LA IZQUIERDA Y LOS SINDICATOS
El Ministerio del Interior debería tomar nota de algunas formas de reducción de los delitos que la creatividad de algunos uruguayos viene aplicando con excelentes resultados. Estos uruguayos, que no son otros que los dueños de los medios de comunicación, hacen desaparecer los delitos de las pantallas de los televisores o de las páginas de los periódicos como por arte de magia. Claro que hay que tener a mano algo que venda más, y esto sucedió por ejemplo cuando el mundial de fútbol, en donde por un buen tiempo disminuyeron drásticamente las rapiñas, los asaltos, los robos, los asesinatos y demás, y maravillosamente fueron sustituidos por goles de todos los colores. Ahora, desde hace un tiempito, los delitos referidos han desaparecido por obra y gracia de los conflictos sindicales. Parece que para los medios de difusión hay una especie de tsunami sindical que necesariamente debe ser anunciado a diario y, en lo posible, con títulos catástrofe. "Las huelgas se han convertido en el azote de la población", dijo por ejemplo el ex presidente Lacalle, y a uno le da como un chucho y miedo de salir a la calle por temor de encontrarse con una banda desaforada de sindicalistas con garrotes en sus manos.
¿CUAL ES LA SORPRESA?
En primer lugar, es obvio que la conflictividad está relacionada con dos factores importantísimos, y que no hay ni más ni menos conflictividad que la que hubo siempre que se dan estos factores: 1) Los Consejos de Salarios, muchos de los cuales aún no han laudado, y 2) el tratamiento del Presupuesto, instancia que en todo tiempo ha sido así, cuando se trata esta ley tan importante para todos los uruguayos y que afecta a los bolsillos de todos y cada uno.
El 24 de noviembre, La República titulaba: “Semana de alta conflictividad sindical” y luego decía: “Hasta ayer eran ocho los sindicatos que paralizaron algunos servicios en la salud, la banca pública, aduanas, aeropuertos, frigoríficos, en la Justicia con ocupación incluida-, y en la recolección de residuos. Por si algo faltaba, también se sumó FFOSE y una protesta en un Shopping. Movilizaciones. Paros en la Salud y protesta de usuarios. Una ola de conflictos sacude distintas áreas de actividad, sobre todo en el sector público”.
¿CUAL ES LA SORPRESA?
En primer lugar, es obvio que la conflictividad está relacionada con dos factores importantísimos, y que no hay ni más ni menos conflictividad que la que hubo siempre que se dan estos factores: 1) Los Consejos de Salarios, muchos de los cuales aún no han laudado, y 2) el tratamiento del Presupuesto, instancia que en todo tiempo ha sido así, cuando se trata esta ley tan importante para todos los uruguayos y que afecta a los bolsillos de todos y cada uno.
El 24 de noviembre, La República titulaba: “Semana de alta conflictividad sindical” y luego decía: “Hasta ayer eran ocho los sindicatos que paralizaron algunos servicios en la salud, la banca pública, aduanas, aeropuertos, frigoríficos, en la Justicia con ocupación incluida-, y en la recolección de residuos. Por si algo faltaba, también se sumó FFOSE y una protesta en un Shopping. Movilizaciones. Paros en la Salud y protesta de usuarios. Una ola de conflictos sacude distintas áreas de actividad, sobre todo en el sector público”.
Sin embargo, si tomamos por ejemplo el mismo mes de noviembre, pero de 2007, podemos leer una noticia en El País digital que dice: “La conflictividad laboral cayó con relación a septiembre, según datos del programa de modernización de las relaciones laborales de la Universidad Católica, difundidos hoy martes 13 de noviembre. En el pasado mes se registraron 24 conflictos y se perdieron 71.317 jornadas laborales que afectaron a 65.750 trabajadores”. Es decir, en un mes en el que no se estaba en medio de negociaciones por los Consejos de Salarios, en donde no se estaba tratando el Presupuesto, se habían registrado 24 conflictos. Ahora, en medio de estos factores que describimos más arriba, se registran conflictos en ocho sindicatos y un periódico dice que “Una ola de conflictos sacude distintas áreas de actividad”.
Pero una semana después, el miércoles 1 de diciembre, La República vuelve a titular: “Nueva ola de paros” y entonces habla de conflicto en COFE (que no es nuevo, ya que hace más de un mes que está en conflicto), de AEBU (que en realidad lo que hace es presentar una fórmula y mantener las medidas que ya venía tomando, nada nuevo), del SUNCA (que tampoco es nuevo y que viene movilizándose por los Consejos de Salarios desde hace tiempo), de los judiciales (que tampoco es nuevo, y que ya incluso habían ocupado la SCJ), y de los escribanos, además de sumar a ADEOM Canelones, ya que no podía sumar nada más de la Capital. Como se ve, una “nueva y enooooorme ola de paros”.
¿ASOMBRO EN LA IZQUIERDA?
El nerviosismo y la manija en la derecha y en los medios, es hasta comprensible (mientras escribo este artículo, escucho el informativo del Canal 4, y veo que lanza una encuesta con la siguiente pregunta: ¿está de acuerdo en reglamentar el derecho de huelga?). Pero lo que no se puede comprender es que dentro de la propia izquierda se vea la conflictividad (repetimos, normal, ni mayor ni menor que en otros momentos) como algo fuera de lugar y prácticamente como un agravio al gobierno.
¿ASOMBRO EN LA IZQUIERDA?
El nerviosismo y la manija en la derecha y en los medios, es hasta comprensible (mientras escribo este artículo, escucho el informativo del Canal 4, y veo que lanza una encuesta con la siguiente pregunta: ¿está de acuerdo en reglamentar el derecho de huelga?). Pero lo que no se puede comprender es que dentro de la propia izquierda se vea la conflictividad (repetimos, normal, ni mayor ni menor que en otros momentos) como algo fuera de lugar y prácticamente como un agravio al gobierno.
Que se entienda bien, no estamos diciendo que todos los conflictos se puedan defender (ni por asomo defendemos el conflicto de los anestesistas, por ejemplo), ni que siempre los sindicatos actúen correctamente (es un problema de los trabajadores y que debe ser resuelto por los trabajadores), pero algunas posiciones de gente de izquierda hacen recordar a las declaraciones de cualquier vocero de de los tiempos en que gobernaba la derecha. Y el manejo del tema desde los medios es realmente tendencioso. Seguramente si se hiciera una encuesta sobre por qué están parando los empleados públicos, la mayoría diría que es por mayores salarios y para trabajar menos horas, y no es que la gente sea ignorante, es que eso es lo que se les transmite.
El mensaje que se transmite, es que los trabajadores son todos egoístas y solo piensan en sus bolsillos sin importarles la suerte de los demás trabajadores. De esa manera, los paros de los docentes son únicamente por mejorar sus salarios, y no porque estén luchando (además) por mejorar el presupuesto como una de las formas de mejorar la educación de todos los uruguayos.
El conflicto en el Poder Judicial “pone en peligro el Estado de Derecho”, pero nadie se entera de que en un país que crece, que busca distribuir mejor la riqueza, que tiene los mejores índices de crecimiento del PBI, se establece en el Presupuesto un aumento de $ 500 para unos 3.000 trabajadores para todo el quinquenio (sí, $100 de aumento por año).
Y además, las noticias de los paros siempre vienen acompañadas de los trastornos que inevitablemente causarán a la población, pero rara vez se informa las causas del conflicto, las negociaciones previas, las posiciones de un lado y de otro, como si eso no importara absolutamente a nadie. De esa manera, la noticia que le llega al ciudadano es que tal sindicato hará paro (el inconsciente colectivo inmediatamente lo relacionará con la lucha por aumentos salariales) y que ese paro lo afectará de tal o cual manera.
INTEGRANTES DE UN MISMO BLOQUE
Y no se puede comprender, las críticas desde la izquierda, porque el Frente Amplio sabía que estas cosas iban a suceder en un gobierno nuestro, las tuvo en cuenta, las estudió y estampó por escrito sus conclusiones, que son muy valiosas y que hay que volver a leer para entender lo que está pasando.
El documento a que nos referimos es el denominado FUERZA POLÍTICA, GOBIERNO, TRABAJADORES Y ORGANIZACIONES SOCIALES, y que fuera aprobado por el Plenario Nacional en 2003. Documento que surgió de una preocupación común del ámbito político y del sindical, y que se elaboró con la participación democrática de grupos políticos y bases, y que fuera además altamente valorado por el movimiento sindical en seminarios y encuentros que se realizaran luego de su aprobación.
En el capítulo denominado Gobierno y fuerzas sociales, se dice: “El acceso de la Fuerza Política al gobierno, aun en lo exitoso del proceso iniciado, no elimina la contradicción de intereses entre el trabajo y el capital y entre el Estado y sus funcionarios asalariados y la diversidad de intereses y demandas en la sociedad. La propia idea de Acuerdo Social lo avala”. Esto es tan meridanamente claro que ni vale la pena comentarlo. Más adelante, dice que “Contemplar y articular los distintos sectores de la sociedad, castigados por las políticas tradicionales en torno a un proyecto alternativo es un desafío central de nuestro tiempo. El gobierno progresista debe reconocer desde un primer momento tales hechos y las luchas económicas y los conflictos que sin duda se han de generar”.
De manera que no puede haber sorpresas en ese sentido. Todos éramos conscientes que eso era lo que iba a suceder; lo sabíamos en el Frente Amplio y lo sabían en el movimiento sindical, y nadie dudaba que la llegada del FA al gobierno no eliminaba por sí sola las contradicciones de clase ni los conflictos entre el Estado y los funcionarios.
Pero no solo que lo sabíamos, sino que además veíamos como algo positivo el movimiento sindical unitario y combativo que tenemos. Dice el documento textualmente: “Uruguay cuenta con una gran ventaja al respecto, y es que, en principio, tiene una amplia y extendida red social a la que hay que estimular y apoyar, así como un movimiento sindical unitario y combativo. No se parte de cero y no hay que empezar a trabajar desde una red social inexistente”.
Porque además, no concebíamos al movimiento sindical y social como algo ajeno a nosotros, sino como parte de un todo. Y por eso el documento afirma: “La fuerza política y su gobierno, así como el amplio, multifacético y combativo movimiento de masas, integramos el bloque político y social alternativo (o las grandes mayorías nacionales), opuesto al bloque de poder. Como tales integrantes, tenemos todos un mismo proyecto que, en sus grandes líneas, puede ser caracterizado de popular, nacional y democrático, antiimperialista y antioligárquico. Proyecto que hemos ido elaborando en medio de duras luchas y que, por eso mismo, aplicaremos, controlaremos y defenderemos, todo a la vez. Integramos un gran bloque histórico y tenemos un proyecto esencialmente similar”.
INTEGRANTES DE UN MISMO BLOQUE
Y no se puede comprender, las críticas desde la izquierda, porque el Frente Amplio sabía que estas cosas iban a suceder en un gobierno nuestro, las tuvo en cuenta, las estudió y estampó por escrito sus conclusiones, que son muy valiosas y que hay que volver a leer para entender lo que está pasando.
El documento a que nos referimos es el denominado FUERZA POLÍTICA, GOBIERNO, TRABAJADORES Y ORGANIZACIONES SOCIALES, y que fuera aprobado por el Plenario Nacional en 2003. Documento que surgió de una preocupación común del ámbito político y del sindical, y que se elaboró con la participación democrática de grupos políticos y bases, y que fuera además altamente valorado por el movimiento sindical en seminarios y encuentros que se realizaran luego de su aprobación.
En el capítulo denominado Gobierno y fuerzas sociales, se dice: “El acceso de la Fuerza Política al gobierno, aun en lo exitoso del proceso iniciado, no elimina la contradicción de intereses entre el trabajo y el capital y entre el Estado y sus funcionarios asalariados y la diversidad de intereses y demandas en la sociedad. La propia idea de Acuerdo Social lo avala”. Esto es tan meridanamente claro que ni vale la pena comentarlo. Más adelante, dice que “Contemplar y articular los distintos sectores de la sociedad, castigados por las políticas tradicionales en torno a un proyecto alternativo es un desafío central de nuestro tiempo. El gobierno progresista debe reconocer desde un primer momento tales hechos y las luchas económicas y los conflictos que sin duda se han de generar”.
De manera que no puede haber sorpresas en ese sentido. Todos éramos conscientes que eso era lo que iba a suceder; lo sabíamos en el Frente Amplio y lo sabían en el movimiento sindical, y nadie dudaba que la llegada del FA al gobierno no eliminaba por sí sola las contradicciones de clase ni los conflictos entre el Estado y los funcionarios.
Pero no solo que lo sabíamos, sino que además veíamos como algo positivo el movimiento sindical unitario y combativo que tenemos. Dice el documento textualmente: “Uruguay cuenta con una gran ventaja al respecto, y es que, en principio, tiene una amplia y extendida red social a la que hay que estimular y apoyar, así como un movimiento sindical unitario y combativo. No se parte de cero y no hay que empezar a trabajar desde una red social inexistente”.
Porque además, no concebíamos al movimiento sindical y social como algo ajeno a nosotros, sino como parte de un todo. Y por eso el documento afirma: “La fuerza política y su gobierno, así como el amplio, multifacético y combativo movimiento de masas, integramos el bloque político y social alternativo (o las grandes mayorías nacionales), opuesto al bloque de poder. Como tales integrantes, tenemos todos un mismo proyecto que, en sus grandes líneas, puede ser caracterizado de popular, nacional y democrático, antiimperialista y antioligárquico. Proyecto que hemos ido elaborando en medio de duras luchas y que, por eso mismo, aplicaremos, controlaremos y defenderemos, todo a la vez. Integramos un gran bloque histórico y tenemos un proyecto esencialmente similar”.
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