DOS BIBLIAS Y UN PPS


El compañero presidente, Tabaré Vázquez ha sido claro desde siempre en cuanto a su posición respecto del aborto, y es bueno que así sea. Tiene además todo el derecho del mundo a pensar como se le ocurra, respecto de ese como de cualquier otro tema. Pero lo que también es indudable es que se equivoca de cabo a rabo y que adopta una actitud autoritaria y que no dudo en calificar como lindante con el abuso de autoridad.
Ya en marzo de 2006, nuestro vicepresidente, Rodolfo Nin Novoa efectuaba declaraciones al diario El Observador, en las que afirmaba que Vázquez vetaría la ley de despenalización del aborto si esta era aprobada, y que “podría llegar a disolver las Cámaras si el veto fuese levantado por la Asamblea General”. Algo parecido afirmó hace exactamente un año en Tomás Gomensoro, en el marco de la gira pueblo a pueblo, cuando ante la pregunta de un periodista Tabaré respondía: “La ley de salud reproductiva, es una muy buena ley, que contiene elementos muy positivos, que hay que rescatar. Pero hay otros elementos que ustedes ya conocen y usted me lo pregunta sabiendo lo que me esta preguntando, que filosóficamente, biológicamente, yo no comparto por tanto si vienen incluidos los voy a vetar”. El mismo periodista le pregunta si estaría dispuesto a aceptar un referéndum para que la ciudadanía hable de este tema, y Tabaré responde: “Yo voy a dar mi palabra cuando llegue el momento, en lo que me corresponde para tranquilidad de mi conciencia, la ciudadanía sabrá lo que tiene que hacer”.
Recientemente, la Comisión Nacional de Seguimiento, Mujeres por Democracia, Equidad y Ciudadanía se habría reunido con Tabaré Vázquez y este les habría dicho que “No puedo aceptar la legislación del aborto por una cuestión de conciencia”.
Reitero, el compañero presidente se equivoca. Y se equivoca porque confunde al Poder Ejecutivo con su propia persona. Algo similar a Luis XIV aquel monarca conocido como el «rey Sol» por la brillantez de su corte, y que fuera el máximo representante del absolutismo monárquico, que resumió en la frase «el Estado soy yo». Tabaré no puede decir “yo” no comparto y por tanto “los voy a vetar”.
El artículo 168 de nuestra Constitución (esa con la que se comprometió nuestro presidente a gobernar con ella bajo el brazo) en su numeral 6º establece como una de las potestades del Presidente de la República, actuando con el Ministro o Ministros respectivos, o con el Consejo de Ministros, “Poner objeciones o hacer observaciones a los proyectos de ley que le remita el Poder Legislativo, y suspender u oponerse a su promulgación, en la forma prevista en la Sección VII”.
Es decir, es una potestad no del Dr. Tabaré Vázquez o de quien esté ejerciendo la Presidencia de la República, sino de la Institución Presidente de la República, y además actuando con el Ministro o Ministros respectivos, o con el Consejo de Ministros, que tampoco actúan de acuerdo a sus caprichos personales, sino como instituciones.
Y las instituciones no tienen que compartir “filosóficamente o biológicamente” elementos de una ley, sino que tienen que actuar políticamente. Da lo mismo que la razón esgrimida por el presidente sea una “cuestión de conciencia” o que se levantó de mal humor. Esas son cuestiones que tienen que ver con el fuero interno de cada individuo, y que por cierto que son muy respetables, pero que no tienen por qué incidir en la marcha de un país. Parece ser que al presidente no le importa demasiado lo que piensa u opina su fuerza política, la que lo llevó al sitial que ocupa, y que por amplia mayoría aprueba la ley del aborto. Por encima de eso está su conciencia. Tampoco parece importarle lo que opina la población en general, los uruguayos y uruguayas –como gusta decir el mismo-. Cuando dice que “la ciudadanía sabrá lo que tiene que hacer”, está soslayando nada menos que, si el veto se produce, ya la ciudadanía no tendrá nada que hacer, aunque quiera, porque no habrá ley a la que oponerse. Una encuesta realizada recientemente por Interconsult (y que difundiera el diario Ultimas Noticias) da cuenta de que el 60% de los uruguayos apoya la despenalización del aborto, y el 63% desaprueba un eventual veto presidencial. Puede ser que nada de eso conmueva al compañero Tabaré Vázquez, aunque si debería conmover al Presidente de la República.
Y la Constitución es aún más clara respecto de lo que decimos, cuando en el artículo 165 establece que: “Las resoluciones que originariamente hubieran sido acordadas por el Presidente de la República con el Ministro o Ministros respectivos, podrán ser revocadas por el Consejo, por mayoría absoluta de presentes”. Es decir, las resoluciones no pueden ser nunca del Dr. Tabaré Vázquez, sino que son del Poder Ejecutivo. Y también la Sección VII (que establece la forma en que puede oponerse el Ejecutivo a una Ley) es muy clara cuando en sus artículos se refiere siempre al Poder Ejecutivo, y nunca a la figura del Presidente:
Artículo 137.- Si recibido un proyecto de ley, el Poder Ejecutivo tuviera objeciones que oponer u observaciones que hacer, lo devolverá con ellas a la Asamblea General, dentro del plazo perentorio de diez días.
Artículo 138.- Cuando un proyecto de ley fuese devuelto por el Poder Ejecutivo con objeciones u observaciones, totales o parciales, se convocará a la Asamblea General y se estará a lo que decidan los tres quintos de los miembros presentes de cada una de las Cámaras, quienes podrán ajustarse a las observaciones o rechazarlas, manteniendo el proyecto sancionado.
El compañero Tabaré dijo en su momento que gobernaría con dos Biblias: la Constitución de la República y el Programa del Frente Amplio. La Constitución dice lo que he explicado más arriba. Pero también el Programa del Frente Amplio dice cosas aplicables a este caso en cuestión. Por ejemplo, allí decimos que: “Los acuerdos sociales marcarán el estilo nuevo de gobierno, es la respuesta de la política, en clave política, hacia una sociedad que necesita y debe ser escuchada. Es el compromiso con el desarrollo de una ciudadanía nueva, activa, participativa y responsable”. Y no hay dudas de que el veto a una ley votada mayoritariamente en el Parlamento y que tiene el apoyo mayoritario de la ciudadanía, no es justamente la respuesta política a una sociedad que “necesita y debe ser escuchada”. Y también decimos en nuestro Programa, emanado del Congreso Héctor Rodríguez: “Democratizar el Estado es devolver al Parlamento su carácter de foro crítico. Es necesario redefinir la democracia uruguaya como realización del paradigma representativo y de la participación popular”. ¿Cree acaso el compañero Tabaré, que con el instituto del veto está devolviendo al Parlamento su carácter de foro crítico?, ¿o tal vez realizando el paradigma representativo y de la participación popular? El compañero presidente debería analizar la Ley de Salud Sexual y Reproductiva con los elementos que prometió: la Constitución y el Programa del FA, pero por si no alcanzara, tal vez deba echar mano a otro PPS: Pensar en el Pueblo Soberano.

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