EL DEBATE CONTINÚA



Los temas que ha venido tratando nuestro Frente Amplio luego del proceso electoral del pasado año y principios de éste, son de una enorme complejidad. Y son complejos porque se trata de la actividad de los hombres en sociedad, de las decisiones que toman, de por qué las toman, de cómo promover algunas conductas y combatir otras, y de cómo lograr que las actividades y las decisiones de la gente confluyan hacia un fin común: un futuro mejor para todos. De manera que no son fáciles ni el diagnóstico ni las decisiones.
De todas formas, los frenteamplistas hemos estado haciendo un enorme esfuerzo por superar las carencias, modificar lo que está mal, mejorar lo que se puede mejorar y eliminar lo que definitivamente no funciona. Siempre ha sido así, a lo largo de la historia del FA, y en estos momentos en que emprendemos el segundo gobierno de nuestra fuerza política, con más razón aún.
LOS TEMAS EN DEBATE
Si tuviéramos que sintetizar los temas centrales que hemos estado debatiendo (y que seguiremos haciéndolo por un buen tiempo), diríamos que ellos son: a) el gobierno, b) la fuerza política, c) la participación de los frenteamplistas. El problema radica en querer encarar estos temas como si fueran fenómenos separados, para de esa forma encontrar cuáles son los factores que están afectando a cada uno de ellos y las posibles soluciones. Desde nuestro punto de vista, el todo es algo más (y diferente) que la suma de las partes. Así como una melodía no es nunca la suma de las notas que la componen, sino que es, en realidad, un fenómeno nuevo, el fenómeno del Frente Amplio y su gobierno debe verse como un todo, con sus partes interrelacionadas.
Hay un párrafo del documento de Asamblea Uruguay –que analizábamos en nuestro artículo anterior- que de alguna forma plantea esto que venimos diciendo. Dice así: “por supuesto que una buena gestión de gobierno y el peso de sus figuras principales inciden en las posibilidades que se generen para que el FA se fortalezca en la sociedad. No puede crecer una organización que se identifique con un mal gobierno. Pero una excelente gestión, como la de nuestro gobierno, no genera por sí misma acumulación política. Esto es clave para comprender por qué los logros en el gobierno no se traducen mecánica y automáticamente en crecimiento de la fuerza política (en crecimiento electoral, en militancia, en adhesiones, en incidencia en la vida del país)”.
El planteo de AU es válido, más allá de los matices acerca de si nuestro primer gobierno realizó una “excelente gestión”, y más allá de las diferencias acerca de que cosas pueden considerarse “logros”. Esto lo decimos porque a renglón seguido el documento agrega que “tal vez en torno a este aspecto hayamos padecido algunos errores y omisiones que, de una u otra manera, nos hayan debilitado en la batalla política (en la acumulación), esperando con una actitud pasiva que los buenos números del gobierno se tradujeran sin más en buenos números electorales.” Creemos que ese justamente es uno de los gruesos errores de algunos compañeros frenteamplistas; el creer que todo es una cuestión de números. El no terminar de comprender que detrás de los números hay gente de carne y hueso, que no come promedios, que no paga el alquiler con porcentajes del PBI, que no soluciona la educación de sus hijos ni el pan ni la leche con un punto más o un punto menos de déficit fiscal.
EL GOBIERNO
Ya hemos hablado lo suficiente acerca de la gestión de nuestro primero gobierno. Y creemos que hemos dejado en claro nuestro punto de vista acerca de cómo los errores cometidos han influido en buena medida en los otros temas que mencionamos. Porque esos errores sin duda han tenido incidencia en el funcionamiento orgánico del FA, y hasta en su agenda. Pero también han tenido incidencia, como hemos dicho, en la pérdida de militancia, y sin dudas en la pérdida de votos. A los trabajadores por la cuenta (pongamos por caso un carpintero) se les suele aconsejar de la siguiente forma: “trate de cumplir en todos los aspectos siempre. Si usted trabaja en forma correcta, hace trabajos de un nivel aceptable, y lo entrega en los plazos prometidos, su cliente casi seguro que lo va a recomendar a dos o tres conocidos. Pero si usted hace alguna de esas cosas mal, por ejemplo entregar un trabajo mucho más tarde de lo prometido, tenga la seguridad que ese cliente se lo va a contar por lo menos a diez personas, y hasta le va a dar una dimensión mayor de la real a la falla cometida”. Puedo dar fe que eso es realmente así. Y eso es también válido para un gobierno. Un gobierno puede hacer las cosas muy bien, y la gente considerará que eso es lo correcto, que para eso los votó. Pero si comete un error, un solo error, puede costarle las elecciones (ver, si no, lo sucedido en España con Aznar).
LA PARTICIPACIÓN
Hemos escrito acerca de la participación, y no específicamente en relación con el FA y los Comités de Base, sino de una forma más general. Dijimos alguna vez que “No todos quieren participar aunque puedan, y no todos pueden participar aunque quieran”. Y también que “Hay un difícil equilibrio entre las razones que animan a la gente a participar, y sus posibilidades reales de hacerlo. Aunque el entorno político sea el más estimulante posible, y aunque haya un propósito compartido por la gran mayoría de la sociedad en un momento dado, habrá siempre quienes encuentren razones más poderosas para abstenerse de participar que para hacerlo”. Esto creemos que es de alguna manera válido en todo tiempo y circunstancia, y para cualquier sociedad conocida. Pero sin duda que hay factores que estimulan esa participación y hay factores que no. Si logro que la gente participe, si la gente al participar lleva adelante iniciativas en un sentido determinado, y luego desde el gobierno hago lo contrario, seguramente la participación va a disminuir. Pero también se promueve o se desestimula la participación desde la fuerza política. Y no estamos diciendo ninguna novedad si decimos que en nuestro FA hay sectores y partidos que promueven decididamente la participación e impulsan a sus militantes a concurrir a los Comités de Base, y hay otros sectores que francamente no mueven un dedo para que eso suceda. Casualmente, los sectores menos interesados en que la gente participe activamente en la vida política del FA, son los que más preocupados parecen estar por la falta de militancia.
LA FUERZA POLÍTICA
El Frente Amplio sin duda que se ve afectado por la marcha del gobierno y por la mayor o menor participación de sus militantes. Porque el FA es históricamente una construcción militante, ya que los acuerdos a nivel de la dirigencia eran una necesidad que venía empujando desde abajo. De manera que a su vida orgánica clásica, de coalición y movimiento, hoy se le agrega el componente nuevo de ejercer el gobierno, y eso genera sin duda problemas. Ahora bien, para encontrar las posibles soluciones al estancamiento, hay que creer en la necesidad histórica de esta fuerza política y en su desarrollo, en el valor del pueblo organizado como fuerza del cambio. Un reciente artículo del compañero Couriel parece ir en el sentido opuesto. Dice Couriel: “¿Cómo se gana políticamente a sectores sociales beneficiados por los planes de emergencia y equidad social, que no son trabajadores clásicos y sindicalizados donde la izquierda tiene experiencia? ¿Cómo incorporar a los jóvenes en la elaboración de este nuevo proyecto nacional? Los comités de base no están en condiciones de elaborar propuestas de esta naturaleza”(*). La propuesta de Couriel (ya que los Comités no sirven) es: “…la participación de cientistas políticos, sociólogos, economistas, antropólogos, filósofos, los hombres de la cultura, los propios políticos frentistas, pero sobre todo aprovechar la instancia del FA en el gobierno, para convocar a los altos funcionarios frentistas a esta tarea fundamental”. Todo un llamado a la participación popular, a tomar el destino en sus manos.

(*) La República, 15 de setiembre 2010

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