EVITAR LAS FRUSTRACIONES
La frase más recurrente es: “El problema no es Ana, ella no tiene la culpa, el problema es la forma en que se decidió”.
Otra de las frases repetidas hasta el hartazgo es: “¿por qué no se eligió al candidato que quería la mayoría de los frenteamplistas?”
El periodista Raúl Legnani, refiriéndose a la presentación de la candidatura de Ana Olivera por parte de las bases en el Plenario Departamental, escribió en La República: “Ante la propuesta, nadie, ni el propio PCU, se negó a la iniciativa, señalando, por ejemplo, que ya había sido designada para un ministerio.”
Se ha escuchado por ahí también (lo dijo por ejemplo Sonia Brescia en AM Libre) que “la decisión se tomó entre cuatro o cinco”.
VEAMOS
La decisión sobre la candidatura frenteamplista para la Intendencia de Montevideo no se tomó entre cuatro o cinco. La decisión se tomó por la casi unanimidad (sólo hubo alguna abstención) del Plenario Departamental de Montevideo, integrado por 108 frenteamplistas. Frenteamplistas que no fueron designados a dedo, sino electos en elecciones internas que sólo el Frente Amplio es capaz de realizar para elegir a sus organismos superiores, como lo son el Plenario Nacional y los Plenarios Departamentales. Hay que recordar que esos 108 compañeros (que pertenecen a todos los sectores del Frente Amplio y a las bases), representan a más de 105 mil frenteamplistas que fueron a votar en las últimas elecciones internas de noviembre de 2006 en Montevideo (fueron más de 220.000 en todo el país). Y esos 108 frenteamplistas que representan a 105 mil, son los que, de acuerdo a los Estatutos del Frente Amplio (vigentes y válidos) tienen la potestad para elegir al candidato. Esto ha sido siempre así, y lo fue ahora. De manera que la forma en que se eligió en esta oportunidad a la candidata a Intendente para Montevideo, es la forma en que estatutariamente se debe hacer, y es la forma en que se ha elegido siempre al candidato a intendente en el Frente Amplio. Aquí no se ha inventado nada. He escuchado por distintos medios decir a algunos compañeros: “yo, que soy frenteamplista de toda la vida, no puedo entender como se hizo esto”. Pues compañero, con todo respeto se lo digo: si usted es frenteamplista de toda la vida, debería saber que la forma de elegir el candidato en su fuerza política es esa y no otra. En palabras de uno de los precandidatos, el compañero Varela: "Existieron decisiones democráticamente adoptadas por el organismo correspondiente del Frente Amplio. La democracia es una relación permanente de mayorías y minorías, y quienes hemos estado muchas veces en minoría lo sabemos y hemos acatado las decisiones.”
¿CUAL ES EL PROBLEMA ENTONCES?
Si el problema no es Ana, y si la forma es la normal y la de siempre, ¿cuál es entonces el problema? Algunos dicen: “el problema es que no se eligió al candidato que la mayoría de los frenteamplistas quería”. Esa afirmación tiene al menos tres problemas. El primero es que, en realidad, la candidata elegida lo fue porque –como bien dice Constanza Moreira- “Ana Olivera consiguió lo que no consiguieron ni Martínez ni Varela: las mayorías especiales”, por lo tanto la afirmación en ese sentido es falsa. El segundo, es que si no es a esa mayoría a la que se refieren (la única real, concreta y comprobable), entonces se refieren a una mayoría hipotética. Y recordemos que afirmaciones como esa no siempre son refrendadas por la realidad. El ejemplo más reciente lo tuvimos en la elección del candidato a presidente. Muchos decían que el preferido por los frenteamplistas era fulano, pero resulta que el Congreso eligió a mengano. Entonces dijeron que el Congreso no era representativo y que las internas lo iban a demostrar. Pero resulta que las internas confirmaron lo que el Congreso había resuelto (no se han escuchado voces reconociendo que estaban equivocados...pero quien sabe). Claro, algunos esgrimen encuestas. Pero resulta que los Estatutos del FA no dicen que el Plenario elegirá al candidato de acuerdo a lo que digan las encuestas. Y suponemos que nadie estará proponiendo ese criterio para el futuro. Bueno sería que el criterio de la discusión fraternal en busca del consenso fuera sustituido por la designación del candidato por parte de una encuestadora. Y el tercer problema, es que el criterio de la mayoría hipotética tampoco se ha aplicado en otros casos, y a nadie se le ocurrió cuestionar la elección. ¿O es que el compañero Ricardo Erlich fue elegido candidato en 2005 porque contaba con la abrumadora mayoría de apoyo entre los frenteamplistas? Sospecho que muchos (me incluyo) nunca habíamos oído hablar de él. Otros dicen (también se lo escuché a Sonia Brescia) que el problema es que se utilizó un “criterio sectorial”. Y bien, el criterio sectorial se aplica en muchas otras situaciones y a nadie se le ocurre poner el grito en el cielo. Quienes sostienen esa tesis, ¿suponen que el compañero Rosadilla fue designado como Ministro de Defensa por su amplia experiencia dentro de dicho Ministerio, por poner un ejemplo? El Pepe Mujica anunció desde un principio que ese sería el criterio para adjudicar los ministerios, y yo no escuché a nadie escandalizarse por ello.
Y YO PREGUNTO
¿Lo importante es el candidato o el programa? Todo el mundo parece aceptar –al menos oficialmente- que lo más importante es el programa. Sin embargo, muchos de los que hoy se cortan las venas porque no fue elegido su candidato preferido, seguramente no conozcan ni una coma del programa, pero lo votarán sin problemas.
¿Por qué se cuestiona al Partido Comunista por no rechazar la iniciativa de proponer a Ana Olivera cuando ésta había sido designada para un ministerio, y nunca sentí que se cuestionara al Partido Socialista por la misma razón, ya que Daniel Martínez había sido designado para el Ministerio de Industria y Energía?
¿Por qué algunos compañeros se alarman ante la decisión tomada en forma estatutaria por un órgano competente del FA, integrado por las bases y todos los sectores, y nunca se les escuchó una alarma semejante ante decisiones unilaterales tomadas por algún compañero en el ejercicio del gobierno; incluso en contra del propio programa del FA?
¿Por qué de un tiempo a esta parte se escucha permanentemente críticas a las decisiones tomadas por los organismos del FA (Congreso, Plenario, etc..) y nunca se escucha una propuesta que sustituya lo que los Estatutos disponen? Salvo que uno tenga que interpretar como propuestas (en el caso concreto que nos ocupa) que el Frente elija su candidato en función de lo que marquen las encuestas, o en función de quien tenga más muros pintados, o en función de quien aparezca mejor perfilado en los grupos de facebook, o en función de quien salga primero en la prensa a postularse.
EL PROBLEMA ES…
Sinceramente creo que el problema surge cuando no se elije al candidato que yo quiero. El mismo problema se dio con la elección del candidato a presidente; los cuestionamientos fueron similares. Entonces, de lo que se trata es -a mi entender- de cómo se manejan las frustraciones -que evidentemente es un tema delicado y que hay que atender-. Pero lo que fundamentalmente hay que atender es a que no se produzcan los procesos que generan esas frustraciones, que muchas veces incluso son inducidos desde fuera y que los frenteamplistas no frenamos a tiempo. Si las candidaturas se presentan en la interna y allí se procesan como es debido, las expectativas se reducen y las frustraciones se minimizan. En estas cuestiones está en juego el valor más importante y más preciado para los frenteamplistas, la UNIDAD, y todos los esfuerzos para evitar estos desencuentros son pocos.
Otra de las frases repetidas hasta el hartazgo es: “¿por qué no se eligió al candidato que quería la mayoría de los frenteamplistas?”
El periodista Raúl Legnani, refiriéndose a la presentación de la candidatura de Ana Olivera por parte de las bases en el Plenario Departamental, escribió en La República: “Ante la propuesta, nadie, ni el propio PCU, se negó a la iniciativa, señalando, por ejemplo, que ya había sido designada para un ministerio.”
Se ha escuchado por ahí también (lo dijo por ejemplo Sonia Brescia en AM Libre) que “la decisión se tomó entre cuatro o cinco”.
VEAMOS
La decisión sobre la candidatura frenteamplista para la Intendencia de Montevideo no se tomó entre cuatro o cinco. La decisión se tomó por la casi unanimidad (sólo hubo alguna abstención) del Plenario Departamental de Montevideo, integrado por 108 frenteamplistas. Frenteamplistas que no fueron designados a dedo, sino electos en elecciones internas que sólo el Frente Amplio es capaz de realizar para elegir a sus organismos superiores, como lo son el Plenario Nacional y los Plenarios Departamentales. Hay que recordar que esos 108 compañeros (que pertenecen a todos los sectores del Frente Amplio y a las bases), representan a más de 105 mil frenteamplistas que fueron a votar en las últimas elecciones internas de noviembre de 2006 en Montevideo (fueron más de 220.000 en todo el país). Y esos 108 frenteamplistas que representan a 105 mil, son los que, de acuerdo a los Estatutos del Frente Amplio (vigentes y válidos) tienen la potestad para elegir al candidato. Esto ha sido siempre así, y lo fue ahora. De manera que la forma en que se eligió en esta oportunidad a la candidata a Intendente para Montevideo, es la forma en que estatutariamente se debe hacer, y es la forma en que se ha elegido siempre al candidato a intendente en el Frente Amplio. Aquí no se ha inventado nada. He escuchado por distintos medios decir a algunos compañeros: “yo, que soy frenteamplista de toda la vida, no puedo entender como se hizo esto”. Pues compañero, con todo respeto se lo digo: si usted es frenteamplista de toda la vida, debería saber que la forma de elegir el candidato en su fuerza política es esa y no otra. En palabras de uno de los precandidatos, el compañero Varela: "Existieron decisiones democráticamente adoptadas por el organismo correspondiente del Frente Amplio. La democracia es una relación permanente de mayorías y minorías, y quienes hemos estado muchas veces en minoría lo sabemos y hemos acatado las decisiones.”
¿CUAL ES EL PROBLEMA ENTONCES?
Si el problema no es Ana, y si la forma es la normal y la de siempre, ¿cuál es entonces el problema? Algunos dicen: “el problema es que no se eligió al candidato que la mayoría de los frenteamplistas quería”. Esa afirmación tiene al menos tres problemas. El primero es que, en realidad, la candidata elegida lo fue porque –como bien dice Constanza Moreira- “Ana Olivera consiguió lo que no consiguieron ni Martínez ni Varela: las mayorías especiales”, por lo tanto la afirmación en ese sentido es falsa. El segundo, es que si no es a esa mayoría a la que se refieren (la única real, concreta y comprobable), entonces se refieren a una mayoría hipotética. Y recordemos que afirmaciones como esa no siempre son refrendadas por la realidad. El ejemplo más reciente lo tuvimos en la elección del candidato a presidente. Muchos decían que el preferido por los frenteamplistas era fulano, pero resulta que el Congreso eligió a mengano. Entonces dijeron que el Congreso no era representativo y que las internas lo iban a demostrar. Pero resulta que las internas confirmaron lo que el Congreso había resuelto (no se han escuchado voces reconociendo que estaban equivocados...pero quien sabe). Claro, algunos esgrimen encuestas. Pero resulta que los Estatutos del FA no dicen que el Plenario elegirá al candidato de acuerdo a lo que digan las encuestas. Y suponemos que nadie estará proponiendo ese criterio para el futuro. Bueno sería que el criterio de la discusión fraternal en busca del consenso fuera sustituido por la designación del candidato por parte de una encuestadora. Y el tercer problema, es que el criterio de la mayoría hipotética tampoco se ha aplicado en otros casos, y a nadie se le ocurrió cuestionar la elección. ¿O es que el compañero Ricardo Erlich fue elegido candidato en 2005 porque contaba con la abrumadora mayoría de apoyo entre los frenteamplistas? Sospecho que muchos (me incluyo) nunca habíamos oído hablar de él. Otros dicen (también se lo escuché a Sonia Brescia) que el problema es que se utilizó un “criterio sectorial”. Y bien, el criterio sectorial se aplica en muchas otras situaciones y a nadie se le ocurre poner el grito en el cielo. Quienes sostienen esa tesis, ¿suponen que el compañero Rosadilla fue designado como Ministro de Defensa por su amplia experiencia dentro de dicho Ministerio, por poner un ejemplo? El Pepe Mujica anunció desde un principio que ese sería el criterio para adjudicar los ministerios, y yo no escuché a nadie escandalizarse por ello.
Y YO PREGUNTO
¿Lo importante es el candidato o el programa? Todo el mundo parece aceptar –al menos oficialmente- que lo más importante es el programa. Sin embargo, muchos de los que hoy se cortan las venas porque no fue elegido su candidato preferido, seguramente no conozcan ni una coma del programa, pero lo votarán sin problemas.
¿Por qué se cuestiona al Partido Comunista por no rechazar la iniciativa de proponer a Ana Olivera cuando ésta había sido designada para un ministerio, y nunca sentí que se cuestionara al Partido Socialista por la misma razón, ya que Daniel Martínez había sido designado para el Ministerio de Industria y Energía?
¿Por qué algunos compañeros se alarman ante la decisión tomada en forma estatutaria por un órgano competente del FA, integrado por las bases y todos los sectores, y nunca se les escuchó una alarma semejante ante decisiones unilaterales tomadas por algún compañero en el ejercicio del gobierno; incluso en contra del propio programa del FA?
¿Por qué de un tiempo a esta parte se escucha permanentemente críticas a las decisiones tomadas por los organismos del FA (Congreso, Plenario, etc..) y nunca se escucha una propuesta que sustituya lo que los Estatutos disponen? Salvo que uno tenga que interpretar como propuestas (en el caso concreto que nos ocupa) que el Frente elija su candidato en función de lo que marquen las encuestas, o en función de quien tenga más muros pintados, o en función de quien aparezca mejor perfilado en los grupos de facebook, o en función de quien salga primero en la prensa a postularse.
EL PROBLEMA ES…
Sinceramente creo que el problema surge cuando no se elije al candidato que yo quiero. El mismo problema se dio con la elección del candidato a presidente; los cuestionamientos fueron similares. Entonces, de lo que se trata es -a mi entender- de cómo se manejan las frustraciones -que evidentemente es un tema delicado y que hay que atender-. Pero lo que fundamentalmente hay que atender es a que no se produzcan los procesos que generan esas frustraciones, que muchas veces incluso son inducidos desde fuera y que los frenteamplistas no frenamos a tiempo. Si las candidaturas se presentan en la interna y allí se procesan como es debido, las expectativas se reducen y las frustraciones se minimizan. En estas cuestiones está en juego el valor más importante y más preciado para los frenteamplistas, la UNIDAD, y todos los esfuerzos para evitar estos desencuentros son pocos.
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