LA SALIDA ES POR LA IZQUIERDA



En abril del año pasado, comentamos una audición radial de nuestro presidente Mujica acerca de la importancia de las Fuerzas Armadas en la sociedad. En esa audición, el presidente dijo: “ningún economista del mundo” puede garantizar que no habrá una nueva crisis mundial como las que se dieron a lo largo de la historia. “Es prudente que pensemos que eso que ha pasado puede volver a pasar y nos tenemos que hacer una pregunta: ¿cual es la última garantía de una sociedad para asegurar la democracia de derecho?”, interrogó; y él mismo se respondió: “la gran garantía es que los cuerpos armados en la hora de las tensiones sociales defiendan la estabilidad institucional”.
Y decíamos entonces: “Es verdad lo que dice Mujica acerca de las crisis mundiales. Es más, lo que se puede garantizar es que sí habrá nuevas crisis, mientras el sistema capitalista siga existiendo. Ahora bien, la respuesta que se da a su propia pregunta, de ninguna manera es compartible. La última garantía para asegurar la democracia es que esté asentada sobre bases sólidas, en las que el pueblo consciente y educado para la democracia, sea el verdadero protagonista y el más interesado en defenderla”. Y dábamos un par de ejemplos, entre ellos el de Venezuela 2002, donde las cámaras empresariales, junto a sectores de la iglesia y con el apoyo de los EEUU, dan un golpe de estado, el que es ejecutado por los militares, y quien defiende la democracia -y sale a las calles a hacerlo, desafiando a las fuerzas armadas- es el propio pueblo, y Uruguay 1973, en donde un gobierno sin pueblo que lo apoyara se quedó solo y él mismo se transformó en golpista. Hoy se podrían poner ejemplos más recientes, tanto de Europa como de África, en donde la garantía de la democracia ante las crisis han sido los pueblos y no los ejércitos. Abundábamos luego en la necesaria depuración de nuestras Fuerzas Armadas para que también jugaran un papel en defensa de la democracia.
LA CRISIS Y NOSOTROS
Yendo un poco más atrás, en diciembre de 2009, analizábamos la política económica del nuevo gobierno que se instalaría el primero de marzo, y decíamos: “…en el marco internacional de crisis que describíamos, el segundo gobierno del FA está en mejores condiciones para enfrentar el escenario adverso (debido a los logros obtenidos por la actual gestión). Pero sin embargo –advertíamos- es lógico esperar algunas restricciones comerciales, ya que el mundo que se viene en lo inmediato es un mundo que crecerá más lentamente y por tanto demandará menos bienes y servicios. Y no hay que descartar que se presenten problemas, por ejemplo en materia de precios de los productos exportables y de acceso al financiamiento internacional, así como una reducción de la inversión extranjera directa. Como modo de enfrentar estas eventualidades, señalábamos la importancia de la integración regional y continental con los mecanismos que han sido creados (MERCOSUR, ALBA, BANCO DEL SUR, FONDO BOLIVAR ARTIGAS, etc.), de la canalización del ahorro uruguayo hacia la inversión productiva, de la inversión del propio Estado, de la inversión extranjera (en determinadas condiciones), y de las herramientas fiscales”.
Sobre esto último (la inversión extranjera), decíamos lo siguiente: “Pero como hemos dicho otras veces, no somos partidarios de cualquier tipo de inversión. Desde nuestro punto de vista las inversiones extranjeras que queremos son aquellas que estén en consonancia con los objetivos de desarrollo que se fija el país. Hablamos de que las mismas deben venir acompañadas de incorporación tecnológica, empleo calificado y formación de capacidades”. Digamos de paso que esto es algo que también debió ser incluido en la ley de PPP, y que al menos podría estar en la reglamentación de la misma, ya que cierto tipo de inversiones que tienen plazos de 20 o 30 años, nos pueden dejar atados por un plazo mucho mayor debido a la dependencia tecnológica.
Pero hablábamos también de que no podemos basar las expectativas de desarrollo económico únicamente en la inversión extranjera, y que el verdadero desarrollo de la estructura productiva del país se dará en la medida de que se logre canalizar el ahorro nacional hacia la inversión productiva (los depósitos uruguayos en el exterior duplican lo que Uruguay capta de no residentes) y se logre a su vez la conformación de un sector empresarial nacional que apueste al desarrollo nacional asumiendo los riesgos y las responsabilidades correspondientes.
No estábamos diciendo nada nuevo, por cierto, ni surgido de un programa socialista a ultranza, como a veces algunos suelen señalar ante cualquier propuesta que provenga de nuestro Partido. Esto es lisa y llanamente lo que plantea el Programa del Congreso Zelmar Michelini, cuando dice que “No hay crecimiento, ni aumento, ni mejora de la calidad del empleo sin inversión enmarcada dentro de una estrategia nacional productiva, por eso promover y desarrollar las mismas, incluida la estatal, es requisito necesario y fundamental para el logro de los objetivos planteados en el programa del FA. La inversión global puede y debe crecer a partir de reorientar el ahorro nacional, en sus diversas formas, hacia el desarrollo de la inversión interna. También es clave que el estado fije un conjunto de parámetros de negociación para lograr la efectiva contribución de la inversión extranjera al proceso de desarrollo nacional.”
NO ESTAMOS SOLOS
Hemos advertido reiteradamente sobre la posibilidad de que la crisis económica mundial nos afecte, y por cierto no hemos sido los únicos. El propio Danilo Astori, cuando ya no era ministro de economía, a fines del 2008, decía en Radio Carve: “…la crisis se va a hacer sentir pero en lo que concierne al comercio…el comercio uruguayo se va a ver afectado si caen los precios de las exportaciones o por la desaceleración de la inversión”.
Ahora es el propio ministro de economía, el compañero Fernando Lorenzo, quien alerta sobre la posibilidad de que la crisis se acerque por estas costas.
La semana pasada, un artículo de El País decía: “El Gobierno advierte un escenario "incierto" con "riesgos y peligros". Y luego desarrollaba la noticia así: “El gobierno puso las barbas en remojo por la crisis financiera en Europa. El ministro Fernando Lorenzo dijo que el panorama es "mucho más incierto" e imposible de controlar para un país como Uruguay, por lo cual advirtió: "nos va a impactar".
Lorenzo advirtió que se atraviesa un escenario internacional "mucho más incierto", con "más riesgos y peligros", del que hay que tomar conciencia y cuya resolución "está fuera de nuestro control", pero "nos va a impactar".
SALIR POR LA IZQUIERDA
En el Programa del FA, hacemos referencia a la crisis del 2002, y decimos: “Es claro que los gobiernos de la época no supieron o no quisieron tomar las medidas necesarias para enfrentar y preparar al país para las situaciones que era previsible se iban a producir. Bastaba observar la evolución de las economías de la Región para ver que se incubaba una crisis que iba a impactar a todas nuestras sociedades, causada por la aplicación de recetas que sólo sirvieron para aumentar las desigualdades, la exclusión social, el deterioro del aparato productivo y la vulnerabilidad de nuestras economías”.
Por eso unimos estas cuestiones a lo del principio. Las tensiones sociales que inevitablemente se producen ante las crisis del capitalismo no se resuelven con los ejércitos. Tampoco se resuelven con las recetas de los organismos internacionales que se imponen por estos días y que están siendo aplicadas sin miramientos por la socialdemocracia y la derecha europea. Esas recetas descargan el peso de la crisis sobre quienes producen la riqueza y nunca ven los frutos, sobre las espaldas de los trabajadores y jubilados, mediante el recorte de los gastos sociales, de los salarios y las jubilaciones, etc. Ese camino solo lleva a mayores sufrimientos para el pueblo.

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