EL PROBLEMA DE LA UNIDAD EN UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA (Análisis de la estrategia del Partido Comunista Uruguayo a la luz de los resultados)
- DÉCIMA PARTE -
Sé lo que muchos dirán, que “la
correlación de fuerzas es negativa, que no podemos hablar de socialismo,
etc...”. Y no les deja de asistir razón. Sin embargo, esto no significa que los
comunistas, mientras no llegan a la correlación de fuerzas deseada, tomen por
el atajo del mal menor.
En todo caso, la necesidad del
socialismo no está determinada por la correlación de fuerzas. Lo que determina
–y que ha determinado también los sistemas socio-económicos precapitalistas
anteriores- es la maduración de las condiciones materiales para la construcción
de un sistema socioeconómico cada vez superior, la agudización de las
contradicciones que rigen el sistema viejo. Es la agudización de la
contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción
obsoletas que destruyen o impiden el desarrollo de las fuerzas productivas. Y
la obligación histórica es luchar para que llegado el momento de maduración,
las condiciones subjetivas estén dadas.
A pesar de los pesares, hoy en día,
el factor determinante es la falta de correspondencia entre el carácter social
de la producción y del trabajo con la propiedad social sobre los medios de
producción. Esta es la base que da lugar a la necesidad de luchar por el
socialismo. Al menos de luchar contra el sistema, lo que ya es decir mucho,
dadas las circunstancias.
LA VUELTA DE LA DERECHA, O EL MAL
MENOR
Se ha instalado en filas del
progresismo (y significativamente en el discurso comunista) el discurso del
miedo a la vuelta de la derecha. No es que no entienda o no comparta los
peligros del retroceso en varios aspectos, pero se asemeja demasiado a un
chantaje: “es esto o la vuelta a la derecha”, no tenés opción.
Lenin y los bolcheviques no
eligieron el “mal menor”, no “se atraparon” en la búsqueda de soluciones de
gestión, no trataron como absoluta la correlación de fuerzas negativa que poco
tiempo antes de la revolución de octubre fue negativa para los bolcheviques y a
favor de los oportunistas en los Soviets y en las elecciones para la Asamblea
Constituyente. Lo dejaron absolutamente claro: “Ningún apoyo al Gobierno
Provisional” como dijo Lenin en las Posiciones de Abril de 1917. Y lo digo
porque nunca (nunca) se ha producido en la historia, nunca y en ningún país, se
produjo un derrocamiento del régimen de explotación a través de procesos
parlamentarios.
Sin ser pájaro de mal agüero, es
necesario aprender de otras experiencias, como lo he venido señalando, y
también de la experiencia de otros partidos comunistas a nivel mundial. Los
errores más importantes que tienen un alto precio, están relacionados con el
abandono de la independencia ideológica, política y organizativa del partido
comunista en situaciones de cooperación, coaliciones, y hay muchos ejemplos de
este tipo en el movimiento comunista. Ejemplos que llevaron a retrocesos de
muchos años, a la asimilación o incluso a la disolución de partidos comunistas.
Cito nuevamente al Partido Comunista
griego: “La política de alianzas es una política de importancia estratégica,
determinada por la línea básica, estratégica y esto es un elemento que requiere
consistencia revolucionaria. Cualquier desviación de este deber en nombre de
maniobras, de réditos electorales temporales etc conduce hacia atrás, cancela
todo lo que había logrado el partido comunista en el período anterior, pone en
riesgo su propia existencia revolucionaria”.
Un partido revolucionario no puede
tener dos caras, una cara en la acción diaria, en medio de las masas y luchando
por sus reivindicaciones, haciendo conciencia antiimperialista y anticapitalista,
y otra en las elecciones, como aliado de sectores comprometidos con el gran
capital, o apoyando la candidatura de un declarado pro imperialista.
No se puede luchar diariamente para
la acumulación de fuerzas por el poder y en las elecciones arruinar este
trabajo y hablar de un gobierno de gestión, de un capitalismo en serio, para
satisfacer las expectativas de las masas populares para una solución “fácil”
pero sin salida, en la óptica del “mal menor”.
No es un problema nuevo, y está en
el orden del día de los partidos comunistas a nivel internacional. El problema
principal que ha surgido y es una experiencia importante para el movimiento
comunista internacional es si un partido comunista participa o no en un
gobierno de gestión burguesa independientemente de si aparece con el nombre “de
izquierda”, “progresista” etc.
Cito nuevamente al KKE:
“La lógica del “mal menor” conduce a
los partidos comunistas a políticas peligrosas de apoyo a la socialdemocracia
en el nombre de restringir el poder electoral de la “derecha”, asumiendo
responsabilidades para la gestión de la política antipopular de partidos
socialdemócratas. Conduce a algunos partidos comunistas a ir a remolque de los
partidos burgueses en el nombre de confrontar las formaciones fascistas, ultraderechistas (léase: hay que cuidar la
herramienta, el enfrentamiento es con la derecha). Esta experiencia es muy
negativa.
De hecho, se perpetúa un círculo
vicioso que niega o restringe la independencia ideológica y política de los
partidos comunistas, que los desvía de la elaboración e implementación de una
línea revolucionaria firme, que utilizará las batallas electorales como formas
de lucha que no se separan de la lucha de clases en general, de la lucha por la
concentración de fuerzas, por la conquista del poder”.
Ya lo señalaba, por otra parte, el
mismo Lenin:
“Hay que elegir entre el mal
existente y su rectificación más pequeña, porque la mayoría de los que están en
general insatisfechos con el mal existente están a favor de esta “pequeña”
rectificación. Después de haber logrado las pequeñas cosas se facilitará
nuestra lucha para las cosas grandes. Lo repetimos. Este es el argumento
básico, típico de todos los oportunistas en todo el mundo. ¿A qué
conclusión conduce inevitablemente este argumento? A la conclusión de que no se
necesita ningún programa revolucionario, ni partido revolucionario, ni táctica
revolucionaria.”
(Lenin “De nuevo acerca de un gabinete salido de la Duma”).
Muchas veces la gente, el pueblo, no
entiende cuando se les dice que “el enemigo es la derecha”, que “el
enfrentamiento es con la derecha”. Entre otras cosas, porque parecería que el
objetivo ya no es la liberación y el socialismo, sino obtener o mantener el
gobierno, y evitar que lo obtengan otros. Pero al menos para los comunistas,
ese nunca fue “el objetivo”, y a lo sumo un elemento más a obtener en la lucha
por el objetivo principal: la liberación, el socialismo, el comunismo.
Pero la gente tampoco lo entiende,
porque se dice “antiimperialismo” y se dice “el enfrentamiento es con la
derecha”, pero quien lleva adelante los tratados para protegerle las
inversiones al imperialismo es el FA, y el candidato que se apoya (aunque la
derecha esté de acuerdo), pero quien quiere concretar un TLC con el
imperialismo es el gobierno del FA y el candidato que se apoya, no la derecha
(aunque la derecha esté de acuerdo), pero quien envía las tropas a Haití es el
FA y el candidato que se apoya (y también la derecha), pero quien hace
maniobras conjuntas con el ejército yanqui es el FA (aunque la derecha también
lo haga).
La gente no lo entiende, porque se
le dice “que pague más el que tiene más” y que el enfrentamiento en ese tema es
también con la derecha, pero quien pone impuestos no al que tiene más sino “al
que gana más”, y desgrava al gran capital, no es la derecha sino el FA (aunque
la derecha festeje). Y la gente no entiende cuando se le dice que el
enfrentamiento es con la derecha, porque cuando se promete un Frigorífico
Nacional, es el presidente de un gobierno del FA quien se opone (aunque la
derecha aplauda y se regocije).
Porque los trabajadores cada vez entienden menos cuando se les habla del capitalismo, de la explotación del hombre por el
hombre, y se le dice que la derecha representa los intereses del gran capital
explotador capitalista e imperialista, pero ese mismo obrero, ese trabajador,
ve con sus propios ojos y comprueba, que el gobierno que los comunistas
integran y defienden es quien en realidad está trayendo a los grandes capitales
trasnacionales explotadores; es ese gobierno el que está primarizando la
economía, concentrando y extranjerizando los medios de producción y en
definitiva, promoviendo más capitalismo, o lo que es exactamente igual: más
explotación.
Y esa contradicción incuestionable,
es además a esta altura inocultable. En la práctica, la experiencia acumulada
por la política de los partidos y los gobiernos que participan en la gestión
burguesa independientemente de si utilizan el título “izquierda”, “progresista”
demuestra lo siguiente:
·
Ningún
gobierno que gestiona el capitalismo, el poder de los monopolios y la propiedad
privada de los medios de producción, ningún gobierno que implementa un programa
que se basa en las ganancias de los capitalistas, la competitividad, la
productividad y la rentabilidad de los grandes grupos empresariales, puede
seguir una política a favor de la clase obrera y de los sectores populares.
·
No
existe tal gobierno que pueda controlar las leyes del sistema, sus
contradicciones, impedir el estallido de la crisis capitalista. Tarde o
temprano las promesas de “alivio” que dieron al pueblo se desinflarán, se
demostrarán palabras vanas y las expectativas para algo mejor darán su posición
a la desilusión del pueblo, al retroceso del movimiento obrero.
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