¿PARTIDO, QUÉ PARTIDO? (por Andrés Figari)
En las postrimerías de
la revolución francesa, algunos descubrieron que la tan ansiada
Revolución había sido un fiasco; que sólo había servido para
sustituir a unos poderosos por otros, que el pueblo llano, los que no
eran propietarios, el “proletariado”, seguía tan pobre y
oprimido como siempre. No tenían discrepancias con los “ideales”
de la revolución (Libertad, Igualdad y Fraternidad), tampoco con sus
motivos profundos (mejor distribución de la riqueza).
Así que no se
conformaron y resolvieron modificar la situación de la manera que
les parecía más acertada: organizarse como un “partido” que
apoderándose del Estado, les permitiera imponer su gobierno. A
pesar de que la conspiración fue descubierta y que la “revolución
de los iguales”-como así se llamaba- no se llevó a cabo, no
impidió que algunas de sus ideas básicas – vía marxismo primero
y leninismo después- pasaran a formar parte de las “verdades
reveladas” del pensamiento revolucionario. Entre esas verdades (o
premisas) se destacaban: 1) el proletariado (clase obrera) debía
organizar su propio “partido”, independientemente de los partidos
de “la burguesía”; y 2) su objetivo estratégico sería la
“toma” del poder del Estado (“burgués”). Era la época de
la primera internacional, la de los “parias de la tierra” y de la
“famélica legión”.
Al principio, como el
“proletariado” no tenía derecho al voto, tampoco tenía sus
propios representantes; el “partido” era ilegal y su método de
lucha era necesariamente, conspirativo. Más adelante, cuando lo
dejan votar, el “partido” se hace público y se organiza como los
partidos “burgueses” para competir por las bancas parlamentarias,
con la esperanza de alcanzar la mayoría que le permita formar su
propio gobierno y mientras tanto hacer aprobar leyes que mejoren su
situación económica. Es el origen de la carrera por los cargos y de
la burocracia partidaria. (Segunda Internacional)
Concomitantemente a su
progreso en el terreno legal y a su integración al sistema político,
el “proletariado” empieza a dejar de ver el Estado como el
estado de los “patrones” y pasa a sentirse integrado a la
“nación”. Por otro lado, las mejoras que obtiene por el saqueo
de las colonias y/o por las políticas “inclusivas” surten sus
efectos; el “proletariado” sin patria deviene patriota, el
nacionalismo y el racismo se consolidan y la conquista del poder
político por la vía legal -el “cretinismo parlamentario”,-
(Lenin dixit) se constituye en el método de lucha política por
excelencia.
Dejando de lado las
diferentes maneras que esta visión del “partido” fue aplicada
según el momento y lugar, partía de dos premisas básicas: 1) que
la “contradicción” a dirimir con la burguesía era la cuestión
de la propiedad y consecuentemente, el del acceso a la riqueza y 2)
que el obstáculo que se interponía era su fuerza bruta concentrada
en el Estado. Se creía que si algún día el partido llegaba al
gobierno el resto sería mucho más fácil. Bastaría con poner los
“medios de producción” al servicio del pueblo para que la
revolución del proletariado triunfara (y el mundo fuese más justo).
En ningún lugar ocurrió eso; ni donde el proletariado fue gobierno
por la fuerza de las armas, ni donde su “partido” resultó el más
votado. Si dejamos de lado la casuística, la Historia enseñó otra
cosa.
1) Que la fuerza que se
requiere para terminar con la propiedad privada de los medios de
producción y consecuentemente con el poder de los propietarios, es
infinitamente más grande de lo que se suponía y es mucho más
difuso de lo que se pensaba. 2) Que la mayor parte del poder de los
propietarios reside no tanto en el control que ejercen sobre los
medios de producción, sino en el que ejercen sobre la “cabeza”
del “proletariado” y gracias a ello, en la totalidad de las
instituciones, Estado incluido.
Resumiendo, desde que la
burguesía ejerce el poder político, la clase obrera –salvo
contadas y efímeras ocasiones, no ha sido capaz de derrotarla, entre
otras cosas porque aspira a lo mismo. Paralelamente a
la evolución del capitalismo también ha evolucionado el “sujeto”
de la revolución. El proletariado miserable y rebelde se ha
convertido en clase media integrada, consumista y dócil, que si algo
desea no es justamente una revolución, sino a un parte de eso que
consumen los burgueses y a la que no tiene acceso. Por ese motivo,
cada paso adelante, cada conquista, ha sido - políticamente
hablando- un retroceder hacia el conformismo.
A esta altura es evidente
que el “proletariado” subestimó el carácter de la guerra que
tenía por delante y fracasó en su objetivo estratégico. No era,
(o por lo menos ahora no es) cuestión de “tomar el cielo por
asalto” como se pensó en algún momento, sino de algo muy
diferente; se trata de una guerra de desgaste donde el que tiene
mayores reservas morales gana. En todo caso y si la metáfora bélica
sirve para algo, se trata de una guerra cultural donde la
victoria política vendría como consecuencia de un largo asedio y
después que el “proletariado” haya conseguido imponer sus
propios dioses.
La conclusión que se
desprende de todo esto, es que en ese caso, el “partido” debería
parecerse mucho más a una iglesia que a un ejército y que su lucha
(política) debería estar más cercana al proselitismo religioso que
a las campañas electorales. Si este fuese el camino correcto, si se
lograra derrotar las ideas de la burguesía que nos aplastan, si
fuésemos capaces de imaginar un mundo que no sea una réplica del
que habitamos, no sería tanto por un cambio de “método” como
por una re valuación
de los objetivos.
Andrés Figari Neves
16-12-2015
Comentarios
Pero y el resto de la población que opina? El progresismo ha inaugurado una forma de evadir responsabilidades y justificarse por sus fracasos, que le viene arrojando muy buenos dividendos: Enfrentan a los gremios con el resto de la población, dando la idea que la gente hace paros o huelgas por placer. De este modo este gobierno afiliado al capitalismo más salvaje poniéndole el pais a su servicio, pasa a ser la víctima. Y de este modo los fracasos de esta política anti-nacional, pasa a ser culpa de quienes reclaman lo que el "gobierno de todos" no les puede dar.Y dentro de este panorama desolador, tenemos a los que votaron a esta gente pero que no se animan a reconocer su error, y siguen aferrados cual hincha que sigue sus colores, a pesar de las derrotas. . No por casualidad llegan a diputados o senadores, ministros o presidentes. Con la complicidad claro está, de los dueños de la información, de los formadores de opinión, de los que deciden los gustos de la gente. Ellos son los encargados de presentar un escenario democrático, donde los "discrepadores" ocupan un lugar de privilegio. Es muy importante dar la idea que el elector pueda tener varias opciones. Pero que los que despiertan no despierten demasiado..... y continúen en el equipo más a la izquierda de la derecha. Y allí tenemos entre otros personajes a Constanza Moreira y sus muchachos, a Mujica pasado al capitalismo y la oposición al gobierno (tomar estas cosas con pinza), a algunas figuritas blancas y coloradas ahora reinventados como la esperanza. ? Muchas veces no entendemos a que responden ciertas conductas. Será la necesidad de "pertenecer a algo", de saberse integrado a un grupo que profesa las mismas simpatías? No lo sabemos pero no nos deja de asombrar. Mujica fue Presidente y más allá de la marihuana idiotizadora y su odio a los gremios de la enseñanza o su participación activa en el traslado de la Jueza Mota, no tenemos mucho más para agregarle a su brillante foja de servicios.
Somos así los uruguayos, hasta cuando correremos como el burro detrás de la zanahoria? Cuando nos tomaremos la tarea en serio, para acabar con los charlatanes de feria y vivillos a 200.000 mensuales que ya ni van al Parlamento, pues ha comenzado la etapa playera en el Este? Cuando tomaremos conciencia del poder que tenemos, si nos tomamos la cosa en serio y mandamos al Seguro de Paro a los que se pelean por "representarnos", los que juegan a la "discrepancia", los que venden el País y condenan a nuestros hijos a la esclavitud moderna de un salario de hambre?
Al mismo tiempo somos conscientes que estas cosas poco importan. En un mundo complejo donde se dan cita otros actores, ganados a la indiferencia y la aceptación, es común escuchar: "Eso ya fue, yo quiero vivir ahora", sin importarles cómo. No saben tal vez, que los Pueblos que olvidan su pasado, más temprano que tarde pagarán tremenda omisión.
Pero por ahora nada parece inquietar al Pueblo Uruguayo. El Carnaval ya llegó a las calles, el verano nos espera....Ya se ha anunciado con júbilo, la llegada de 170 cruceros que arrimarán a las costas uruguayas, unos 300.000 pasajeros, tal vez dispuestos con sus cámaras fotográficas a testimoniar para el recuerdo, el país que Mujica vendió en el exterior. Seguramente no tendrán oportunidad pues no figura en la agenda, de visitar las villas miserias del país encantador. Tal vez no percibirán si es que el guía no los aviva antes, que estarán siendo observados por rapiñeros y arrebatadores que les seguiran los pasos. Tal vez regresen a sus paises con una imagen distinta a la que les ofreció el Cantinflas oriental.
La vida continúa como de costumbre, queremos hacer una reflexión: Hasta dónde tenemos derecho de arruinarle la fiesta a la gente, no es acaso el fin de todo gobierno tener a su Pueblo contento? Si esto fuera cierto, deberemos reconocer que el Progresismo cumplió y está haciendo muy bien las tareas para las que fue votado.