MIRANDO MÁS ALLÁ DEL DOMINGO (1ª parte)
Lenin decía: “Lo que
hace falta es tener conciencia de los defectos, cosa que en la labor
revolucionaria equivale a subsanarlos en más de la mitad”, y su sentencia
es más que apropiada en estos momentos.
HAGAMOS MEMORIA
Ya hemos dicho antes que si tomáramos como elemento para el análisis
lo que pasó el domingo 27 de mayo, como si fuera un hecho aislado, estaríamos
viendo solo una parte del problema, e incluso podríamos llegar a no verlo como
un problema. Decíamos que no podemos
olvidar que en octubre de 2009 el Frente Amplio no pudo ganar en primera vuelta, y que
perdió dos diputados. Y que no podemos olvidar que en esa instancia también perdimos dos plebiscitos importantísimos, el de anulación de la ley de
impunidad y el del voto epistolar. Y si vamos más atrás, recordemos que ya en
las elecciones internas de ese año el FA obtuvo menos votos que el PN. Y tal
vez tengamos que ir hasta el Congreso de diciembre de 2007 para encontrar otros
problemas. Pero habría que ir aún más lejos, si es que consideramos
como uno de los factores más problemáticos la
relación de la fuerza política con el gobierno (para mi es el nudo de la cuestión), y entonces tal vez deberíamos
comenzar por el año 2005, que marca el inicio del Frente Amplio en el gobierno nacional. Comencemos
entonces por ahí, y en próximos artículos nos acercaremos más a los hechos más
recientes.
PRIMER GOBIERNO DEL FA
Ya en el año
2005 hay hechos que comienzan a mostrar cierto malestar entre la militancia
frenteamplista, al tomar el gobierno caminos que se alejaban de las
definiciones programáticas previas, y en otros casos se apartaban de
definiciones que, aunque no estuvieran dichas explícitamente en el Programa,
formaban parte de nuestra historia previa como fuerza política de izquierda. No
tenemos dudas que mucho del desencanto de buena parte de los frenteamplistas
comienza en esos primeros pasos.
Recordemos
algunas cosas. Durante la campaña electoral de 2004, en una de las conferencias
del ciclo “La transición responsable”, Tabaré Vázquez expresaba: “Quiero decirlo claramente: el EP-FA-NM no
ha sido consultado sobre los contenidos de dicho acuerdo (se refería al
proyecto de Tratado de Protección de Inversiones con los EEUU) ni lo conoce (…)
Un acuerdo de este tipo negociado unilateralmente, significa un desconocimiento
al MERCOSUR y a la necesidad de encarar estos temas como región”. Sin
embargo, diez meses después de asumir el gobierno, el Parlamento aprobaba el
Tratado. La gran mayoría de los sectores del FA, así como las bases, se oponían
a la firma del tratado -salvo los ministros Astori y Lepra, y el vicepresidente
Nin Novoa-. Las voces que se hacían oír a favor de la firma del mismo, provenían
de los partidos tradicionales y de las cámaras empresariales. Es decir: la gran
mayoría del Frente Amplio en contra del tratado; la gran mayoría del gabinete
en contra del tratado, pero el tratado finalmente se firmó y se ratificó en el
Parlamento (con el único voto en contra del Partido Comunista). Y, como frutilla
de la torta, el gobierno firmó el dichoso tratado en medio de una cumbre
del Mercosur (en Córdoba), siendo Tabaré Vázquez el único presidente que se
reunió con Bush, en momentos en que todos los países del bloque gritaban un
rotundo NO AL ALCA.
RUMBO AL TLC
Cuando aún
no se había secado la tinta de las firmas estampadas en ese Tratado, ya nuestro
ministro de economía estaba planteando la necesidad de firmar un Tratado de
Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos, “cuánto antes mejor” decía Astori. Nuevamente, al igual que con la
firma del TPI, comenzaron a levantarse las voces en contra, y sin duda fueron
mayoría, tanto a nivel de las bases como de los sectores de la fuerza política
y en el gabinete ministerial. El propio Tabaré Vázquez se manifestó en contra
de un TLC en más de una oportunidad. Recordemos por ejemplo lo que manifestara
en Venezuela a principios de marzo de 2006: “El
actual gobierno uruguayo no tiene, en carpeta o en agenda, la firma de un
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos”, mientras recordaba, además,
que el programa de gobierno del FA es “un
compromiso ciudadano donde se deja claro que las relaciones comerciales
actuales con las potencias del primer mundo, entre las que se encuentra Estados
Unidos, no son las adecuadas para firmar ningún Tratado de Libre Comercio”.
También en este caso, las voces a favor de la firma de un TLC provinieron de
las cámaras empresariales y de los partidos tradicionales. Y cual si fueran
estos los que gobernaran, casi llegamos a concretarlo. Recordemos la instancia
de Punta Cala, en donde Tabaré Vázquez (pocas semanas después) se desdijera de lo dicho en Venezuela y
expresara su metáfora del tren: “…porque
recordemos que la historia no retrocede, que la historia no se detiene pero que
tampoco la historia se repite. El tren, algunas veces, pasa una sola vez”.
A partir de esa instancia, comenzaron las negociaciones en serio rumbo a un TLC. Como todos sabemos, el proceso desembocó en un TIFA, que para algunos es un trampolín para llegar al TLC. Y nuevamente, a pesar de estar la gran mayoría del gobierno y de la fuerza política en contra del TIFA, y toda la oposición a favor, el TIFA se firmó.
A partir de esa instancia, comenzaron las negociaciones en serio rumbo a un TLC. Como todos sabemos, el proceso desembocó en un TIFA, que para algunos es un trampolín para llegar al TLC. Y nuevamente, a pesar de estar la gran mayoría del gobierno y de la fuerza política en contra del TIFA, y toda la oposición a favor, el TIFA se firmó.
Si a estos
elementos, le agregamos el envío de tropas a Haití, la participación en las
maniobras Unitas, las vacilaciones a la hora de integrarse a organismos de
unidad latinoamericana como el Banco del Sur, entonces veremos que estábamos
ante un gobierno que, en forma notoria, se apartaba (más allá de que en otros
aspectos actuaba con aciertos) de los grandes lineamientos programáticos de la
fuerza política y sobre todo del carácter antiimperialista de ésta.
EL CONGRESO “LIBER SEREGNI”
Previo al
Congreso “Liber Seregni” (año 2007), y analizando el documento preparatorio
decíamos en un artículo de El Popular: “Es
indudable que para profundizar los cambios cumpliendo con el programa se
requieren las tres cosas que menciona el documento: “…una fuerte voluntad
política desde el gobierno, un accionar decidido de la fuerza política y la
participación activa de las fuerzas sociales”. Pero lo que también es
indudable, es que los tres elementos (gobierno, fuerza política, fuerzas
sociales) deben empujar en el mismo sentido. De lo contrario, es un tironeo en
donde cada cual tira hacia su lado y las fuerzas se anulan. Porque aunque
coincidamos en que hay “factores estructurales que debilitan la participación
política”, no nos podemos hacer los distraídos y mirar hacia otro lado
desestimando causas de esa desmovilización como las que tienen su origen en la
propia acción del gobierno. No se puede desconocer que una gran cantidad de
militantes frenteamplistas de toda la vida se han ido para sus casas
decepcionados por lo que consideran acciones contrarias a definiciones básicas
y originarias del Frente Amplio. No son pocos los militantes frenteamplistas
que consideran que firmar un Tratado de Protección de Inversiones con el
imperio, o enviar tropas a Haití a defender una situación creada por los
Estados Unidos, o trabajar por la concreción de un TLC con ese país, sumarse a
las maniobras Unitas, etc., es abandonar nuestra condición de
antiimperialistas. O los que consideran que una reforma tributaria que rebaja
los aportes de los capitalistas es abandonar nuestra condición de
antioligárquicos. No son pocos los que no entienden algunos errores garrafales
como la presentación del “proyecto García Pintos” sobre el nunca más. Y esto lo
decimos más allá de que quienes así piensan tengan razón o no. La cuestión es
si estos temas han sido discutidos en la forma adecuada. Si en estos temas se
ha tenido en cuenta una correcta relación entre fuerza política y gobierno, o
si se han resuelto por la vía de hechos consumados.”
Estos
elementos que acabamos de reseñar, ya habían provocado el alejamiento en 2005
de un referente ético de la izquierda como el diputado socialista Guillermo
Chifflet, que renunció a su banca al no votar el envío de tropas a Haití, habían generado malestar con otros referentes enormes como Reynaldo Gargano, generaron también algunas señales electorales en 2006 (que veremos en próximas
notas), y en marzo del 2008 provocarían el alejamiento del Movimiento 26 de
Marzo y parte de la CI, y de otro referente ético de la izquierda como el
recientemente fallecido Helios Sarthou.
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