Y ABRINES SE DESPERTÓ UN DÍA
(Respuesta a la nota de Ruben Abrines, publicada en Voces del Frente. Mi respuesta también fue publicada en ese semanario el jueves 23 de abril)
Yo también soy uruguayo, frenteamplista y comunista. Y también fue mía la decisión de pertenecer al padrón de afiliados del Partido Comunista (no sabía que se podía serlo por decisión de otros, me acabo de enterar por Abrines). Eso si, no puedo como él, esgrimir años de clandestinidad ni de prisión. Acabo de cumplir un año más de medio siglo, pero no de afiliado, sino de edad. Al igual que Abrines, “no participé, ni directa ni indirectamente, en la llamada “crisis” o “implosión y diáspora” de principio de la década del noventa, entre “renovadores y ortodoxos”, con las posteriores graves consecuencias orgánicas y personales, para miles y sus familias, de comunistas uruguay@s, con profundas repercusiones en la cultura de la izquierda uruguaya”. Hasta aquí, entonces, no existen grandes diferencias entre nosotros, salvo la edad y los años de afiliados. Ambos somos uruguayos, frenteamplistas, comunistas. Pero tenemos diferencias enormes.
Parece ser que Abrines se duerme, y luego amanece y se entera de las cosas. Abrines dice que “Un día amanecí, con el triunfo del primer gobierno de izquierda del FA, en la ciudad de Rivera”.Y no lo dice –pero así parece ser- que un día se despertó y se encontró con que el Partido Comunista (el suyo) había decidido “una especie de alianza electoral hacia junio, incluso todo hace pensar que más allá de octubre, con esa formidable fuerza electoral que es el MPP”. Para ser más exactos, Abrines lo define como un “...público, notorio y brusco cambio operado por la mayoría de la dirección del PCU”. Al parecer, según Abrines, esto sucedió “después del Congreso(cuando) la mayoría del CC del Partido intenta trazar una nueva política de alianzas electorales...”.
Pero veamos lo que sucedía mientras Abrines dormía. El discurso y el accionar de nuestro Partido ha sido siempre uno y el mismo. Cuando tempranamente se comenzaron a largar nombres por la prensa de futuros candidatos a presidente por el Frente Amplio, y ésta se hacía un festín con la danza que tenía para ofrecer a su público, fuimos los comunistas quienes salimos a parar la mano, porque no era esa la forma que nos habíamos dado históricamente los frenteamplistas para discutir un tema tan delicado. También dijimos muchas veces, e insistimos en ello, que lo importante era el programa, y que luego de tener los acuerdos sobre el programa recién era el tiempo de discutir candidaturas. Pero por sobre todo destacábamos la importancia de llegar a los consensos o a las grandes mayorías para que el candidato fuera electo en el Congreso, y que las elecciones internas eran el peor escenario para el Frente Amplio. Un titular del diario “La República” lo expresaba en setiembre de 2008 de forma más clara aún: “PCU apuesta al consenso en Congreso del Frente Amplio - El Partido Comunista del Uruguay (PCU) insiste en que las candidaturas presidenciales deben surgir del Congreso del Frente Amplio (FA). Para el sector, lo prioritario no son los nombres, sino definir por consenso el programa y los candidatos izquierdistas”. Y de esa manera actuamos. Los comunistas en los diferentes comités de base trabajaron intensamente en las asambleas hacia el Congreso, y sobre el final, discutieron también candidaturas. Por otro lado, la dirección de nuestro Partido mantenía conversaciones con los demás sectores del Frente Amplio en torno a cuestiones programáticas y, por supuesto, también sobre candidaturas, pero sobre una base muy clara: el PCU no descartaba ningún candidato a priori, el FA tenía muchas figuras importantes para integrar la fórmula. En ese sentido, también descartábamos las “fórmulas cantadas” que se nos quería imponer a través de la prensa. De esa forma, los comunistas llegamos a nuestro propio Congreso, y allí dimos la discusión sobre las cuestiones programáticas que íbamos a proponer al FA para incluir en el programa común, y también discutimos sobre candidaturas. Y allí, en nuestro Congreso, los comunistas decidimos soberanamente dejar en manos del Comité Central la decisión final sobre ese tema, puesto que las conversaciones con los demás sectores del FA seguían en curso y aún no había elementos suficientes para tomar una decisión en ese momento (hablamos de 11 de octubre de 2008). Finalmente, el 7 de diciembre, nuestro Partido emite un comunicado público que dice en su punto 3: “Que la mejor solución para el FA es nombrar los candidatos por consenso. Hoy, y por distintas razones, ningún candidato lo puede asegurar. Más allá de diferencias que hemos mantenido con algunos de ellos, es voluntad del PCU sumar a una fórmula de consenso, para lo que trabajaremos hasta el final. En tal sentido exhortamos a todos los candidatos y sectores, a los gestos de grandeza a que nos tiene acostumbrados el FA, haciendo primar la sabiduría colectiva del congreso y asumiendo orgullosamente el lugar que éste les adjudique para representar al FA en las elecciones nacionales”. Y en su punto 4: “De no lograrse el consenso, impulsaremos un candidato que cuente con amplio respaldo en el Congreso. Dicho candidato, en las condiciones actuales, es el compañero José Mujica.” Todo esto sucedía mientras Abrines dormía. Y despierta mucho después del Congreso. Tal vez por eso no se enteró que las previsiones del Partido eran correctas, y que el compañero Mujica era quien contaba con el más amplio respaldo y fue el único que obtuvo en el Congreso los 2/3 requeridos para ser el candidato. Ni se enteró que “su” candidato (porque el también manifestaba sus preferencias antes del Congreso) salía recién en tercer lugar.
Pero no es excusa. Aunque hubiera estado durmiendo, Abrines debería tener claro que la posición de nuestro Partido podrá ser discutible, pero no es caprichosa. En lo fundamental, está basada en la defensa y conservación de la herramienta Frente Amplio y tiene que ver con la construcción del bloque alternativo de los cambios. Es decir, darle forma a la fuerza social de los cambios, las grandes mayorías organizadas que construyen el programa y lo llevan a la práctica y que, por eso mismo, lo hacen suyo y lo defienden. Y aunque estuviera durmiendo, Abrines sabe que los comunistas en este país, hemos definido y luchado desde hace mucho por algo que para nosotros es central: la unidad. Unidad total de la clase obrera, unidad de las fuerzas de izquierda, democráticas y avanzadas, y unidad de todo el pueblo, en el ámbito nacional. Por eso el Frente Amplio es para nosotros la cuestión fundamental. Y por eso defendemos hasta las últimas consecuencias su funcionamiento orgánico, su carácter de coalición y movimiento, y las resoluciones que este toma en sus organismos. Por eso, apoyar a Mujica como el candidato del Frente Amplio no es un “cambio brusco” operado en la Dirección del Partido, como insinúa Abrines. Para los comunistas apoyar a Mujica como candidato del Frente Amplio es apoyar la decisión soberana tomada por los frenteamplistas en su máximo organismo que es el Congreso. Si el Estatuto del Frente Amplio dice en su artículo 84 que los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República se eligen en el Congreso, y que el Congreso tomará resolución por 2/3 de sus miembros, y si el único que obtuvo los 2/3 de los votos en el Congreso es el compañero José Mujica, nadie debería sorprenderse (y menos Abrines) de que el Partido Comunista acate la esa decisión soberana de los frenteamplistas. Tal vez Abrines esperaba que el Partido apoyara una cosa en el Congreso para luego, después que el Congreso tomara su decisión, adoptar cualquier otra diferente. No le han alcanzado 50 años de comunista para comprender al Partido.
Pero claro, ya despierto, y ante los hechos que relatamos, Abrines no hace estos razonamientos. Abrines lo que dice es “Acatar no fue ni es mi mejor perfil”. ¡Fantástico! Acatar o no, la decisión del Partido, para Abrines es una cuestión de “perfil”. Si se es un comunista con perfil de acatador, se acata. Si se es un comunista con perfil no acatador, no se acata. Y lo dice muy claramente: “No pongo en tela de juicio el papel y la legitimidad de las mayorías del CC, pero no comparto...”. Es decir, se trata de un comunista que –tal como lo expresa al principio de su nota- está a punto de cumplir medio siglo de afiliado. Y sin embargo, para él lo que importa no es la legitimidad ni el papel de las mayorías en la Dirección. Lo que importa a Abrines es si Abrines comparte o no las decisiones de la mayoría en su Partido. Yo el supremo. Y entonces luego decide tomar otro camino. Y tan independiente es en sus decisiones, que ya ni siquiera apoyará a quien apoyaba antes del Congreso. Ahora se decide por Marcos Carámbula. Está bien. Cuando se despierte nuevamente después de Junio, ¿qué hará? ¿Dirá que hubo un público, notorio y brusco cambio operado en la mayoría de los frenteamplistas, qué súbitamente decidieron votar en las internas al candidato del Congreso?
Parece ser que Abrines se duerme, y luego amanece y se entera de las cosas. Abrines dice que “Un día amanecí, con el triunfo del primer gobierno de izquierda del FA, en la ciudad de Rivera”.Y no lo dice –pero así parece ser- que un día se despertó y se encontró con que el Partido Comunista (el suyo) había decidido “una especie de alianza electoral hacia junio, incluso todo hace pensar que más allá de octubre, con esa formidable fuerza electoral que es el MPP”. Para ser más exactos, Abrines lo define como un “...público, notorio y brusco cambio operado por la mayoría de la dirección del PCU”. Al parecer, según Abrines, esto sucedió “después del Congreso(cuando) la mayoría del CC del Partido intenta trazar una nueva política de alianzas electorales...”.
Pero veamos lo que sucedía mientras Abrines dormía. El discurso y el accionar de nuestro Partido ha sido siempre uno y el mismo. Cuando tempranamente se comenzaron a largar nombres por la prensa de futuros candidatos a presidente por el Frente Amplio, y ésta se hacía un festín con la danza que tenía para ofrecer a su público, fuimos los comunistas quienes salimos a parar la mano, porque no era esa la forma que nos habíamos dado históricamente los frenteamplistas para discutir un tema tan delicado. También dijimos muchas veces, e insistimos en ello, que lo importante era el programa, y que luego de tener los acuerdos sobre el programa recién era el tiempo de discutir candidaturas. Pero por sobre todo destacábamos la importancia de llegar a los consensos o a las grandes mayorías para que el candidato fuera electo en el Congreso, y que las elecciones internas eran el peor escenario para el Frente Amplio. Un titular del diario “La República” lo expresaba en setiembre de 2008 de forma más clara aún: “PCU apuesta al consenso en Congreso del Frente Amplio - El Partido Comunista del Uruguay (PCU) insiste en que las candidaturas presidenciales deben surgir del Congreso del Frente Amplio (FA). Para el sector, lo prioritario no son los nombres, sino definir por consenso el programa y los candidatos izquierdistas”. Y de esa manera actuamos. Los comunistas en los diferentes comités de base trabajaron intensamente en las asambleas hacia el Congreso, y sobre el final, discutieron también candidaturas. Por otro lado, la dirección de nuestro Partido mantenía conversaciones con los demás sectores del Frente Amplio en torno a cuestiones programáticas y, por supuesto, también sobre candidaturas, pero sobre una base muy clara: el PCU no descartaba ningún candidato a priori, el FA tenía muchas figuras importantes para integrar la fórmula. En ese sentido, también descartábamos las “fórmulas cantadas” que se nos quería imponer a través de la prensa. De esa forma, los comunistas llegamos a nuestro propio Congreso, y allí dimos la discusión sobre las cuestiones programáticas que íbamos a proponer al FA para incluir en el programa común, y también discutimos sobre candidaturas. Y allí, en nuestro Congreso, los comunistas decidimos soberanamente dejar en manos del Comité Central la decisión final sobre ese tema, puesto que las conversaciones con los demás sectores del FA seguían en curso y aún no había elementos suficientes para tomar una decisión en ese momento (hablamos de 11 de octubre de 2008). Finalmente, el 7 de diciembre, nuestro Partido emite un comunicado público que dice en su punto 3: “Que la mejor solución para el FA es nombrar los candidatos por consenso. Hoy, y por distintas razones, ningún candidato lo puede asegurar. Más allá de diferencias que hemos mantenido con algunos de ellos, es voluntad del PCU sumar a una fórmula de consenso, para lo que trabajaremos hasta el final. En tal sentido exhortamos a todos los candidatos y sectores, a los gestos de grandeza a que nos tiene acostumbrados el FA, haciendo primar la sabiduría colectiva del congreso y asumiendo orgullosamente el lugar que éste les adjudique para representar al FA en las elecciones nacionales”. Y en su punto 4: “De no lograrse el consenso, impulsaremos un candidato que cuente con amplio respaldo en el Congreso. Dicho candidato, en las condiciones actuales, es el compañero José Mujica.” Todo esto sucedía mientras Abrines dormía. Y despierta mucho después del Congreso. Tal vez por eso no se enteró que las previsiones del Partido eran correctas, y que el compañero Mujica era quien contaba con el más amplio respaldo y fue el único que obtuvo en el Congreso los 2/3 requeridos para ser el candidato. Ni se enteró que “su” candidato (porque el también manifestaba sus preferencias antes del Congreso) salía recién en tercer lugar.
Pero no es excusa. Aunque hubiera estado durmiendo, Abrines debería tener claro que la posición de nuestro Partido podrá ser discutible, pero no es caprichosa. En lo fundamental, está basada en la defensa y conservación de la herramienta Frente Amplio y tiene que ver con la construcción del bloque alternativo de los cambios. Es decir, darle forma a la fuerza social de los cambios, las grandes mayorías organizadas que construyen el programa y lo llevan a la práctica y que, por eso mismo, lo hacen suyo y lo defienden. Y aunque estuviera durmiendo, Abrines sabe que los comunistas en este país, hemos definido y luchado desde hace mucho por algo que para nosotros es central: la unidad. Unidad total de la clase obrera, unidad de las fuerzas de izquierda, democráticas y avanzadas, y unidad de todo el pueblo, en el ámbito nacional. Por eso el Frente Amplio es para nosotros la cuestión fundamental. Y por eso defendemos hasta las últimas consecuencias su funcionamiento orgánico, su carácter de coalición y movimiento, y las resoluciones que este toma en sus organismos. Por eso, apoyar a Mujica como el candidato del Frente Amplio no es un “cambio brusco” operado en la Dirección del Partido, como insinúa Abrines. Para los comunistas apoyar a Mujica como candidato del Frente Amplio es apoyar la decisión soberana tomada por los frenteamplistas en su máximo organismo que es el Congreso. Si el Estatuto del Frente Amplio dice en su artículo 84 que los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República se eligen en el Congreso, y que el Congreso tomará resolución por 2/3 de sus miembros, y si el único que obtuvo los 2/3 de los votos en el Congreso es el compañero José Mujica, nadie debería sorprenderse (y menos Abrines) de que el Partido Comunista acate la esa decisión soberana de los frenteamplistas. Tal vez Abrines esperaba que el Partido apoyara una cosa en el Congreso para luego, después que el Congreso tomara su decisión, adoptar cualquier otra diferente. No le han alcanzado 50 años de comunista para comprender al Partido.
Pero claro, ya despierto, y ante los hechos que relatamos, Abrines no hace estos razonamientos. Abrines lo que dice es “Acatar no fue ni es mi mejor perfil”. ¡Fantástico! Acatar o no, la decisión del Partido, para Abrines es una cuestión de “perfil”. Si se es un comunista con perfil de acatador, se acata. Si se es un comunista con perfil no acatador, no se acata. Y lo dice muy claramente: “No pongo en tela de juicio el papel y la legitimidad de las mayorías del CC, pero no comparto...”. Es decir, se trata de un comunista que –tal como lo expresa al principio de su nota- está a punto de cumplir medio siglo de afiliado. Y sin embargo, para él lo que importa no es la legitimidad ni el papel de las mayorías en la Dirección. Lo que importa a Abrines es si Abrines comparte o no las decisiones de la mayoría en su Partido. Yo el supremo. Y entonces luego decide tomar otro camino. Y tan independiente es en sus decisiones, que ya ni siquiera apoyará a quien apoyaba antes del Congreso. Ahora se decide por Marcos Carámbula. Está bien. Cuando se despierte nuevamente después de Junio, ¿qué hará? ¿Dirá que hubo un público, notorio y brusco cambio operado en la mayoría de los frenteamplistas, qué súbitamente decidieron votar en las internas al candidato del Congreso?
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