NADA NUEVO
Quienes
controlan el poder del Estado generalmente operan al margen de la
opinión de la gente, es decir, sin su consenso y sin tomar en cuenta
su opinión, a la cual asigna un papel siempre secundario y
accesorio, sólo útil a la hora de requerir su legitimación a
través del voto. Uno esperaría de un gobierno progresista una cosa
muy distinta, pero la opacidad en las decisiones que se toman, es
algo a lo que nos tiene acostumbrado este gobierno.
La
otra cuestión que uno podría esperar de un gobierno progresista, es
algún apego a la tradición histórica de la izquierda en cuanto a
la defensa de los espacios públicos y el acceso democrático a
estos.
Nada
de esto se ve en la decisión del gobierno de enajenar los terrenos
en cuestión para que se instale allí López Mena (es una ley con
nombre y apellido) con su terminal de Buquebus.
En
cuánto a la participación ciudadana, el arquitecto argentino Juan
Bautista Frigerio, integrante del estudio británico Norman Foster,
que se haría cargo de la obra, señaló en Puerto Madero: “...en
el caso de seguir adelante con el proyecto, se generarían instancias
de diálogo con la sociedad civil para escuchar las necesidades y
sugerencias de los vecinos de la zona”. Es decir, “en caso de
seguir adelante”, cuando el proyecto esté en marcha, y no antes de
empezar.
El
alcalde del municipio B, señaló a la comisión de transporte del
Parlamento que los cambios a nivel barrial son la mayor preocupación,
y por eso sugirió que a medida que se avance en el proyecto “se
le transmita a los habitantes del barrio como va a ser”. Esto
es, el alcalde ni siquiera piensa en consultarlos, sino apenas
transmitirles como va a ser, luego que el proyecto avance. Esa es la
democracia que puede verse en este proyecto que afecta sensiblemente
el uso de un espacio público.
Lo
que tampoco está presente en este oscuro proceso, es algún plan de
desarrollo de una zona abandonada de la ciudad, que genere un impacto
de calidad para la vida de la gente. Lo que hay es una zona
abandonada y un proyecto de un inversor extranjero al que se le
tiende una alfombra roja sin demasiado análisis. El único argumento
es el de siempre en todos estos casos: generación de empleo. Y no es
que uno esté en contra de la generación de empleo, pero ese no
puede ser el único argumento. Hacer del Palacio Legislativo un gran
casino y construir a su alrededor un complejo hotelero de cinco
estrellas, puede ser un proyecto que genere puestos de trabajo en
gran cantidad y por mucho tiempo, pero no parecería bueno que si
apareciera un López Mena con ese proyecto le vendiésemos el Palacio
y sus alrededores.
Está
más en línea con la
lógica del profundo pensamiento
filosófico del ex presidente José Mujica que resumiera en aquella
famosa sentencia cuando se iniciaba la privatización de parte del
parque de Cabo Polonio: “‘esto
hay que rematarlo en pedazos, esto vale en pila. Van a venir
turistas, van a hacer casa, y el pobrerío de la zona les va a hacer
el jardincito, les va a arreglar la casa y ahí va viviendo”. En
este caso el pobrerío apenas irá a recorrer el shopping.
José Luis Perera
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