SIN VOLUNTAD NO HAY NADA (mi artículo de esta semana en VOCES)
El problema
de la vivienda tiene sin dudas un componente económico, pero no se
debe olvidar ni por un instante que es fundamentalmente y por sobre
todo un problema social. Esto significa que para resolverlo se
necesitan recursos (financieros, materiales, humanos), pero lo
primordial es la voluntad política para resolverlo. Si no hay esto
último, lo demás no sirve de nada.
Es un
derecho humano fundamental, consagrado en el art.25 de la Declaración
Universal, y como surge del propio texto, si se brindara a los
ciudadanos un nivel de vida adecuado, esto le aseguraría derechos
como a la salud y la vivienda: "Toda persona tiene derecho a
un nivel de vida adecuado que le asegure [a ella], así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial [...] la vivienda."
.
Como
todo modelo en el que el mercado es el que manda, el mercado de la
vivienda en nuestro país, atiende a los segmentos de población que
tienen ingresos suficientes para comprar una vivienda propia. los de
altos ingresos escogen si se hacen una mansión, compran una vivienda
o un apartamento ya hecho, que satisfaga sus gustos y preferencias o
alquilan, si sus cálculos financieros así se lo aconsejan. Los
sectores de ingresos medios tienen menos opciones, pero tienen la
opción de comprar una casa, construir una vivienda en el terreno
comprado anteriormente o bien un apartamento accesible a su
presupuesto. El caso de los segmentos de ingresos bajos, conocidos
como sectores populares, es mucho más complejo. Aquí el problema
central es la falta de ingresos suficientes para poder adquirir una
vivienda, para refaccionar la que se tiene o siquiera alquilar. Y
cuando de alguna forma logran acceder a ella, en algún momento dejan
de pagar, porque lo que no tienen es un nivel de vida adecuado (más
de la mitad de los trabajadores uruguayos ganan un salario
absolutamente insuficiente).
Los
requerimientos de vivienda expresados en el déficit habitacional son
consecuencia de una situación de pobreza y exclusión que afecta a
amplios sectores de la población. La exclusión consiste en
insuficiencia de empleo adecuado y estable, falta de acceso a
créditos, etc. De ahí que la primera expresión de voluntad
política en estos temas es una mejor distribución de la riqueza.
Pero también el apoyo real a los planes concretos.
Cuando un
presidente (Mujica) plantea como buque insignia de su gobierno la
construcción de viviendas a través del Plan Juntos, y destina una
miseria en el
presupuesto para hacerlo, promete construir 4 mil viviendas en cinco
años (cuando el déficit es de más de 50 mil), pero apenas
construye mil, entonces podemos evaluar en su justa dimensión cuál
es la voluntad de solucionar el problema.
El plan
contó para ese quinquenio con un presupuesto total de $ 1.330
millones, de los cuales el 70% (poco más de 30 millones de dólares)
corresponde a ingresos presupuestales y el resto a donaciones,
reintegros y convenios. Al Antel Arena de destinaron tres veces más
recursos que para la construcción de viviendas, 80 millones de
dólares y seguramente terminará saliendo unos 100 millones.
Si algo
quedó demostrado con el proyecto de vivienda popular que se votara
por estos días en el Parlamento, es que la voluntad política del
gobierno para solucionar este problema es igual a cero. Si el defecto
del proyecto es que no tiene un financiamiento, si habrá tenido
tiempo el oficialismo en casi tres años que llevó su tratamiento
para proponer formas de financiarlo!!
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