EL MOLDE DONDE SE FABRICÓ EL FRACASO
En 2005, y antes de que el Frente
Amplio iniciara su primer gobierno, Hugo Cores planteaba en un artículo tres maneras de encarar el
porvenir según su visión, aclarando por cierto del riesgo de caricaturizar en
exceso. Esas tres maneras posibles, las describía así:
PRIMERA OPCIÓN: Molde
“Una primera es
centrar las preocupaciones y los debates en las cuestiones económicas que un
gobierno frenteamplista tendrá que enfrentar. (...) la economía, que todo lo
manda, nos lanza al ruedo estableciendo limitaciones infranqueables. Hay que
transitar los márgenes posibles. ¿Cuáles son? Los pretiles estrechos que nos
dejan los otros: los organismos internacionales, los especuladores financieros,
los hipotéticos inversores, las consultoras de riesgo, los manipuladores de
imágenes y noticias. Un margen en el cual actuar conforme a lo que pide el
llamado "sentido común". Ese paquete de ideas, sentimientos y
temores, de fabricación ajena y en serie, que presentado como una papilla de conocimiento
a la que se accede sin esfuerzo, no contraría ni los puntos de partida
conceptuales ni los puntos de llegada funcionales para la sobrevivencia del
poder establecido. (...) Estas muestras de buen comportamiento, economicista y
conformista, podrían ser presentadas como una actitud de madurez, como si, por
fin, la izquierda hubiera aceptado "el-mundo-tal-cual-es". Es la
opción de cambio que no inmuta. La opción "Molde" no aguanta el
tinguiñazo de una pregunta digna de un párvulo " y entonces... ¿para qué
todo?" Los años de lucha, la bandera de Otorgués flameando en los barrios,
los presos y las familias deshechas. La imposibilidad de responder a la
pregunta ¿para qué todo? es tan demoledora, tan definitiva, que liquida
cualquier tránsito fluido por los lineamientos de este encare. Que, más que
encare, ante la masa frenteamplista, sería un descare. Y que además fracasaría,
porque presentándose como viable y apacible, sembraría la confusión, el
descrédito y la pérdida de sentido.
SEGUNDA OPCIÓN (Módico): Un gobierno con buen elenco y pueblo quieto
Para Cores, en esta segunda
opción bastaba con “mejores leyes, honestidad administrativa, fin del
despilfarro, atención a las situaciones de desesperación social, política
exterior con sentido de la dignidad nacional. Tarea principal:
negociaciones políticas destinadas a ampliar los respaldos parlamentarios del
nuevo elenco y a no desentonar demasiado con las indicaciones externas.
Neutralizar la artillería mediática de las derechas, presentándose como muy distintos
a Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Fidel Castro.
La sede principal del quehacer
político se limitaría al ejercicio del gobierno en las instituciones
tradicionales de la democracia representativa al uso "uruguayensis":
Poder Ejecutivo, Parlamento, administración de los Entes Autónomos.
¿Supone cambios esta opción?
Claro que sí. Cambios
sumamente positivos, una suave brisa de aire puro. Nada desdeñable, por cierto.
¿Alcanza ese encare,
llamémoslo módico? Creo que para eso es un poco tarde.
No descarto la necesidad de
ampliar las bases políticas del gobierno. Pero creo que, si esa ampliación se
hace exclusivamente como acuerdo entre las autoridades de los partidos y el
nuevo gobierno, conduce a quedar presos de un juego conocido.
Hugo Cores agregaba además que
esta opción “dejaría intactas, o casi intactas, las bases ideológicas de la
pasividad ciudadana, de la cultura consumista y conformista. Una ciudadanía
apenas para ejercer en algunos aniversarios. Nuevas caras (y nuevos estamentos
y nuevos grupos familiares) para el viejo conformismo uruguayo”.
TERCERA OPCIÓN: Pueblo movilizado
Esta última opción era, para Cores, el “único encare
responsable”, además de ser la idea contenida en el propio programa del
Congreso “Héctor Rodríguez”, programa que bregaba por la profundización de la
democracia, el acrecentamiento del protagonismo obrero y popular, y el estímulo
a otra prensa con otro clima de debates culturales y políticos.
Para Cores, esta última era la
opción “De la movilización de las cabezas, de la acción crítica y creativa
de la Universidad (la pública, la del país) en una resuelta toma de partido por
los intereses populares para cambiar la realidad uruguaya. De la acción sin
temores por parte de los críticos, de los creadores de inquietudes, de los contestatarios.
De los enemigos jurados de toda forma de alcahuetería. De la ampliación, en
Montevideo y en el interior, de las instancias de organización popular.
De encarar el plan de emergencia no como una acción de
arriba abajo, sino como una instancia de reparación --de devolución de lo
indebidamente apropiado-- basada en el protagonismo de la gente organizada. No
como una acción oficial intermediada por infinitas instancias estatales, o
municipales (...), sin presencia y sin decisión ni contralor de pueblo.
Con un sindicalismo clasista,
con fuero sindical y negociación colectiva, consciente que este será su
gobierno, tanto para defenderlo como para alertarlo y, si es del caso, para
criticar a los malos funcionarios”.
Era la opción por un gobierno del
FA “...con el apoyo de un pueblo organizado y consciente, (...) la única
responsable, viable, sensata (...) la única que está a tono con la necesidad de
desarrollar los cambios en paz, con el apoyo entusiasta y arrollador de las
grandes mayorías nacionales”.
LO QUE OCURRIÓ
El primer gobierno del FA (y
también el segundo, sin duda) transitó por la opción “Molde” (encare que al decir de Hugo Cores "más que
encare, ante la masa frenteamplista, sería un descare"); lo que mandó fue
la economía, el discurso de “esto es lo que se puede, no hay otra opción”; el
paquete de ideas de fabricación ajena para una perfecta sobrevivencia del poder
establecido. Basta recorrer los discursos lisonjeros de los grandes centros del
poder capitalista mundial para comprender la funcionalidad política de los
primeros gobiernos del FA.Cierto que con algunos toques de la segunda opción (Módico), como aquello de "Neutralizar la artillería mediática de las derechas, presentándose como muy distintos
a Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Fidel Castro".
Y la pregunta que se hacía Hugo
Cores está pendiente de respuesta: " y entonces... ¿para qué
todo?" Los años de lucha, la bandera de Otorgués flameando en los barrios,
los presos y las familias deshechas”. Pregunta que nos hicimos y nos
seguimos haciendo muchos. Recuerdo una reunión en un local del PS en Ciudad de
la Costa en donde fui a escuchar a Gargano. El tema era la distribución de la
riqueza, y el Polo dijo algo más o menos así: “¡¡¡ Claro que si tocamos al
poder éste va a saltar y se va a poner como loco..claro que sí!!! Pero para eso
queríamos el gobierno...o no?”.
Y las consecuencias de haber
transitado por ese “Molde”, están a la vista y son las que preveía Cores: "...además fracasaría, porque presentándose como viable y apacible, sembraría la confusión, el descrédito y la pérdida de sentido". Una gran decepción y confusión
recorre hoy por hoy la militancia más activa y más comprometida del Frente
Amplio. Y en general, en la sociedad en su conjunto, las consecuencias están
bien descriptas en la nota de Cores: “dejaría intactas, o casi intactas, las
bases ideológicas de la pasividad ciudadana, de la cultura consumista y
conformista. Una ciudadanía apenas para ejercer en algunos aniversarios. Nuevas
caras (y nuevos estamentos y nuevos grupos familiares) para el viejo
conformismo uruguayo”.
¿Y EL FUTURO?
Había una posibilidad, todavía,
de rescatar viejos valores frenteamplistas del 71. Existía una posibilidad,
difícil sí, complicada sí, pero honesta, de intentar transitar por el tercer
modo de Cores, “De la movilización de las cabezas, de la acción crítica y
creativa (...) en una resuelta toma de
partido por los intereses populares para cambiar la realidad uruguaya. De la
acción sin temores por parte de los críticos, de los creadores de inquietudes,
de los contestatarios. De los enemigos jurados de toda forma de alcahuetería.
De la ampliación (...) de las instancias de organización popular”.
Pero esa posibilidad fue enterrada sin honores fúnebres
por quienes hoy creen que lo único importante es ganar una elección, al precio
que sea.
Existía la posibilidad de llevar adelante un gobierno del
FA “...con el apoyo de un pueblo organizado y consciente, (...) la única
responsable, viable, sensata (...) la única que está a tono con la necesidad de
desarrollar los cambios en paz, con el apoyo entusiasta y arrollador de las
grandes mayorías nacionales”.
Pero esa posibilidad fue negada abierta y tajantemente por
quienes promovieron entusiastamente las mismas caras y los mismos personajes y
las mismas propuestas del 2005. Difícilmente sea posible un gobierno de esas
características cuando se habla de renovación y se promueve a Tabaré Vázquez a
la presidencia, quien ha dicho y repetido que no habrá cambio alguno; Tabaré
Vázquez que anuncia a un Danilo Astori como su mano derecha y gurú. Difícil
cuando algunos le agregan a ese cóctel la candidatura de Lucía Topolansky a la
vice presidencia.
Hay luchas todavía, y las respeto y las valoro y las
apoyo, por parte de gente que confía en revertir esta caída libre a la que
llevan la enorme mayoría de los sectores del FA. Pero debo ser honesto: dudo
que esta realidad pueda ser revertida. El triunfo del Dr.Vázquez generará una
fuga considerable de votos de izquierda, lo que llevará al FA a perder las
mayorías parlamentarias. De ahí en más, tendremos un gobierno de un presidente
conservador (T.Vázquez) que conformará un gabinete conservador, sin mayorías
parlamentarias, y negociando ese programa conservador con la derecha. El daño hecho
al proyecto histórico de la izquierda, desde mi punto de vista, es
irreversible, y habrá que barajar y dar de nuevo, llegado el momento.
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