MURIÓ?
Orfandad es lo que siento.
Sin respaldo, sin la seguridad que me transmitía tenerlo ahí, la
referencia, entero como siempre, de una sola pieza como siempre.
Dicen que se llevó consigo una época… mi época, mi vida. Llenar
el vacío que dejó el Ché, cuando lo asesinaron en La Higuera, era
asunto mío, dependía de mi propia voluntad continuar su lucha, pero
ahora es totalmente distinto, las cosas tienen otros significados,
representan otros valores, ya no basta con salir a cabalgar lanza en
ristre, son otras personas las que decidirán si se hace o no la
revolución. Debo resignarme a escribir estas palabras e intentar
transmitir lo que siento. Imposible despegarme de la sensación de
estar escribiendo mi propio obituario.
Fidel inició su larga
marcha con el asalto a los cuarteles de Moncada y Bayamo. La
manifiesta bestialidad de Fulgencio Batista justificaba tomar las
armas para derrocarlo. Su audacia iluminó la segunda mitad del siglo
XX y miles corrimos a buscar un Moncada en cada rincón de América
Latina. Hoy día hasta los comentaristas más cavernícolas reconocen
la legitimidad de esa acción, que fue armada, violenta e ilegal. La
historia la absolvió.
Son cientos de miles de
cubanas y cubanos – cuatro o cinco millones al menos- de todas las
edades y condiciones, que desfilan rindiendo tributo a la memoria
viva de Fidel. Se homenajea su consecuencia con las palabras dichas,
la coherencia de su transitar. Es también un acto de amor al
caudillo. La dimensión universal que cobró Fidel surgió de esa
historia del amor con su pueblo, ella fue la fuerza que lo proyectó
a toda América Latina y el mundo.
Los ciegos y sordos eluden
el análisis de este fenómeno de masas y prefieren dedicar espacio a
‘la dictadura de los Castro’, relativizan el valor las
multitudes que lloran la muerte del comandante mostrando imágenes de
la ‘disidencia’ que festeja. Si hubieran vivido en 1820 habrían
estado entre los divulgadores de la ‘leyenda negra’ de Artigas,
la que pintaba como bárbaro dictador al caudillo de los orientales.
No hay nada nuevo en la historia por la liberación de América
Latina.
Otros prefieren tomar
distancia con disimulo, disfrazados de racionalidad y se alejan de
Fidel como exigen los reaccionarios de la caverna. Hay quienes hasta
se abrazan con las damas de blanco. Si, como ellos dicen, son tan
escasas la democracia y la libertad que hay en Cuba ¿porqué
entonces el pueblo resistió medio siglo de bloqueo? ¿les pusieron
un fusil en el pecho a los diez millones? La historia de Fidel y la
revolución cubana es el relato de un pequeño David cubano
derrotando a un gigantesco Goliat yanqui.
La rebelión de los pueblos
contra las peores dictaduras y en las peores condiciones fue la
lección de los años ‘80. A los que quieren levantarse no los
detienen con látigos, garrotes y cepos. No hay fuerza que pudiera
detener al pueblo cubano si quisiera rebelarse. El proyecto político
de los gusanos solamente tiene eco en los medios monopólicos de
comunicación. La enorme mayoría de los cubanos se quejará y
rezongará pero no se doblega, siguen apostando tozudamente en el
proyecto de Fidel y por eso los EEUU no se atreven a invadir
directamente ni a crear ‘ejércitos de voluntarios’ como en Siria
e Irak.
En un determinado momento
la guerra fría se cruzó en el camino de Fidel y de su pueblo,
obligado ineludiblemente a tomar partido en la confrontación de la
URSS y los EEUU. Ninguna de las opciones era buena, pero no se podía
ser neutral en un conflicto que se presentaba como la lucha del
socialismo contra el capitalismo. Tal vez el copismo de lo soviético
haya sido el fruto más amargo de esa obligada opción internacional.
Algunas de las
instituciones que debió organizar la revolución están bajo control
de grupos burocráticos, pero la dueña del destino de Cuba sigue
siendo esa multitud de individuos indomesticables, protagonistas de
las jornadas de solidaridad en Argelia, Vietnam y Chile. En Cuito
Canavale fueron capaces de derrotar al mejor preparado de los
ejércitos, liberaron Angola y Mozambique y sentenciaron a muerte el
appartheid sudafricano. Miles de médicos cubanos atienden enfermos
por el mundo, allí donde el estado burgués tiene abandonado pueblos
enteros. La escuela del pueblo cubano fueron esas extraordinarias
empresas, las hazañas de generosidad y altruismo que lideró Fidel.
En la actitud de quienes participan en ellas, se anticipan los
valores y la filosofía del modo socialista de vivir.
Prisioneros de las armas
melladas, varios miles de millones pasan su vida corriendo la liebre
que les echan por delante. Están condenados a esa forma sutil de
esclavitud del capitalismo. Jamás Fidel dejó de denunciar la
consecuencias sociales que provocan los capitalistas, jamás dudó ni
arrojó dudas sobre la necesidad de liberar los pueblos de su
enajenación, su legado es la voluntad de hacer la revolución
socialista de liberación nacional. La muerte no podrá vencer a
Fidel.
Jorge
Zabalza
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