EL PROBLEMA DE LA DEUDA EXTERNA (2ª parte) "el despojo"


Resumiendo la primera parte, en una apretada síntesis, digamos que el capital financiero transnacional está funcionando como una bomba aspirante del valor y las riquezas producidas por el trabajo en todo el mundo, riqueza que de esta manera se concentra en pocas manos y en ciertas regiones del planeta, particularmente en los Estados Unidos.
La deuda de los países empobrecidos (no pobres) crece año tras año de manera desmesurada, y esos países están dentro de una espiral infernal en la cual deben contraer nuevos préstamos para pagar los intereses de los préstamos anteriores, (ya casi no se encara la posibilidad de amortizar parte del capital adeudado) y sus obligaciones internacionales crecen mucho más rápidamente que la capacidad de pago generada por su actividad económica interna y por sus intercambios internacionales (exportaciones), todo lo cual apareja consecuencias sociales sumamente graves.
Algunos números
La deuda externa del Tercer Mundo llegaba en 1982 a 780 mil millones de dólares. Continuó creciendo los años siguientes hasta llegar a un billón trescientos mil millones en 1987, se mantuvo estacionaria hasta 1989 y volvió a crecer desde 1990, llegando en 1993 a un billón seiscientos mil millones de dólares. Actualmente se estima la deuda externa de los países del Tercer Mundo en algo más de 2 billones de dólares.
En 1993 la deuda externa representaba el 40,6% del PNB en América Latina, el 29,4% en Asia y el 71,4% en África (el 107,3 en África subsahariana) y los servicios de la deuda el 30,0; 8,6 y el 21,6 por ciento respectivamente, de las exportaciones. La relación relativamente baja servicios de la deuda-exportaciones en África se explica porque los países de la región tienen importantes atrasos en el pago de los servicios.
La deuda externa tiene como resultado una transferencia neta de recursos del sur hacia el norte: en 1998 los 41 países empobrecidos más endeudados transfirieron al norte 1.680 millones de dólares más de los que recibieron y en el mismo año el conjunto de los países del Tercer Mundo realizaron una transferencia neta de recursos al norte de 114.600 millones de dólares.
Los mecanismos
Los mecanismos específicos del crecimiento acelerado de la deuda a partir de 1980 fueron básicamente cinco:
1. La oferta indiscriminada de créditos por parte de los Bancos transnacionales, que disponían de gran liquidez a causa de la acumulación de petrodólares y de que los Estados Unidos inundó con sus dólares todo el mundo para que éste subvencionara su economía;
2. El continuo deterioro de los términos del intercambio, que obligó a muchos países del Tercer Mundo a solicitar préstamos para pagar sus importaciones;
3. La inflación;
4. El aumento de la tasa de interés de los préstamos;
5. Las políticas proteccionistas de los países desarrollados, que han mantenido cerradas sus fronteras a muchos productos de los países del Tercer Mundo.
Además, el origen de una parte de la deuda, es total o parcialmente ilícito: algunos préstamos fueron ficticios y sólo sirvieron para disimular maniobras financieras irregulares realizadas de común acuerdo entre los Bancos acreedores y los supuestos deudores. En Argentina, por ejemplo, las repatriaciones de fondos depositados en el exterior (por ejemplo para financiar un negocio) se hacían aparecer como préstamos, de común acuerdo entre el propietario de los fondos y el Banco extranjero. Aparecía así una deuda particular ficticia. Estas deudas privadas ficticias y otras reales terminaron estatizándose por medio de diversos mecanismos (seguros de cambio, etc.). Es decir que distintas maniobras que permitieron el enriquecimiento de unos pocos, terminaron convirtiéndose en una deuda pública que tiene que pagar todo el pueblo con su trabajo.
Por otra parte, los gastos y las comisiones por la negociación de los préstamos alcanzaron cifras desproporcionadas y además los acreedores impusieron muchas veces a los deudores cláusulas contractuales que significaron vicios de consentimiento, como por ejemplo la renuncia a la jurisdicción nacional del deudor para las cuestiones litigiosas que se pudieran suscitar, etc. Los intereses generalmente son usurarios, muy por encima de la tasa del mercado financiero internacional. Y cuando los deudores comenzaron a estar en mora, los intereses adeudados se acumularon al capital, de modo que los acreedores comenzaron a cobrar intereses sobre los intereses, lo que en la legislación de algunos países es ilegal.
La fuga
En cuanto a la fuga de capitales, las cifras son impresionantes. A fines de 1985, el valor de los activos que poseía el Sur en el Norte ascendía a 511.000 millones de dólares, de los cuales 278.000 millones correspondían a países con problemas a causa de la deuda externa. Según el Morgan Guaranty Trust Co., entre 1977 y 1987, los cinco países más endeudados de Latinoamérica transfirieron a Bancos extranjeros más de 210.000 millones de dólares en depósitos privados. Los mayores montos correspondieron a México -84.000 millones-, Venezuela -58.000 millones- y Argentina -46.000 millones-.
Según la misma fuente, si no hubiera habido fuga de capitales, la deuda externa de Argentina sería de sólo unos 1.000 millones de dólares.
Desde 1984 hasta 1990 la transferencia neta de recursos financieros Norte-Sur fue negativa para el Sur. Pero en 1991 y 1992 se invirtió la tendencia, con un flujo neto favorable al Sur del orden de los 50 mil millones de dólares. Esto, que puede llamar la atención, se esclarece apenas discriminamos por región. De esa forma, se advierte que la mayor parte de las transferencias financieras fueron a Asia, y muy especialmente a Kuwait y Arabia Saudita, para hacer frente a los gastos de la guerra del Golfo y la reconstrucción de Kuwait. Africa, en cambio, tuvo en 1992 una transferencia negativa de 1600 millones de dólares y América Latina y el Caribe una transferencia positiva de 6900 millones. Esto último, se explica por las privatizaciones. Privatizaciones (aconsejadas por el FMI) que se hicieron en condiciones extremadamente desfavorables para el patrimonio nacional de los países donde tuvieron lugar (se vendieron empresas y fuentes de recursos naturales a precios muy por debajo de su valor real), y que contaron con el asesoramiento técnico y la financiación del Banco Mundial. En Argentina (paradigma neoliberal de entonces), entre 1989 y 1993 se recaudaron como resultado de las privatizaciones 9910 millones de dólares en efectivo y 13.239 millones en títulos de la deuda, que representan 5270 millones en efectivo (39,8% del valor nominal de los títulos). Si se hubiera utilizado el efectivo también para rescatar títulos de la deuda, ésta tendría que haber disminuido de 57.000 millones de dólares en 1989 a 20.000 millones en 1994. Sin embargo, la deuda externa de Argentina no disminuyó sino que aumentó, pues alcanza actualmente a más de 150.000 millones de dólares. Es decir que la deuda externa en Argentina se ha casi triplicado en 12 años a pesar de lo obtenido por las privatizaciones (en realidad gracias a ello).
El destino
En algunos países los préstamos se utilizaron, por lo menos en parte, en inversiones productivas, pero en la mayoría de ellos se utilizaron en la especulación financiera, en la acumulación de enormes fortunas personales en Bancos extranjeros (Marcos, Mobutu, Duvalier, Pinochet, etc.) en inversiones suntuarias e improductivas y, por supuesto, en el pago de los intereses usurarios, comisiones y amortizaciones de la misma deuda.
En el período de acumulación acelerada de la deuda, muchos gobiernos de los países deudores (en no pocos casos dictaduras abiertas o encubiertas) actuaron de manera irresponsable y en beneficio de minorías corruptas, endeudando a sus respectivos países mucho más allá de sus reales posibilidades de pago. El Fondo Monetario Internacional, que según el art.1 de sus Estatutos debe: "facilitar el crecimiento equilibrado del comercio internacional contribuyendo de ese modo al fomento y mantenimiento de altos niveles de ocupación y de ingresos reales y al desarrollo de la capacidad productiva", y que de acuerdo con la decisión de su Consejo de Administración del 29 de abril de 1977 debería vigilar que los Estados realicen una política financiera sana que les permita un desarrollo sostenido y socialmente equitativo, cumpliendo al mismo tiempo sus obligaciones internacionales, se abstuvo en esa época de alertar a los gobiernos que se estaban endeudando improductiva y excesivamente. La razón es que el FMI respondió en ese momento -como lo hace siempre- a las estrategias de las grandes potencias y del gran capital, que tenían interés en colocar el excedente de dólares, aunque fuese en condiciones riesgosas.


11 de Julio de 2007

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