VERDAD Y JUSTICIA O ESTIGMA (publicado en Semanario VOCES)
El estigma, es una condición, atributo, rasgo o
comportamiento, que hace que su portador sea incluido en una categoría social
hacia cuyos miembros se genera una respuesta negativa. Esa desaprobación social
se debe a características que son percibidas como contrarias a las normas culturales establecidas.
Claro que el estigma puede venir
de un prejuicio. Por ejemplo: podría decirse que los islamitas son
estigmatizados, y que el común de la gente piensa que un islamita es un
terrorista o lo es potencialmente, cosa que es absolutamente falsa.
En el caso de los militares
uruguayos, el origen no es un prejuicio. El estigma proviene de una década de
dictadura, en donde las fuerzas armadas como institución fueron responsables de
crímenes monstruosos, jamás conocidos en este país. Durante diez años se
dedicaron a secuestrar ciudadanos, a encarcelarlos, torturarlos, violarlos,
matarlos y hacerlos desaparecer. Llegaron al colmo del sadismo brutal y asesino
de secuestrar una madre embarazada con el único propósito de robarle el bebé y
luego matarla y hacerla desaparecer.
De manera que si la sociedad
desaprueba esas conductas y las considera como contrarias a las normas
culturales establecidas y aceptadas por todos (y por suerte que lo hace, y
debería hacerlo con más énfasis), naturalmente estigmatiza a los integrantes de
las fuerzas armadas.
Es obvio que no todos los
militares son o fueron violadores de los derechos humanos. Y que bien se podría
señalar solo a los culpables y no estigmatizar a los militares en su conjunto.
La razón es también evidente:
porque las FFAA jamás mostraron arrepentimiento por su conducta infame, y aún
hoy siguen defendiendo lo que hicieron. Pero además, como institución, nunca
colaboraron para esclarecer la verdad sobre el genocidio cometidos por muchos
de sus integrantes, y siempre se han opuesto a que los asesinos, torturadores y
bestias varias de entre sus filas, sean juzgados.
De esta forma, son los propios
militares los que han generado su estigma, y luego lo han reforzado todo lo
posible con su pacto de silencio.
Claro que no han sido los únicos,
y han tenido colaboradores varios en el campo civil y político para que ese
estigma siga permaneciendo.
Quienes pergeñaron la salida
“democrática” con una ley de impunidad (colorados y blancos con excepciones),
estaban poniendo sólidos cimientos para ese estigma, y estaban impidiendo que
las FFAA como institución pudieran rehabilitarse frente a la sociedad a la que
muchos de sus miembros habían pisoteado durante esos años.
Si la justicia hubiera podido
actuar; si los responsables hubieran pagado por sus crímenes, si la sociedad
hubiese conocido la verdad sobre los desaparecidos, si los familiares hubieran
podido llorar a sus muertos, en definitiva, si las cosas hubiesen sido como
debían ser en una sociedad verdaderamente democrática, los hechos ocurridos
hubieran sido aborrecidos y condenados, claro está, pero el estigma no hubiese
prosperado. Pero después, más de la mitad de los uruguayos, convocados a las
urnas en dos oportunidades, prefirieron continuar con la impunidad, y por lo
tanto con el estigma.
Cuando conoce toda la verdad, y puede
diferenciar a los honestos de los corruptos, a los asesinos y cobardes de los
que no lo son, a los torturadores de los que no lo son, la sociedad no
estigmatiza a un grupo, sino que señala y condena a los verdaderos culpables
dentro de ese grupo.
Quienes al día de hoy, insisten
en el olvido, quieren a los “pobres viejitos” libres, como Mujica o Topolansky;
quienes quieren un “nunca más enfrentamiento entre hermanos” como Tabaré
Vázquez; quienes tratan de “enfermitos y enfermitas” a quienes con toda razón
condenan los crímenes aberrantes de la dictadura, como el ministro Fernández
Huidobro; Cedrés, el presidente del Centro Militar con sus declaraciones, etc,
son quienes refuerzan y consolidan el estigma de las FFAA (doy nombres
concretos para no estigmatizar a los políticos en su conjunto).
Quienes más hacemos contra la
estigmatización, somos los “enfermitos y enfermitas” que señala Fernández
Huidobro, justamente, los que luchamos por verdad y justicia y le decimos no a
la impunidad.
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