NI MITO NI LEYENDA (publicado esta semana en VOCES, en el 50 aniversario del asesinato del Che)
Si
un mito es una historia imaginaria que altera las verdaderas
cualidades de una persona o de una cosa y les da más valor del que
tienen en realidad, y si leyenda es una narración popular que cuenta
un hecho real o fabuloso adornado con elementos fantásticos o
maravillosos, el Che no es ninguna de las dos cosas. El Che es un ser
humano ejemplo de revolucionario, y cuya vigencia se expresa en una
de las mayores obras de la que fue partícipe: la revolución cubana.
Cuando
Fidel dice -entre otras cosas- que “si queremos expresar cómo
aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros
militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de
ninguna índole: !que sean como el Che!, está
expresando no solo un deseo, sino una necesidad. Porque si algo está
siendo demostrado medio siglo después de su muerte es que sin
hombres como él difícilmente cualquier intento revolucionario
llegue a buen puerto.
Sin
duda era un hombre de acción, pero también de un muy elaborado
pensamiento, un hombre de ideas, de una insuperable sensibilidad
humana, pero sobre todo de una intachable conducta y virtudes
morales, y a esto quiero referirme, por tomar algún aspecto de su
vida.
El
Che dijo: “El socialismo económico sin moral comunista
no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo
luchamos contra la alienación… Si el comunismo descuida los hechos
de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser
una moral revolucionaria”.
Esta
idea, que el che asumía para su práctica cotidiana, implicaba que
toda acción humana, desde la más cotidiana hasta la más compleja,
es una acción en potencia revolucionaria, transformadora y
liberadora, y que la revolución de los oprimidos en contra del
sistema es una revolución que, para frenar y extinguir el
capitalismo, tiene que atravesar y transformar todos los ámbitos de
la vida humana.
Todo
el accionar y la concepción revolucionaria del Che, su lectura
crítica y creativa de los clásicos del Marxismo Leninismo, está
impregnado absolutamente de una intención permanente de forjar al
Hombre Nuevo, de construir la nueva moral comunista.
En
su ensayo “el Socialismo y el Hombre en Cuba decía: “Para
construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que
hacer al hombre nuevo. De allí que sea tan importante elegir
correctamente el instrumento de movilización de las masas. Este
instrumento debe ser de índole moral, fundamentalmente, sin olvidar
una correcta utilización del estímulo material, sobre todo de
naturaleza social”.
Cuando
se multiplican por dos los salarios de los ministros de un gobierno
porque “no se les puede pedir tanta poesía”, o cuando se exponen
como grandes logros porcentajes de crecimiento, obtención de grado
inversor, aumentos del PBI o puntos de más o de menos en el empleo o
en la pobreza, pero se dejan de lado como valores la honestidad, la
rectitud, la entrega y la austeridad, se está yendo en el sentido
contrario de lo que el Che predicaba. “No me interesa” diría el
Che.
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