YO TE AUTOCRITICO
Para algunos, autocrítica parece que significa “criticar en auto”, y cuando hablan de autocrítica cuidado, porque te pueden pasar por arriba. De alguna forma, será porque “van en coche”, ya que cuentan con los grandes medios de comunicación a su alcance, incluso los de la derecha, que gustosamente difunden y reproducen propuestas que, en la estructura orgánica del FA, aparecen mucho tiempo después.
SOBRE EL PUCHO, LA ESCUPIDA
El proyecto interpretativo que anulaba los efectos de la ley de impunidad naufragó en la madrugada del viernes 20 de mayo, día de la marcha del silencio, y el sábado 21 algunos compañeros ya habían empezado la autocrítica, esa rara autocrítica que consiste en criticar a los demás, en encontrar las razones de los fracasos siempre en otros.
El vicepresidente de la República, Danilo Astori, fue el primer dirigente político de primer nivel que abordó los hechos políticos resultantes del fracaso parlamentario, y lo hizo en el marco del discurso que dio al cumplirse 17 años de la fundación de Asamblea Uruguay. Según Astori, el proceso por el cual el FA intentó anular la Caducidad "se destacó por su desprolijidad política y por haber actuado sin objetivos claros”. Dijo que los errores que se cometieron a lo largo de este proceso fueron cometidos por todos los actores “si excepción". Sostuvo además que la interna del Frente Amplio mostró un nivel de contradicción interno muy importante. Y punto. Hasta ahí es lo que uno con un gran esfuerzo puede llegar a suponer que se trata de una “autocrítica”. E inmediatamente después de eso, todas las baterías apuntadas hacia el mismo lugar de siempre: la estructura orgánica del Frente Amplio.
De acuerdo a lo que informa la prensa: Astori habría dicho que hay una distancia muy clara entre lo que piensa y resuelve la estructura frentista y lo que piensa el pueblo frentista. “Luchamos por la democracia en el país y queremos más democracia en el Frente”. La democracia interna de la coalición está cuestionada por la distorsión de las representatividades que existen en la estructura donde pequeños grupos desde el punto de vista electoral tiene un peso muy importante en los organismos de decisión. Como se recordará el Plenario del Frente Amplio, elegido solo por algunos miles de adherentes al FA, obligó a los legisladores, que tiene más de un millón de votos, a que votaron lo que en ese organismo se había resuelto. El Frente Amplio está en una crisis entre su electorado y simpatizantes, su estructura y dinámica interna, sus legisladores y su propia gestión gubernamental. Astori ha llamado a mejorar el clima interno, a dejar de lado reproches y en especial reivindicó el papel de Asamblea Uruguay de la que dijo:” Sobre eso a los integrantes de la AU no hay que explicarles nada, porque nunca fallamos en nuestros 17 años de vida, siempre aceptamos lo que resolvió la mayoría".
CUANDO SE TIENE RAZÓN…
Cuando el compañero Astori habla de “desprolijidad política” y de un nivel de contradicciones importante, no podemos más que estar de acuerdo. Y un solo ejemplo basta para demostrarlo.
El 24 de setiembre de 2010, el diario La República anunciaba que la Mesa Política del Frente Amplio aprobó un texto interpretativo para que lo impulsen sus legisladores. La iniciativa resuelve –decía el artículo- la dificultad de anular los efectos de la Ley de Caducidad mediante tres artículos que "interpretan" obligatoriamente que los artículos 1, 3 y 4 de esa norma son "inaplicables" y que los juicios cerrados por su aplicación pueden ser reabiertos. Astori señaló que "en esa propuesta hay participación de muchos compañeros y compañeras, incluso miembros del gobierno también, que han dado su opinión. Recuerden también que esto viene vinculado con una demanda que ha sufrido, o ha recibido mejor dicho, el Estado uruguayo en cuanto a acciones referidas al campo de Derechos Humanos".
El 20 de octubre de 2010, La República mostraba las opiniones dentro de la izquierda sobre el proyecto interpretativo que se iba a aprobar, y decía: “El vicepresidente argumentó que la Ley de Caducidad no debería estar en el ordenamiento jurídico del país porque es inconstitucional. Agregó que el texto propuesto no violenta las dos consultas realizadas a la ciudadanía. "Es un texto que la deja sin efecto y la declara inaplicable en orden a dos tipos de argumentos: la Constitución de la República y los tratados internacionales que ha suscrito el país", comentó. Agregó que "en el primer referéndum se le preguntó a la ciudadanía si se deseaba derogar la referida Ley y la ciudadanía contestó que no; en el segundo caso se le preguntó si se deseaba anular la Ley y la ciudadanía contestó que no". "Este texto no es ni una cosa ni la otra, es un texto que deja sin efecto la Ley y la declara inaplicable en orden a dos tipos de argumentos: la Constitución de la República y los tratados internacionales que ha suscripto el país", añadió Astori. Por consiguiente, indicó que votará favorablemente el mencionado proyecto de ley”.
Argumentación clara y contundente del compañero Astori, que compartimos de principio a fin.
El 12 de abril, y en consonancia con lo anterior, el compañero Danilo Astori levantó su mano en el Senado para aprobar el proyecto. Pero curiosamente, pocos días después, en una entrevista en el diario El País, sale a decir: “Pensaba y pienso que lo mejor para dejar sin efecto la impunidad de crímenes cometidos en el pasado es la derogación de la ley de Caducidad. Estamos viendo, en el trámite del proyecto interpretativo, las consecuencias negativas que puede tener desde el punto de vista político y jurídico el camino que hoy se está siguiendo y por eso este compás de espera que tenemos ahora".
Esto es, luego de que el proyecto había sido aprobado en la Cámara de Diputados, y luego de que –con modificaciones- había sido votado en la Cámara de Senadores. Y pocos días después concurre al Parlamento, junto al presidente Mujica, a pedirle a los parlamentarios del FA que no voten el proyecto.
Sin dudas, no podemos dejar de estar de acuerdo, se trata de enormes desprolijidades políticas y de un nivel de contradicciones importantes. En cuanto a la disciplina partidaria, y a la afirmación del compañero Astori de que “nunca fallamos en nuestros 17 años de vida, siempre aceptamos lo que resolvió la mayoría”, permítaseme relativizarla. La disciplina partidaria implica aceptar la decisión de la mayoría y trabajar por ella; porque si acepto la decisión y luego trabajo en contra… ¿QUE CULPA TIENE EL TOMATE?
Pero lo que no puede entenderse de ninguna manera, es que a raíz del proceso que culminó en la no aprobación del proyecto interpretativo se concluya en que “existe una contradicción entre la estructura del FA y la voluntad frentista”. Y menos aún, puede entenderse la afirmación de que la estructura en el FA ya "no representa al pueblo frenteamplista, ni los valores de las organizaciones sociales". Porque está claro que no ha habido mayor coincidencia que entre las resoluciones de la estructura del FA y los valores de las organizaciones sociales, que no han hecho otra cosa que luchar contra la impunidad desde que la misma se instaló en este país.
Al parecer –de acuerdo al menos a lo que informa una nota de El País- se trata de “una movida para quitarle poder a las bases”. En caso de que fracase la negociación –dice la referida nota-, Asamblea Uruguay, el sector que lidera Astori, convocará a un "plebiscito interno" para que los frenteamplistas decidan qué hacer con las bases. Si eso es todo, si algunos sectores del FA entienden que los problemas del FA se deben al poder de las bases, y si creen que los problemas del FA se solucionan quitándoles poder a estas, entonces estamos en graves problemas, porque estaría demostrando una pobreza ideológica de magnitudes gigantescas, y una ceguera imperdonable.
Entre otras cosas, porque el proyecto interpretativo que terminaba con la impunidad, no fue elaborado por las bases, sino por los sectores políticos, fue aprobado en la Mesa Política Nacional (integrada por los mismos sectores que están en el Parlamento) y enviado a la Cámara de Diputados donde fue votado por los 50 diputados (ninguno de ellos de las bases, obviamente), se le hicieron modificaciones por parte de los sectores políticos en el Parlamento para que pudiera ser aprobado en el Senado, y allí fue votado por todos los senadores (ninguno es de las bases), con el único voto contrario de Saravia; las bases tienen en el Plenario Nacional apenas el 50% de los votos, y las resoluciones sobre la ley interpretativa siempre fueron tomadas por UNANIMIDAD, es decir, por las bases sí, pero también por todos los sectores; y finalmente, quienes echan a perder todo el proceso son el presidente y el vicepresidente, quienes van al Parlamento a pedir que no se vote (ambos pertenecientes a sectores políticos, no a las bases). Pero resulta que parece que el problema es el poder que tienen las bases, y todo se soluciona quitándoles parte de ese poder.
SOBRE EL PUCHO, LA ESCUPIDA
El proyecto interpretativo que anulaba los efectos de la ley de impunidad naufragó en la madrugada del viernes 20 de mayo, día de la marcha del silencio, y el sábado 21 algunos compañeros ya habían empezado la autocrítica, esa rara autocrítica que consiste en criticar a los demás, en encontrar las razones de los fracasos siempre en otros.
El vicepresidente de la República, Danilo Astori, fue el primer dirigente político de primer nivel que abordó los hechos políticos resultantes del fracaso parlamentario, y lo hizo en el marco del discurso que dio al cumplirse 17 años de la fundación de Asamblea Uruguay. Según Astori, el proceso por el cual el FA intentó anular la Caducidad "se destacó por su desprolijidad política y por haber actuado sin objetivos claros”. Dijo que los errores que se cometieron a lo largo de este proceso fueron cometidos por todos los actores “si excepción". Sostuvo además que la interna del Frente Amplio mostró un nivel de contradicción interno muy importante. Y punto. Hasta ahí es lo que uno con un gran esfuerzo puede llegar a suponer que se trata de una “autocrítica”. E inmediatamente después de eso, todas las baterías apuntadas hacia el mismo lugar de siempre: la estructura orgánica del Frente Amplio.
De acuerdo a lo que informa la prensa: Astori habría dicho que hay una distancia muy clara entre lo que piensa y resuelve la estructura frentista y lo que piensa el pueblo frentista. “Luchamos por la democracia en el país y queremos más democracia en el Frente”. La democracia interna de la coalición está cuestionada por la distorsión de las representatividades que existen en la estructura donde pequeños grupos desde el punto de vista electoral tiene un peso muy importante en los organismos de decisión. Como se recordará el Plenario del Frente Amplio, elegido solo por algunos miles de adherentes al FA, obligó a los legisladores, que tiene más de un millón de votos, a que votaron lo que en ese organismo se había resuelto. El Frente Amplio está en una crisis entre su electorado y simpatizantes, su estructura y dinámica interna, sus legisladores y su propia gestión gubernamental. Astori ha llamado a mejorar el clima interno, a dejar de lado reproches y en especial reivindicó el papel de Asamblea Uruguay de la que dijo:” Sobre eso a los integrantes de la AU no hay que explicarles nada, porque nunca fallamos en nuestros 17 años de vida, siempre aceptamos lo que resolvió la mayoría".
CUANDO SE TIENE RAZÓN…
Cuando el compañero Astori habla de “desprolijidad política” y de un nivel de contradicciones importante, no podemos más que estar de acuerdo. Y un solo ejemplo basta para demostrarlo.
El 24 de setiembre de 2010, el diario La República anunciaba que la Mesa Política del Frente Amplio aprobó un texto interpretativo para que lo impulsen sus legisladores. La iniciativa resuelve –decía el artículo- la dificultad de anular los efectos de la Ley de Caducidad mediante tres artículos que "interpretan" obligatoriamente que los artículos 1, 3 y 4 de esa norma son "inaplicables" y que los juicios cerrados por su aplicación pueden ser reabiertos. Astori señaló que "en esa propuesta hay participación de muchos compañeros y compañeras, incluso miembros del gobierno también, que han dado su opinión. Recuerden también que esto viene vinculado con una demanda que ha sufrido, o ha recibido mejor dicho, el Estado uruguayo en cuanto a acciones referidas al campo de Derechos Humanos".
El 20 de octubre de 2010, La República mostraba las opiniones dentro de la izquierda sobre el proyecto interpretativo que se iba a aprobar, y decía: “El vicepresidente argumentó que la Ley de Caducidad no debería estar en el ordenamiento jurídico del país porque es inconstitucional. Agregó que el texto propuesto no violenta las dos consultas realizadas a la ciudadanía. "Es un texto que la deja sin efecto y la declara inaplicable en orden a dos tipos de argumentos: la Constitución de la República y los tratados internacionales que ha suscrito el país", comentó. Agregó que "en el primer referéndum se le preguntó a la ciudadanía si se deseaba derogar la referida Ley y la ciudadanía contestó que no; en el segundo caso se le preguntó si se deseaba anular la Ley y la ciudadanía contestó que no". "Este texto no es ni una cosa ni la otra, es un texto que deja sin efecto la Ley y la declara inaplicable en orden a dos tipos de argumentos: la Constitución de la República y los tratados internacionales que ha suscripto el país", añadió Astori. Por consiguiente, indicó que votará favorablemente el mencionado proyecto de ley”.
Argumentación clara y contundente del compañero Astori, que compartimos de principio a fin.
El 12 de abril, y en consonancia con lo anterior, el compañero Danilo Astori levantó su mano en el Senado para aprobar el proyecto. Pero curiosamente, pocos días después, en una entrevista en el diario El País, sale a decir: “Pensaba y pienso que lo mejor para dejar sin efecto la impunidad de crímenes cometidos en el pasado es la derogación de la ley de Caducidad. Estamos viendo, en el trámite del proyecto interpretativo, las consecuencias negativas que puede tener desde el punto de vista político y jurídico el camino que hoy se está siguiendo y por eso este compás de espera que tenemos ahora".
Esto es, luego de que el proyecto había sido aprobado en la Cámara de Diputados, y luego de que –con modificaciones- había sido votado en la Cámara de Senadores. Y pocos días después concurre al Parlamento, junto al presidente Mujica, a pedirle a los parlamentarios del FA que no voten el proyecto.
Sin dudas, no podemos dejar de estar de acuerdo, se trata de enormes desprolijidades políticas y de un nivel de contradicciones importantes. En cuanto a la disciplina partidaria, y a la afirmación del compañero Astori de que “nunca fallamos en nuestros 17 años de vida, siempre aceptamos lo que resolvió la mayoría”, permítaseme relativizarla. La disciplina partidaria implica aceptar la decisión de la mayoría y trabajar por ella; porque si acepto la decisión y luego trabajo en contra… ¿QUE CULPA TIENE EL TOMATE?
Pero lo que no puede entenderse de ninguna manera, es que a raíz del proceso que culminó en la no aprobación del proyecto interpretativo se concluya en que “existe una contradicción entre la estructura del FA y la voluntad frentista”. Y menos aún, puede entenderse la afirmación de que la estructura en el FA ya "no representa al pueblo frenteamplista, ni los valores de las organizaciones sociales". Porque está claro que no ha habido mayor coincidencia que entre las resoluciones de la estructura del FA y los valores de las organizaciones sociales, que no han hecho otra cosa que luchar contra la impunidad desde que la misma se instaló en este país.
Al parecer –de acuerdo al menos a lo que informa una nota de El País- se trata de “una movida para quitarle poder a las bases”. En caso de que fracase la negociación –dice la referida nota-, Asamblea Uruguay, el sector que lidera Astori, convocará a un "plebiscito interno" para que los frenteamplistas decidan qué hacer con las bases. Si eso es todo, si algunos sectores del FA entienden que los problemas del FA se deben al poder de las bases, y si creen que los problemas del FA se solucionan quitándoles poder a estas, entonces estamos en graves problemas, porque estaría demostrando una pobreza ideológica de magnitudes gigantescas, y una ceguera imperdonable.
Entre otras cosas, porque el proyecto interpretativo que terminaba con la impunidad, no fue elaborado por las bases, sino por los sectores políticos, fue aprobado en la Mesa Política Nacional (integrada por los mismos sectores que están en el Parlamento) y enviado a la Cámara de Diputados donde fue votado por los 50 diputados (ninguno de ellos de las bases, obviamente), se le hicieron modificaciones por parte de los sectores políticos en el Parlamento para que pudiera ser aprobado en el Senado, y allí fue votado por todos los senadores (ninguno es de las bases), con el único voto contrario de Saravia; las bases tienen en el Plenario Nacional apenas el 50% de los votos, y las resoluciones sobre la ley interpretativa siempre fueron tomadas por UNANIMIDAD, es decir, por las bases sí, pero también por todos los sectores; y finalmente, quienes echan a perder todo el proceso son el presidente y el vicepresidente, quienes van al Parlamento a pedir que no se vote (ambos pertenecientes a sectores políticos, no a las bases). Pero resulta que parece que el problema es el poder que tienen las bases, y todo se soluciona quitándoles parte de ese poder.
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