¿TESIS PERIMIDAS?
El presidente de ANCAP, Raúl Sendic, ha dicho que “hay expectativas desmedidas en algunos casos” sobre el gobierno. “…en general hay un nivel bastante alto de conflictividad entre los trabajadores y la actual administración –dijo-. A mí me parece que hay un problema y es que desde la fuerza política, desde el gobierno no se ha explicitado exactamente cuál es el proyecto digamos. Tenemos definiciones de cómo vamos a avanzar en estos próximos años, pero hay gente que cree que estamos construyendo el Socialismo, hay gente que cree que esto es un capitalismo distributivo”.
EL PROYECTO DEL FA
Es difícil de creer que la gente no tenga claro el proyecto histórico del Frente Amplio, aunque tal vez pueda existir confusión entre los más jóvenes o entre quienes recién se acercan a la política. El Frente Amplio es la culminación del proceso de unidad de las izquierdas en el Uruguay, pero nunca se planteó, ni antes ni ahora, el socialismo. Los ciudadanos que firmaron el “Llamamiento del 7 de octubre de 1970”, estimaban “indispensable la concertación de un acuerdo sin exclusiones, entre todas las fuerzas políticas del país que se opongan a la conducta antipopular y antinacional del actual gobierno (el del Partido Colorado, de Pacheco Areco), con vistas a establecer un programa destinado a superar la crisis estructural que el país padece, restituirle su destino de nación independiente y reintegrar al pueblo la plenitud del ejercicio de las libertades individuales y sindicales”. Decía además que “la concertación de tal acuerdo surge como pre-requisito indispensable para enfrentar cualquier instancia electoral, y solamente su existencia y el puntual acatamiento a sus bases programáticas y organizativas abrirán realmente alternativas de poder a las fuerzas populares abocadas a enfrentar la situación de dependencia, acentuada bajo el actual gobierno y por la oligarquía nacional en connivencia con el imperialismo”. Esto es, el FA nacería con un programa popular, que rompiera con la dependencia, antioligárquico y antiimperialista. Y el documento que establece las 30 medidas de gobierno que propone el FA en el año 71 (y que surgen de las Bases Programáticas aprobadas ese año), señala que están destinadas a “…reconstruir el Uruguay, salvarlo de la crisis que atraviesa y abrir nuevos horizontes a la vida nacional”. Y especifica claramente que “Los objetivos de dichas bases tienen como sentido poner al pueblo uruguayo en las mejores condiciones para alcanzar la plenitud de su realización humana, levantando su nivel de vida y su formación cultural, obteniendo una completa participación en la sociedad uruguaya y en su gobierno". Nada de socialismo, como se ve. Como hemos señalado más de una vez, el FA tiene un programa de gobierno de carácter avanzado, nacional, popular y democrático. Y hemos dicho también que, fruto de la correlación de fuerzas desfavorable en la interna del bloque, el programa no ha sido llevado adelante a cabalidad y ha estado sometido permanentemente a presiones por propuestas ajenas a su contenido avanzado.
De manera que ningún trabajador, organizado en su sindicato, puede pensar que el proyecto del Frente Amplio es un proyecto socialista, y por cierto, nadie habrá escuchado a ningún sindicato reclamar la socialización de los medios de producción. Pero menos aún puede (nada menos que el movimiento sindical) llegar a pensar que “estamos construyendo el socialismo” como dice el compañero Raúl Sendic. Los trabajadores de este país tienen claro, además, que los objetivos que se planteó el FA cuando se constituyó –y que señalamos más arriba- aún están por cumplirse. Y menos que menos que estemos en un “capitalismo distributivo”. En primer lugar porque justamente, lo que le ha faltado al primer gobierno del FA -y no se avizora una clara voluntad de corregir en este segundo-, es la distribución de la riqueza.
Pero lo que los trabajadores no han abandonado, es su propio programa, el que surge en setiembre de 1964 desde el movimiento sindical cuando se constituye la Convención Nacional de Trabajadores (y del cual se nutre el programa del propio Frente Amplio en el 71) pero que se ha ido profundizando y desarrollando en los sucesivos Congresos y en el 2º Congreso del Pueblo. Los trabajadores podrán coincidir con los planteos de un gobierno progresista, pero nunca dejarán de luchar por su propio programa, porque además tienen muy clara y muy asumida su independencia de clase (que no es prescindencia, como bien lo ha señalado el PIT-CNT). En el último Foro Social Américas, el dirigente de la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz decía: “Aunque esté el hermano Evo en el gobierno tenemos que seguir peleando, porque no obedecemos al gobierno ni al MAS sino a nuestras bases”. Clarito, ¿no?
PASANDO AL CENTRO QUE HAY LUGAR
Sin embargo, en el FA si hay sectores que tenemos un proyecto socialista, que tampoco abandonamos, pero que no pretendemos imponer a nadie. Se ha dicho con certeza que la ofensiva ideológica neoliberal ha sido de tal magnitud que terminó ejerciendo una gran influencia en la producción teórica y en la acción política de diversos sectores de la izquierda a nivel mundial. Se afianzó la idea de que la revolución social es irrealizable –o solo a muy largo plazo-, razón por la cual es necesario seguir las reglas del capitalismo y tomar distancia de los programas radicales. Es el planteo del periodista Carlos Santiago, quien escribió recientemente acerca de las preocupaciones del diario El País -el que habría cuestionado que Álvaro Rico impulse como un tema esencial de análisis de investigación académica, las salidas al capitalismo- tranquilizándolos respecto de que las investigaciones de la Facultad de Humanidades no terminarán en “…las tesis ya perimidas del marxismo leninismo”.
Es que en ciertas zonas de la izquierda algunos han renunciado al socialismo, y otros diluyen su esencia y lo convierten en una especie de capitalismo idílico (con rostro humano), dentro del cual será posible satisfacer los intereses de todos.
El cubano Roberto Regalado ha dicho que algunos sectores de la izquierda en América Latina sienten la necesidad de “correrse al centro”. “Su relación con los movimientos sociales y con las bases partidarias -dice Regalado- deviene en algo instrumental: los utilizan para movilizar a los votantes considerados cautivos, pero con miras a hacer concesiones a ciertos grupos dominantes, cuyo apoyo es el que supuestamente se necesita captar. Esta actitud genera descontento y abstencionismo en los sectores populares…” (algunos deberían tomar nota acerca de eso del descontento y el abstencionismo).
Según los propulsores de estas corrientes, quienes no renunciamos a la construcción del socialismo, estamos aferrados a ideas obsoletas (“tesis ya perimidas” las llama Carlos Santiago) y somos incapaces de interpretar la realidad circundante. Sin embargo no logran explicar porqué nuestro subcontinente es el que registra el mayor índice mundial de crecimiento simultáneo de la riqueza y la desigualdad. Dice la CEPAL que aproximadamente uno de cada tres latinoamericanos es pobre (definido como no tener suficientes ingresos para satisfacer sus necesidades básicas). Uno de cada ocho se encuentra en pobreza extrema (definido como no ser capaz de cubrir sus necesidades nutricionales básicas), aún si gastaran todo su dinero en alimentos. Y dice también que América Latina parece ser la región más desigual del mundo. ¿Estarán tan perimidas las tesis del marxismo leninismo?
EL PROYECTO DEL FA
Es difícil de creer que la gente no tenga claro el proyecto histórico del Frente Amplio, aunque tal vez pueda existir confusión entre los más jóvenes o entre quienes recién se acercan a la política. El Frente Amplio es la culminación del proceso de unidad de las izquierdas en el Uruguay, pero nunca se planteó, ni antes ni ahora, el socialismo. Los ciudadanos que firmaron el “Llamamiento del 7 de octubre de 1970”, estimaban “indispensable la concertación de un acuerdo sin exclusiones, entre todas las fuerzas políticas del país que se opongan a la conducta antipopular y antinacional del actual gobierno (el del Partido Colorado, de Pacheco Areco), con vistas a establecer un programa destinado a superar la crisis estructural que el país padece, restituirle su destino de nación independiente y reintegrar al pueblo la plenitud del ejercicio de las libertades individuales y sindicales”. Decía además que “la concertación de tal acuerdo surge como pre-requisito indispensable para enfrentar cualquier instancia electoral, y solamente su existencia y el puntual acatamiento a sus bases programáticas y organizativas abrirán realmente alternativas de poder a las fuerzas populares abocadas a enfrentar la situación de dependencia, acentuada bajo el actual gobierno y por la oligarquía nacional en connivencia con el imperialismo”. Esto es, el FA nacería con un programa popular, que rompiera con la dependencia, antioligárquico y antiimperialista. Y el documento que establece las 30 medidas de gobierno que propone el FA en el año 71 (y que surgen de las Bases Programáticas aprobadas ese año), señala que están destinadas a “…reconstruir el Uruguay, salvarlo de la crisis que atraviesa y abrir nuevos horizontes a la vida nacional”. Y especifica claramente que “Los objetivos de dichas bases tienen como sentido poner al pueblo uruguayo en las mejores condiciones para alcanzar la plenitud de su realización humana, levantando su nivel de vida y su formación cultural, obteniendo una completa participación en la sociedad uruguaya y en su gobierno". Nada de socialismo, como se ve. Como hemos señalado más de una vez, el FA tiene un programa de gobierno de carácter avanzado, nacional, popular y democrático. Y hemos dicho también que, fruto de la correlación de fuerzas desfavorable en la interna del bloque, el programa no ha sido llevado adelante a cabalidad y ha estado sometido permanentemente a presiones por propuestas ajenas a su contenido avanzado.
De manera que ningún trabajador, organizado en su sindicato, puede pensar que el proyecto del Frente Amplio es un proyecto socialista, y por cierto, nadie habrá escuchado a ningún sindicato reclamar la socialización de los medios de producción. Pero menos aún puede (nada menos que el movimiento sindical) llegar a pensar que “estamos construyendo el socialismo” como dice el compañero Raúl Sendic. Los trabajadores de este país tienen claro, además, que los objetivos que se planteó el FA cuando se constituyó –y que señalamos más arriba- aún están por cumplirse. Y menos que menos que estemos en un “capitalismo distributivo”. En primer lugar porque justamente, lo que le ha faltado al primer gobierno del FA -y no se avizora una clara voluntad de corregir en este segundo-, es la distribución de la riqueza.
Pero lo que los trabajadores no han abandonado, es su propio programa, el que surge en setiembre de 1964 desde el movimiento sindical cuando se constituye la Convención Nacional de Trabajadores (y del cual se nutre el programa del propio Frente Amplio en el 71) pero que se ha ido profundizando y desarrollando en los sucesivos Congresos y en el 2º Congreso del Pueblo. Los trabajadores podrán coincidir con los planteos de un gobierno progresista, pero nunca dejarán de luchar por su propio programa, porque además tienen muy clara y muy asumida su independencia de clase (que no es prescindencia, como bien lo ha señalado el PIT-CNT). En el último Foro Social Américas, el dirigente de la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz decía: “Aunque esté el hermano Evo en el gobierno tenemos que seguir peleando, porque no obedecemos al gobierno ni al MAS sino a nuestras bases”. Clarito, ¿no?
PASANDO AL CENTRO QUE HAY LUGAR
Sin embargo, en el FA si hay sectores que tenemos un proyecto socialista, que tampoco abandonamos, pero que no pretendemos imponer a nadie. Se ha dicho con certeza que la ofensiva ideológica neoliberal ha sido de tal magnitud que terminó ejerciendo una gran influencia en la producción teórica y en la acción política de diversos sectores de la izquierda a nivel mundial. Se afianzó la idea de que la revolución social es irrealizable –o solo a muy largo plazo-, razón por la cual es necesario seguir las reglas del capitalismo y tomar distancia de los programas radicales. Es el planteo del periodista Carlos Santiago, quien escribió recientemente acerca de las preocupaciones del diario El País -el que habría cuestionado que Álvaro Rico impulse como un tema esencial de análisis de investigación académica, las salidas al capitalismo- tranquilizándolos respecto de que las investigaciones de la Facultad de Humanidades no terminarán en “…las tesis ya perimidas del marxismo leninismo”.
Es que en ciertas zonas de la izquierda algunos han renunciado al socialismo, y otros diluyen su esencia y lo convierten en una especie de capitalismo idílico (con rostro humano), dentro del cual será posible satisfacer los intereses de todos.
El cubano Roberto Regalado ha dicho que algunos sectores de la izquierda en América Latina sienten la necesidad de “correrse al centro”. “Su relación con los movimientos sociales y con las bases partidarias -dice Regalado- deviene en algo instrumental: los utilizan para movilizar a los votantes considerados cautivos, pero con miras a hacer concesiones a ciertos grupos dominantes, cuyo apoyo es el que supuestamente se necesita captar. Esta actitud genera descontento y abstencionismo en los sectores populares…” (algunos deberían tomar nota acerca de eso del descontento y el abstencionismo).
Según los propulsores de estas corrientes, quienes no renunciamos a la construcción del socialismo, estamos aferrados a ideas obsoletas (“tesis ya perimidas” las llama Carlos Santiago) y somos incapaces de interpretar la realidad circundante. Sin embargo no logran explicar porqué nuestro subcontinente es el que registra el mayor índice mundial de crecimiento simultáneo de la riqueza y la desigualdad. Dice la CEPAL que aproximadamente uno de cada tres latinoamericanos es pobre (definido como no tener suficientes ingresos para satisfacer sus necesidades básicas). Uno de cada ocho se encuentra en pobreza extrema (definido como no ser capaz de cubrir sus necesidades nutricionales básicas), aún si gastaran todo su dinero en alimentos. Y dice también que América Latina parece ser la región más desigual del mundo. ¿Estarán tan perimidas las tesis del marxismo leninismo?
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