DISCUTIR POR LO ALTO (*)
Hay algunas cuestiones básicas en las discusiones políticas, y sobre todo, si se quiere llegar a algún resultado positivo. Entre otras cosas, es bueno reconocer el punto de vista del otro -lo que no equivale a estar de acuerdo con él-; significa simplemente que se lo acepta como un punto de vista tan válido como los otros. Esto, claro, siempre que lo que se quiera es discutir para lograr las mejores soluciones para todos, y no simplemente para sacarse las ganas de decir lo que uno tiene adentro. Desde mi punto de vista, el marco en el que pueden realizarse las polémicas dentro del Frente, entre los distintos sectores que lo integran pero también entre los distintos compañeros, es el del respeto mutuo, el de la fraternidad que se supone que debe haber entre quienes vamos en el mismo barco, con el mismo destino. En ese sentido, el artículo “NO TE VA A GUSTAR”, de Enrique Pintado, en La Republica del viernes 12 es muy elogiable, y va en el sentido de lo que vengo diciendo. En cambio me llamaron poderosamente la atención los tres artículos que, en VOCES de la semana pasada, abordaron el tema de la candidatura a la intendencia de Montevideo (me refiero a las de Alfredo García, Héctor Díaz y Rodolfo Ungerfeld). De esos artículos se puede extraer que las “cúpulas” optaron por el camino de “ignorar la opinión de la gente, dejando de lado la vía democrática para que el pueblo se exprese”. Se habla de “manoseo” a Astori, de “revolcón” a Mujica, y más adelante dice que las decisiones “se cocinan” entre unos pocos, y que el resto somos “rebaño” que acata el mando de los “iluminados”. Se habla de “componendas” y de “soberbia” de nuestros dirigentes. Se conjetura sobre “trueque de cargos y apoyos”, para luego hablar de “maniobra política…de dudosa ética”. Más adelante se dice que se lanzó al ruedo “un candidato sin mayor destaque ni trayectoria” (refiriéndose a Carlos Varela) y también de “los estrategas de la maniobra”. Se “argumenta” que “se manoseó permanentemente a los votantes” , que “se disfrazaron de panqueque y se dieron vuelta en el aire”, que hubo “toma y daca para argumentar lo inargumentable”, se habla de “equilibrios de cúpulas”, y de que “algunos le están teniendo mucho miedo a largar la manija del poder”, y que “definen en función de intereses personales o grupales” y un largo rosario de cosas similares. Como se ve, no es un buen panorama para dar comienzo a una discusión. Pero intentemos aportar algo.
MANEJAR LA INFORMACIÓN
Alfredo dice que “otra vez de nuevo, las cúpulas optaron por el camino de ignorar la opinión de la gente…” Y bien, no sabemos exactamente a qué se refiere Alfredo con “otra vez de nuevo”, pero da a entender –cualquier lector desprevenido lo interpretará así- que una vez si y otra también una dirigencia que está allá en el Olimpo decide cosas en forma totalmente antidemocrática, ignorando al pueblo frenteamplista. Pero lo que Alfredo debería saber, ya que siempre ha votado al Frente Amplio, es que eso que el llama “cúpulas”, son las autoridades legítimas del Frente Amplio, que se integran mitad por los sectores (todos) y mitad por las bases, y que son votadas en elecciones a padrón abierto con adhesión simultánea, lo que constituye un ejemplo único en el mundo. Alfredo reconoce que no lo sabía cuando votó en las internas del 2006, peo que Alfredo no supiera lo que estaba eligiendo en 2006, no invalida las decisiones que toman los órganos indicados para tomarlas. Cosa que también desconoce Rodolfo, quien dice que “autoasumir que se es representativo de algo para lo que no se fue electo, es por lo menos una falta de respeto mayúscula hacia los votantes”. Reitero: en las elecciones internas del Frente Amplio, se elige justamente el Plenario Nacional y los Plenarios Departamentales, y entre otras potestades de esos organismos, está la de elegir los candidatos (nacionales y departamentales). También esos organismos aprueban los programas a llevar adelante, cuestión que no parece importarle a nadie (nadie ha puesto el grito en el cielo porque esas “cúpulas” hayan decidido nada menos que el programa que se va a aplicar en Montevideo). Se podrá compartir o no la estructura orgánica y los Estatutos que el FA se ha dado, pero no se puede hablar de “cúpulas” y de “ignorar la opinión de la gente”, cuando lo que se hace es actuar de acuerdo a lo que los Estatutos establecen y en función de las potestades otorgadas por esos mismos Estatutos.
Más adelante, Alfredo analiza (de alguna forma hay que llamar a sus conjeturas) las reacciones de los compañeros “según como les fue en el baile”. Y dice que esta vez saltaron los socialistas porque fue vetada la candidatura de Daniel Martínez, pero que en el Congreso Zelmar Michelini los que patearon fueron los integrantes de Asamblea Uruguay por el manoseo que le hicieron a Astori, y dos años atrás el que salió a las puteadas fue Mujica, por el revolcón cuando propuso a Constanza Moreira para presidir el Frente Amplio. Y agrega una más: “los que nunca se enojaron con la situación fueron los camaradas del Partido Comunista”, y arriesga una explicación: “¿Será porque tienen casi un cuarenta por ciento de los miembros del Congreso y un gran porcentaje en los representantes de las bases?”. Sin embargo, soslaya que en todas las situaciones que describe nunca hubo un nombre puesto por el Partido Comunista en esas discusiones. Y soslaya también que en ninguno de los casos el Partido Comunista obtuvo lo que se proponía. Pero además, desconoce que los Congresos son de las bases, y que allí los sectores no tienen representación (mal puede tener el PCU un 40%). Pero Alfredo tiene otra explicación: “Todo esto sucede porque las alianzas fluctúan valiéndose siempre de unos estatutos más viejos y perimidos que los discos de pasta o las botellas de leche”. La genética frentista nuevamente no lo ayuda mucho a Alfredo, porque los Estatutos ya fueron cambiados en el año 92, y recientemente, en el Congreso Líber Seregni se volvieron a reformar, (Alfredo solo registró de ese Congreso las puteadas de Mujica). Entre otras cosas, se propuso cambiar el régimen de electividad de las bases de los plenarios departamentales del interior del país, debido a que con el estatuto pasado sólo se elegía el plenario capitalino (esto solo fue aprobado para Canelones). Y Alfredo dice que “el verso de la competencia como elemento de debilitamiento de la fuerza política se choca de frente con las elecciones internas que tuvimos por el candidato presidencial. ¿Salio debilitado el Frente Amplio?”. Ah si, yo creo que si. Para empezar, fueron las elecciones internas en las que participaron menos frenteamplistas desde que se realizan, y eso a pesar de aquellos que pregonaban que la competencia estimulaba la participación. Eso no son versos, son hechos constatables. Pero además, durante las internas, los Comités de Base se quedaron sin una tarea concreta al haber tres candidaturas (que alguien me explique como hace un Comité de Base campaña por tres candidatos diferentes), y luego hay quienes dicen que los Comités de Base están vacíos (son los mismos que hacen lo posible para que sigan así). Pero además, ¿cómo se explica que habiendo hecho el mejor gobierno de los últimos tiempos, no hayamos podido ganar en primera vuelta y hayamos perdido votos con relación a la elección anterior, logrando apenas la mayoría parlamentaria? ¿Puede asegurar Alfredo que la disputa interna nada tiene que ver con esos resultados? Si estas cosas las analizamos y la discutimos por lo alto, seguramente nos vamos a entender, aunque no nos pongamos de acuerdo.
MANEJAR LA INFORMACIÓN
Alfredo dice que “otra vez de nuevo, las cúpulas optaron por el camino de ignorar la opinión de la gente…” Y bien, no sabemos exactamente a qué se refiere Alfredo con “otra vez de nuevo”, pero da a entender –cualquier lector desprevenido lo interpretará así- que una vez si y otra también una dirigencia que está allá en el Olimpo decide cosas en forma totalmente antidemocrática, ignorando al pueblo frenteamplista. Pero lo que Alfredo debería saber, ya que siempre ha votado al Frente Amplio, es que eso que el llama “cúpulas”, son las autoridades legítimas del Frente Amplio, que se integran mitad por los sectores (todos) y mitad por las bases, y que son votadas en elecciones a padrón abierto con adhesión simultánea, lo que constituye un ejemplo único en el mundo. Alfredo reconoce que no lo sabía cuando votó en las internas del 2006, peo que Alfredo no supiera lo que estaba eligiendo en 2006, no invalida las decisiones que toman los órganos indicados para tomarlas. Cosa que también desconoce Rodolfo, quien dice que “autoasumir que se es representativo de algo para lo que no se fue electo, es por lo menos una falta de respeto mayúscula hacia los votantes”. Reitero: en las elecciones internas del Frente Amplio, se elige justamente el Plenario Nacional y los Plenarios Departamentales, y entre otras potestades de esos organismos, está la de elegir los candidatos (nacionales y departamentales). También esos organismos aprueban los programas a llevar adelante, cuestión que no parece importarle a nadie (nadie ha puesto el grito en el cielo porque esas “cúpulas” hayan decidido nada menos que el programa que se va a aplicar en Montevideo). Se podrá compartir o no la estructura orgánica y los Estatutos que el FA se ha dado, pero no se puede hablar de “cúpulas” y de “ignorar la opinión de la gente”, cuando lo que se hace es actuar de acuerdo a lo que los Estatutos establecen y en función de las potestades otorgadas por esos mismos Estatutos.
Más adelante, Alfredo analiza (de alguna forma hay que llamar a sus conjeturas) las reacciones de los compañeros “según como les fue en el baile”. Y dice que esta vez saltaron los socialistas porque fue vetada la candidatura de Daniel Martínez, pero que en el Congreso Zelmar Michelini los que patearon fueron los integrantes de Asamblea Uruguay por el manoseo que le hicieron a Astori, y dos años atrás el que salió a las puteadas fue Mujica, por el revolcón cuando propuso a Constanza Moreira para presidir el Frente Amplio. Y agrega una más: “los que nunca se enojaron con la situación fueron los camaradas del Partido Comunista”, y arriesga una explicación: “¿Será porque tienen casi un cuarenta por ciento de los miembros del Congreso y un gran porcentaje en los representantes de las bases?”. Sin embargo, soslaya que en todas las situaciones que describe nunca hubo un nombre puesto por el Partido Comunista en esas discusiones. Y soslaya también que en ninguno de los casos el Partido Comunista obtuvo lo que se proponía. Pero además, desconoce que los Congresos son de las bases, y que allí los sectores no tienen representación (mal puede tener el PCU un 40%). Pero Alfredo tiene otra explicación: “Todo esto sucede porque las alianzas fluctúan valiéndose siempre de unos estatutos más viejos y perimidos que los discos de pasta o las botellas de leche”. La genética frentista nuevamente no lo ayuda mucho a Alfredo, porque los Estatutos ya fueron cambiados en el año 92, y recientemente, en el Congreso Líber Seregni se volvieron a reformar, (Alfredo solo registró de ese Congreso las puteadas de Mujica). Entre otras cosas, se propuso cambiar el régimen de electividad de las bases de los plenarios departamentales del interior del país, debido a que con el estatuto pasado sólo se elegía el plenario capitalino (esto solo fue aprobado para Canelones). Y Alfredo dice que “el verso de la competencia como elemento de debilitamiento de la fuerza política se choca de frente con las elecciones internas que tuvimos por el candidato presidencial. ¿Salio debilitado el Frente Amplio?”. Ah si, yo creo que si. Para empezar, fueron las elecciones internas en las que participaron menos frenteamplistas desde que se realizan, y eso a pesar de aquellos que pregonaban que la competencia estimulaba la participación. Eso no son versos, son hechos constatables. Pero además, durante las internas, los Comités de Base se quedaron sin una tarea concreta al haber tres candidaturas (que alguien me explique como hace un Comité de Base campaña por tres candidatos diferentes), y luego hay quienes dicen que los Comités de Base están vacíos (son los mismos que hacen lo posible para que sigan así). Pero además, ¿cómo se explica que habiendo hecho el mejor gobierno de los últimos tiempos, no hayamos podido ganar en primera vuelta y hayamos perdido votos con relación a la elección anterior, logrando apenas la mayoría parlamentaria? ¿Puede asegurar Alfredo que la disputa interna nada tiene que ver con esos resultados? Si estas cosas las analizamos y la discutimos por lo alto, seguramente nos vamos a entender, aunque no nos pongamos de acuerdo.
(*) publicado en el semanario VOCES
Comentarios