ANALIZAR TODO
Los documentos elaborados por muchos de los sectores del FA, por comités, coordinadoras y hasta los aportes personales, acerca de los problemas que afectan a nuestra fuerza política, hace rato que están circulando. Y eso está bien, porque la circulación horizontal de las ideas es lo que enriquece el debate y hace que se vaya conformando una visión global del estado de opinión de los frenteamplistas en su conjunto.
GOBIERNO-FUERZA POLÍTICA
Uno de esos aportes que circulan (del Nuevo Espacio, disponible en su pág. web) dice: “Es que no podemos cargar las tintas en la acción de gobierno, ya que los logros del mismo, fueron de tal magnitud y de tal dimensión, que pocas veces nuestro país vivió épocas de bonanza y distribución como se vivieron en el gobierno del Frente Amplio y de Tabaré Vázquez.” Y luego, más adelante, agrega que “El disgusto de la gente y lo que motivó en parte su alejamiento se dirige fundamentalmente hacia la fuerza política. Están aquí los problemas por los que nuestra propia gente no se ve reflejada ni representada por la estructura que dirige nuestra fuerza política”.
No es este el único planteo en donde se descarga el peso de la responsabilidad del fracaso electoral exclusivamente en la fuerza política. Nosotros hemos dicho ya, y lo hemos reiterado muchas veces: hicimos un muy buen gobierno; el mejor en décadas –hemos escrito muchos artículos destacando nuestros logros-. Pero cuando lo que estamos analizando es un fracaso, no nos sirve de mucho regodearnos en lo que hicimos bien, porque los ciudadanos que dejaron de votarnos no lo hicieron por nuestros aciertos, sino por lo que hicimos mal. Y lo que sostenemos, es que también hicimos un montón de cosas que no debimos haber hecho, y tuvimos actitudes (desde nuestro gobierno) desconcertantes y contradictorias, algunas veces erráticas, que nos distanciaron del núcleo más militante. Ante estas señales contradictorias, algunos frenteamplistas directamente abandonaron el Frente Amplio. Otros de nuestros militantes, tuvieron como primera reacción irse para su casa, dejaron de militar, y seguramente después, muchos optaron por dejar de votarnos.
Un segundo error en el que incurre el documento del NE, a nuestro modo de ver, es considerar que el único fracaso fue el de mayo de 2010. Dice: “Fue por esos logros (los del gobierno) que nos acompañó en octubre de 2009 con la fórmula Mujica Astori. Y si bien es cierto que ya en octubre se tuvo una votación menor a la esperada, el pueblo uruguayo dejó a la izquierda con mayoría parlamentaria y apoyó con creces en la segunda vuelta a la izquierda, para que siguiera gobernado”. Para más adelante señalar: “La derrota o retroceso de mayo de 2010, y derrota es una palabra muy pesada y cuesta llevarla encima de los hombros, no fue casual”. Es decir, en octubre y noviembre nos fue bárbaro (gracias a lo fantástico de nuestro gobierno), pero fracasamos en mayo (por los problemas en la estructura del FA).
Muchas de las cosas que en el documento del NE se mencionan como problemas, y que se adjudican en forma exclusiva a la fuerza política, sucedieron en los últimos dos años de gobierno, pero el vaciamiento de los Comités de Base, o el alejamiento de la “gente de a pie” –como dice el documento- comenzó mucho antes.
NO ERRAR EN EL DIAGNÓSTICO
Nosotros no negamos (no estamos ciegos) los problemas que atraviesan a la fuerza política, lo que queremos decir, es que debiéramos analizar ambas cosas –la fuerza política y el gobierno-, y la relación entre ambas. Porque si solo tomamos una parte de la cuestión, las soluciones serán incompletas y posiblemente no lleguen a ser soluciones sino parches. El documento del NE dice que “Quienes se encierren en ese exitismo” (refiriéndose a quienes dicen que aquí no pasa nada, que está todo bien), poco podrán avanzar en la reflexión y es ahora que estamos a tiempo de corregir los errores para enfrentar el futuro”. Y nosotros estamos de acuerdo, pero hay que aplicar el concepto también al análisis del primer gobierno del FA. Decir que todo lo que hicimos estuvo fantástico, y enfocar toda la batería de críticas y reformas a la fuerza política también es un grueso error.
Porque además, hay un punto sobre el que nos parece que deberíamos reflexionar. Cuando finaliza una gestión de gobierno, y la ciudadanía tiene que decidir sobre el futuro, sobre quien gobernará los próximos cinco años, lo primero que juzga es justamente a quien está gobernando, y en función de su valoración decidirá si lo mejor es cambiar de partido en el gobierno o si lo mejor es renovar el mandato. De manera que la carta de presentación del partido que está en el gobierno es su gestión. Si esta no conforma, el ciudadano irá a analizar las propuestas de los demás partidos. Si la gestión es satisfactoria (comparada con anteriores gestiones) se renovará la confianza en ese partido. Si no lo conforma la gestión del gobierno ni las propuestas de los otros partidos, tal vez opte por votar en blanco o anulado. En trazos muy gruesos (el voto no expresa únicamente una opinión coyuntural, sino que da cuenta de actitudes políticas profundas en relación con los fenómenos políticos y sociales), es así como funciona la democracia que conocemos por estos lares. En la decisión del voto influyen sobre todo y en primer lugar, lo que se denominan “actitudes políticas fundamentales” (la identificación partidaria, el grado de interés por la política, la actitud frente al cambio, la autoidentificación frente a los conceptos de izquierda y derecha, la satisfacción o no con quien gobierna, etc), y después, por supuesto, las opiniones circunstanciales, la percepción del momento político, el grado de confianza hacia hombres y partidos y grupos políticos, etc. Pero en resumen, lo que queremos decir es que no se puede sostener de ninguna manera que en octubre, en noviembre y en mayo la ciudadanía haya juzgado el funcionamiento interno del Frente Amplio o de cualquier otro partido. En esas instancias lo que la ciudadanía juzgó fue nuestro gobierno, y no verlo así nos llevará a conclusiones falsas. En todo caso, los partidos políticos fueron juzgados en junio de 2009, en las internas, y ahí si se avizoró una crítica de la que nadie quiso hacerse cargo. Nosotros lo planteamos y fracasamos con un éxito total. Decíamos en ese momento: “…el Frente Amplio fracasó en el objetivo principal que se había propuesto en las pasadas elecciones internas, esto es, obtener más votos que toda la oposición sumada, lo que nos pondría en inmejorables condiciones para obtener el triunfo en octubre. No solamente no logramos ese objetivo; ni siquiera pudimos ganarle al partido de oposición que logró más votos, el Partido Nacional. De manera que un balance y perspectiva, con un gran sentido autocrítico se hace imprescindible y urgente. Hasta ahora, no se ha dado. Al menos no se ha escuchado ni leído por los medios de comunicación, y tampoco se ha difundido por las vías orgánicas”.
NO TIRAR AL BEBÉ CON EL AGUA SUCIA
Quienes ponen el acento en la responsabilidad de la fuerza política por los fracasos electorales, señalan el descaecimiento de la militancia, como una de los síntomas más visibles de la problemática que nos afecta. Y estamos de acuerdo en que ese es un problema a solucionar. En lo que no podemos estar de acuerdo, es en que para solucionar ese problema se proponga achicar más aún la participación. Es como si, para solucionar el problema de la deserción escolar, se propusiera cerrar unas cuantas escuelas. Se propone por ejemplo que en el Congreso, se reduzca la participación de las bases a la mitad. Y se propone también que el organismo de dirección permanente, el Plenario Nacional y los plenarios departamentales (en donde las bases tienen una representación del 50%), desaparezcan, y se sustituyan por las Convenciones, en las que casualmente las bases no están representadas oficialmente. En próximos artículos intentaremos abordar estos temas, el de las soluciones.
GOBIERNO-FUERZA POLÍTICA
Uno de esos aportes que circulan (del Nuevo Espacio, disponible en su pág. web) dice: “Es que no podemos cargar las tintas en la acción de gobierno, ya que los logros del mismo, fueron de tal magnitud y de tal dimensión, que pocas veces nuestro país vivió épocas de bonanza y distribución como se vivieron en el gobierno del Frente Amplio y de Tabaré Vázquez.” Y luego, más adelante, agrega que “El disgusto de la gente y lo que motivó en parte su alejamiento se dirige fundamentalmente hacia la fuerza política. Están aquí los problemas por los que nuestra propia gente no se ve reflejada ni representada por la estructura que dirige nuestra fuerza política”.
No es este el único planteo en donde se descarga el peso de la responsabilidad del fracaso electoral exclusivamente en la fuerza política. Nosotros hemos dicho ya, y lo hemos reiterado muchas veces: hicimos un muy buen gobierno; el mejor en décadas –hemos escrito muchos artículos destacando nuestros logros-. Pero cuando lo que estamos analizando es un fracaso, no nos sirve de mucho regodearnos en lo que hicimos bien, porque los ciudadanos que dejaron de votarnos no lo hicieron por nuestros aciertos, sino por lo que hicimos mal. Y lo que sostenemos, es que también hicimos un montón de cosas que no debimos haber hecho, y tuvimos actitudes (desde nuestro gobierno) desconcertantes y contradictorias, algunas veces erráticas, que nos distanciaron del núcleo más militante. Ante estas señales contradictorias, algunos frenteamplistas directamente abandonaron el Frente Amplio. Otros de nuestros militantes, tuvieron como primera reacción irse para su casa, dejaron de militar, y seguramente después, muchos optaron por dejar de votarnos.
Un segundo error en el que incurre el documento del NE, a nuestro modo de ver, es considerar que el único fracaso fue el de mayo de 2010. Dice: “Fue por esos logros (los del gobierno) que nos acompañó en octubre de 2009 con la fórmula Mujica Astori. Y si bien es cierto que ya en octubre se tuvo una votación menor a la esperada, el pueblo uruguayo dejó a la izquierda con mayoría parlamentaria y apoyó con creces en la segunda vuelta a la izquierda, para que siguiera gobernado”. Para más adelante señalar: “La derrota o retroceso de mayo de 2010, y derrota es una palabra muy pesada y cuesta llevarla encima de los hombros, no fue casual”. Es decir, en octubre y noviembre nos fue bárbaro (gracias a lo fantástico de nuestro gobierno), pero fracasamos en mayo (por los problemas en la estructura del FA).
Muchas de las cosas que en el documento del NE se mencionan como problemas, y que se adjudican en forma exclusiva a la fuerza política, sucedieron en los últimos dos años de gobierno, pero el vaciamiento de los Comités de Base, o el alejamiento de la “gente de a pie” –como dice el documento- comenzó mucho antes.
NO ERRAR EN EL DIAGNÓSTICO
Nosotros no negamos (no estamos ciegos) los problemas que atraviesan a la fuerza política, lo que queremos decir, es que debiéramos analizar ambas cosas –la fuerza política y el gobierno-, y la relación entre ambas. Porque si solo tomamos una parte de la cuestión, las soluciones serán incompletas y posiblemente no lleguen a ser soluciones sino parches. El documento del NE dice que “Quienes se encierren en ese exitismo” (refiriéndose a quienes dicen que aquí no pasa nada, que está todo bien), poco podrán avanzar en la reflexión y es ahora que estamos a tiempo de corregir los errores para enfrentar el futuro”. Y nosotros estamos de acuerdo, pero hay que aplicar el concepto también al análisis del primer gobierno del FA. Decir que todo lo que hicimos estuvo fantástico, y enfocar toda la batería de críticas y reformas a la fuerza política también es un grueso error.
Porque además, hay un punto sobre el que nos parece que deberíamos reflexionar. Cuando finaliza una gestión de gobierno, y la ciudadanía tiene que decidir sobre el futuro, sobre quien gobernará los próximos cinco años, lo primero que juzga es justamente a quien está gobernando, y en función de su valoración decidirá si lo mejor es cambiar de partido en el gobierno o si lo mejor es renovar el mandato. De manera que la carta de presentación del partido que está en el gobierno es su gestión. Si esta no conforma, el ciudadano irá a analizar las propuestas de los demás partidos. Si la gestión es satisfactoria (comparada con anteriores gestiones) se renovará la confianza en ese partido. Si no lo conforma la gestión del gobierno ni las propuestas de los otros partidos, tal vez opte por votar en blanco o anulado. En trazos muy gruesos (el voto no expresa únicamente una opinión coyuntural, sino que da cuenta de actitudes políticas profundas en relación con los fenómenos políticos y sociales), es así como funciona la democracia que conocemos por estos lares. En la decisión del voto influyen sobre todo y en primer lugar, lo que se denominan “actitudes políticas fundamentales” (la identificación partidaria, el grado de interés por la política, la actitud frente al cambio, la autoidentificación frente a los conceptos de izquierda y derecha, la satisfacción o no con quien gobierna, etc), y después, por supuesto, las opiniones circunstanciales, la percepción del momento político, el grado de confianza hacia hombres y partidos y grupos políticos, etc. Pero en resumen, lo que queremos decir es que no se puede sostener de ninguna manera que en octubre, en noviembre y en mayo la ciudadanía haya juzgado el funcionamiento interno del Frente Amplio o de cualquier otro partido. En esas instancias lo que la ciudadanía juzgó fue nuestro gobierno, y no verlo así nos llevará a conclusiones falsas. En todo caso, los partidos políticos fueron juzgados en junio de 2009, en las internas, y ahí si se avizoró una crítica de la que nadie quiso hacerse cargo. Nosotros lo planteamos y fracasamos con un éxito total. Decíamos en ese momento: “…el Frente Amplio fracasó en el objetivo principal que se había propuesto en las pasadas elecciones internas, esto es, obtener más votos que toda la oposición sumada, lo que nos pondría en inmejorables condiciones para obtener el triunfo en octubre. No solamente no logramos ese objetivo; ni siquiera pudimos ganarle al partido de oposición que logró más votos, el Partido Nacional. De manera que un balance y perspectiva, con un gran sentido autocrítico se hace imprescindible y urgente. Hasta ahora, no se ha dado. Al menos no se ha escuchado ni leído por los medios de comunicación, y tampoco se ha difundido por las vías orgánicas”.
NO TIRAR AL BEBÉ CON EL AGUA SUCIA
Quienes ponen el acento en la responsabilidad de la fuerza política por los fracasos electorales, señalan el descaecimiento de la militancia, como una de los síntomas más visibles de la problemática que nos afecta. Y estamos de acuerdo en que ese es un problema a solucionar. En lo que no podemos estar de acuerdo, es en que para solucionar ese problema se proponga achicar más aún la participación. Es como si, para solucionar el problema de la deserción escolar, se propusiera cerrar unas cuantas escuelas. Se propone por ejemplo que en el Congreso, se reduzca la participación de las bases a la mitad. Y se propone también que el organismo de dirección permanente, el Plenario Nacional y los plenarios departamentales (en donde las bases tienen una representación del 50%), desaparezcan, y se sustituyan por las Convenciones, en las que casualmente las bases no están representadas oficialmente. En próximos artículos intentaremos abordar estos temas, el de las soluciones.
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