APUNTES PARA LA DISCUSIÓN (4ª PARTE - EL FRENTE AMPLIO TAMBIÉN)
En nuestras tres primeras notas de análisis, hemos ido repasando algunas cuestiones que tienen que ver con la gestión de nuestro primer gobierno frenteamplista y que desde nuestro punto de vista influyeron negativamente.
Fundamentalmente, el apartamiento de postulados históricos de izquierda, generó la pérdida de aquellos militantes…yo no diría más comprometidos (porque los más comprometidos con el proyecto fueron los que se quedaron), pero sí más entusiastas. Esa es la cuestión medular, porque tal vez a doña María y a Don José no les haya afectado en lo más mínimo todo lo que recordamos en las notas anteriores (TLC, tropas a Haití, Tratado de Protección de Inversiones, maniobras Unitas, etc…), pero si con eso se fueron para la casa los militantes que luego iban a ir a conseguir el voto de doña María y de don José, entonces estábamos en el horno.
Los síntomas más notorios, fueron el desprendimiento de sectores (el 26 de Marzo), el comienzo de la pérdida de votos en Montevideo y otros departamentos frenteamplistas, y la notoria pérdida de militantes (que se fue manifestando en el progresivo vaciamiento de los Comités de Base). Y si vemos este progresivo deterioro de nuestro capital político, y lo analizamos en el contexto de América Latina, veremos claramente que aquellos países cuyos gobiernos emprendieron cambios realmente profundos y democráticos (en el sentido de que esos cambios se hicieron con la gente), y siguieron siendo antiimperialistas coherentes, han ido creciendo sostenidamente en apoyo popular. Es el caso de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. En cambio, aquellos gobiernos que se limitaron a administrar las grandes variables macroeconómicas y repartir de una manera un tanto más equitativa la torta, sin afectar en lo más mínimo las relaciones de poder, fueron generando el desencanto, primero en su militancia y luego en los votantes. Algunos irremediablemente perdieron su oportunidad y cedieron el paso a la derecha (Chile) y otros se salvaron raspando (nosotros, claramente), mientras que resta saber aún el destino de hermanos como los brasileños. Pero en este proceso, sin duda la gestión de gobierno no fue el único factor, y como ya dijimos, también la fuerza política hizo lo suyo para que los resultados fueran los que hoy estamos analizando.
LOS ERRORES DEL FRENTE AMPLIO
Tempranamente (sobre fines de 2007) se comenzaron a largar nombres por la prensa, de futuros candidatos a presidente por el Frente Amplio, y un día sí y otro también, aparecían nombres de compañeros que alguien postulaba como el mejor candidato para ganar las elecciones que tendrían lugar al año siguiente. Dijimos muchas veces por ese entonces -e insistimos en ello- que lo importante era el programa, y que luego de tener los acuerdos sobre el programa recién era el tiempo de discutir candidaturas. Y esto no es un capricho. Para un partido político de izquierda, el programa es un aspecto esencial en una contienda electoral. Son las ideas y los proyectos políticos los que definen la batalla en el terreno electoral. Es el programa el que identifica los problemas cotidianos de la gente y el que despierta el entusiasmo político por ese partido. Desde nuestro punto de vista, de lo que se trata es de conjugar tres factores, todos ellos de importancia: La definición del partido, con su ideología y trayectoria, el programa electoral y la imagen del candidato. Pero no se puede sostener de ninguna manera que primero hay que tener una estrategia electoral y un candidato para ganar las elecciones y que luego recién veremos si hay que maquillar un poco el programa para que se adapte a ese candidato. Y eso, de cierta manera, es lo que algunos compañeros estuvieron planteando por esos días.
Pero por sobre todo destacábamos la importancia de llegar a los consensos o a las grandes mayorías para que el candidato fuera electo en el Congreso, y que las elecciones internas eran el peor escenario para el Frente Amplio. Y de esa manera actuamos, pero sobre una base muy clara: el PCU no descartaba ningún candidato a priori, el FA tenía muchas figuras importantes para integrar la fórmula. En ese sentido, también descartábamos las “fórmulas cantadas” que se nos quería imponer a través de la prensa.
EL CONGRESO DE LAS CINCO CANDIDATURAS
Finalmente, el Congreso “Zelmar Michelini” se llevó a cabo (diciembre de 2008), y de allí surgió un buen programa, que profundiza muchos de los cambios iniciados por nuestro primer gobierno. Pero allí cometimos, desde nuestro punto de vista, un tremendo error, que por otra parte trajo una serie de agravantes con el correr de los meses. A pesar de que un solo candidato obtuvo las mayorías que marcan los Estatutos para ser elegido, el Congreso habilitó a otros cuatro compañeros para que pudieran competir en las elecciones internas. Aunque dos de ellos finalmente no participaron, el hecho es que el Frente Amplio se zambulló de lleno en una competencia interna que la gran mayoría del pueblo frenteamplista no deseaba y rechazó. Por más que se habló de una campaña “de guante blanco”, las declaraciones de algunos compañeros inmediatamente después del Congreso, mostraban a las claras que la contienda no iba a correr por esos andariveles. “Una competencia interna abre las puertas a distanciamientos, diferencias, enojos, heridas, pérdida de energías y entusiasmo militante, que perfectamente podríamos ahorrarnos”, decía Rafael Michelini en agosto de 2008, y nosotros lo compartimos en ese momento y lo seguiremos reafirmando.
LOS RESULTADOS
Los resultados de la interna, vinieron a mostrar una profundización de los problemas del Frente Amplio. Por un lado, la elección por amplia mayoría del compañero Mujica, vino a mostrar que todos los comentarios y vaticinios previos de algunos compañeros y de muchos politólogos eran equivocados, pero ya el daño estaba hecho. Se equivocaron quienes decían que una cosa es lo que vota la militancia en un Congreso y muy otra lo que vota el “pueblo frenteamplista”. El Congreso se expidió por la candidatura de José Mujica por un amplísimo margen, que no admitía ninguna duda. Si se hubiera acatado esa decisión soberana, tal como lo establecen los estatutos, desde el mes de enero hubiéramos comenzado una campaña verdaderamente frenteamplista y habríamos llegado en mejores condiciones a las elecciones de octubre. Se equivocaron quienes pretenden que también la política se maneje con los criterios del mercado, y que por tanto hay que ofrecer competencia y un abanico de posibilidades para que se genere más demanda. “Puesto que en las internas el voto no es obligatorio, para que eso ocurra tiene que haber competencia real al interior de cada partido, de manera que la gente se sienta motivada a participar”, decía Luis Eduardo González en abril. Por supuesto, esto no es así. No es la competencia lo que motiva a los uruguayos a participar en una elección, como quedó demostrado en las internas. El porcentaje total en 2004 fue de 53% cuando no hubo competencia interna en el Frente Amplio. Mientras que en 1999, que sí la hubo, fue de 44%. En febrero de 2008, un representante de Asamblea Uruguay decía: “tiene que haber competencia...la falta de competencia contribuyó, entre otras cosas, a que triunfara el partido nacional en ese pleito" (refiriéndose a las internas de 2004). Sin embargo, la de junio fue la interna con menos votantes desde que se realizan, y volvimos a perder con el Partido Nacional. Se equivocaron también quienes dijeron que dos eran pocos. El argumento era que muchos votantes frenteamplistas no estaban de acuerdo ni con Mujica ni con Astori, y por lo tanto ese “tercer polo” permitiría que alrededor de un 15% de ese electorado tuviera a quien votar. Ese 15 terminó siendo un 8, y el porcentaje de votación del FA finalmente fue inferior al que las encuestas daban como intención de voto cuando se largó la tercera candidatura (la de Marcos).
Hubiéramos preferido que los equivocados fuéramos nosotros, porque el error de ir a una competencia interna nos hundió todavía un poquito más, y como resultado no pudimos ganar en primera vuelta en octubre, tal como era nuestro objetivo.
Fundamentalmente, el apartamiento de postulados históricos de izquierda, generó la pérdida de aquellos militantes…yo no diría más comprometidos (porque los más comprometidos con el proyecto fueron los que se quedaron), pero sí más entusiastas. Esa es la cuestión medular, porque tal vez a doña María y a Don José no les haya afectado en lo más mínimo todo lo que recordamos en las notas anteriores (TLC, tropas a Haití, Tratado de Protección de Inversiones, maniobras Unitas, etc…), pero si con eso se fueron para la casa los militantes que luego iban a ir a conseguir el voto de doña María y de don José, entonces estábamos en el horno.
Los síntomas más notorios, fueron el desprendimiento de sectores (el 26 de Marzo), el comienzo de la pérdida de votos en Montevideo y otros departamentos frenteamplistas, y la notoria pérdida de militantes (que se fue manifestando en el progresivo vaciamiento de los Comités de Base). Y si vemos este progresivo deterioro de nuestro capital político, y lo analizamos en el contexto de América Latina, veremos claramente que aquellos países cuyos gobiernos emprendieron cambios realmente profundos y democráticos (en el sentido de que esos cambios se hicieron con la gente), y siguieron siendo antiimperialistas coherentes, han ido creciendo sostenidamente en apoyo popular. Es el caso de los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador. En cambio, aquellos gobiernos que se limitaron a administrar las grandes variables macroeconómicas y repartir de una manera un tanto más equitativa la torta, sin afectar en lo más mínimo las relaciones de poder, fueron generando el desencanto, primero en su militancia y luego en los votantes. Algunos irremediablemente perdieron su oportunidad y cedieron el paso a la derecha (Chile) y otros se salvaron raspando (nosotros, claramente), mientras que resta saber aún el destino de hermanos como los brasileños. Pero en este proceso, sin duda la gestión de gobierno no fue el único factor, y como ya dijimos, también la fuerza política hizo lo suyo para que los resultados fueran los que hoy estamos analizando.
LOS ERRORES DEL FRENTE AMPLIO
Tempranamente (sobre fines de 2007) se comenzaron a largar nombres por la prensa, de futuros candidatos a presidente por el Frente Amplio, y un día sí y otro también, aparecían nombres de compañeros que alguien postulaba como el mejor candidato para ganar las elecciones que tendrían lugar al año siguiente. Dijimos muchas veces por ese entonces -e insistimos en ello- que lo importante era el programa, y que luego de tener los acuerdos sobre el programa recién era el tiempo de discutir candidaturas. Y esto no es un capricho. Para un partido político de izquierda, el programa es un aspecto esencial en una contienda electoral. Son las ideas y los proyectos políticos los que definen la batalla en el terreno electoral. Es el programa el que identifica los problemas cotidianos de la gente y el que despierta el entusiasmo político por ese partido. Desde nuestro punto de vista, de lo que se trata es de conjugar tres factores, todos ellos de importancia: La definición del partido, con su ideología y trayectoria, el programa electoral y la imagen del candidato. Pero no se puede sostener de ninguna manera que primero hay que tener una estrategia electoral y un candidato para ganar las elecciones y que luego recién veremos si hay que maquillar un poco el programa para que se adapte a ese candidato. Y eso, de cierta manera, es lo que algunos compañeros estuvieron planteando por esos días.
Pero por sobre todo destacábamos la importancia de llegar a los consensos o a las grandes mayorías para que el candidato fuera electo en el Congreso, y que las elecciones internas eran el peor escenario para el Frente Amplio. Y de esa manera actuamos, pero sobre una base muy clara: el PCU no descartaba ningún candidato a priori, el FA tenía muchas figuras importantes para integrar la fórmula. En ese sentido, también descartábamos las “fórmulas cantadas” que se nos quería imponer a través de la prensa.
EL CONGRESO DE LAS CINCO CANDIDATURAS
Finalmente, el Congreso “Zelmar Michelini” se llevó a cabo (diciembre de 2008), y de allí surgió un buen programa, que profundiza muchos de los cambios iniciados por nuestro primer gobierno. Pero allí cometimos, desde nuestro punto de vista, un tremendo error, que por otra parte trajo una serie de agravantes con el correr de los meses. A pesar de que un solo candidato obtuvo las mayorías que marcan los Estatutos para ser elegido, el Congreso habilitó a otros cuatro compañeros para que pudieran competir en las elecciones internas. Aunque dos de ellos finalmente no participaron, el hecho es que el Frente Amplio se zambulló de lleno en una competencia interna que la gran mayoría del pueblo frenteamplista no deseaba y rechazó. Por más que se habló de una campaña “de guante blanco”, las declaraciones de algunos compañeros inmediatamente después del Congreso, mostraban a las claras que la contienda no iba a correr por esos andariveles. “Una competencia interna abre las puertas a distanciamientos, diferencias, enojos, heridas, pérdida de energías y entusiasmo militante, que perfectamente podríamos ahorrarnos”, decía Rafael Michelini en agosto de 2008, y nosotros lo compartimos en ese momento y lo seguiremos reafirmando.
LOS RESULTADOS
Los resultados de la interna, vinieron a mostrar una profundización de los problemas del Frente Amplio. Por un lado, la elección por amplia mayoría del compañero Mujica, vino a mostrar que todos los comentarios y vaticinios previos de algunos compañeros y de muchos politólogos eran equivocados, pero ya el daño estaba hecho. Se equivocaron quienes decían que una cosa es lo que vota la militancia en un Congreso y muy otra lo que vota el “pueblo frenteamplista”. El Congreso se expidió por la candidatura de José Mujica por un amplísimo margen, que no admitía ninguna duda. Si se hubiera acatado esa decisión soberana, tal como lo establecen los estatutos, desde el mes de enero hubiéramos comenzado una campaña verdaderamente frenteamplista y habríamos llegado en mejores condiciones a las elecciones de octubre. Se equivocaron quienes pretenden que también la política se maneje con los criterios del mercado, y que por tanto hay que ofrecer competencia y un abanico de posibilidades para que se genere más demanda. “Puesto que en las internas el voto no es obligatorio, para que eso ocurra tiene que haber competencia real al interior de cada partido, de manera que la gente se sienta motivada a participar”, decía Luis Eduardo González en abril. Por supuesto, esto no es así. No es la competencia lo que motiva a los uruguayos a participar en una elección, como quedó demostrado en las internas. El porcentaje total en 2004 fue de 53% cuando no hubo competencia interna en el Frente Amplio. Mientras que en 1999, que sí la hubo, fue de 44%. En febrero de 2008, un representante de Asamblea Uruguay decía: “tiene que haber competencia...la falta de competencia contribuyó, entre otras cosas, a que triunfara el partido nacional en ese pleito" (refiriéndose a las internas de 2004). Sin embargo, la de junio fue la interna con menos votantes desde que se realizan, y volvimos a perder con el Partido Nacional. Se equivocaron también quienes dijeron que dos eran pocos. El argumento era que muchos votantes frenteamplistas no estaban de acuerdo ni con Mujica ni con Astori, y por lo tanto ese “tercer polo” permitiría que alrededor de un 15% de ese electorado tuviera a quien votar. Ese 15 terminó siendo un 8, y el porcentaje de votación del FA finalmente fue inferior al que las encuestas daban como intención de voto cuando se largó la tercera candidatura (la de Marcos).
Hubiéramos preferido que los equivocados fuéramos nosotros, porque el error de ir a una competencia interna nos hundió todavía un poquito más, y como resultado no pudimos ganar en primera vuelta en octubre, tal como era nuestro objetivo.
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