¿CUÁL ES EL LÍMITE?
En una entrevista difundida por el diario El
País de Madrid en enero de 2012, la conocida dirigente estudiantil chilena
Camila Vallejo habría dicho: “Jamás estaría dispuesta a hacer
campaña por Bachelet ni a llamar a los jóvenes a votar por ella. Nadie me
asegura que su programa sea representativo de las ideas que el movimiento
estudiantil ha planteado. Y yo no recibo órdenes del partido. Todo pasa,
finalmente, por una decisión personal. A mí nadie me va a obligar”.
No obstante ello, Camila Vallejo no solo que llamó a votar
por Bachelet, sino que hizo campaña junto a ella, y acaba de ser electa
diputada por el Partido Comunista chileno en la alianza denominada Nueva
Mayoría.
Se me ocurre que lo dicho por
Camila, y lo que efectivamente hizo, es exactamente lo contrario; esto es: dijo
una cosa e hizo exactamente lo opuesto.
Sin embargo, al exponer esta cuestión en las redes, no
faltaron quienes salieron a defender a la ex dirigente estudiantil (ahora
diputada electa) con todo tipo de argumentos.
LAS JUSTIFICACIONES
“Eso no es
"oportunismo", es coherencia”, me dijo alguien, y se explicó: “a
mi me jode que los candidatos por el FA sean Tabaré y Constanza, hoy digo que
no haría campaña por ninguno de ellos, pero si el objetivo primero es salir de
un Gobierno de derecha, obvio que lo voy a hacer”. Es decir, el amigo no
solo que aprueba lo hecho por Camila (le llama coherencia), sino que reconoce
que él mismo lo haría. Diría hoy una cosa y mañana haría exactamente lo
contrario.
También se intentó justificar la
actitud por el tema de las alianzas: “Sin
alianzas de clase, nunca se hubiese creado el Frente Amplio”, me dijeron.
Esto es: el PCCH hizo una alianza con sectores que llevaban como candidata a
Bachelet, por lo tanto, lo dicho por Camila ya no corre.
“Es orgánica y dirigente,
tiene que seguir la dirección del partido”, me señalaron. O sea, yo
pertenezco al partido X, pero digo lo que se me antoja; después la dirección de
mi partido me dice que tengo que hacer lo contrario de lo que dije y yo tengo
que hacer lo que me dice mi partido.
Alguien utilizó el contexto como
justificativo: “Lo que la Camila dijo en aquel contexto fue perfecto y lo
que hizo en este contexto es perfecto”. Para que se entienda: yo puedo
decir hoy una cosa, en el contexto de hoy, y dentro de un año (el contexto será
obviamente diferente) puedo hacer exactamente lo contrario de lo que dije. No
hay problema.
Una variante del contexto,
también puede ser el tiempo, y me dijeron lo siguiente: “...es una nota de
hace casi 2 años y quizás no conocemos bien los motivos ni la estrategia que
estén llevando a cabo en la situación actual ella y su partido..”. Esto es:
se puede afirmar hoy una cosa en forma rotunda y de manera contundente, pero si
al año y medio la estrategia del partido cambia...entonces hacemos todo lo
contrario. No hay problema.
También las correlaciones de
fuerza son, al parecer, un justificativo: “Los
compromisos dependen de las correlaciones y éstas de la estrategia y de la
táctica. Lo que menos importa es la presunta coherencia personal de los
incoherentes que dicen lo mismo en situaciones distintas. Eso no es ser
principista, es ser meramente testimonial”, me dijeron.
O también la utilidad de lo que
se dice, sería una buena justificación. Me explicaron lo siguiente: “Esa
declaración la hizo determinada por críticas de los ultras que querían sacarla
de la Presidencia de la FECH y de hecho la sacaron, pero ella supo mantenerse
en la dirección, esa declaración fue importante para eso, no le aceptaban menos;
fue el punto de resolución”. En otras palabras: Camila Vallejo dijo lo que
dijo porque con eso lograba mantenerse en la dirección del estudiantado;
cumplido el objetivo, está libre para hacer exactamente lo contrario a lo que
dijo.
También el objetivo a cumplir
parece ser un buen argumento para decir una cosa y hacer la contraria. Por
ejemplo, si el objetivo es sacar a la derecha del gobierno: “las
elecciones son elecciones y no quiero ver mas a Piñera, por favor”, me
dijeron.
Ya dije que a alguno hasta le
pareció coherente lo hecho por Camila; es decir, un día dijo que jamás haría
una cosa y un año después lo hizo, y eso se llama coherencia. Pero hubo hasta
quien calificó la actitud de Camila Vallejo de valiente: “me parece valiente
su actitud después de haber declarado, los que declaró”. Así nomás. Un
político que dice una cosa hoy, y mañana hace exactamente lo contrario, no es
un chanta ni un oportunista ni un mentiroso ni un inmoral...es un valiente.
¿TODO ESTÁ PERMITIDO?
Hay muchas preguntas que me
surgen. Si un político puede decir hoy una cosa y mañana hacer exactamente lo
contrario ¿cuál es la parte del discurso que se puede creer?
Si el cumplimiento de un objetivo
está por encima de cualquier discurso (por ejemplo, si el objetivo es sacar a
la derecha del gobierno se puede hacer lo que se dijo que no se haría, o
viceversa) ¿cómo sabré si lo que me dicen hoy lo cumplirán mañana?
Y me pregunto: ¿los
justificativos son válidos siempre? ¿o lo son solo cuando se trata de mis
dirigentes? Dicho de otra manera: un dirigente de izquierda –al parecer- puede
mentir porque el objetivo primordial, y que está por encima de todo, es sacar a
la derecha del gobierno. ¿Eso vale también para un dirigente de derecha cuyo
objetivo es sacar a la izquierda del gobierno?
Pongamos por caso: si Pedro
Bordaberry dijera hoy que de llegar a presidente no haría determinada cosa, y
supongamos que gana las elecciones, y llegado al gobierno hace lo que dijo que
no haría; y supongamos que se justifica diciendo que el objetivo era sacar a la
izquierda del gobierno...¿está bien?
Yo he criticado de mil maneras a
Tabaré Vázquez, y he dicho que jamás lo votaré. Si yo pertenezco al partido X,
y mi partido hace alianza con sectores que llevan como candidato a Tabaré
Vázquez...¿sería natural y lógico que yo encabezara una lista de diputados que
lleve a Vázquez como candidato? ¿las alianzas políticas justifican siempre
hacer lo que se dijo que no se iba a hacer? ¿quién me creería luego de eso?
¿El honor de las personas y su
palabra están sujetas siempre y en cualquier circunstancia a lo que deciden los
partidos? ¿Guillermo Chifflet hizo mal en dejar el parlamento por ser coherente
con sus dichos y sus principios, y no traicionarlos votando el envío de tropas
a Haití? ¿debió someterse a lo que su partido le indicaba?
Si el cumplimiento del discurso
de un político depende del contexto, ¿cómo sabremos si lo cumplirá o no? ¿Lo
justificamos siempre porque cambió el contexto?
Cuando Jorge Batlle en campaña
electoral decía que no había que poner más impuestos, y luego al llegar al
gobierno descargó sobre la población un brutal ajuste fiscal...¿estuvo bien
porque cambió el contexto? ¿nos equivocamos al criticarlo cuando en realidad
debimos haberlo felicitado por su coherencia y su valentía?
Cuando Tabaré Vázquez criticaba
en campaña electoral el Tratado de Protección de Inversiones con los EEUU que
tenía en carpeta Jorge Batlle, y luego
al llegar al gobierno fue su primer gran medida...¿teníamos que felicitarlo por
su coherencia y valentía? Cuando decía que no estaba negociando un TLC pero
luego nos enteramos de que sí lo estaba haciendo (y nos invitó a subirnos al
tren) y no solo que lo estaba haciendo sino que le pedía a los negociadores
yanquis que le pusieran otro nombre para hacerlo potable para quienes nos
oponíamos...¿no estaba mintiendo sino mostrando su coherencia?
Obama logró el voto hispano en
2008 con la promesa de resolver la situación de los 11 millones de
indocumentados, cuestión que olvidó apenas se sentó en el salón oval...¿eso es
coherencia también? O el cierre de Guantánamo, una de las promesas más
publicitadas. La prisión especial para terroristas de la base estadounidense en
Cuba sigue abierta. ¿Lo justificamos también por el paso del tiempo, por el
contexto, por las alianzas, o por qué?
Si Tabaré Vázquez dijera hoy
–supongamos- “jamás ingresaría a la Alianza del Pacífico”...¿le creo o no le
creo? Y si mañana llegara al gobierno y llevara de las narices a su gobierno
hacia esa Alianza...¿lo justificarían por el contexto diferente? ¿lo felicitarían
por su coherencia y valentía?
Se me ocurre que los índices de abstención
que se ven en muchos países hoy en día tienen mucho que ver con este tipo de
cosas. La política debería tener algún punto de contacto con la moral y la ética.
De no ocurrir así, los índices de abstención, los votos en blanco y anulados,
seguirán creciendo en popularidad. Y nadie debería asombrarse por eso.
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