MI DECEPCIÓN (reflexiones en voz alta – 2ª parte)
En octubre de
2004, el Frente Amplio ganaba el derecho a gobernar el país por primera vez en
la historia. La alegría era inmensa, y todos festejamos emocionados, no era
para menos. Eran 33 años de lucha para lograrlo –si contamos solo la historia
del FA desde su fundación- pero muchísimos más si tenemos en cuenta la historia
previa de los partidos fundadores y de luchas populares. Y fundamentalmente, era una historia de heroísmos
personales y colectivos que llegaban a una etapa histórica en donde los sueños
iban a comenzar a hacerse realidad.
LOS PRIMEROS GOLPES BAJOS
Ya en el año
2005 se comienza a generar malestar entre la militancia frenteamplista, al
tomar nuestro gobierno decisiones que, en algunos casos se alejaban de las
definiciones programáticas previas, y en otros se apartaban de principios que,
aunque no estuvieran estampados explícitamente en el Programa, formaban parte
de nuestra historia previa como fuerza política de izquierda. No tengo dudas
que mucho del desencanto de buena parte de los frenteamplistas comienza en esos
primeros pasos. El mío seguramente. Recordemos algunas cosas.
PROTEGIENDO INVERSIONES IMPERIALES
Durante la
campaña electoral de 2004, en una de las conferencias del ciclo “La transición
responsable”, Tabaré Vázquez expresaba: “Quiero
decirlo claramente: el EP-FA-NM no ha sido consultado sobre los contenidos de
dicho acuerdo (se refería al proyecto de Tratado de Protección de
Inversiones con los EEUU) ni lo conoce
(…) Un acuerdo de este tipo negociado unilateralmente, significa un
desconocimiento al MERCOSUR y a la necesidad de encarar estos temas como
región”. Sin embargo, diez meses después de asumir el gobierno, el
Parlamento aprobaba el Tratado.
Yo quiero decir
dos cosas que sentí en ese entonces, y que todavía me revuelven las tripas. En
primer lugar, lo que decía en mi reflexión anterior: “Esperaba que se demostrara al país y al mundo que se podía hacer un
discurso en campaña electoral, que se podía presentar a la ciudadanía un
programa y luego actuar en consecuencia”. Esto contradecía abiertamente mis
esperanzas; ahora era mi gobierno, el que yo había votado y por el cual había
militado intensamente para que gobernara, el que decía una cosa en la campaña
electoral para luego hacer lo contrario una vez asumido. Pero en segundo lugar,
también contradecía mis más caros valores para lo que yo entendía como un
gobierno de izquierda, el cual en primer lugar debía ser antiimperialista y
antioligárquico (no hablo de socialismo), como se definía el Frente Amplio
desde su fundación. Lo que digo es que uno se hizo de izquierda viendo como los
barbudos cubanos tiraban abajo los carteles de la TEXACO y de la ESSO, como
nacionalizaban los latifundios de la United Fruit, etc., y ahora tenía que ver
como sus propios dirigentes, aquellos a los que había llevado al gobierno
militando día y noche, firmaban un tratado para protegerle las inversiones a
las empresas imperialistas. No es moco de pavo, no lo es. Porque además, lo
firmaban luego de afirmar golpeando con los puños encima de la mesa, que no lo
iban a hacer. Claro….eso era antes de acceder al gobierno.
La gran mayoría
de los sectores del FA, así como las bases, se oponían a la firma del tratado
-salvo los ministros Astori y Lepra, y el vicepresidente Nin Novoa-. Las voces
que se hacían oír a favor de la firma del mismo, eran provenientes de los
partidos tradicionales y de las cámaras empresariales.
Algunas cosas, después
de verle las patas a la sota, no son de extrañar. Tabaré Vázquez había nombrado
ministro de industria a Jorge Lepra. Así como los barbudos tiraban abajo los carteles
de la TEXACO, nosotros nombrábamos ministro a quien en 1989 asumió el puesto de
gerente general de Texaco Uruguay y dos años más tarde, entre 1991 y 1993 se
desempeñó en el cargo de vicepresidente ejecutivo de la petrolera
estadounidense para Uruguay y Argentina. Diez años después ocupó nuevamente el
cargo de gerente general de la petrolera en Uruguay como también en Paraguay, y
además de integrar varios organismos de comercio y servicios: entre 1998 y 1999
fue presidente de la Cámara de Comercio Uruguay-EEUU. El 1º de noviembre de
2010 asumió la gerencia general de PLUNA,
cargo que ejerció hasta Abril 2012 (todo un prontuario).
En resumen, la
gran mayoría del Frente Amplio en contra del tratado; la gran mayoría del
gabinete en contra del tratado, pero el tratado finalmente se firmó y se
ratificó en el Parlamento (con el único voto en contra del camarada Lorier). Y,
como frutilla de la torta, nuestro gobierno firmó el dichoso tratado en medio
de una cumbre del Mercosur (en Córdoba), siendo Tabaré el único presidente que
se reunió en privado con el genocida Bush, en momentos en que todos los países del bloque gritaban un
rotundo NO AL ALCA.
NO SOLO TRATADO DE INVERSIONES CON EL IMPERIO
No fueron esta
las únicas medidas que contradecían el antiimperialismo declarado en la
constitución del FA. Las maniobras UNITAS realizadas ese mismo año, junto a las
tropas estadounidenses, maniobras a las que siempre nos habíamos opuesto cuando
no éramos gobierno, eran otra clara señal de acercamiento al gobierno del
norte. Y nada menor, por supuesto, el envío de tropas a Haití, asunto por el
cual renunció a su banca uno de los hombres más rectos y honestos con los que
contaba el Frente Amplio en el Parlamento, el compañero Guillermo Chifflet.
Cuando los
sucesos del año pasado que involucraron a militares uruguayos en la violación
de un ciudadano haitiano, Chifflet fue entrevistado y dijo lo siguiente: “Los hechos actuales creo que reafirman mi
posición de aquel momento, yo hice lo que creo que correspondía desde los
principios que he sostenido. Todo ese proceso que durante años el FA denunció
ha culminado en hechos propios de un ejército que ocupa un país”, expresó
Chifflet. Recordó además que las tropas uruguayas “fueron a cumplir las órdenes del imperio norteamericano” y que,
por tanto, “no honraron al país por esa
actitud ni por los sucesos hechos supervinientes”. Consultado sobre la
información que el FA ya tenía en los años que era oposición respecto a las
misiones de paz en países como el Congo o Haití, Chifflet recordó que “en aquellos años no nos llegaba mucha
información oficial pero si investigábamos y sabíamos en demasía que iban a
cumplir la misión del imperio y esto era lo deshonroso para el país y lo
indigno para las Fuerzas Armadas -FFAA-”.
Luego de la
renuncia de Guillermo, hubo una Declaración de solidaridad, firmada por una
larga lista de ciudadanos de izquierda, que decía así: “Queremos expresar nuestra solidaridad con Guillermo Chifflet, y rendir
homenaje a su larga trayectoria militante, que lo ha convertido en uno de los
más indudables símbolos de entereza moral y coherencia ideológica de nuestro
país. La renuncia de Chifflet a su
banca parlamentaria es un hecho doloroso, que emite una señal de alarma ante la
que no podemos ser ciegos ni sordos. Hoy más que nunca es necesario reafirmar
la voluntad democrática del Frente Amplio, nuestro compromiso de participación
popular en la construcción de un nuevo Uruguay y nuestra sagrada tradición de
respeto a la discrepancia y de celebración de la diversidad”. Y vaya si era
una señal de alarma!!!
MANIOBRAS UNITAS
Una nota de la
agencia Comcosur anunciaba así el tema de las maniobras con las tropas yanquis:
“Sorpresivamente el gobierno de izquierda
encabezado por el Dr. Tabaré Vázquez solicitó la autorización al parlamento
para la participación de la Armada uruguaya en las maniobras Unitas, a las
cuales esta corriente política siempre se opuso. Una vez más las fuerzas
progresistas quedan embretadas entre los discursos que pronunciaban en épocas
de oposición y los de ahora, cuando le toca gobernar. Abierta o
secretamente los parlamentarios izquierdistas padecen en medio de la
contradicción entre sus valores, y lo que se ha dado en llamar la “actitud responsable”
a la hora de gobernar. Todo parece indicar que el disciplinamiento
partidario al gobierno llevará a que finalmente los senadores y diputados
frenteamplistas levanten sus manos a favor del proyecto. La única excepción sería
la del Partido Comunista, pero este cuenta con un solo senador en la bancada
oficialista. Tal vez otros legisladores opten por retirarse de sala antes de
votar a favor. Históricamente los gobiernos conservadores uruguayos,
partidos Colorado y Nacional, han apoyado las operaciones Unitas. También históricamente
la izquierda se ha opuesto a ellas desde el parlamento. Las maniobras se
amparan en el Tratado de Asistencia Recíproca, el TIAR, firmado en 1959; el
mismo que EE.UU. violara flagrantemente cuando en 1982 apoyara a Gran Bretaña
en contra de Argentina, durante la guerra de las Malvinas” (los subrayados
son míos).
Creo que estas
cosas me eximen de mayores comentarios, y explican por sí solas la gran
decepción que nos llevamos quienes considerábamos por ese entonces que
integrábamos una fuerza política de izquierda, antiimperialista y
antioligárquica. Como dice Atilio Boron: “Hay
gente que viene de un pasado de izquierda y que ahora dice que ya no hay más
izquierda y derecha; según ellos ahora sólo habría “realistas” y “dogmáticos.”
Obviamente, para quienes sostienen tesis como éstas el imperialismo es un molesto
recuerdo del pasado que en la actualidad carece por completo de importancia.”
Luego de esas
instancias, cuando aún no se había secado la tinta de las firmas estampadas en
el Tratado de Protección de Inversiones con el imperio, ya nuestro ministro de
economía estaba planteando la necesidad de firmar un Tratado de Libre Comercio
(TLC) con los Estados Unidos, “cuánto
antes mejor” decía Astori, e ingresábamos en el segundo año de gobierno
distanciándonos más de los latinoamericanos y acercándonos cada vez más a los
Estados Unidos.
(CONTINUARÁ)
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