LA ACCIN POLÍTICA Y LA CONDUCTA ÉTICA


La ética, comprende la moral, el derecho y los convencionalismos sociales. La conducta de un hombre es considerada ética, siempre que encamine su vida conforme a las costumbres sociales y normas jurídicas vigentes, y cuyos principios morales no queden solamente en el campo de la abstracción, sino que los concrete mediante su observancia en la práctica. Y hay algunas virtudes que hacen ética a una conducta, y que son además indispensables en un estado democrático. Desde nuestro punto de vista, la actividad política necesariamente debe ir de la mano con una actitud ética, y cuando política y ética no se corresponden, la política se desnaturaliza. Es ahí -cuando surgen las conductas éticamente negativas, la intolerancia, la mentira, el egoísmo, la ausencia de patriotismo (no inviertan si no gano yo, por ejemplo), etc,- cuando la ciudadanía se fastidia con la política y surgen frases del tipo “son todos iguales”. El abandono del camino ético en la política, es tanto más peligroso cuando proviene de la dirigencia política (sea del partido que sea), puesto que es la encargada de dirigir y de dar el ejemplo a la comunidad y que por lo tanto, tiene una mayor responsabilidad.
EL ABANDONO DE LA ÉTICA
Invertir la carga de la prueba, puede ser un procedimiento jurídicamente erróneo y por tanto, seguramente será rechazado por cualquier juez competente en un caso a su cargo. Ese es un aspecto del problema. Pero cuando un político sale públicamente a hacer una acusación muy fuerte contra otro político, y le exige que demuestre que es inocente, no se trata de un procedimiento jurídicamente erróneo, sino de un hecho político éticamente deplorable. Y el Dr. Jorge Batlle no desconoce estos aspectos que tienen que ver con la cosa jurídica, porque precisamente él mismo es abogado (al igual que Luis Alberto Lacalle, y que Jorge Larrañaga), aunque en verdad no se necesita ser abogado para saberlo. Por lo tanto, no se trata de una burrada jurídica, sino de una acción política ausente de toda ética. Así de simple. Y no solo es reprobable porque un político de derecha pretende enchastrar a uno de izquierda. Si algún político de izquierda hubiera salido a decir que el arsenal de Feldman estaba relacionado con la Cámara de Industrias en virtud de que Feldman era gerente de Fondo Forestal cuando Diego Balestra era su director y aparecen juntos en una foto en el año 97, y hubiera emplazado a Balestra a que demostrara su inocencia, el hecho hubiera sido tan éticamente reprobable como el cometido por Batlle. Lo mismo si hubiera relacionado el arsenal de Feldman con el Partido Nacional porque un pariente suyo se encuentra en la lista 71 de ese Partido, la de Borsari.
Y cuando el Partido Nacional contrata a una empresa publicitaria para que monte un spot basado justamente en un hecho éticamente reprobable como el cometido por Jorge Batlle, estamos ante un hecho aún más indecente que el original. Porque además de partir de algo que como está demostrado más arriba es falto de toda ética, el spot agrega a todo ello una mentira descarada, destinada a engañar a la población del interior del país. Todo el mundo sabe que el Dr. Jorge Batlle fue citado al juzgado para que aportara las pruebas de sus dichos y que al salir del mismo fue el propio dirigente colorado el que aclaró que no había aportado ninguna prueba que vinculen a Saúl Feldman y sus armas con los tupamaros, y que lo que había hecho era una declaración política. De manera que cuando el spot nacionalista dice que “Batlle ratificó vinculación del arsenal de guerra con Marenales y Mujica”, miente descaradamente, y sabe que miente, por lo tanto es una acción política carente de ética y abyecta.
¿POR QUÉ LO HACEN?
Que ciertos políticos de este país caigan en semejante juego sucio, solo puede tener una explicación: el manotazo de ahogado. Sin duda que es así. Pero además, está demostrando una absoluta ignorancia de que muchas cosas han cambiado en nuestro país. Nuestra sociedad ya no admite la discusión entre qué es mejor, si un político eficaz o un político ético. Todos sabemos que hace unos cuantos años se decía: “este político es mejor que aquel, porque este roba pero al menos deja vivir”. La rancia derecha de nuestro país debería tomar nota de que los uruguayos ya no se conforman con las migajas que dejaban caer los políticos de turno en el gobierno, y ahora les exigen un buen gobierno y un desempeño ético. Los uruguayos finalmente percibieron que no era inevitable votar por el que robaba un poco menos, y que era posible exigir de los gobiernos ambas cosas, un buen gobierno en lo que tiene que ver con la gestión, y un buen gobierno en relación con la actitud ética ante la ciudadanía. Y ahora ese pueblo pudo comprobar que la izquierda no solo hizo un gobierno infinitamente mejor que los anteriores en cuanto a los resultados, sino que además llevó a cabo un gobierno honrado, austero y decente. Y además pudo comprobar que era cierta la frase de Tabaré: “si alguien mete la mano en la lata…se la cortamos”. Así como la sociedad ha tomado conciencia para exigir respeto a su voto, transparencia en el gobierno, rendición de cuentas, parece que llegó el momento en que va a exigir con más severidad la ética política en todos los actores, sean gobernantes o no.
Los "realistas" y los "realismos" abundan en la historia de la acción y de la doctrina política. El teórico más notable de esta corriente es Maquiavelo, que por ejemplo decía que el gobernante “…necesita tener un ánimo dispuesto a moverse según lo exigen los vientos y las variaciones de la fortuna, y a no alejarse del bien, si puede, pero a saber entrar en el mal si se ve obligado (El príncipe, p. 92). El "realismo político" coincide con el "integrismo político" en que ética y política son irreconciliables, pero mientras que el integrismo moral opta por la ética, el realismo político prefiere sacrificar los principios morales en bien de los intereses políticos. Esta última parece ser la posición adoptada por dirigentes connotados del Partido Nacional y del Partido Colorado (no todos).
Mi teoría es que se sienten perdidos. Planearon la historia del balotaje pensando en que con ello alejarían las posibilidades de acceder al gobierno el Frente Amplio por muchísimos años y les falló, la ilusión les duró apenas cinco años. De todas maneras, mantenían la esperanza de que el gobierno del FA, carente de experiencia, fuera un fracaso, con lo cual ellos volverían triunfantes cinco años después. Los hechos demostraron todo lo contrario, fue el mejor gobierno de la historia y el pueblo volvió a darle la mayoría parlamentaria. Ahora los asusta un hecho que manejan como casi seguro (y que no es improbable): un nuevo triunfo del FA, una gestión de gobierno mejor aún que la actual, con cambios más profundos aún e irreversibles, y la vuelta triunfal de Tabaré Vázquez en 2014, con lo cual sus posibilidades de recuperar el gobierno se les tornaría bastante remota. Por eso el candidato nacionalista manifiesta su firme deseo de que Tabaré no lleve a cabo su intención de dedicarse a la medicina una vez entregado el gobierno. Necesita imperiosamente que Tabaré siga actuando activamente en política con la esperanza de que su popularidad sufra el natural desgaste.
No sabemos si sus temores son fundados, porque deberá correr aún mucha agua debajo del puente, pero si sabemos que el camino antiético emprendido por estos dirigentes políticos no solo no evitará que sus premoniciones se cumplan sino que los hundirá aún más en el lodo que ellos mismos han generado. Y lo hecho no se arregla simplemente con llantos e invocaciones a la divina providencia, que suenan cada vez más falsos cuando provienen de mentes tan retorcidas. Es en el marco de estas actitudes que adquiere mayor relevancia aún la consigna del FA: “Un gobierno honrado, un país de primera”.

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