A VECES NO
En algún momento pensé que Tabaré Vázquez
había dicho una gran verdad cuando expresó: “Mujica a veces dice estupideces”.
Pero se equivocó, en realidad debió decir: “Mujica a veces NO dice
estupideces”.
Algunos justifican sus dichos sobre la base de
que la mayoría son verdad, y de que es muy bueno que diga lo que piensa. Claro
que no necesariamente decir lo que se piensa -aunque sea verdad- es una virtud.
Si un señor saliera todos los días por el barrio a contar lo que piensa de su
esposa y lo que hizo la noche anterior en la cama con ella, no sería muy
virtuoso que digamos, por más que contara la estricta verdad.
Sin duda es bueno que los
políticos digan lo que piensan y que digan la verdad. Siempre y cuando se
refiera a los temas que tienen que ver con el país, sus problemas y lo que de verdad piensan sobre ello, claro está (es poco interesante la opinión de los políticos sobre la inmortalidad del cangrejo o sobre el sexo de los ángeles).
El presidente, más aún, debería
tener cuidado con lo que dice y como lo dice, porque es institucionalmente el
representante de todos, acá y en el exterior.
Sin embargo,
Mujica se auto adjudicó un papel diferente: hablar de todo, de lo que se le
antoja, hacerlo desde un Olimpo en donde él mismo se encuentra en completa
soledad, y no aportar ni una mísera idea para cambiar las cosas de las que
habla. No obstante (o tal vez gracias a ello), ha contado con el beneplácito de
los grandes medios locales y mundiales para difundir sus dichos.
Mujica ha
hablado, y mucho, de los uruguayos. No de sus problemas concretos y como
solucionarlos; prefirió hablar sobre su forma de ser, sobre sus gustos, sus
actitudes o su moral, cuestiones para los cuales obviamente los uruguayos no lo
votaron, porque además no son problemas sobre los cuales el pueda hacer algo.
Dijo que los uruguayos no nos caracterizamos por matarnos en el laburo, somos
medio atorrantes, y no nos gusta tanto trabajar. Nos ha criticado cientos
de veces por ser consumistas, y también de no ser solidarios. Ha criticado a
los intelectuales, a los empleados públicos, la emprendió también contra los
docentes y sus sindicatos, y contra todo lo que se mueve.
Ahora, nos enteramos de lo que
verdaderamente hace Vázquez cuando dice que va a pescar con su barra de amigos,
que Astori no es de los que gustan mear escondidos, o que sus compañeros de
partido Couriel y Morerira son “más capitalistas que la puta madre” (¿él
es socialista?). Simultáneamente defiende a los militares y critica a quienes
luchan contra la impunidad, mientras elogia a Sanguinetti y a Paco Casal. Por
si fuera poco, mete en un tremendo lío al ex presidente Lula, con el escándalo
de corrupción en Brasil.
¿Dice la verdad? En algún caso
los involucrados lo desmintieron. ¿Dice lo que piensa? Creo que si. ¿Es esa la
sinceridad y la verdad que pedimos de un político? No. Al ciudadano no le
interesa lo que Mujica piensa sobre Vázquez o como gusta de mear Astori. Al
ciudadano le interesaría saber lo que de verdad piensa sobre el TISA y por qué
nos metió allí, y no que mienta descaradamente como cuando dice que Uruguay fue
invitado a ingresar y aceptó. Nos gustaría saber cual fue su verdadero papel en
el desastroso remate de PLUNA, por ejemplo. Pero sobre esas cosas Mujica es
avaro en su verborragia.
¿Por qué lo
hace? Buena pregunta. En primer lugar porque se sabe impune e ininputable. No
parece ser una estrategia para construir algo (más bien es destructivo).
Parecería que lo hace simplemente para satisfacer su ego personal, su soberbia
y megalomanía. La soberbia es un sentimiento de valoración de uno mismo por
encima de los demás, y se basa en el deseo de ser preferido por otros,
basándose en la satisfacción de la propia vanidad. La megalomanía es una
condición psicopatológica caracterizada por fantasías delirantes de poder,
relevancia, omnipotencia y por una inflada autoestima. Mujica es un soberbio y
un megalómano. Pero ojo: estos personajes de opereta circense prosperan en
sociedades propensas a festejarlos. Su problema no habla mal solo de él, aunque
sin dudas él ha contribuido a profundizar la pereza mental de la mayoría de los
uruguayos.
José Luis
Perera
Publicado hoy en Semanario VOCES
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ARTICULO PUBLICADO EN EL SEMANARIO VOCES
Al igual que en los años previos al 71 la derecha más rancia intentaba asustar al pueblo con el cuco del comunismo, el progresismo intenta asustar hoy con la vuelta de la derecha.
Es muy común escuchar: “si gana la derecha, adiós a los consejos de salarios”. Pero estos fueron creados en 1943, y fueron aplicados por colorados y blancos desde esa fecha, hasta que Pacheco dejó de convocarlos a fines de los 60, y los volvió a implantar el colorado Sanguinetti en 1985, dejándolos sin efecto Lacalle, para reimplantarlos el FA en 2005. No es un buen elemento para diferenciar izquierda de derecha.“Con la izquierda mejoraron los salarios” dicen algunos; eso podría diferenciar un gobierno de derecha de uno de izquierda; uno de izquierda mejora los salarios, uno de derecha los rebaja. Sin embargo, esto también es relativo. En el primer año y medio del gobierno del FA, el salario del sector privado aumentó un 15% nominal, pero los mayores aumentos se dieron durante igual período del primer gobierno de Sanguinetti y de Lacalle. Pero si tomamos el salario real, la mayor recuperación salarial se dio en el primer año y medio del primer gobierno de Sanguinetti, 10,6%. En los siguientes tres períodos (Lacalle, Sanguinetti, Batlle, y con referencia siempre al primer año y medio de gobierno) hubo una leve pérdida salarial en torno al 1,5%. En el primer año y medio de la administración Vázquez volvió a aumentar 5,7%, casi la mitad de lo logrado por Sanguinetti. En el último año de la administración Batlle –inicio de la recuperación luego de la crisis- hubo un aumento del 4,4% en términos reales, similar al 4% del primer año de Vázquez. El salario tampoco sería un derechómeto.
En el campo de los derechos sociales, el tema de los derechos humanos era una línea demarcatoria firme entre derecha e izquierda, pero el tema de la ley de impunidad ha mostrado que en todas partes se cuecen habas. Y la ley del aborto, votada por el FA, fue vetada por Vázquez, quien después se juntó con quienes se supone son la derecha para anularla cuando se votó nuevamente. En octubre el pueblo tendrá que decidir si apoya o no la iniciativa colorada de bajar la edad de imputabilidad de los menores, iniciativa rechazada por algunos blancos y algunos colorados, y que Vásquez estaba dispuesto a estudiar y que muchos frentistas dicen que votarán. Y el abuso policial sigue tan campante. No es un buen derechómetro.
¿Es la lucha contra el latifundio línea divisoria entre izquierda y derecha? No parece, ya que nunca en la historia se extranjerizó y se concentró tanto la propiedad de la tierra como en los gobiernos del FA.
¿Es la lucha frontal contra el capital? No, pues nunca se concentró tanto la propiedad de los medios de producción como en los gobiernos del FA, y cuando se hace la reforma tributaria, le rebaja los impuestos al capital sin que siquiera lo haya pedido.
¿La preocupación por los problemas ambientales? La soja transgénica, principal producto de exportación, es un “logro” de los gobiernos del FA, al igual que la industria de celulosa o la minería a cielo abierto y ahora el fracking.¿Es entonces la postura antiimperialista? Quienes intentaron un TLC con los EEUU fueron gobernantes del FA, quienes les protegieron las inversiones al imperialismo fueron gobernantes del FA, quienes nos quieren llevar a la Alianza del Pacífico son dirigentes del FA, especialmente su candidato y su anunciado ministro de economía.¿Es la vocación por la unidad latinoamericana? No parece, cuando el primer presidente del FA le pide ayuda al asesino serial Bush contra un hermano latinoamericano.
Harto difícil distinguir entre la derecha vernácula y una izquierda que incorporó más que la derecha la teoría de Fukuyama y el verso del fin de las ideologías y que cree que lo único que queda es gestionar el capitalismo.