AHORA ES LA HORA DE CAMINAR

A nadie puede escapársele que estamos ante una coyuntura difícil, en la cual ya no es posible echar mano a los argumentos tipo: “la herencia maldita” o “estamos aprendiendo a gobernar”. Si bien es cierto que el desbarajuste que nos dejaron ciento setenta y pico de años de desgobierno tradicional no son moco de pavo, no es menos cierto que las medidas que el gobierno colorado tuvo que tomar (obligado) durante la crisis del 2002 hacen que hoy la economía esté recuperándose, y muchos de los buenos índices macroeconómicos que hoy podemos mostrar son producto de aquellas. Y lo de aprender a gobernar pudo ser cierto durante el primer año, pero ya no corre más. Tampoco había gobernado nunca Chavez, y ni siquiera tenía un partido detrás, lo que no le ha impedido imprimir a Venezuela un rumbo en sentido revolucionario, con sus aciertos y sus errores. Quiere decir que, como decía el camarada Lorier, estamos ante un cruce de caminos. Es ahora o nunca. O empujamos todos juntos –gobierno y fuerza política- en el sentido de profundizar los cambios o lo que es lo mismo, en la aplicación del programa, o el resultado de la primera experiencia progresista tendrá un resultado incierto. Todo esto no invalida lo que hemos dicho en notas anteriores, respecto a los aciertos de nuestro gobierno en múltiples áreas, cuando hablamos de luces y sombras. Lo que decimos es que ahora hay que encarar las reformas de fondo, porque así nos comprometimos con la población, y porque si no lo hacemos no habrá una segunda oportunidad. Las luces amarillas que se han prendido son muchas.

Luces amarillas

No hemos procesado aún la discusión ni en la fuerza política ni en el gobierno sobre los alcances de los sondeos de opinión que se difundieron el 21 de mayo pasado, los que indudablemente marcan una disminución del apoyo popular a la gestión del gobierno (del 60 al 44 por ciento). Y más allá de la opinión que tengamos sobre estos sondeos, no se necesita de ellos para palpar el “ambiente popular” cuando uno está en contacto con la gente en los barrios, comités de base, sindicatos, etc. No podemos dejar de ver que están creciendo en número y en profundidad las movilizaciones de los trabajadores. Como botones de muestra alcanzan las movilizaciones del gremio de la enseñanza, en reclamo de recursos imprescindibles para el funcionamiento normal del sector, o las del gremio de la salud, reclamando la puesta en práctica de la tan anunciada reforma que prometiéramos. Y eso dentro de una gran gama de tensiones, que van desde los reclamos de la Federación Rural por el tema del endeudamiento hasta las manifestaciones de jubilados, pasando por las críticas a la reforma tributaria por parte de los cooperativistas y otros sectores. Por cierto que no debemos olvidar las tensiones a la interna, producto de temas como el TLC con Estados Unidos o la propia Reforma Impositiva. Y como marco general de todo esto, un gobierno que aparece aislado en el MERCOSUR y lo que es peor aislado de su propio pueblo y de su militancia, cuando presenta su posición ante el tema de las plantas de celulosa encerrado en una cadena de radio y televisión rodeado de cúpulas pero sin calor popular, y hasta aislando a la propia prensa y poniendo vallas a su alrededor.
Téngase en cuenta que en este punteo de situaciones no he hablado para nada de la oposición, sino del mar de fondo que surge dentro del propio bloque alternativo de los cambios. Es decir, si blancos y colorados ni se sienten, si los industriales, los grandes frigoríficos, el sistema financiero, los latifundistas, etc, ni se oyen, y en cambio surgen protestas desde los sectores medios y el movimiento obrero, y si nos llevamos de maravillas con Estados Unidos pero andamos a las patadas con nuestros hermanos argentinos, entonces algo no anda bien.

El meollo de la cuestión (la política económica)

Si analizamos detenidamente este conjunto de problemas, veremos que el nudo gordiano es la política económica. Una política económica que ya nadie duda que es continuista, cosa que señalan desde los partidos tradicionales pero que reconocen integrantes de Asamblea Uruguay y recientemente hasta el propio Tabaré Vázquez. Y no vale decir que en realidad es continuista de la política de mengano pero no de la de sultano, como si lo importante fuera el nombre del ministro de economía y no la política en si misma.
De acuerdo a como viene planteada la situación, estamos ante la misma teoría del derrame que siempre criticamos. Todos sabemos que cuando el vaso está repleto vienen otros y se toman el agua, y el resto ni siquiera es salpicado. No es esto lo que prometimos en la campaña electoral, sino que dijimos que promovíamos un crecimiento con distribución simultánea de la riqueza que se iba generando. Lo que estamos viendo es que los grandes números crecen, pero hay sectores que continúan siendo postergados, mientras seguimos generando deuda (dicen que soberana) para adelantar pagos de la otra deuda y postergando el país productivo con justicia social.
Esta es la discusión que tenemos que darnos, tanto en el gobierno como en la fuerza política. Pero resulta que la agenda se genera siempre en el mismo lugar, y hemos perdido demasiado tiempo en discutir como hacemos lo que ya expresamente habíamos decidido no hacer (TLC, por ejemplo), y no hemos dedicado ni un solo minuto a discutir por qué no hemos hecho lo que expresamente habíamos dicho que haríamos (renegociación de la deuda, por ejemplo). La estabilidad de los indicadores macroeconómicos, la consolidada disciplina fiscal, la confianza de los organismos internacionales de crédito (FMI, BM) como resultado del pago puntual y hasta por adelantado de los compromisos, y el crecimiento indudable de la economía, no son cosas que puedan conformar a las grandes masas populares de este país, que saben de ver crecer tortas que nunca se reparten.

Otro rumbo es posible

Mientras Danilo Astori señala que 2007 sería todavía un año de restricciones, Tabaré Vázquez ha dicho que quiere que el crecimiento económico se refleje en beneficio para la gente, en sus vidas cotidianas. Nosotros apoyamos esto último. Creemos que debemos renegociar parte de los vencimientos, y generar recursos para que se transformen en empleos dignos, para no tener que sostener un plan de emergencia indefinido en el tiempo. Tenemos todo para lograrlo. Tenemos un programa, un país en crecimiento, y un respaldo que ya quisieran para si otros gobiernos. Porque la estructura de miles de militantes frenteamplistas se sienten comprometidos con su gobierno, y a pesar de las dificultades ha seguido manteniendo sus actividades y ha actuado como sostén del gobierno y espacio de debate de los proyectos.
Por eso no tenemos derecho a equivocarnos. Porque las cosas que hagamos bien, serán percibidas por la población como algo natural. Después de todo, para eso nos votaron, para que hagamos las cosas que dijimos que haríamos si llegamos al gobierno. Pero si hacemos las cosas mal, si no cumplimos, o si hacemos lo contrario de lo que dijimos, no tendremos una segunda oportunidad. Es como lo dijo el compañero Tabaré al cierre del Congreso Héctor Rodríguez: “Sin embargo, permítanme decirles que hay un derecho al que debemos renunciar: el derecho a equivocarnos. ¡¡ Sí, compañeras y compañeros: debemos renunciar al derecho a equivocarnos !!¡¡ No somos perfectos, pero no podemos fallar !!¡¡ No podemos fallar porque nuestros errores los pagará el país, y el Uruguay ya no puede ni merece seguir pagando los errores (y en algún caso los horrores ...) de sus gobiernos !!
Martes, 13 de Junio de 2006

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