, cuando uno termina de analizar la Ley, y se la ve en su conjunto y no en lo que dice cada una de sus partes, es que habrá tanta descentralización como la población decida que haya. La calidad y la profundidad de la descentralización que se vaya produciendo, estará en relación directa con la participación que logremos generar desde las organizaciones sociales y políticas. Y eso no es ni mucho ni poco, pero tiene la enorme ventaja que ha dejado la pelota en nuestra cancha. Y si la pelota está en nuestra cancha, hagamos lo que decía el “Choncho” Lazaroff.

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