¿Y POR QUÉ NO PODRÍA SER ASÍ?
Los artículos de Constanza
Moreira siempre son interesantes, y dejan muchas cosas para analizar, y el que
publicó el diario La República el pasado 21 de agosto no es diferente en ese
aspecto.
El artículo se titula "La estrategia del salmón" y dice cosas como estas:
- “En estos días, nos hemos
visto sacudidos por la encuestas de opinión pública: que el Frente baja, que el
No a la Baja sube. ¡Qué panorama dispar! Pareceríamos estar ganando unas luchas
(la cultural, la simbólica, la comunicacional del “no a la baja”), pero
perdiendo terreno en una batalla crucial: la del gobierno, que es la base y la
estructura de muchas otras luchas (la del 6 % para la educación, la de los
Consejos de Salarios, la de la agenda de derechos)”.
Y bien, habría que señalar que no son dos cosas
equiparables, salvo por tratarse de temas sin duda políticos y sobre los que
habrá que decidir el último domingo de octubre.
Pero una cosa es la Comisión No a
la Baja, que como bien explica su sitio web “no es un espacio político
partidario. Es un espacio formado con la fuerza de un grupo heterogéneo de
organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, barriales y políticas”,
y que surge como instrumento puntual ante “...la necesidad de frenar la
iniciativa que propone bajar la edad imputabilidad”, y muy otra cosa es el
Frente Amplio, que sí es una fuerza política con 43 años de historia y que está
luchando por retener el gobierno y las mayorías parlamentarias.
Concordamos entonces con
Constanza Moreira en el sentido de que sin dudas es un “panorama dispar”, pero
no concordamos cuando dice “estamos” ganando unas batallas y perdiendo otras.
No, unos están ganando unas batallas y otros están perdiendo otras.
- “Ahora bien, las encuestas de hoy, como las de ayer, no
pueden reemplazar a la reflexión política. Y la pregunta ya célebre de “qué
hacer”, pergeñada por Lenin, viene después, y sólo después de conocer “qué
pasa”. Sobre todo, es necesario saber “leer” las encuestas, porque todas las
lecturas son políticas y porque la lectura del “qué pasa” será la que
determinará el “qué hacer” después”.
Totalmente de acuerdo con Constanza. Las encuestas de
intención de voto no son elecciones, ni una verdad incuestionable, son
herramientas, instrumentos, que sirven para –junto a otros elementos de
análisis político- evaluar cuales son los mejores pasos a dar para corregir lo
que se viene haciendo mal y mejorar una campaña electoral. Pero desde que las
encuestas existen, es costumbre entre los que aparecen rezagados en ellas
criticarlas, como si fueran una opinión y no una herramienta.
Como agrega Moreira: “Bienvenidas
las encuestas: son un instrumento particularmente útil. Pero son eso: un
instrumento”. Y más adelante: “¿Debiera el FA cambiar la estrategia de
su campaña? Yo diría que mucho más que hacer campaña, hay que hacer política.
No una política para ganar las elecciones, y menos aún para intentar seducir a
la “escurridiza” opinión pública. Hay que hacer política con nuestras
convicciones y nuestras ideas”. Y es probable que eso daría mejores
resultados, pero he ahí otro problema del FA: en lugar de llamar a Constanza
Moreira –que sigue siendo botijeada y ninguneada- para tratar de revertir los
resultados de las encuestas, llaman a Danilo Astori.
LO MÁS INTERESANTE
- “Los números nos están
diciendo que el FA no crece, y que el Partido Nacional (PN) sí lo hace. No
obstante, desde una perspectiva politológica, resulta muy improbable que los
votos frenteamplistas se estén volcando hacia el PN.”.
Yo no tengo la perspectiva
politológica de Morerira, desde luego, ya que ella es justamente politóloga, y
desconozco cuales son las razones que la llevan a afirmar que “resulta muy
improbable que los votos frenteamplistas se estén volcando hacia el PN”, pero
sin duda esa es una pregunta que muchos se hacen hoy en día: ¿Es posible que
votantes del FA puedan abandonarlo para pasar a votar partidos como el Partido
Nacional, incluso el Colorado, el PI u otros tan opuestos como la UP o el PERI?
Y yo creo que sí, claro que es
posible. Como también son posibles los movimientos inversos.
Uno puede suponer con toda
lógica, que un votante de izquierda vota a un partido de izquierda, de la misma
manera que un votante de derecha vota a un partido de derecha y que uno de
centro vota a un partido de centro.
Uno de los problemas es que los
votantes no son tan estables ni tan definidos de una punta a otra del espectro
político; y el otro, es que ya no existen tantas diferencias entre los tres
partidos tradicionales: PC, PN y FA.
Es posible que si alguien piensa
en el FA como si fuera el FA del 71, se asombre de que un votante de ese
partido pueda pasar a votar a uno de los otros partidos tradicionales o al PI,
y tal vez no le parezca demasiado extraño que vote a otro partido de izquierda.
Pero lo cierto es que entre el FA de hoy en día y el del 71 hay un abismo
insondable; ni el FA es el mismo, ni sus votantes lo son. He ahí la cuestión.
CAMBIA, TODO CAMBIA
El FA del 71 era un conglomerado
de izquierda, con postulados de izquierda, al que se sumaron sectores de los
partidos tradicionales que habían intentado cambiar a sus partidos sin éxito.
Luego de la dictadura, ese conglomerado de izquierda siguió creciendo en su
expresión electoral, fundamentalmente por incorporación de jóvenes (crecimiento
vegetativo). Era un hecho que la mayoría de los jóvenes que se incorporaban al
padrón electoral votaban al FA. Eso hoy ha ido variando y la tendencia ya no es
tan pronunciada.
Pero por otra parte, a lo largo
de su historia el FA ha ido transformándose, entre otras cosas para lograr
llegar al gobierno, y el FA que llegó al gobierno no es ni la sombra de aquel
que se fundó en el 71.
Se ha transformado notoriamente
en sus formulaciones programáticas, se ha ido modificando en sus referencias
ideológicas, también en su estructura orgánica, y ni que hablar en convocatoria
electoral y política (en el sentido de los destinatarios de su mensaje).
Desde la recuperación de la
democracia, hasta las elecciones de 2004, la trayectoria del Frente Amplio ha
tenido la impronta de un constante crecimiento político y electoral, el que se
ha basado entre otras cosas –y al contrario de lo que algunos afirman- en una
renovación constante. El crecimiento electoral prácticamente ininterrumpido
(salvo las elecciones del 89 y las del 2009), se debe sin dudas a la constante
renovación que es –entre otras cosas- la que le ha permitido expandir sus
fronteras electorales y su llegada a cada vez más amplias capas de la
población.
Si tomamos el período 1971 - 1989
(que incluye los 11 años de dictadura), veremos que los contenidos
programáticos prácticamente se mantienen, y que hacen énfasis en las
transformaciones “estructurales”. Sin embargo, para las elecciones de 1994 y de
ahí en más, es visible una tendencia a limar los aspectos que iban hacia
cambios más decididamente transformadores.
Muchos sostienen que lo que se ha
dado desde entonces es una “tradicionalización” del Frente Amplio (en el
sentido de creación de una tradición propia), la que unida a su moderación
programática ha llevado al FA a un corrimiento hacia el centro del espectro
político incrementando su apoyo electoral.
LOS CAMBIOS MÁS NOTORIOS
En el programa del 84 hay dos
cambios notorios: si bien se mantiene la propuesta de “reforma agraria”,
desaparece la referencia expresa a la eliminación del latifundio (llegado al
gobierno los latifundios crecen y se concentran en menos manos, en lo que
algunos han denominado una “contrarreforma agraria”), y desaparece la mención a
la “nacionalización del comercio exterior”.
El programa del 89 no presenta
grandes cambios, pero ya no se habla más del no pago de la deuda externa, sino
de “evitar el pago” de los intereses de la misma, debido a su carácter
ilegítimo e impagable (cuando se llega al gobierno se paga la deuda con el FMI
al contado, y se incrementa la deuda externa hasta cifras inimaginables).
En el año 94, la discusión
programática más profunda se dio sobre dos temas centrales: la deuda externa y
la estatización de la banca. El resultado fue que se eliminó la “estatización
de la banca” y se volvió a la formulación del año 84: nacionalización de la
banca. Y por otro lado, no se incluyó la moratoria de la deuda externa, y se
mantuvo el llamado a la constitución de “un frente de países deudores…para el
no pago de los intereses”. Por cierto que se retira cualquier referencia a la
reforma agraria, y se establece que “se estudiará la productividad
especialmente de las tierras en manos de extranjeros no residentes y dedicadas
a la ganadería extensiva”. No hay que olvidar por otra parte que ese año (94)
se creó el Encuentro Progresista, que influyó notoriamente en la moderación del
programa de la izquierda. El programa del Encuentro Progresista de 1999, tiene
un énfasis indudable en los aspectos sociales y políticos por sobre los
económicos, que eran el eje del programa del 71.
LA RENOVACIÒN IDEOLÓGICA
Y no hay dudas, el Frente Amplio
que accedió al gobierno en 2005 no es el del 71, si bien es una fuerza política
que por su integración y programa podría caracterizarse de “popular”.
Los contenidos antiimperialistas
y democráticos avanzados permanecen en teoría y figuran en los documentos,
aunque la práctica contradiga la teoría.
El Frente Amplio aprobó su
actualización ideológica en el IV Congreso Ordinario “Tota Quinteros”, en
octubre de 2001 (30 años después de su fundación), sintetizando un ciclo de
debates internos que duró poco menos de dos años, y que había sido reclamado
por el mismísimo Tabaré Vázquez.
El título del documento aprobado
decía: Compromiso por el cambio para el nuevo siglo – Pautas para el desarrollo
ideológico y la elaboración programática. Decía Vázquez en el discurso de
clausura de ese Congreso: “Lo resuelto es importante. Pero tan importante
como lo resuelto es la forma en que lo hemos hecho: Primero: orgánicamente, en
un Congreso en el que participaron, promedialmente, 1.600 delegados de todo el
país, de los cuales el 52% son del Interior y según nuestros registros es el
más numeroso de los Congresos que ha realizado el Frente Amplio en los últimos
años. ¿Quién dijo que se acabó la ideología?, ¿quién dijo que el Frente Amplio
vació su estructura militante?, ¿quién dijo que aquí se cocina todo en la
cúpula? Aquí trabajan todos los militantes, todos opinan, todos son respetados”.
Sin embargo, en la práctica luego
–y sobre todo al llegar al gobierno- la estructura militante sí fue vaciada, sí se cocinó en las cúpulas y
sí se promovió y defendió el fin de las ideologías, al mejor estilo Fukuyama.
Pero además, es innegable que la
izquierda había ya comenzado un proceso de renovación mucho antes incluso de la
formación del Frente Amplio. Y ni hablar que luego de la dictadura, la
izquierda comenzó a replantearse sus marcos de referencia ideológicos, proceso
que se llevó a cabo a la luz del día, en el medio de la recomposición orgánica
de las estructuras de los partidos y sectores integrantes del FA, y del reencuentro
de militantes dispersos y desconectados durante décadas. A lo que se sumó el
fenómeno de la Perestroika, la caída posterior del régimen de la Unión
Soviética y los países del Este europeo. Todas estas cuestiones enmarcaron un
proceso indudable de transformación ideológica del conjunto de la izquierda,
que ya no es la misma del año 71, aunque algunos quieran mostrarla de esa
manera.
MI PERSPECTIVA
Mi perspectiva no es
politológica, pero creo que tiene un buen sustento en la realidad.
Cuando un partido de izquierda se
corre hacia el centro para ampliar su apoyo electoral, y luego llega al
gobierno y aplica un programa de centro, no es tan extraño que sus votantes
–que a esa altura son mayoritariamente de centro- puedan volcarse eventualmente
hacia otro partido de centro izquierda o hacia uno de centro derecha.
Cuando un partido que tiene su
origen en fuerzas políticas de izquierda con un alto contenido ideológico en lo
teórico y en lo programático y hasta en la forma de desplegar su actividad política,
se transforma en un partido “catch-all”, es posible que crezca electoralmente e
incluso que llegue a obtener el gobierno (el Frente Amplio es una clara prueba
de ello). Pero eso tiene sus costos.
Los partidos “atrápalo-todo”
(catch all), cuando logran alcanzar el poder, tienden a sustituir su particular
ideología por una visión amplia y omnicomprensiva de la realidad social. Una
vez en el gobierno, el partido tiende a actuar como responsable del Estado en
su conjunto y no como representante de un grupo concreto, y el objetivo de
continuar en el poder resulta determinante para que termine modificando sus
propuestas adaptándolas a las exigencias de la realidad, pero sobre todo, de la
estrategia electoral.
En este contexto, el partido
pretende abarcar el máximo número posible de electores y con ellos, sus votos. Ese
lavado ideológico lleva sin duda a la ampliación de los posibles electores,
pero hacen cada vez más difícil las distinciones en clave ideológica entre unos
partidos y otros (los signos de identidad ideológica quedan reducidos a
cuestiones instrumentales, la agenda de derechos, etc...). De esta forma, las
diferencias entre derecha e izquierda tienden a reducirse cada vez más y el
concepto predominante es el “centro político”.
En resumen, una fuerza política
que alguna vez fue netamente de izquierda, pero que se ha ido transformando
hasta ser una fuerza más de centro, sin propuesta hacia el futuro y sin más
discurso que lo que fue alguna vez y lo que hizo, no puede suponer
razonablemente que pueda tener un electorado cautivo de izquierda. Menos a su
electorado de centro –que a esta altura es el grueso de su electorado- ni al de
centro derecha, que también lo tiene.
Comentarios
Mujica confirmó que viajará a Finlandia para negociar la instalación de una nueva planta de pasta de celulosa, la más grande del país.
"Voy a hablar de eso, precisamente.
Vale la pena, ¡son dos o tres puntos del PBI, hermano!", apuntó, y dijo que la negociación quedará en manos del próximo gobierno. "Soy optimista.
Hay madera suficiente, y menos kilos para mover en la carretera"
El mandatario agregó que "la región anda con problemas" y "se está contrayendo".
Aun así, Uruguay tiene un buen nivel de INVERSION, "que no va a ser como el de años anteriores",, pero enfatizó que "vamos a andar bien":
"Tenemos un buen colchón. Mientras sigan poniendo el huevito e INVIRTIENDO , vamos a seguir respirando".
El plan para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) es un proyecto que abarca las áreas de transporte, energía y telecomunicaciones con la finalidad de promover las oportunidades comerciales en el territorio sudamericano visto como un gran mercado.
Como lo destacara en el año 2000 el entonces Presidente del BID Enrique Iglesias en la presentación de la propuesta IIRSA, Sudamérica es “un continente dotado en recursos naturales (...) con más de 300 millones de personas de una rica diversidad cultural que viven y trabajan en un espacio económico de 18 millones de kilómetros cuadrados con un PIB de más de US$ 1,5 trillones” (1).
Desde ese paradigma (mercantilista), por integración se refiere a aquellos “procesos de globalización, las corrientes negociaciones en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y la posibilidad hacia el futuro del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)” (2).
Esta iniciativa viene a proponer la realización de las obras de infraestructura física necesarias para los objetivos del ALCA: favorecer las oportunidades de explotación de este mercado
.
Es la continuación de un mismo modelo, su hermano centroamericano: Plan Puebla-Panama, que tiene consecuencias nefastas para los pueblos y los recursos naturales de Centroamérica desde México hasta Panamá.
¿Cuándo nació?
Esta iniciativa fue lanzada desde la Reunión de Presidentes de América del Sur en agosto del año 2000 en la ciudad de Brasilia, República Federativa de Brasil. Fue el Presidente Fernando Henrique Cardoso quien promovió la invitación a conformar un foro de discusión sobre un futuro espacio económico de integración sudamericana, proponiendo la coordinación macroeconómica necesaria “con vistas a la ampliación de la infraestructura física de integración” (3).
Pero fue el Presidente del BID ENRIQE INGLESIAS quien agradece la “oportunidad de presentar un documento de apoyo a la discusión sobre la integración física del continente” entregando un Resumen Ejecutivo y un informe como “primer punto de apoyo basado en la identificación de “ejes de integración y desarrollo” a través de todo el espacio físico regional (...) en áreas de energía, transporte y telecomunicaciones, con vistas a crear un espacio común para la inversión” (4).
Agrega en esa alocución que “para aprovechar el pleno potencial de los mercados subregionales y continental, deben superarse una serie de obstáculos. Uno de ellos es consolidar acuerdos regionales, (...) profundizar los lazos comerciales entre las subregiones del continente, en forma consistente con las reglas de la OMC, y eliminar las barreras no arancelarias dentro de y entre los acuerdos. Otro requisito crítico es el desarrollo de la infraestructura regional, que tradicionalmente ha constituido un ‘cuello de botella’ para la integración”.
En la intervención del Presidente Ejecutivo de la Corporación Andina de Fomento (CAF), Enrique García, destaca: “respecto del futuro, vemos con complacencia el esfuerzo realizado por el BID para la presentación de una propuesta de plan de acción para la integración de la infraestructura de América del Sur” (5).
Se trata entonces de una propuesta presentada por el BID, que cuenta con el aval de los doce presidentes sudamericanos que la signaron en esa oportunidad y le dieron “legitimidad” como emprendimientos gubernamentales.
La coordinación técnica y su funcionamiento se delegó desde el inicio a los tres bancos multilaterales de desarrollo regionales: El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento (CAF) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA).
Desde una Visión Estratégica de Negocios, estos bancos propusieron un Plan de Acción con un plazo de diez años para hacer realidad las aspiraciones de integración regional que se viene ejecutando.
Además del papel activo en el financiamiento de los estudios y proyectos relacionados con IIRSA, estas instituciones han facilitado y promocionado la participación del sector privado en la iniciativa.